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1 V
i. '•
SAS^7g.^7
HARVARD COLLIi:Gt: LIBR-\RY
SOUTH AMERICAN lOLl-KCTlON'
THE CIFT OF ABCHIBALD CABY COOLIDGE,
AND CLARENCE LEONAHD HAY, 'o8
DESGRiraON t ISTOBIA
vPhI& Ib VB^mVB^^P VB^ft
Y DEL RIO DE U PUTA.
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V • ».
DESGRIPGION É HISTORU
Y DEL RIO DE LA PLATA.
OBKA PÓSTVM& HE
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■n^ k IUUb. nklln it li irte ia C£i« III, it. it.
BAIO L& DUBCCIOH
H Kü llSaiO SIUSTIil USIIIUIIOS II USlIl.
Cikalle» da 1m ¿rdenef da iMbcl U CauHlM, y da Sii Geuro.
ABtieurío de la BiUiowca Nsdoaa) , etc. etc. antor da Tiriaa
obraa literariu, da la biografia da dicho autor con qae conelsja
h obra f d« Ua saUi qaa la HaslraD.
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Claninoo Ceonard Hay
Aprü 7. 190§.
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f-'/fUf c^' ^-^t^
A LOS LECTORES EL EDITOR.
De$de que en iBOd conétúyó nU uSUpt Iíú don Félix
^ Azara de e9ctíbir esta obraipara eompUlar ia$ que
habia ya puMcado en i 802 eobre toe pájatoi y éfuadru-
l^ios id Paraguay yddrtódeiá Plaia , fM su ánkno
darla á laprensai tan prant0 como lagi^asis s» te r«im*
tiese de la Asuii cíoit del Forogiisy , tina «fipta del plano
que regaló á ¿u eabUdo y delquesedánoHeia m ju^o-
grafía ; etípU qíiese hiMa d^adó en aquMla población
eon otros tféetés , fia que tenia pedidam repelidas oe<k^
tnofies á la perÉona encargada de ellos.
' iAuní cuanlio entre los papeles reflerenites á $u eontísion^
áe la déinareiieion de limites de' aquel territorio que m«
iregéalgMemo á eu Hégada á EspéñOf habia también
un ptaño de aquellos países, estese referia mas á sus
trabajos o/kuúeS, que á Idsq^e habia fiecho de esprofeeo
para su obra y para corresponder al aprecio f dtsfjneúH
ñesconfptek fátmeeieron aquMos natunúes^ Be todos
est&s trabajos cienüfieos 9 solo eonsereaba algunoi apun^
tes yf dibufos que^ en te ekaüUuá^on que hoicia todas
Sus cosas ^ no éréyfi ^bastaníCi para kater vn\ mapa tan
exacto como el que habié dejado en Amiricaj^
' Viendo i que á pesas" de-sus'mutíuu rechonádoneSf
no podía lograr su desdado mapa , se deddiA. á solicitar
del gobierno se le fadliiase el.que hdbia entregado á su
Uegáda » á fin de^ rehacer aquel ^ en vtsta de los apuntes
que conservaba, poniendo' ilotas eli los piMos enqueíu^
vine algunas dudas. I^:glorioáa guerra de la indepen^
deaeia que so ^inauguró en £808, y sus consecuencias
^ aloraron hasta i 814 » impidierún el que Ucoase á ea;
bo $U8 de$eo$ por ^í^nceA. iMBga qu^ fef/retó el reg Fer-
nando Vil á España^ y que se volvió á enttar en d esto-
do normal , ptdto doh Félix et plano espreeado para Ue-
var á cabo d referido írabajo; pero ya no ee encontró en
bUsecniarias'de.Matmaefid^rEiíQioi .
DeefuuM /oK^oíntienfo d$ B*.FiH^ , M pr^cliea^
dálOAmae nqnieU^e iiligemkm en biwad$, dicho, ma*
pajfmiá pae09. kém títh .to/ttiicMa^i Aoeto, el dia , d
biet^ comento ta Ufoíifiera eeperai^ de pod^r -cons^pdr
tma oQpHib dát^qM ecpist^jm d- otfMiaviienlO' 4e /d Ásu»'-
eioit , en Mfócmo t^ Aard\ puMícar imMdiaktfnmiU. ^
Coma á peemr deVempeñ^ d»m ifA^^íH m f^-
Míearjtt^ra eemM referidamapa i no le-, cwddn'é ya.
indispensable á la miátna obru de <a 4ue eefi/í mas . bm^
ua adamo que una cosa fiée«Kirici » i9|e Ae d^ido q.jpU'
bliaarla en oks^iuio á eu.ftttenauMmarta' » tf ¿^\)fin,4e fue
un ¡azar desgraciado no prwe al mundo imüMdo >4i y^
escrílto fiM creo uftVtflífiío pora ei ceii06imíenl(i> 4e o^ue-
li0s\p(S^ «y qUe |)er o<ra parte tomtieiü^ io uapuHiea**^
dOiSobre eUos por d fnisma auíor^ .
A eüe fúMcariguáM revisión y ]NiM¡caeie« 4 «i
omiirp' et Sa, D. Basilio SesiiSTiAif G^sordbunfoa m i#^
ajuiAy iifUMbioríp de^ AiUtbCacfliAaeumrf de Jtadríd , y
6i0ti eoftootdo por (oe mtjcj^ o6raf eft^ti/Scoey /tieraria»
9(ie ka dada á lu% » 'y itaj« fíK Utreccíbn todoy oá piW«o»
creyeiwloliaosrtmUmeUfttíe^ihaarqiidafai cMo^noe
notas y con laiíegra/fa dffaiifar,» alertaos otiie/lai y es^
laporeteqirenido Merolf».: \ . • .^
En d capitula 9 ddtoino h^Mrñzokmi,sií¡oriiod»
la obra de tos Cuadrúpedoe dd Porojiiay > piiUíeadft en
Fraficid sin su eonsenümienio » y faltñ de notícM^ é in-*
completa en ío principal. Refiriéndose en d mismo capii^
tuto al geMMe de Hidma ñalund de Pam» túferma
III
en muoka porfe, ai muma opinión $obre aiguno$ de sm
esplieaioB cuadrúpedoif tazan por lo que puede eonside*
rane inkretanüsuw^ esta parte ; par que com¡ieta $us
obras éehi cuadrúpedos y aun kide los pájaros dd es-
presado Paraguay.
Es íamUénnde gran inlerés WnárúMi y Miilt/h«min«*
te eáa obra^ porque D, Fetía^ deseubre y oertig»^ con
fíl6úicRtfoa y eon suma eUmdadf los errores 'en que
por mofeta S per ignoramia inemrieranlas auíoree que
deseribkron eelae paises antes ftw ¿(, y en partíeislar los^
que consiguaraneH stís obras el aéeiaalada AJvar OiuoeA,
No<áse.lia paresia^ ^cessiuaenle variat to lünieteftt
qm diíméseiUmtiürá'esia obhi ni Ion poco sts estilo^ or^
íografiaypuniuaekm^ por parecernke debsür puNtMrtá
tal y cualilladqó escrita y corregida \ y la he hecho
ejecutar en igual forma tipográfica y tamaño que las
obras ya publicadaSf á findeque siga el nusmo orden y
na iesáiga^ en lo poinUe» de sUa^
Creyendo yo que obra de esta clase debe pasar á la
posteridad f he preferido^ para su impresión « el papel de
fábrica antigua española llamado de (íno, al de nueca m.
f9encion que se hace á máquina , porque si bien este tie^
ne mudm mas blancura y hermosura para que luzca la
impresión^ es al propiotiempo de muchisima menos dura-
ción que aquH y se rompe con la mayor facilidad a poco
que se use.
Como no ha presidido á esta publicaeion el espiriiu
de ganancia , solo se han tirado 500 ejemplares, con el
fin principal de mandarlos gratnitameníe á todas las Bi-
bliotecas publicas y establecimientos de ciencias naturales^
nacionales y estrangeroSf de suerte que solo el pequeño so-
bra$^e que resulte^ se espenderá á los españoles que deseen
fv
esia obraj en cuyo caso im pagarán nu» 4IM el coU» de
impresión^ encuaiemaeion y eommonn.
Tambim he erado dar A reíraio y facaiamk dé iam
iluxtre español al frente de la obra , por pareeerme me--
recer bien^ por iu$ servicioi presladosála patria f*elqm
conozcan tas nobUs facciones 90$ conciudadanos.
Entusiasta de sus virtudes que admbri de cerca en mi
juventud^ y desu taUnto que contribuyó á mi edueacion;-
agraüeidoá sus benefieiosy creyendo contribuir ^al pro^
pió tiempo y áí bien piMieo por quien tasdossaerilkios fctsa
miseñortío^no tardarien dar á la prensa sus demos
obras y y sien ellas y en esta pubtíoaeion logro aumentar
la aureola de gloria que circunda yatu venerando nom--
brciyquese me juzgue agradecido por mk compalriotaSf
habrá logrado el único fin que sepropone
S^oé6aéae$éa cá 9^4!ÑCimei.
• * •' •>
PR6L060 DEL AUTOR
4 . Et añd de 1781 me embarqaé de orden del rey
eo LiAoa y arribé al Brasil « de donde pasé luego al
fiio de la Plata. Alli me encargó el gobierno muchas
y grandes comisiones , qoe no es del caso especificar;
bastando decir , que para desempeiarlas tuve que ha-
cer muchos y dilatados yiages« y que hice Toluntaria-
mente otroo con el objeto de adquirir mayores conoci-
mientos de aquellos Tastos países. En todas mis pere-
grinaciones observé siempre la latitud geográfíca al
medio día y á la noche por el sol y las estrellas con
nn buen instrumento de reflexión y horizonte artificial.
Y con la proporción de ser el país tan llano » jamás
omiti el demarcar los rumbos de mis derrotas y los de
los puntos notables laterales con una brújula , corri*
giéadolos de la variación magnética que averiguaba con
frecuencia cotejando su Azimut con el que calculaba
por el sol. Con estos fundamentos , sin usar jamás de
estima ¿ del poco mas ó menos , hice el mapa de mis
viages situando en él todos los pueblos , parroquias y
puntos notables por latitudes y demarcaciones obsor-
vadas, y creo que ninguno de ellos tiene error. Tampo-
co creo lo haya en el mapa de las provincias de Chi-
quitos y Santa Cruz de la Sierra ; porque lo hizo al
i
— 2 —
mismo tiempo qne yo el mió , mi compañero el capitán
de Trágala D. Antonio Alvarez Sotomayor.
2. En cuanto á los ríos principales , crei ocioso na.
vegar muchos de ellos, sabiendo que lo habían ya hecho
otros facultativos con el mayor cuidado. Asi copié las
primeras vertientes del Paraná hasta su Salto grande»
y del Paraguay hasta el Jaura que están en dominios
portugueses , del mapa inédito del brigadier portugués
D. José Custodio de Saa y Paria , que anduvo muchos
anos por aquellas partes. Pero como no era astrónomo
sino ingeniero , no merece toda mi confianza , aunque
si mayor que todos los mapas publicados hasta hoy. El
curso del Paraná desde el citado Salto grande hasta el
pueblo de Candelaria, le copié del que hizo mi com-
paitero el capitán de navio D. Diego Alvear , que lo
navegó y reconoció en tiempo de mis tareas ; y el res*
to del Paraná hasta Eoenos Aires , lo hicieron por mi
orden návegándole , mis snbaltepnos el capitán de na*
vio D. Martia Bonoo, \ús pilotos D. Pd>lo Ziznr ydon
Ignacio Phzas y el ingeniero D. Pedro Gorbiño. Los
mismos navegan^ por disj^sicion mía el rio Uruguay
desde Buenos Aires hasta su Salto, el Gorugnati, el Je-
jín, el Tebicuari, y el Paraguay desde los diez y no^
ve grados de latitud basta su unión con el Paraná; des«
de esta latitud hasta la boea del rio Tanra , lo he
copiado del de les detnsf caKiores del tratado de limites
del añt) 4780.
3. Por lo qué hace á los tributarios de los citados
rios, como sea inttmefaMes y riegan inmensos paises
despoblados y llenos de bosques, me ha sido imposible
reconocerlos , y marcar con acierto su verdadero cur*
^0. Asi me he limitado á dirigirlos desde sus confluen-
cias c<m los grandes rios á los pontos donde los he
— 3 —
cortado od mis viages» y lo demás par oolicias á buen
juicio: de modo qae ea esta parle hay precisamente
machos yerros que do podráa corregirse \m\A que pa-
sando bastantes siglos « se est&eada la poblapion por
todos ellos. Entonces se sabría lo que son y el purso de
dichos tributarios ; y si el río Aracuay ó Pihuroaio ea-
tra en el del Paraguay por dos brazos ; uno poco ro%8
abajo de la Asunción y el otro en los veinte y cualrp
grados y veinte y cuatro minutos de laíilud como yo
creo ; ó este último mucho mas abajo sfi^un lo marca
el mapa de D. Juan de la Cruz.
4. Para arreglar mi mapa ¿ un primer meridiano
conocido en Europa « hice muchas observaciones en
Montevideo, Buenos Aires » la Asunción y Cernen les 4e
bs inmersiones y emersiones de los satélites de Júpiter;
que aunque por defecto de sos tablas astronómicas pue-
den dar errada en cinco leguas la direreacia de meri-
dianos« no por eso lo estarán las posiciones respectivas
de los pontos de mi mapa.
5. No se limitó mi atenciion á hacer dicho mapa;
porque hallándome en un pais vastísimo , sin libros ni
cosas capaces de distraer la ociosidad , me dediqué l^s
veinte anos de mí demora por allá á observar los obge-
los que se ofrecían á mis ojos en aquellos ratos que lo
permitían las comisiones del gobierno, los asuntos geo-
gráficos, y la fatiga de viajar por despoblados y muchps
veces sin camino. Pero como para esto estaba yo solp,
y los obgetos que veía eran muchos mas de los que
podía examinar » me vi precisado á preferir , después
de lo dicho , la descripción de los pájaros y cuadrúpe-
dos , quedándome pocos momentos para reflexionar sp-
bre las tierrasi piedras, vegetales, pescados, insectos y
reptiles. Asi mis observaciones sobre estos artículos se
/
— 4 —
hallarán triviales y escasas , como escritas por qiueii no
tenia tiempo ni inteligencia en tales materias. En cimiq-
to á los hechos de toda especie que refiero , he procu-
rado no exagerar nada , sin pretender que las refle-
xiones que de ellos deduzco se crean , no hallándose
fundadas. Muchas de ellas las omili en el primer bor«
rador que hice de esta obra« temiendo á los críticos , y
figurándome que ya las habrían hecho otros antes que
yo: pero hoy deponiendo estos temores , publico esta
obra como la concibe mi mente , con el único fin de
que sirva á la instrucción del gobierno y de la historia
natural priocipalmenle del hombre.
6. No estaba ocioso cuando rae hallaba en las po-
blaciones; porque leí muchos papeles antiguos de los
archivos de las ciudades de la Asunción , Corrientes,
Santa Fé, Buenos-Aires, y de los pueblos y parroquias,*
y consulté la tradición de los ancianos. Leí también
algunas historias del pais , que en bastantes cosas no es-
taban acordes con dichos papeles originales; y en todas
hallé que sus autores no tuvieron bastantes conocimien-
tos locales ni del número de naciones ni de indios, ni de
su situación ni costumbres. Esto me ha determinado á
escribir la historia del descubrimiento y conquista, cor-
rigiéndola en cuanto he podido , de los yerros y equi-
vocacioues que han cometido dichos escritores, algunas
veces por ignorancia y otras con malicia. Para que esto
se comprenda mejor, haré aqui uua relación breve del
carácter de dichos autores.
7. üldérico Schímide's fué de soldado á aquella
conquista en i 534 y salió deallien 4552. Libre ya
del servicio se fué á su patria Straubingen en BabierL
donde escribió en alemán la historia de los hechos que
había presenciado^ estropeando, corrompiendo y tro^
-• 5 —
«ando tanto los nombres de las personas, ríos y Ioga«
res, qae solo las puede entender quien los conozca por
«tra parte. Su obra se tradujo al latín y de este idioma
al castellano sin corregir su nomenclatura. Quitado este
defecto es la mas esacta que tenemos , la mas puntual
en las situaciones y distancias de los lugares y nacio-
nes , y la mas ingenua é imparcial; sin que peque en
otra cosa, que en habérsele pasado alguna vez anotar
las diferencias entre los que mandaban y algún hecho
ocurrido en su ausencia. También tiene el defecto ine*
titable á un soldado raso, que es abultar el número de
enemigos y de muertos en las batallas , y decir que los
indios tenian fosos, estacadas y fortalezas para aumentar
su gloria en supeditarlos. Alguna Tez para dar varie-
dad á su historia , añade que algunos indios tenian vi-
gotes y que criaban aves y animales domésticos , fid-
tando en esto á la verdad que usa en lo demás general-
mente.
8. Alvar NuBez Cabeza de Vaca , fué el año de
I5i2 á continuar aquella conquista; y disgustó tanto á
sos subditos , que estos lo despacharon preso á España
en 1 544 juntamente con so confidente el escribano Pe-
dro Hernández. El consejo supremo vio el proceso que
le habían formado ; y oídos sus descargos, le condenó á
privación de empleo sin indemnizarle los gastos que ha-
bía invertido, y á un presidio en África. Mientras dora-
ba su causa , ó poco después escribió unos comentarios
del tiempo de su gobierno, que se han impreso poco
há ; porque no tuvo él impudencia para hacerlo estan-
do tan fresca su sentencia. Esta obra es á veces tan
confosa , que no se entiende , y otras altera y cambia
los nombres. Por supuesto que no se queda corto en
su apología , y que sabe aplicarse cosas buenas hechas
_ 6 —
después estando él preRO en Madrid. Tampoco es
caso en acriminar á sos contraríos, no perdonando me-
dios ni iorectivas y aun achacándoles la ataricia y otros
vídos que eran suyos.
9. Al mismo tiempo qoe Ahrar Nuies escribía An-
tonio Herrera en Madrid , y es de creer qoe este oyese
á aquel 6 i dicho Hernández ¿ que consultase sus co-
mentarios. To no be leído á Herrera; pero creo que
DO pudo tener suficientes conocimientos locales para es-
cribir con puntualidad.
(0. Martin del Barco Centenera, clérigo estreme-
ño , pasó al Rio de la Plata el a&o 1 573 y escribió en
Argentina desde su descubrimiento hasta el año de
4581 imprimiéndola en Lisboa el de 4602. Los profe-
sores juzgarán su mérito poético; yo en cuanto á his-
toria considero esta obra tan escasa de conocimientos
locales, y tan llena de tormentas y batallas, de cironna-
tancias increíbles, á los que conocen aquellos natora^les,
y de nombres y personas inrentados por él, que creo
no se debe consultar coando pueda evitarse. Pero su
empeño majror es desacreditar á los principales y á los
naturales, siguiendo en esto el genio característico de
todo aventurero y nuevo poblador como él lo e ra.
4 i . Ruiz Díaz de tíuzman era sobrino de Alvaro
Nufiez, según dice. Yo no sé con que motivo se mudó
el apellido y también el de su padre , qoe era Alonso
Riqoel, y él le dá el de Riquelme: su madre fué Ursa-
la , una de las muchas' mestizas que de Indias tuvo Do-
mingo Martínez de Irala. Nació con corta direrencia el
año de 4554, y pasó casi todo el tiempo que estuvo en
el Paraguay en la provincia del Guaira de la que llegó
^ ser comandante. Con esta autoridad tomó alguna gen*
te, y se fué á fundar la segunda ciudad de Jerez. Estao-
— 7 —
de en eUa ell / de abril de 4503 escribió jenlameite
coD el ayoirtamieDto que acababa de erigir , al de la
Asancíou diciéadoles, que á petición é instancias de les
vecinos de Cindad Real babia fondado á Jerez , y que
convidaba á los que de la Asancioa quisieran ir á esta*
blecerse alli. La coutestacion fué mandarle restituir log
pobladores á Ciudad Beal, de donde los habia sacado;
porque al mismo tiempo se quejaron amargamente los
que babian quedado en el Guaira de que Ruis Díaz ha-
bla sacado los pobladores para Jerez á fuerza contra
sus repetidas protestas y con grave perjuicio de la pro<^
vlncia. Pero Ruiz Diaz no hizo caso del mandato^ ni de
otros iguales que le repitió el gobernador general» de
cuyas resultas se le formó proceso, y él se ausentó dd
pais. Todo esto consta por menor en el archivo de la
Asunción. Se fué Ruiz Diaz á Chunqnizaca, donde ea»
cribió su Argentina y la envió el ano de 4 64 2 al duque
de Medinasidonia. Aun no so ha inipreso esta histom,
de la que tengo una copia en la que oft eee exonda
parte; pero creo qné no la escribió. Lo dicho basta
para que no lo teDgamoi por éaernputoso y ipara que
nos cause novedad si vemos que en vei 4e terdades
cuenta novelas, eomo soa: laúdela leona que defendió
ilamnger: la tmnsnrigrslcioii de ks Ghiriglianas : el
viaje de Alejo García , el baber conocido á su hijo f y
cuanto refiere de las alhafas de piala llevadas del P«ri
al Paraguay. También altera tas fedhat cuando lo leoe^
Ata para interedlar espedioioiies finidas. Foija gvaados
batallas, ejércitos numerosos, fortalezas, liíchaseftvene»
nadas'y dtras cesas ^iie inventa para honrar á sv ipa-
dre, idouelo y lio. Con la. mlssaa idea acrimina cruel-
Mente á Frttcisco Ruiz'Galan que compitió el mando
eeii m abuelo y nunca fué de en partido , á Felipe de
Cáceres, ponfiie trabajó en la deposicioo de sa tío^ f
á Roiz Díaz Magarejo porque le prefirieron á so padre
para las comisiones. Finalmente sa mracion hace co«
nocer qne estaba poco impuesto priMípalmente det
curso del rio Paraguay y de sus naturales.
4 2. El P. Jesuíta Lozano escribió en el Toasman
la historia del descubrimiento y conquista del río de la
Plata , la cual se halló en sa colegio manuscrita en un
Tolúmen que posee don Julián de Leira en Buenos Ai*
res. Tuvo presente i todos los autores citados y otras
memorias; pero como ignoró la geografía del país, y la
situación áé muchas naciones , sus nombres, nimero y
costumbres , no es estraño que las equivoque algunas
veces, que no corrija las equivocaciones de sns orfgina^
les, y que no entienda á Schnnidels. Su principal cui*
dado fué acopiar cuanto han escrito, lleno» de acrimo-
nia y de pasión contra los conquistadores Alvar Nu^
iez » Barco y Rui-Diaz; y aun no satisfecho con esto*
aumenta, inventa y tergiversa los hechos. No huboalli
en su concepto sino dos hombres buenos y santos que
hicieron milagros , á saber? Alvar Nunez y el prkner
obispo á quienes el consejo condenó justamente por so
mala conducta y porque realmente foeron lo» mas inep*
tos. En fin , presentó el P. Lozano esta su historia á
los PP. de su colegio de Córdoba, y estos la hallaron
tan cavilosa y mordaz , que no permitieron se publica*
se, y encargaron al P. Goevara, que la corrigiese se-
gún me han informado gentes de verdad que oyeroB
esto mismo & los PP. de Córdova.
4 3. Dicho P. Gueyara purgó á Lozano de algunas
caTílaciones y maledicencias , añadiendo oUrad mas h^
salsas; omitiendo cosas sustanciales, pone otras que no \»
son , é ingiere sin venir al caso la historia dd Tuco-
— 9 —
man. Esta obra manoscrita se encontró en aquel cole-
gio, y algunos la han copiado figurándose que es la me-
jor por ser la última.
1 4. Aunque yo conozca los defectos de los citados
autores he tenido que yaierme de ellos, porque creo
que no hay otros originales; pero los he corregido cuan-
to he podido por los papeles auténticos que he visto en
los archivos, y por los conocimientos del país y de las
costumbres de sus naturales. En erecto , sabiendo que
estas son en aquellos indios tan fijas é inalterables se-
gún deduzco del cotejo de relaciones antiguas con las
del dia , y no hall&ndose f tiítro nt tradición de idola-
fria, de comer carne humana , de flechas envenenadas.
Ai de conservar en la guerra eacrtivod á los varones
adultos , quedan destruidas AMbs ésHas fábulas con que
algunos escritores adornan sus historias. Cuando los
he sabido , he aplicad» tos ver Atderiü Aombres á los
l^ragesy nación^ qM k)tfaMfM*étfaftéran y equivocan
muchas veces; mas no debe inferirse de esto que al-
gunas naciones han sido estermioadas , como errada-
mente lo dice Rui-Díaz de la de Agaces ; porque me-
nos dos ecsisten todas las que vieron los conquistadores;
y su número de almas , que se verá en el capitulo 4 O,
destruye las ideas que él mismo y otros nos dan de nc-
merosisimos ejércitos. Los padrones que se ven en los
archivos hechos en los primeros tiempos de los indios so-
metidos, no les dan tanta gente como la que hoy tienen
sus pueblos ; infiriéndose de aquí que no los han ester-
minado la avaricia y crueldad española , que es la úni-
ca salida que se dá á tantos millares de indios como se
han amontonado arbitrariamente en las batallas y re-
partimiento de encomiendas.
OBsaaiiiiiiiiiiiiiiiiiüiiíiiií
DEL FAE.AOITAr -
Y DEL RIO DE Li PLATA.
CAPITULO I.
Del clima y de los vlenton.
f . Tomemos por límites del Norte y Medio»
dia los paralelos de t6 y de 53 grados : por lin-
dero occidental á las faldas mas orientales des-
tacadas de la cordillera de los Andes entre los
citados paralelos, y por límite oriental la costa
patagónica hasta el Rio de la Plata, continuan-
do después por la línea divisoria del Brasil has-
ta los 22 grados , y después al Norte hasta di-
chos 16 grados. Lo que estos límites encierran
es lo que voy á describir ; que comprende una
superficie larga 740 leguas y ancha de 150 á
200 ; pues aunque no la haya corrido, todas las
noticias que me he procurado bastan para dar
una idea general. Pero no hablaré de la provin-
cia de Chiquitos ; porque lo quiere hacer don
Antonio Alvarez Sotomayor.
2. Como en lo que describo no hay monta-
— €2 —
ña , siguen los climas una graduación propor-
cionada á la altura del polo. Asi bastará decir
lo qae he observado en las dos ciudades mas
remotas para formar juicio del resto. En la
Asunción que está en los 25^ 16' 40'^ (i) de
latitud, el mercurio del termómetro de Fahren-
beít subia en un cuarto á los 95® en los dias
comunes del estío « y á los 100* en los meses
calorosos, bajando á los 45* en los mas fríos del
invierno. Pero en años estraordinarios, como el
de 1786, y 1789 bajó á los 33*. Son pues sen-
sibles las estaciones , y muchos árboles mudan
las hojas. El frió ó calor parece no pender
tanto de la estación ó del «Sol como del viento;
pues si este es Norte , siempre hace calor aun
en invierno , y si es Sur ó Sueste hace frío aun
en verano. La razón parece ser , que el Norte
corre antes la inmediata zona tórrida', y el Sur
la zona fria. Los vientos mas frecuentes son los
del Este y Norte. Los Sures no soplan la duo-
décima parte del año; y los Suestes en poco rato
no dejan una nube en el cielo. Apenas se conoce
el Oeste ó Poniente y nunca dura dos horas;
como si lo detuviese la cordillera de los Andes.
3. Aunque no tuve termómetro en Buenos-
Aires como su latitud es 34* 36' 28^' , no hsLj
(1) Asi espresaré los grados, mioatos y segandos.
Las latitades serán aastrales , y las longitudes occideo-
tales a) meridiano de París : nnas y otras obserradas.
1^ 13 ^
dada qne süi h^ce menos C9lpr y mas frió que
mk la AwBcion j y «e reputa y^yienio reguJar,
cuando cuentan tres ó cualro días de helarse iin
poco d agua ; pero si e^ta ae bi^la mas intensa-
mente ó mas días, se g^adjiia el invierno por es-
ccsivo. Los vientos signen el sistema déla Asud-
cion, pero coa triplicada fuerza, principalmente
en la primavera y estío, hqs de Popiente soplan
algo mas, y los {^oestes siempre traen lluvia en
invierno nunca en veprano. Los mas duros en to-
das aquellas partes S09 los del Sudueste al Sues-
te , y el otoño es la estación mas apacible. En
mi tiempo solo hubo dos huracanes. £1 del 14
de mayo de 1799 derribó en el Paraguay la
mitad del pueblo de Atira matando Qiycba gea*
te, y llevó muy lejos muchas carretas: y el 8 de
setiembre del mismo año arrojó á la playa ocho
grandes embarcaciones y muchas menores en
el puerto de Montevideo.
4« En todas partes es la atmósfera tan hú-
meda, que toma los g^ones y muebles. Princi-
palmente en Buenos-Aires los cuartos que miran
al Sor , tienen Liimedo el piso , y las pare-
dea es|Miestas al mismo rumbo esjtán llenas de
musgo. Los tejados que miran á la misma re-
gión , se cubren tanto de yerba, que es preci-
so limpiailos cada tres auos para evitar goteras
y peso : mas nada de eso perjudidica A la salud.
5. Muy rara jet se ve la ui^bla desde los
— u —
cuarenta grados hacia el Norte, y el délo es ei
mas alegre y despejado. Pero aun es mas rara la
nieve, pues solo he encontrado memoria de ha-
ber nevado poco una vez en Buenos-Aires , y
causó tanta novedad á sus habitantes , como á los
de Lima el ver llover , porque en su ciudad no
llueve. Ta se comprende que jamás nieva al Nor-
te del rio de la Plata , y que los fríos, nieblas y
nieves son mayores al Sur de los cuarenta gra-
dos. Algunos creen que el emisferío austral á
igual latitud es mucho mas frío que el septeo-
tríonal ; pero de lo dicho se deduce que á lo me*
nos nieva mas en este que en aquel ; y en Bue-
nos-Aires no se usan tantas chimeneas ni brase-
ros como en Cádiz^ que está cuasi en la misma
altara de Polo y mas reunido y metido en la
mar. Sea de esto lo que fuere parece que el (rio
ó calor no pende tanto del lugar del Sol como
del viento 9 y que no están tanto en la tien*a co-
mo en la atmósfera ó el aire.
6. Aunque ios granizos no sean tan fre-
cuentes como en España, una tempestad eldia
7 de octubre de 1789 , arrojó piedras hasta de
diez pulgadas de diámetro á dos leguas de la
Asunción ; y suelen recoger los granizos para
beber helados. La señal general mas fija de llu-
via próxiQía, es una barra de nubes al Poniente
pegada al horizonte cuando se ipúoe el Sol. El
viento Norte y recio que ocasiona pesadez á las
— 18 —
cabezas, indica lluvias al segundo dia ; y los re-
lámpagos al ^udueste al anochecer, y el calor
calmoso, anuncian lluvia fija la misma noche. £n
Buenos Aires tienen por señal de agua al descu-
brir la costa opuesta ó del Norte del rio.
7. En todas aquellas partes llueve en gotas
mas gordas y espesas que en Europa, y la. can-
tidad anual de agua llovediza creo que es muy
notablemente mayor que en España. En todas
las estaciones y mas en verano , suele llover
con muchos relámpagos, á veces tan continuos
que apeoas hay .intervalo de unosá otros, y pa-
rece que está el cielo ardiendo. En cuanto á
rayos caen diez veces mas qpié en España, sobre
todo si vieuQ la tormenta dd Norueste. Una de
estas arrojó treinta y siete rayos dentro del
recinto de Boenos Aires , matando diez y nueve
personas' el 21 de enero de 1793. Observé en
el Paraguay , que todos los rayos seguían de
arriba abajo los postes de madera mas altos y
Terticales de los edificios , aunque estaban em-
potrados ó' embutidos en las pa^es; y sí aque^
lias gentes se hubiesen separado, ile tales postes^
no habrían perecido los muchos'que han muerto
del rayo en mi tiempo.
8. La mayor abui^d«ucia. de tempestades,
rdámpagos , delruenos, de rayos y de aguas plur
viales , no puede atribuirse á las semmías que
distan centenares de leguas* Tampoco puede
— f fr —
ocasionarla k mfluefte^deJM bosqkiés ^ fKMrqne
caasi puede decirse (pie ño hay ártifoles' desde
el rio de la Plata hasta los cuarenta grados y
aun mas: y los que hay hacia el Norte hasta
acercarse al Paraguay se encuentran solo en' los
rios. A mas de que sucede ló mismo dónde los
hay que donde no. Es pues preciso conjeturar
{pie aquella atmósfera tiene mas electricidad , 6
que posee una cualidad qué condensa itfais va-
pores y que los precipita mas prontamente cafo-
í^ndo los meteoros citados.
9. Parece deducirse de lo dicho # que el
frio^ la humedad y la dureza de los lentos van
creciendo en razón de la htiiud^ que éslaútirca
causa Tisible capaz de poderlos alterar; pero no
sucede lo mismo de los truenos y rayos que al
contrario parecen mayores y mas en el Para-
guay que en Buenos-Aires. En fin , lo dicho es
suficiente para conjeturar fo que sucede de es^
tas cosas en mayores y menores lattttkdes del
pais que describo.
Í0. Por lo relativo & la salud , puede letíer-
se por cierto -que no hay en el mundo países
mas sanos que todos aquellos. Las orilhi^ anen
gadas y de las albercas no alteran lá salud de los
que las habitan: bien que puede atribuirse á
estas situaciones pantanosas algunas |>^i^ás
qué se notan en las poblaciones dé Remofinos
y Santa Rosa! del Paraguay.
— 17 —
CAPITULO II.
AftqpMdetoB y ealldad dd terreiM.
1 . De todo el país que describo» casi puede
generadmente decirse que es una llanura unida;
pues las escepciones que esto tiene se reducen
á cerritos ó serrezuelas de corta estension y que
no tienen 210 varas de elevación sobre súbase^
y á quienes no se daría semejantes nombres,
sino por la casualidad de estar en llanuras ; de
modo que juzgo no deberme detener á hablar
de cosas de tan poca monta é importancia^ en
una descripción tan general como esta. Pero si
debo advertir que los confines del Brasil desde
'el Rio de la Plata hacia el Norte , son unas lo-
madas suaves , obtusas y estendidas, mezcladas
de algunos cerritos que van descendiendo has*
ta los rios Paraná y Paraguay cuasi insensible-
mente.
8. Aunque se conozca á la simple vista , la
cuasi horizontalidad de aquellos paises , también
lo indica en parte el asegurar los navegantes
que se.tntroducen las aguas del Rio de la Plata
setenta leguas por el rio Paraná cuando suben
— 18 ^
las de aquel siete y octio pies por los tientos
del Este y del Sueste. To deduje además de las
alturas del barómetro marcadas por los comi-
sarios de límites del afto 1750^ qne el rio Para*
guay en su curso de Norte á Sur desde el pa-
ralelo de 16^ 24' al de 29* 57; bo tieae wt pie
de pendiente ó desnivel por milla marítima de
latitud ó distancia.
3. Merecen alguna mención las consecuen-
cias de la planicie de un pais tan grande. Laoor-
dillera de los Andes y sus faldas orientales que
son el límite occidental de esta descripdim en
740 leguas úe longitud , no pueden menos de
despedir por innumerables arroyos ó canales na*
turales, sus mochas aguas procedentes de Unrias
y faentes dirigiéndolas hacia el Este á jantarias
con el río Paraguay, y Param ó caer á la mar.
Pero la verdad es, que en tan enorme estensioii
á penas hay cinco ó seis riachuelos é arroyes
^e lleguen á terminar á donde se ba ^dio;
porque la horizontalidad de los terrenos inme-
diatos á las citadas faldas de la cordillera^ hace
que las a^as que bajan por ellas se detengan
indecisas en las llanuras , hasta que se van eva?
pórando ; lo mismo que las lluvia? qne caen en
las pn^ias llanuras.
4. Otra consecuencia es qne nunca el pM
podrá ser regado por canales artificíales , ni co-
nocerá molinos y máquinas hidr^nlicas , «i ten-
— If —
drá laa foente dé «|^ coadúdia. Lái esée^
6ion» 406 esto poeda tMer m^ JkallMrMl ea la
mniédíacioii de los limites oriénteles y óocideor
tddeb de ese descríponi : esto es al saKlr las
flgvas de las fofidas de la confilleva y de les ce^
eanías del Brasü, fMr soiif raáé;kMliliadasó am»
nos horaoBlales^
5. También Ma seeóelas do la Namira de
aquel país, las mochas albercas que se encuenr
ttmv en^ ét; cA que estas lengaa grande superfi-
cie y poo« peofundídaidy y el que se agolen- coo
hü e^aporaciod del Terano, PoiCque rio |)jiidibndo
le» MnrenoB dar sufidente espedtoío* á las Un»
IMV ai>á IsB agaaeqoe Íes Uegaa de olt aá partes;
AMesariameaie sé abáfean en 10» silios algo mas
les. cuales » atendido el estado: del pais
ser profundos r siáó esteiidí(|os« To.
do ée taiiGeapiMStualnenle ení el pnis que de^
eaibeu
6. £1 íaiffíí de los Taraibs se forma de la
MBHDA.de la» ;^gMa Uetidai en ghande abun-
¿Éoefaí per lom meses de^ jsovierabre » dt€¡eihbr4
jiSMii» enil» provincia de loa Ohiqnitos , y en
todai ]asfsie«iia»que concucréacoá sus vertíei^
tf^mifátant el rib.Paraguaiy háciar la parte.de
KO érigoiBy peiqueño' pediendo este rio conled
ilelrlM e»so oauoe p rebosan por anlias orillas j»
kmaa dÍBlincias , peradiciéndoselo el pais^ liori«^
aooktl; n este* derrame es- lo une se Hama hunt
r
— «o —
de los TaraiM. G>iiio las UnviaB ñom odob zgk
mas ahondantes que otros» sígae el lago kimis»
Día regla ea sa estensíotí y y como su 60iitanM>
pende de la mayor ó menor horisentaüdad de
ios terrenos , *es también muy irregular ¿ iiB-
posible de describir ponUudmente. Sin embar^go
daré ana idea de este famoso lagd , hablando
primero de su ostensión al Oriente del rio Pa-
raguay.
7. En los 17 grados de latitud donde pria*
cipia^ tiene como 20 leguas de anchura conta-
das desde el rio Paraguay hacia el Este, y conti*
niia con la misma anchura , ya mas ya menos»
hasta el paralelo de 22 grados: esto ea por
mas de cien leguas, dejando aislados los cencílos
de San Fernando 6 Pan de asiicar y á otras.
Por la parte occidental del mismo rio, comíensa
el lago en los 16 grados y medio de latitud , y
sigue hasta los 17 y medio, haciendo una es*
trada de muchas leguas en la provincia doilos
Chiquitos. Desde los 17 grados y medio hasta
los 19 y medio, se estiende poco* al Occidente
del citado río , pero contiuüa hasta el paralelo de
22 grados , introduciéndose mucho en el Cha-
co , y aun mas por la provineia de los Chiqui-
tos. De modo que su longitud de Norte a Sor
puede computarse poco mas ó menea en 110.
leguas, y su anchura en 40 sin que su peoo
fondo permita navegarse sino por el rio Para»
— «1 —
gaay qM lo corta á lo largo* Lo singular es
que casi todo él está seco y sin agna p«ra beber
gvaa parte del ano y aunque Ueno de espadañas
y'^antas acnátícas. Se creyó pdr algunos que
este lago daba j^incipb al rio Paraguay y es
lo oontraiKo^ que se fortna el lago de lo que
rebosa de) rio. Otros dijeron que dentro de
este lago se hallaba el imperio da los Taraies ó
del Dorado ó del Paititi , y adornaron, todas es-
las mentiras .con otras aun mayores.
8« También se seéan en verano las albem^
de Agnraeatéfaácialos 25 grados; las que hay
d librle y al Sur de la laguna Iposi en el parale*
bifda-fiG grados^el de NeihlÑíai en el de 2T
fias ioes'ál Este del río Paraguay) y una nM]il«^
Htiid innumerable de léda& estenáioi|es :en b
máaadíaoioD de^os ríos: y arroyes.
M.9. ¡Aunque las- launas sean permanentes
todo el ano 9 todas tienen poca proñiñdidad. De
€Sttf ebáesoB }as de Mandiho en los 25''20S la
Ipacarai^hasta los 25^ 23^ lá Ibera al Sur del
r¡6^ Bauraná muy: ésrca de él ^ Ja ■ Miri y la
Mangnerv faáeiai los 33^^ coo : otra nraltitud in-
auíneibble de -chicas y grandes ^é hay en el
Chano jy en^ todas partes* De manera que estas
lagtuas^f ios áne^suttzosJ indicados en los nú-
meros* pnoededtes^ eschiyeadel diltivo una»
esleásíélie» de pais m^orei que ranchos reinos i
do^dBniiefMu filitéaiiajp está Mi^qn^ la
tafidad se opondrá siempre al desigSe y «n ifem
la poca prolondidad no permitir» Mt^egacnQ*
La ofíisQmliórizoBlaiidaé se opone aoúr de otra
manera al coltiTó y poUacioB; poes por ella
bay distancias muy grandes sin* nos, ni arroyos
ni fuente; cmno snoede desde el rio de b? Pbta
alescrecho de Ifagdianes y eii noa giia» piMe
dd Cbaco.
10. Las penas que oOflApóníen Idscerriton
y serreznelas so» nreniscQB de diferentes granes
y ^reza ijpie el tiempo desconpone; pero las
de las iomediadonesi de M eñtétidea aos^glani*
toa. En la superficie^ de lai Jemas de la hoáíém
n del Brastt y ana unnedbdioneey snele :áaiÉDiÉ
la peña arenilson, y.a^tma wé^haf desonbíer^
tos unos pedraeeonesi de ella^^ dé modoqul» á
parecer el pais oriental, de ids rios PaiaRny:
Paraguay se;coBipone de' WKpmascOide .tínn
[Meza^.óubierlsr.de'uaa eortísa-tíbridelgada ab^
chas veces j qsia na es* sofideéte pan> tk dsllii»
m para que se^ atíraiguén arbolea qaíadsien uni
estensioo! de mil kgriss cnndraAasa Mo' snlóedép
asi en leeki|paraftmns'fatí]^MM(alns y mns.b^^
cómoloesei Ghnéo! ó e^ |hwi oceiderittf n ion
cüados' Panaipaay y Pataná y ^ nmy grandol
desde el rio doia Piátn bánin! elSoÉ. £n esisst
países está i»pefiaamprofinda^^y ¿'TeeesT'á!
12 ó 1& Taras de b snpsrfiisie^ pn dié ádan e'
atríbnir estb^af.qnelas agiíaaiknn luf^itaná
! f
..^ ts «*
úmfñ éí hm «OfdlknM qoe la qat pueden ar«
ngtwde la parte del Este.
1 1. En algmae loaiaf háeia la frontera del
Br^ he ?Í8tO| tal ebal vez, asomar Tetas de
enaneflity Manco y en algaaos eerritos se ven
pnams Moles y aiMriyentas en hojas mtiy
gmesaa. Las piedras de ch^ia son raras y donde
floas he eneooArado es en «n arroyito cerca de
Fsndo á 7 legnas i)e lloolewieo; pero no es*
eaaeniaafle «Alar m el Paragnay. En el pueblo
delMípor 1m 90^ 3^ hay nna eantiNra de pie*
dra nnan q9e paiMe de inferior oaKdad , y con
ala ealá empedrado el patio del cura. Cami-
nandb de ¥iq>eitt al Spilto de Dmguay, se ve la
madre de pn arroyo Hsna de piedrezuelas mny
darasy crieMdinae, aaaríUas y rojas, que creo
man eomdinas; y taflfibíen las hay en el Valle
de Pirain del ffanigiiey « y por los dí^ escasos
de faititnd i» kw«ei«fMiíM ^ Oe^te del río Uro*
gnay. Sa bastantes parajgesse enonentra lo qué
Mnniín eeeea y aen upas pedrascenes sudtoe
qm emámnm denteo cristales eon sus faceta
tea apiíndos eemo los granos de una grana»
da. Los hay de ^vtiriee cóIúmím y los niayo^
ros y maabelks eslán eif la aemeíada de Mal*
drandow AaegnrMi afh que por k xaostra este*
ym paneirando el jago qae forma dentro
y y que creeíend oestes y faltándoles
cavidad, aebienla el coco con un estruendo igual
^ 34 --
al de uda bomba ó cañonazo. Los essajMypí^
jarros^ son muy raros y de los qne hay, los roas se
encuentran en el cauce de las cabeceras de los
arroyos y rios: mas nunca he visto brechas ó pe-*
ñascos formados de cascajo. Hablando general-*
mente son tan raros los parages que tengan pe-*
dras rodadas y sueltas , como qne se pnedeii
caminar muchas l^uas sin encontrar una pie*
dra como una nuez ; y aun presumo que ningu*
na de las piedras mencionadas en este ndmen>
se encuentra al Occidettte de los rios Pánn
guay y Paraná ni al Sur del de la Plata*
1 2. No tengo noticias de canteras de piedm
de cal sino de las que hay en las barranqeme
de los rios Paraná y Uruguay en el paralelo de
32® y otras en algunas de las serrezueh» de
Maldonado. Parece que la del Paraná es una
piedra compuesta de ocmchas marinas aun no
bien marmolizadas, qne tienen arcilla en muchoe
de sus intermedios , de donde tiene ser su cal
de inferior calidad. Las piedras de cal del Uru-
guay no lo parecen á primera vista , ni tienen
conchas ni se asemejan al mármol y tampoco
dan mas que mediana cal. Las que he visto.de
Maldonado son unos pedruscones , como can*
taros y tinajas , de mármol blanquizco con el
grano fino y se encuentran sin unión ums
con otro entre dos muros de pizarra coomd
dan una cal sobresaliente. Tanibiea hateo cal
— as-
ile inferior calidad en Buenos^Aires de algu-
lM)8 bancos de cancliiias fluviales. Aunque yo
na conozca otras caleras , es de esperar que el
tiempo y la ndcesidad las descubrirán. £n
cuanto al yeso , no se conoce otro que el que
hacen de unos pedruscones que encuentran
éodtosBn el cauce del rio Paraguay por los 26^
17^ de latitud/ y en el del Paraná por los 32°.
13. Se dijo en el numero 10 que lo interior
de aquelloüs países parecía ser un peñasco de una
pieza , cubierto de una costra mas ó menos del-*
gada. Esta costra es de arena etí aquellas partes
donde se han descompuesto las pcñas^ como
en los pueblos de la Emboscada j Altos, Atira^
Tobati y otros; pero hablando generalmente es
tma arcilla algo negruzca en la superficie por los
vegeti^s podridos. Se encuentran en aquellos
países arcillas muy blancas, muy rojas, muy
amarillas , negras y de colores medios ; aunque
parece que sdiundan ma$ las de colores vivos
hacía la frontera del Brasil , y que quizás no las
hay de esta especie en el Chaco ni al Sur del
r fía de la Plata. Disolviendo en agua la blanca,
como 9Í fuese cal, blanquean las casas campes*
\ tres , pintando los zócalos ó rodapiés con la roja
" y amíaritla ; pafificandlo ó lavaádo á la última,
resulta un bello ocr^. Los plañteros del Para*
guay fabrican sus cristales de una amarillaza
parda , y de la negrizca tomada en las cañadas
— 86 —
fahnciin tinajas y vasijas. Las hacen can la
no y alisiíndolas con una Conchita , porque no
conocen el torno del alfarero. Para que no se
rajen al cocerlas, mezclan en la pasta polvos de
vasijas rotas; les dan por fuera un baño de greda
roja ó bermellón y las cuecen llenándolas y cur-
briéndolas de leña pegándola fuego. Esto se en-
tiende en el Paraguay y Misiones ; porque en
Buenos- Aires hace poco que se han establecido
unos alfareros catalanes.
1 i. Pero en los paises de lomadas « como
son la frontera del Brasil desde el rio de la
Plata hasta los 2 i grados con todas sus inme-
diaciones hacia el Poniente hasta muy largas
distancias, que incluyen las Misiones jesuíticas
y mucha parte del Paraguay, aquella costra
superficial es im compuesto muy duro de limo
rojo y arena, que descomponen las lluvias He*
vándose el limo y quedando la arena« que algu-
nas veces es negra y escelente para polvos de
salvadera. £slá mezclada con otra blanca de
igual grano , pero esta se separa soplando, que-
dando la negra por mas pesada, como que tiene
fierro pues la atrae el imán. En la frontera del
Sur de Buenos Aires, está lo que llaman cerrito
colorado, y es compuesto de aquella arenilla^ de
que se hacen las ampolletas ó relojes de arena.
— Í7 —
i — - — ^^^ v^ « * • « i »
CAPITULO III.
De la» sales y minerales.
1 . Para tratar de sales» divido aquel pais en
solos dos trozos y sirviendo de separación el rio
Baragnay basta su fin , y desde allí el rio Pa-
raná hasta el mar. Todas las lagunas y aguas al
Este de los citados ríos son tan dulces, que no
podrían vivir allí los ganados mayores ni menores
sino cuatro meses y los toros algo mas , sino su*
pliesen la falta de sal comiendo los huesos secos
que encuentran, y principalmente lo que lla-
man Barrero. Este es una arcilla salada que se
encuentra en algimas cañadas poco profundas;
pero no la hay en la parte oriental de las provin-
cias del Paraguay y de Misiones jesuíticas» que
por esto no pueden criar ganados.
% El hombre parece poder vivir sin la sal,
pues hay muchos en dichos lugares que solo co-
men carne asada sin sal ; y antes de llegar los pri-
meros españoles los habitaban muchos indios.
Verdad es que quizá estos encon trarían su equi va-
lente en la mies silvestre, en la caza y los pesca*
— Si-
dos ; ó acaso comerían el bcírréro p donde la ec
contrasen; y donde no, suplirían la sal al modo
que los indios Albayas y G uarías. Estos quemaa
unas yerbas» de cuyas cenizas y carbones hacen
pelotas y y las echan ea la olla porque son sala-
das; de modo que quien no lo sepa podrá figu-p
rarse que comen tierra.
3. Los terrenos occidentales del rio Para-
guay y en seguida del Paraná, con los que hay
al Sur del rio déla Plata^ tienen ana btiatídad con^
traria ; porque todos sus pozos, lagotiaH, arroyos
y rios son salobreños, ^rn escéptoar los ríos
rücomayo y Bermejo, sino tal vez al rio Negrd
de la costa patagónica. Ta se suiííone que unas
aguas son mas saladar que otras, yqueeninvier^
no cuando los píos y lagos están llenos, se conoce
poco ó nada la sai que tienen. Tampoco aque-
llas sales 6on de la misma especie , pues en el
paralelo de 33^ 44' se encuentra el faeitefellte
de Melinené , en cuya inmediación vi por mar-
zo nna superficie de casi una legua de travesía»
cubierta de dos á cuatro dedos de ^1 de fipson.
A 130 leguas de Buenos-Áirés por él rütrito del
Oesté-Sudueste, hay una laguna siempre llena de
escelente sal común , í donde la van á bffscar en
carretas una vez al año; y la prefieren á laque
les llevan de Europa, pc^qtie dicen que íuifai
mas, y porque no i^mutiíca á tos guisados uñ
poco de amargara que tenfcuentran en ladíska
— t9 ~
de finro|Nu TMihíeD UeraD aignna tal á la mb»
ma ciudad y á Montetidéo ée k booa del rio
üesi^ dé la costa patagónica, y de otras Jago*
ms del Sur del rio ée la Plata. La hay igual**
mente en varias lagunas de las oercanas al rio
fiermeja Pene para lograr ^e esta sal en el
Paraguay en las Misiones' y en Corrientes* que
iodos están en los (erreíos dulces de los núme^
ros 1 y 2, recogen en tiempos secos por lascaña*
das donde hay baroero las florescencias blan*
cas ^e aparecen en la superficie, para colarla y
kacen hervir la legia hasta que deposita la saL
En cuanto á salitre creo le hay en todas partos;
puM'consta que los conquistadores lo beneficia-
ban |)ara lacersu pókora.
i« No es adaptable á la looaKdad de^losleiw
renos salados y dulces, la idea de que la sal de
nqoellos procede de lámar; ypareoe'mas natu-
ral que «endo los terrenos salados horisontales
y generalmente incapaces de permitir curso á
las aguas , se evaporan estas d^postlando sus
sales. Los terrenos dulces, tienen otra disposi*
don, porque no lesialta le precisa pendiente
para que corran las aguas juntamente oon sus
sales; y donde no pueden correr, como en las
nñadas muy anchas de poca ó ninguna indina-
ckm , allí se encuentran los barreros.
5. Sabiendo que aquellos pmes son Hanos
con pocas y no devudaa-aieiMB, se viene m «o«
— 30 —
nocimíentoque no contienen minerales, Sm em-
bargo, eaei pueblo de Concepdoo^faácía Maldo-
Dado»se encuentran granos de oro de buenqai-
lale entre las arenas del arroyo de nn Francis-
co; pero su escasa cantidad no creo pueda satis-
facer ios costos del lavadero. También me ase-
guraron que hacia el pueblo de san Carlos, se faa
encontrado rara vez alguna piedrezuela de co-
bre; y en el Paraguay creen algunos que el oro
del copón de una parroquia de la Asundon se
sacó del cerro de AcaaL £n la sierra llamada de
Santa Ana por los conquistadores, y de san Fer-
nando en el mapa de Cruz, que es)á pegada al
rio Paraguay en la provincia de los Chiquitos,
hay probabilidad de que se encontrarán miaas
de oro, y quizás de piedras preciosas, porque
están cerca de las que poseen los portugueses eo
Matogroso y Cuiabá. Lo mismo digo de todas
las serrezuelas de dicha provincia de los Chiqui-
tos y de las de los Mojos«
6. Concluyo este capítulo con la noticia de
un fenómeno difícil de espücar. Es un pedazo
único de fierro puro , flexible y maleable en la
fragua , dócil á la lima , y al mismo tiempo tan
duro^ que aveces rompe y mella los cinceles al
corlarle. Sin duda contiene mucho zinc, cuando
no se deteriora con la intemperie. Se le notan
algunas desigualdades superficiales, y se conoce
que á. cincel le han cortado grandes pedazos,
m; ;:ii^ ii:i i
— SI —
su figqra irregnhr* Sin embarga sus
medidas prmcipales soa de poca diferencia, Ion*
gitod 13 palmosy anchara media 8, altora 6, y
solides 624 palmos cúbicos. Me valgo de estas
medidas que le dan en su diario original, don
Miguel Rubin de Celis y don Pedro Cervino^
que por orden del rey le reconocieron el ano
de 1783. Salieron de Santiago del Estero cuya
latitudobserwonde27®*47'-42" y encontraron
el fierro a las sesenta leguas estimadas en línea
recta por el rumbo del Ñor te, 85 ^dos hasta «1
Este. Caminaron esta distancia por la llaDura
del Chaco sin encontrar una piedra, ni tampoco
en la escavacion que hicieron bajo del fierro
para ver si se internaba en el terreno. Todo lo
dicho consta del citado diario^ como igiiahnente
que el fierro posa sobre una superficie horizontal
arcillosa^ sin profunldizar nada. A su regresa les
mostró el gobernador deleitado Santiago, una
piedra con bastante oro del peso de nna onaa,
diciéndoles que un indio la habia sacado del pozo
de Rumi distante 20 leguas del fierro; y al ins»
tante despacharon dos hombres á buscar mas de
aquellas piedras. En efecto, se las llevaron» pero
noteoian indicio de metal; v el mismo Cervino
me ha asegurado que averiguó después que la
piedra de oro vendida al gobernador habia veni-
do del Peni.
7. Vuelto Rubin de Celis á España, se es-
— « —
zo de fierro nativo , poUkíé despees de máéhos
dífioft en €4 vamolS de Im iransadones ffloisdfi*
eaí» (según he leido en el extracto de los mejo^
«M diarios ndmero 190)^ que á muy coria prcw
jfbndidad bajo del fierro^ había enoontrñdo cnar-
asos de oíoy bello rojo con granos de oro, j cka
la piedra del gobernador. Ko hay duda poes^
en que escribió la memoria sin consultar su
Mismo dtario ^ que le habría hecho ver qne se
equivocd^. Dice qite el tal fierro tiene (trinca
pió volcánico, pero no reparó en que iio e& agrio
ó quebradizo j ni puso atención á que esta e»
vna iddiensa Hadura que no admite veloMies;
hallándose el mas próximo^ quizás á 300 leguas,
ni á que un peso oomo aquel y siendo arro^Oy
na podia estar en la superficie sin p^rofundizar
nada. T;ampoco ha sido conducido por las aguas
pues no hay rio cerca • ni mina alguna de fierre
en la América meridional de donde poderlo
aaear.
8. Aunque la mina de Huantahaia déla
cordillera de los Andes ostá lejos de las limites
de mi descrip(»on , diré lo que de ella me han
informado porque tiene relación con lo dicho
del fierro. E»tá en un llano de arena pora y soel*
ta; y los q^ la benefician no hacen sino revol-
verla , encuentran pedazos de plata pura graiH
des , y pequeños , aislados entre la arena ó sin
- sa —
conexum unosooa otros. Eito Ince ter que ai
el frío, ni el calor, ni las filtraotoaes, ni oingoaa
causa de las qae llaman seguodas puede haber
formado tales pedazos de plata; y que es nece-
sario acudirá 1.1 canda primera, diciendo que
estas las crió cuando a) globo, para hacer cono-
cer su inGnifa fecundidad , variedad y poder en
todas las líneas. Lo mismo puede creerse del
citado fieiTO.
— 5* —
CAPITULO IV.
De alganos ríos principales ^ puer^
tos 7 pescados.
1. Siendo absolatamente impracticable la
descripción de todos ios rios de aqnel pais tan
estendido , me limitaré á decir algo de los tres
que se unen para formar el rio de la Plata. £n
cuanto álos demas^ aunque algunos sean iguales
y mayores que los mas caudalosos de Europa,
me refiero á mi mapa que indica su curso. Pero
ante todas cosas advierto que la zona tórrida
austral está mas elevada que la zona templada
meridional en el continente americano , pues los
tres rios mas principales que nacen en aquella,
y son el Paraguay, Paraná y Uruguay corren
de Norte á Sur.
2. Guando arribaron los primeros españo-
les, habitaban solo los indios Garios ó Guarants
toda la costa o/iental del rio Paraguay, y la lla-
maban Paiaguay, aludiendo á que los indios
Paiaguas lo navegaban privativamente en todo
su curso; pero los españoles le han alterado algo
— 5« —
el nombre Hamándole Paraguay. No falta quien
diga se tomó el nombre de un cacique antiguo
Hamado Paraguaio ; pero esta palabra nada sig-
nifica en ninguna de aquellas lenguas y ni en nin-
guna memoria antigua hay tal nombre de caci-
que , no obstante que conservan el de cuasi
todos.
3. Las primeras vertientes del rio Para*
guay son varios arroyos que principian hacia
los 13^ 30' de latitud austral en la sierra llamada
del Paraguay, donde los portuguesa poseen
minas de oro y de diamantes, topacios > beritos
Y crisolitas. Reunidos dichos arroyos, forman al
rio Paraguay , que corre rectamente al Sur ó
Uediodia , hasta que finaliza uniéndose al Pa*
rana junto á la ciudad de Corrientes en los 27^
27' de latitud. Puede navegarse con goletas des-
de los 16 grados hasta su unión referida; por-
que no tiene arrecifes ni embarazos , y no le
felta caudal, aunque su conce sea en lo general
estrecho.
4. Para formar alguna idea de su caudaL
estando en la Asunción, elegí la ocasión, en que
nadie del pais le había visto tan ¡escaso de agua.
Medí su anchura de 518 varas: la divido en va«.
ríos trozos, averigüé el fondo y la velocidad de
cada uno sondeando y observando lo que tarda-
ba en correr una determinada distancia un copo
de algodón esponjado y conducido por la cor-
rieate, y de estos, antecedeflies akx¡é qm
por hora 1 56, 1 1 Ty media Taras eiibicas de agua,
Saponiendo paes qae su caudal oiecfio sea d
doble y como efectivamente Jb es y ana mas; re-
solta qoe fluia en cada hora 312,223 Taras eév
bicas; sin comar las aguas que le entraia .mas
ahajo que pueden estimarse en dos ríos conui^el
Ebro.
5. Nunca si|s agaas son en la Asuncioa m«*
cómodamente turbias ^ porque las lluvias pam»»*
les no bastan para ensuciar tanlo caudal, nii aun
en las generales arrastran mucha tierra en aque*
líos países incultos. Tiene su creciente periódi^
ca que prificipia á conocerse eu' la Asunción á
fines de febrero, y aumenta oon igualdad adfá^
rabie y pausa hasta fin de junio, que es cuándo
comienza á bajar por los mismos grados inseor
sibl^ y tiempo que subió. Algunos anos sube
esta avenida hasta seis brazas sobre el mvel oiw
dinarío en dicha ciudad ; pero otros es mucho
menor, sin que por eso varié notablemente fia
principio ni su fin* £i lago de los Taraies ei el
regulador de esta creciente; porque reoibíendo
según >se dijo en el capítulo % tuimero 7 y ^ las
aguas que el rio Paraguay no puede abarcar
impide que baj^ amontonadas, y después se
las restitiiye á proporción, que su cauce lo per^
mite: la calidad del ^ua es.escelente«
6. Las primeras vertientes del Paraná na^
— 57 —
€^ de las síeilras donde los portugueses tienen
las minas de oro que llaman GoifM^es bácia los
17*30* y 18" de latitud austral. Por alli se
rei«en muchas Tertientes ó arroyos^^ encami-
náadose al Sur. Después inclinaa iDucho al
Oecidente, y luego eovren al Oeste Sudueste
kasta que por los 2ft grados toma el Paraná
otra dirección ; que puede verse en mi mapa lo*
inismoi que: el ndmer& de sus muchos tributa^
ríos» Entre estos Iris* hay ¡guales y mayores que
tasi pmmereS' de £uropa , euales son el iguazu',
el Pttraguay, Uruguay , etc.; de modo que aun-*
q¡m^ no haya practicado esperiencia para cono«-
cer elcBudtil d^ Paraná, creo no exageoar din
ciendo* que es mayor diez veces que el Para-t
goay at juntarse con este. Cuando últimamente
9ie le incorpom el Uruguay tomando el noipbre
de rio ée la Plata y un lugar en la lista, de los.
nayenes del mundo, tiene tal vez tanta agua:
como todos los de Europa juntos grandes y chi*
eos; Aiítes del arribo de los españoles lo llama-
baa los Guaranis de sus riberas Paraná cuyo
qígnfflcadei ignoro. Los primeros esparídes la^
pusieron el nombre de rio de SoUs por su des*
cnbrídoi* Juan Diaz de SoIíS; pero se lo quitaroii
fiíego para darle el de rio de la Plata, figuran*^
dose que los paises que baña abundaban de pla-
ta come se vee^ e{ capitulo 18 número 9* Ver-
dad> w^qu^ este nombre ultimo está hay con-
—.58 —
traido solamente al pedazo del Paraná que
corre desde que se le une el Uruguay hasta el
mar.
7. Como el Paraná viene por los países
orientales de m¡ descripción , que ya dije eran
notablemente mas desnivelados , es mucho mas
violento y atropellado que el del Paraguay , y
por lo mismo sus grandes avenidas no le hacen
subir tanto. Su anchura medía en el pueblo de
Candelaria es de 933 varas , y desde alli liácia
el Norte es lo general aun mas estrecho; pero
después hacia el Sur va ensanchando y de modo
que enfrente de Corrientes es ya de 3500.
Forma innumerables islas hasta de 30 leguas
de longitud. No tiene una avenida única» como
el Paraguay, sino muchas en diferentes tiempos^
aunque las mayores acaecen por diciembre y
duran menos tiempo. Sus aguas pasan por esca-
lentes no obstante que se «uelen encontrar en
ellas huesos y troncos petrificados.
8. Apesar del grandísimo caudal de este
rio I no puede navegarse en toda su longitud^
porque lo embarazan la violencia de su curso y
principalmente sus saltos y arrecifes. Tiene uno
al Norte de la boca de Tiete que se le junta en
los 20^ 35^ de latitud ; pero yo solo describiré
el que se halla cerca del trópico de Capricornio.
Le llaman Sallo de Canendiyu por un cacique
que encontraron alli los primeros españoles^ . y
— 59 —
Salto de Guaira por la inmediación á la provin*
da de este nombre. Está en los 24^ i^ 27^^ de
latitud observada, y es un espantoso despeña*
dero de agua digno de que le describiesen Vir-
gilio y Homero. Se trata del rio Paraná, que
tiene alli mucho fondo y 4900 varas de Castilla
de anchura medida; estoes una legua, y que
seguramente contiene mas agua que muchos
juntos de los mayores de Europa. La citada an-
chura se reduce repentinamente á un solo por-
tillo ó canal de 70 varas , por donde entran to-
das las aguas p recipitándose con furia desespe-
rada, como si quisiesen lo que solo ellas podrian
intentar con sus enormes masa y velocidad, esto
es, dislocar el centro de la tierra y ocasionar la
nutación que observan los astrónomos en su eje.
Pero no caen las aguas verticalmente como por
un balcón ó ventana^ sino por un plano inclinado
50 grados al horizonte hasta completar 20 va-
ras, y un pahno de altura perpendicular. Los va-
pores ó rocío que se eleva del choque de las
aguas contra los muros de roca tajada, y contra
algunos peñascos que hay en la misma canal del
precipicio, se ven en forma de columna de mu-
<:has leguas, y miradas estando dentro de ellos
forman con el Sol muchos arcos iris vivísimos y
trepidantes al compás de la tierra^ que se siente
temblar bajo de los pies. Los mismos vapores
y espumas ocasionan una eterna y copiosa Uu-
tia ea kn tiontanos. El ruido se crjf« de ^m 1»-
go as 9 y en las inmedÍAcioQes no se eaciieatm
niagan pájaro ni caadnSpedo.
9. El que quiera reconocer este Salto áébe
camiiñir 30 leguas desiertas desde la población
de Curognatj hasta el río Guatemi. AlU ha de
buscar árboles muy gruesos , para construir al*
gunas canoas. En estas se han de embarcar los
que han de iv y los víveres y demás necesario,
dejando en el sitio alguna escolla armada coa
el equipaje y caballos, porque bay por allí indiod
silvestres. Las canoas navegarán 30 leguas ha^a
salir al Paraná, por dicho Guatemii siempre con
cuidado porque en los bosques de sus orillas
suele haber indios que no dan cuartel. Cuando
el Guatemi está bajo es preciso arrastrar las ca-.
noas sobre varios arrecifes, y alguna ve¡( car-
garlas al hombro. Aunque restan que bajar por
el Paraná tres \egdsA hasta el Salto las que pue-
den hacerse en las mismas canoas, ó á pié por
la orilla d^l gi^mde bosque, aunque se desbroaan
las botas y zapatos con las puntas de las pefias.
En las inmedtaeiones del Salto haypn^rcion
para tomar lasmedidasgeométricas que se quie-
ra; y metiéndose por el bosque se puede recono*
cer lo inferior del Sallo; bien que para esto es
menester desnudarse totahínenie porque Hueve
mucho.
10. Lo que hace saltar este rio es lo qoe
— * 41 —
llaman impropiamente cordillera de Maracain,
debiéndose notar que solo se ba bablado de lo
mas violento del Salto pues aun deben conside-
rarse como continuación suya las 33 leguas en
línea recta que bay desde dicho Salto á )a boca
de Iguazü situada en los 25^ ÁV de latitud
observada; porque corre el rio toda esta distan-
cia por una canal de peñas tajadas á plomo,
pero tan estrecha que dos leguas bajo del Salto
solo tiene el rio 1 10 varas de anchura, y en la
boca del citado Iguazü 443, de manera que coa
la mucha pendiente y la estrechez corren las
aguas furiosamente dando trompadas contra las
peñas p y chocando unas con otras , formando
innumerables y violentos remolinos y abismos
capaces de tragar cuantos barcos navegasen
por allí.
11. A propósito de saltos de ríos haré men-
ción de otros dos en aquellas partes. El mencio-
nado Iguazü ó Curttuba , cuyo caudal puede esti-
marse igual al de los dos mayores de Europa
juntos, tiene su salto dos leguas antes de unirse
ai Paraná. La longitud total del despeñadero^ es
de 1531 varas y la altura vertical de 63 '/•• Está
dividido este salto por tres gradas principales, y
cada una de estas en muchos canales por donde
cae el agua muchas veces á plomo hasta de siete
varas de altura en el mas elevado, bajando en
los otros por planos mas y menos inclinados. El
. 4S ~
raido y espumas» roció » arco iris etc. , sécaseme-
jan á lo dicho del det Paraná.
í% Et otro salto es de un rio <H)iipa»yeal
Sena, fiamado 4guarai que vierte en et le}m y
los dos junios en el de) Paraguay. Bi mapa de
Cruz no escribe bien su nombré y y le liace jun-
tar equivocadamente ál río Ipané. Este salte es
á pique ó vertical y de 1 49 Vs varas de eleva^
cion ; se encuentra dentro de un bosque en los
a»' 28^ de latitud observada.
1 B. No estrañaría que me dijesen habia en
el antiguo immdo despeñaderos de agua tanto ó
' mas empinados y poro no se hallarán compara*
bles á los descritos • atendidas todas sus cir^
constancias. En la América es donde se han de
buscar lós términos , si se qniere hacer el cote-
jo; porque allí las sierras y los valles, llanuras,
rios; cataratas y todo, son tan grandes, que en
su parangón tas mismas cosas en Europa deben
reputarse miniaturas y muñecos. En efecto,
Monsteur P. F. Tardieu que ha copiado el mapa
de los Estados Unidos de América de OrroSinit,
ha traducido también del inglés la descripdea
del salto deí rio Niágara, Itamado mas abajo rio
de san Lorenzo uno de los mayores del mundo.
Se haHa el salto en la comunicación de los dds
grandes lagos Eríe y Ontario; la traducción dice
en sustancia , que la anchura del rio al déspe*
fiarse es de 866 varas; que se precipita cOn tan
- as -
cúiMíxion oiK» oon otros. Esto hace ver que ni
el frió , nt el calor, ni las filtracioaes, ni niagnga
cansa de las que llaman segundas puede haber
formado tales pedazos de plata; y que es nece-
sario acudir 'á la cáuSa primera ^ diciendo que
estas las crió cuando al globo, para hacer cono-
cer su ínflnifa fecundidad , variedad y poder ed
todas las lincas. Lo mismo puede creerse del
citado fíeno.
^ u ^
ellgdasü'y y elNiágava otra' de siete. A. lo ^pe
par^ce^ diohasp^a estaban ya formiidas coaii^
do:Ql ^oa prmeif¿6:á correr sobre eUaa;tpQes
m ea( fácüceeer i|tte rtés de tanto poder, bay^w^
peiroií Udo que te-conaolidáseD bajo d c >oH W f iMfO
¡06. rite tuviaroa principio coando laalmóafeía
^ cp»odo las. lluvisis. y fowites» lestOk^rfi^mpd»
slLglobo, $a ^puede/ creer geBer9tiMiiip>4|w94w
pe9a% d€| losi»aUos.d4 fiM y tpda^JaadftW-filiig
Ao han sido. foprfQadas^sMiOicrí^dASLCiMAdQ ^
mando. £1 cjCiflQ vj^igpro dice qiiA.el,N¡ágarm
corroí sobi;^ eUUs desdo princliiio, d^ . nofidas
pei^^OQv^l^jia ^aberso caUd^tparampüiúd^^
T^r 4 kis d^ 3u e^ffífi» cofoo cQ^as qgíad^ ypa
forin0d^,po^teríQPX9^^Qt«d^ 1^ diferwtqiMHiir
. taoda» qo(ei|.)9S. qujJNJtf:^ 0|i..4fa»*
I.as de^ffis ^to^ «ae fiarecop ({Raiiac^ peiMW
Wto.val0{K>M^#«^pjUt(íci|]^ £l.cÍMul9i,iHk-
g^o .dic9 qii9 l^iif^l ^fágfii» spBi «aJif»ri|A4Ín
esplicar$lsQp de i^:^raiol coipp|i^<(to j^e eqm^ii/tk» .
16».. Y(ÚHien4oJÚ2í^t^tkm
llamadp It]i ó »aUo 4e;Ag|ui«en.l<ia2Z''^7A«^
de latitud y ^"^ d^ iQf^udipeop.pmaiMM^
pa^ de «mbar^ci^M^s wf^re& i, y aun á }¡m0h
letas en |ító?rfij^nl^.deíaíft(¿iqj|íj|^l^arf|»
navegable desde poco mas arriba deiJf bfHS9i»^
Igu^ú has^ If^.pajf. Cercaid^i^l^ arrecife ^
el lago Ibei*4tque, mi^recq.ipi^fjic^ fon^
KorlQ tiena.trpjutalegua^arfji^pil^f^
— 45 —
dehoiilla austral del Paraná oón qnien ñoco»
moldea TÍsiblemente. Por el Esle ó Levante se
prolonga otras treinta leguas, foratimdo al fin
en la parte del Snr la angostara ó-gü^nta Ai-
^Mfná b cual ensancha mas ahajo ^ datado olrigea
al rio Ifirifiai, qoe es caodaloso jMP^rte en él
Umgnay. La orilla austral d A UlSrá tigne a]
Poniente detde luqniqná Ireiiita lególa, saKsn»
do de ella los ríos de sahta Lneia, Gorrieotas y
Bateles, que jamás se • vadean ytrilmthn al Pa^
rana. Por nltimo, el lado ocoidekitol del lago es
¡goal á los otros, uniendo al del Sur , con di del
Norte. Apenas se conoce anmento ni. disdlkiil*
doaelifdlberáporquenoleentra ningoa rio
ni amyte/ entrefenkbdote la sola filtipacion ád
FataÉáir qne^es tan grande como que suminísm
el eaodal para los cuatro no pequeños ríos y
parU'SifKa la enome e viqperaeÍM, qneAo puor
de iMJar detetenia mil toneles díanos según 1«$
espewanttas de Haileié
17. He leído en unrgMinuscrito|esnitico que
denlroi del -ibera .habitaba nna nación de indios
pigmeas^ tfw.dé8ail^ mnypdr menor) pero.es
dnienentO'falso. El Ibelá es mía gnwdeeMeDr
sion de fimga y agua» de phntas<acuáticas y de
alguna» isletag de anheles , aunque en algttoas
paiMsites fbniadeifa laguna líaqpia: de modo
^que cu iinpesiblo fuupnoccr m interior á pié ni
á qí^MImu elnbavfado^ Su sílimckm 1^
-- 4» ~
persunde qqe el PaFuiá toma por eittsd» «■
lo aotigao , dtftdlétidooo entlos ottátró ciladoi
tios que Mhm del Isgo.
1^. Bl rio Umgoay toma á mi ■eii tewfat aa
nombre de^ un pájaro coman en mmhmKfam
Hatnadd 1%^ porque üraguay eigofficé^ a^del
pafe'dél ünL' Mn¿ípia ;bácia los *S8 gradkis de
-latited d^i más: ístéritis^arOekteidei'kv isla de
Santa €atatm¿v/<iOihti desde loego aS ffaoiéDte»
ne'éiftrendb taütasfagéas que i* las iíS IrgitM de
ea oi^gén dooidei iooMa el ¿amtno dé Saü Babia
á Vhnioii», feáriyh !ckidiik»o y Hoira allnoidK^
derio^Üb ibt OmMt;;Sigiiieada I liegqáa aaasd
echado eáttiino iMí le ooa im rio ddásidembla
Kátnado ü^gttby-iiMity rHi.deUi»^^afai«|.i^
^tmdó jutttOfriél< ttombée de rio Umf^yi'ákMi^
do e^Ve rk» «ule: de tas MuriMiiks» dk^ M^wígea
tótte Itit*^ ttte^Wo'fif^ patee» aAoidadbp'airár^
bbléfif;? pi^t» se-ttteié des{>ttes ptir ^iiitvé
naos bosques, engrandeciendo' eoii
ytí^, \Mt/^k ip^'mié^jfmm^t^l tMigda^i^oitii Mi
íúápti máM^ eon«dM(fl»bi|ieUr«Madééiioa^^
My'bMiá-VMiirae «l^(Pamn4>piffttfliiaifi ^aataalo
qiUl^laiüiMiOB 4fliy44oiilidi Hala^UMkíeMadole
¿btre^M^irtayóMfA.^did abundo* / ^ :u:\ • ;* m
' t9>) Afliaqpená JaiMple 4Í9ii;|iáiiniaain|tii
»b^ Cfcuffcl : e»H><gb afi g»e ^ a|ni. élidel m»iln»
guáy, podrí ImImmt im «sM^aqiUiiaafaibe) pon*
qbf^ es «Mk <im4MMo y aé^^
^ 47 ^
Panlnti por venir «m orÍMtid ^ donde 1m ter-
reM6 SM QMaoa horiiottlideB. So sq cauce»
priacípakiieDte al pié de ew safcee^ 8e eiicueo-
taraa moekas petríficaeíoiiea de bjteaea y iroo-
oeft, y aift efobai|(a pa«M ms aguas por eaceien-
tee^ aleado aim mas aeyredilftdMa laa del rio Ner
gro M inbBkario. Sm mayore» aoresciipieQtfi;^
swebm aooiitecer desde fia de juUq á primeros
de aoviambre. AoBqoe deate donde se le junta
el Fepirí baala el rio de la Plata, tieae xnas de
50 arreeifes« sob deben lUiaarse saltea el del
paítelo de SS"" 9' 23'^ y el que hay «nía em^
booaáara del Nivemi : este tiene dos varee de
allUM-fettiMl y aqael algo mas de once. Asi no
deba ealwiíaie qneíaa aavegaciaa sola eslé es«-
pedita desde el ríe de kPiaiai basta el arreei-
fellaondo Sallo Quca enkia31<» S13' 5^< dele-
tiiod» Es verdad qiea algaaa tea se ha veaeido
este iropieaacoA alywa creeieol» •ertrawdta»*
ria.9 subiendo beata el Salta Qraiide q¡$» tiene
en. los 31* 12^ df* pero deadbS'aqiM a^ lospueUoe.
de lÜsienea le nategpuk sienfira coa eeBeee- y
Wk Nol pq4ré mcMM 4« «iininwift :4 qM
oír qoiloitlMMnitMííibÍMfrlodlMtlilflEtnkY'VitoMii
gMÍdMt y «bim qm hm itHmiIm 4m^. lo» $Eí
— M —
cepcioa C0090 en el rio Paraguay» para eso b»y
otro8 como el Tiete# qae tiene 14. Esta multitiid
de saltos en todas partes no obstante qñe son
tan llanas indica una causa general que no se
encuentra en el antiguo continente : yo no hallo
otra que estar formado lo interior del país de
bancales horizontales de pena como sncedéi á la
cordillera de los Andes, según dice elscAdr don
Antonio Ulioa en sus noticias americanas* Pero
lo que se deduce principalmente es que el pe-
rene trabajo de las aguas no ha tenido aan el
tiempo necesario para destruir Mmejantes em-
barazos*
21. Digamos algo del conjunto de todos
aquellos ríos : esto es, del rio de la Plata: puede
considerarse como un golfo del mar , aimque
conserva el agua dulce y potable hasta 25 ó 30
leguas al Este de Boenos*Aires. No se advierten
en él las mareas que son tan fuertes en la oosta
patagónica ; ni el subir ni el bajar de las aguas
pende del crecimiento de los rios , sino de los
vientos ; porque el Este y el Sueste las hacen
subir hasta siete óma» pies# y los vientos opees*
tos las bajan a proporción. Pero el ano de 1795
estando yo en el Paraguay bajó tanto el s^a
nn dia de calma, que descubrió en Buenos^Aíres
tres leguas de playa conservándose asi un dia
entero , y después volvió ¿ su estado natural
espaciosamente* Para que esto sucediese dobíó
— 49 —
retirarse mocho la mar hacia el Bsie ó se abriá
úsu caveroa en el fondo del río ó el del mar
allí cerca ; y no fué por terremoto ; pues no se
sintió allí ni en otra parte.
23. Mi mapa de este golfo ó río de la Pla«*
ta manifiesta sos bancos de arena , y so sonda
por lo relativo á la navegación. Hesta decir que
sos orillas aonqoe bajas, no dejan de propendo-*
nar algon abrigo , y mas la del Sor ; porque los
vientos mas daros y peligrosos soplan de aqoe«
Ha parte. Asi se han mantenido al ancla mnebos
navios sin averias largas temporadas, y el llama-
do Vigilante nneve años en el amarradero que
dbta tres leguas al Norte de Boenos-Aires. Su
tenedero no poede ser mejor en todas partes.
24. Ocioso seria tratar de los puertos de la
costa patagónica cuya descripción y planos han
pnUicado ya otros viageros. Los del río de la
Plata son la Colonia, MontevMeo , Maldonado,
Ensenada de Barragan y el Riachuelo: los dos
áltimos en la costa del Sur , y los otros en la
opuesta. £1 Riachuelo que está cerca de Bar «•
nos^Aires , es un arroyo largo y estrecho que
viene de tierra adentro» pero le entran también
las aguas del rio de la Plata. Ta se supone que
es seguro, pero no admite sino buques mecKa-
aos, y aun estos han de esperar á que el viento
haga subir las aguas para pasar sobre la barra
que hay á la entrada.
— 50 —
25. La Bnsauuk de Barragaiiy está 10 le-
guas mas afuera que el puerto precedente , y
fobdeaban en ella las embarcaciones antes de
poblarse Montevideo. La conserva limpia el
arroyo de Santiago que corre por enmedio , y
es muy segura y de buen tenedero. Su entrada
es angosta; y sdo' tiene dos brazas y media de
agua donde maS| esto es la superficie para fra-
gatas.
26. El puerto de la Colonia es poco capaz,
y no de buen abrigo contra los Suestes y Su-
duestes ; que son los vientos mas duros. Verdad
es que algo le defienden la isla de san Gabriel
y otras menores, como también un plater ó
banco de arena, que todos se prolongan en una
finea delante del puerto. La sonda es de seis á
siete brazas , porque las aguas vaciantes del
rio de la Plata corren pegadas á la costa cpn
tal velocidad, que á veces llega á seis millas
por hora.
27. £1 de Montevideo es el mas firecnenta-
do: su sonda disminuye tan apriesa, que es de
temer se inutilizará antes de mucho tiempo.
Está espuesto á los vientos mas duros, que le-
vantan en él mucha mar y hacen garrear las em-
barcaciones, enredar sus cables y caer unas
sobre otras. A veces las arrojan á las playas,
por que su tenedero es fango «lelto , donde no
agarran las anclas, y se podren los cables y las
— 51 —
madera». Tamipaco «e sale de ü cuaado s#
qaiere , porqoe se necesita bastante vieoto para
sacar los buques del fango. Fondmn en él fra*
gatas y ann navios de linea^ pero estos lo han
de hacer mny affbera donde hay poco abrigo.
26. El de Maldonado es grandísimo con
l>uen tenedero y fondo para los mayores na víob,
pero no es abrigada toda su ostensión , sino so-
lamente la paírte que está al socaire de la isla
de Górriti : se entra y sale con todo Tiento por
que tiene dos bíocas. La corriente sale siempre
]por la que llaman del Este; y esta circunstan-
bla hace que 'Oponiéndose á todo viento , me-
nos al del Oeste , alivia siempre á los caUes.
• • •
* 29. ' Arites dé nombrar lo^ pescados^ diré
lo (fie se me hizo estraño en los cangrejos* Son
"áe la especie de los de Europa, pues tienen
Iks tnistaias formas; magnitud, color y gusto,
jpérd no se encuentran en las orillas de arroyosi
ni en sus cercanías que pueden innundarse
laonla^crecientes^&ino en los campos arcillosos.
Allí hacen sus agujeros redondos y perpendí-
'Cifláres para entrar* y salir de noche , y los en-
Calichan bastante en lo interior, jmra estar con
^dmódfilád y para que contengan bastante
-i^|in Hovediza « por que no ven otra ni la bu»-
^tí.*Solo habitan dos en cada agujero, y mis
^ééádMSpedos Micure Pope y Aguaragazü los
*lmseañ y comen Imucho. No se puede correr
— 83 —
por donde hay cangrejos , por fue c%on los
caballos metirado lo» piasen los agajacos» qne
son hondos media vara, ^rian distar Iob .can^
grajos muchas leguas itnep de Qffo^t <ui ípe
se conciba como hayan p()dído . abmvesar tan
largas distancias.
30, ^n el Paraguay, pesan los indio* Pa*
iaguas y otros a flechazos y con aaaoeloa» p^ro
los españoles ao lo haoeo, y si son campeakresi
aborrepen el pescado. En Buenos Airea pan
pescar^ entran dos hombres momadas en. <1 vio
hasta qtte nadan sus cabaUps paméndose €D-|M
sobre elloa^ Entoqces se. separan y liendcsLla
red f sacándola Iqs miamos ^b^llM. fta^Mna
al pencado que .sale» y si j^tá'flaco é sia gor*
dui!a.b arrojan á la p^ya.. No se oonocen las
ostrací y oíros mariseos qi^ hae^ en Chile» pero
abufidan Iqs pescados de buena ó á lo loepos
mediana calidad. £n Santa Fé de la Veaa Qem
secan algunqs del rio. Parva y los vend^ por
bacalao: lo propio hacen en Alaldonado y en
Ja costa patagónica.
3j.. No puedo hablar bíett4e jios paseado?
de a^uelloi^mares^ por qué apenas «co^oaco. uno
ú Oiirp» Me limito üpicam^o^ 4 Iqs fle'SfquaUoa
xioa^ cpsí;SÍiKpq^r hacer ^as^ue noi^lir^vloií.
Hay Míqigurois de mas de.cjien :liblAl^^r^bi^
de trj^iala; Paiciis dorados y ua^pqa de Tfifrt^
Dorados mayores mas beIlos.y düer^jte^, do» Jioa
- w -
piqM al^pia ¡m piM ocaManáaiÜb m0aiinacíon
y 4elorts wmfriblMi TanAteB bay Patís , Bo-
gas» SihaíMy. Falometaa. EsUs preeigaA á estar
en continuo movimiento á los que se bañan ; por
que de estar quietos se esponen á que la Palo-
meta les 8iM{ue el bocado redondo. Hay igual-*
mente Cazones ó Armados» Lenguados, Bagres»
Tarariras y Peces reyes los mayores del mundo.
Se encuentran ad^ms Pirarapitas » Yiejas* Den-
tudos» Mojarrttas» Anguilas» Tortugas y otros
muehoB. En la obraf de mis cuadrúpedos hablé
de las Nutrias^ Quiya y Capibara » cuadrúpedos
de aquellos rios y también del Tacare ó Caimán.
Aunque es fiíbuloso el Tagnaro» ninguno es tan
famoso entre el vulgo del Paraguay. Suponen
que escarba con prontitud increible por debajo
del agua las barrancas de los rios » basta que
las hace derrocar sobre las embarcaciones.
32. fis «Bcusade advertir» que los pescados
grandes no se e n cuentr an 4»i poca agua y que
no todos los nombrados se hallan en todas par-
tes. Por ejemplo» yo no sé que haya Tarariras,
Anguilas » Viejas » Tortugas ni otros en los ma-
yores rios ; y son muy comunes en los peque-
ños y metíanos y en las alboreas. El citado Ta-
caré y la Anguila existen en todos los lagos de
América » por mas separados que se hallen unos
de otros. La anguila nadie hasta hoy sabe como
— Bi-
se multiplica^ no habiéndole jam» eatSatAnib
hijos ni huevos en el vientre. Aseguran algana
que encima de los saltos del río, no se eacoen-
tran algunas especies de pesckdo gD« haj de-
bajo.
— 56 —
CAPITULO V
Do Imi veselales mlUremtrem.
1. No siendo yo botánico , no hay que pe-
dirme las claseSf caracteres ni nombres griegos
de los vegetales» sino tal coal noticia muy super-
ficial como la puede dar un viagero distraído
con otras cosas. Habiendo dicho en el capítu-
lo 2«* que aquellos paises son llanos , casi siem-
pre arcillosos y alguna Tez areniscos , se sigue
que su vegetación debe participar de la misma
uniformidad, no habiendo otras causas que la
puedan variar, sino la temperatui;a de la atmós-
fera, sensibles solo en larguísimas distancias, y
en ciertas plantas , y la da tener el suelo mas ó
menos humedad y miga para penetrar las raices.
En efecto, he notado constantemente en aque-
llas campañas incultas , que tienen las mismas
plantas, altas de tres á cuatro palmos, tan tupidas
que no permiten ver el suelo, sino donde hay ca-
minos, y en los arroyosy canalejas que hacen las
lluvias. Las especies de plantas son pocas , pero
entre los paralelos de 30 y 3 1 grados en la fron-
— 116 —
se encaentran bastantes plantas qae no he TÍsto
en otras partes. Entre eUas hay algunas cayos
tronquillos^ hojas j flores parecen estar llenos
de escarchas y una de cuatro hojas anchas lar-
gas de tres pulgadas en figura de lanza y pia-
das al suelo, da por junio una vara y flor como
el Renunculo^ áspera y de un rojo naranjado que
jamás se pierde aunque esté seca.
% En las cañadas y parages que se suelen
inundar con las Uarias ó con crecientes de arro*
yos^ dominan plantas diferentes y roas elevadas
como espadañas , pajas , cortaderas, alciras f pi-
tas ó cardales de varias especies , y otras que no
se nombran : llaman pajonales á estas cañadas
y bagios. Si la humedad es considerable, se crian
entre dichas pitas ó caraguatas, cebollas como
el puño , que dan flores carmesíes al modo de
azucenas, y en algunos lugares anegados del
Paraguay recogen los indios ^Ivestres una es^
pede de arroz muy bueno. Al Sur del rio de
la Plata y donde es pais salitroso, hay varias
plantas que lo son , y que tal vez servirían para
jabón y tintes.
3. Guando las plantas están ya duras y se*
quizas, las pegan fuego para que retoñen y las
coman tiernas los ganados ; pero sin doda pere-
cen asi las plantas mas delicadas y se queman
h^ semillas disminuyendo las especies. Solo se
— 57.—--
datknea estas qaemaaones ealosartoyos y ca-
minos esteodíendose'tantt^ cóiiel.rbntOy como
oné TO camioé mas de dotoieatos leauas muy
TsaV de Bueaos Aires «obre ona- campaña que.
principiaba á retoñar y hábia sido abrasada de
una vez. Como las orillas de los bosques son.
siempre muy cerradas y verdes , también detie*
nen el fu^o ; pero quedan chamuscadas para
arder eu el incendio siguiente. Bereoen iguala
mente iafioitos insectos , reptiles y'Cuadriipedos
menores , y las águilas y gavilanes aicsuden á las-
qoemazones para com^ estos despo^.
4.. Lo dicho hasta aqui de la vegetación de
los campos sin bosques ^ padece alteración por
al influjo del hombre; y de Jos cuadrúpedos^
porque en las estancias ó dehesa» poblaidas al-
gunos anos de ganados mayores y de pastores^
86 eaterminan acpieilos pastos altos* y los pajo-
nakiis^ y nace la grama icomun y un abrojo acha-
parrado xle hoja muy menuda. ¥A ganado lanar
abrevia el esterminio de toda planta elevada^ y
' fomenta la grama. Ue observado mil veces^ que
mu cualquiera desierto donde el hombre se !es^
lahleaca , nacen al año , al rededor de su ckdr
n f malvan, hortigas# abrojos comunes y otrs^s
varias plantos ^e; no h^bia visto á treinta 1^
goas en contojnM). BasCa que el bombire/:frf-
^icnejBta vé caamñó, aunque sea sdo já caballo,
f|»ra que ú tos lados ú orillas nazcan algunas
^ 8B —
de áicbw plantu , qi» 110 m notaa Mi los
p« inoiediatos; y hastü qpie eoUve m Imoto^
para que naecaa vaidolagas ^ hort^ps» eto. En
la mflftediacioQ de las madriguerae de la YiaeaN
cha» nace la hortiga viaeackera qae no se ve
olea ffarte.
5. Vamos á tratar de árboles* Los hay
las cercanías del esfeécko de Magallanes , y
desde alü al i4o .de lá Piala » se esoaenlraiit en
«aros parages de k campana y algosas listas ó
mandias de algarrobos y espiíiiUos claros. En
snma^ escasefi tanto la kAa en aqtielbs parles,
qoe hacen fiaego con cardos y Tiziiagas, y. con
los hsesos y sebo de l^s yeguas s¡l?6stres# qse
le mataá muchas veces solo con este ofafeto.
Aon en los beraos de ladrillo de Buenos Aires
-f Ifctetcrvídeo., queman poroíones enormes de
lufesDS y bien que se mmediaii macho een hs
^orassales qse aíembnan para, aprored^ la !•-
'fiti. También oortan bastante de las ortilae de
ios arroyos que vierten inmediatamente en el
rip de la nata, y ana la traen de fas islas y
^Has de los rbs Paraná y Uruguay. BeM so-
da esta leña se va visiblensente esterminañda
y por lo que haoe á maderas para edtfiokis, car-
retas y eknbarcaeíoses , casi teda se ^a^dél
-Psragáay y Misiones jesm'tiess. * •
. 6. &i el ChoM o al occidente del ale »P^-
aagvíiy y y en segnida ifel Paraná hasta san^
— 49 —
foüraurse mocho la mar hacia el Esie ó se abrid
itaa caverna en el fondo del rio ó el del mar
allí cerca ; y no fué por terremoto ; pues no se
«ntíó allí ni en otra parte.
23. Mi mapa de este golfo ó rio de la Pla«*
ta manifiesta sus bancos de arena , y su sonda
por lo relativo á la navegación. Hesta decir que
sus orillas aunque bajas, no dejan depropercio*
nar algún abrigo , y mas la del Sur ; porque los
vientos mas duros y peligrosos soplan de aque«
lia parte. Asi se han mantenido al anda muebos
navios sin averias largas temporadas^ y el llama-
do Vigilante nueve años en el amarradero que
dista tres leguas al Norte de Buenos* Ai res. Su
tenedero no puede ser mejor en todas partes.
24. Ocioso sería tintar de los puertos de la
costa patagónica cuya descripción y planos han
pnUicado ya otroe viageros. Los del rio de- la
Plata son la Colonia, MontevMeo , Maldonado,
Ensenada de Barragan y el Riachuelo: los dos
líltímos en la costa del Sur , y los otros en la
Opoestá. £1 Riachuelo que está cerca de Bor «•
iio6*Aires , es ttn arroyo largo y estrecho que
viene de tierra adentro» pero le entran también
ka aguas del rio de la Plata. Ta se supone que
M seguro, pero no admite sino buques medb«
aoSf y aun estos han de esperar á que el viento
luiga subir las aguas para pasar sobre la barra
que hay á la entrada.
7
— 60 —
qae es dtOcü puedan ks seimilas que eaea to«
car en tierra , ni ser cubiertas de polvo p<m{iie
al aire entra sensiblemente. Dentro he visto al-
guna vez un arbusto cuya forma y las hojas soq
de pimiento , de figura de cuerno aunque tres
ó cuatro veces mas alto. Creo que llaman Aji
cumbari y su fruto es amarillo, naranjado', re-
dondo y del tamaño de la pimienta negra, pero
tan cáustico , que su jugo hace mudar la piel.
£1 mismo efecto ocasiona un gusanito que ae
suele enccmtrar en este arbusto , solo con do*
jarle correr sobre el revés de la mano.
8. Se ven en estos bosques muchi»mas es-
l>ecies de árboles todas diferentes de las de
Europa y tan interpoladas , que para encontrar
una docedá de la misma es menester registrar
á veces un grande trecho Hay por allí consi-
derables bosques de naranjos, que presumo
posteriwes á la conquista , porque siempre los
he visto cerca de pueblos ó donde los ha habí-
do. Este árbol no admite agáricos ni plantas
parásitas, ni sufre debajo ni en su alrededor,
otra vejetacion que la suya. Asi estos bosques
son limpios y sin mas embarazos que sus hijoe*
los; aunque algunas veces se ve uno ü otro ar-
bolen de otra especie , que yo creo anterior á
la esteasion de los naranjos. Aunque, su fruto
sea generalmente agrio , también es en.algüAos
agridulce; juzgo que todas en su or%en eran
— 61 --
dnlciea y qne les TÍeae el áddo de la fiíha da
ciütívo; porque he enervado raaohas. veces
que las calábasas comanes que nticeii y se
criao junto á las choasas abandooadas del cain*
po, dau on fruto mas amai^ que la hiél, no
obstante que en su oríjen no lo era^
9. Presumo que en los bosques grandes del
Norte habrá árboles de un grueso estraordkia-
rio, aunque no los he visto Hoy se ignora tam-
bién la aplicación y usos que pueden darse á
muchas de aquellas maderas , pero el tiempo
los descubrirá. Algunas son mas fiíertes que
otras de la misma especie. Por ejemplo los
cedros del monte grande entre los 29 y 30
grados de latitud, aunque criados en tierras
alomadas, nó tienen la fortaleza y duración
que los cedros del Paraguay. Sin embargo ha-
blando en general , las maderas del Paraguay
son mas compactas, sólidas y vidriosas que las
de Europa ; por lo menos se esp«rimenta que
una embarcación construida de eUas dura tri*
pilcado tiempo.
10. La del Tataré se consume sin hacer
llama ni brasa y de mal olor. £s muy compacta^
suavBÍma, amarillrata y tan tenas, que no pue-
den arrancarse los clavos de ella. I^a emplean
con preferencia para baos, curvas y ligaiones
de los barcos; y machacando la cortesa y po-
niindola en agua, resulta tinta. De la del Ybi-
— 61 --
raro 6 Lapac&o hacen la mejor táUacon # t^»,
tijeras # mácu» ^muib y rayo» de canreta^ didias
tablas «m las tpit mas darán mí loa fondos de
ks eaatocacloaea. Emplean la del üig n iT oba
para pinas, bar engas etc.; y ia del UnuuUtfmka
que es roja-, para portes labi^ndolos eañndo
están vetdes; por r|ne despves desbocan las
herramientas. Esta mádeha es dorisima y coosi
incorrtf plible b&jci de tierra * principalmennte si
k clavan en seniidó contrario 6 por la parte de
las ramas. Tampoco se podre él YanéHM 6 E^
pinlUo, pero cMno sus pidoá son oortos, toer-
los y no gruesos, los emféean sedo part hacer
corrales de estada y para qnemar; pol" ^e es k
kña mqor del mando, tanto por k gtende aty
tívidad de ,su fuego y duncioa de s» brasas,
como por la (acilfdad con que alde mmo Terde
como seca . La madera del ffmdBÜnU ee eoH
plea en mneb^es preck«os, porque es dnrkima
de fondo amaritkKO <;en vetasf tan vitas ^negras
rojas y amarillas, qoe qnfa&ás ningcma madura
le iguala en esto. Verdad es que se cooAmden
y oscurecen con el tiempo, pero se preáervai^ían
con algnn barniz. Es árbol de primera tnagwH
tnd y moy gmeso como el otro Trandei ; pero
apesar dé su dureza , le persiguM^ mas que i
ninguno UÍ109 gusanos como el dedo;^ modo
que poeas veces pueden sacarae.taUas qoe pa*
sen de medk T«fa 4e andmM. D4 ^¿láita é
aotíl tiliMlM. haooi tablas y miMblas por su
heUo cobr amarillo. El Timbó es ná arbolon de
primer ¿rdeo, bastante sólido ^ no pesado ,> y
de manera qne jamas se raja; por cuyos. motif»
iros la prefieren para canoas y paiia cajas dees*
copeta. Del cedro que es muy difemo del del
Lib^o y asierran mochísima tpbiazoa para lodf
nao. También la usan para báés y forros di
ombarGacioneSy y ann para remos i por la far
cXdad con qne se trabaja^ pero no hay madera
ten sensiUe á lo seco y hnmedo, y sus tablas
sé separan siempre aunque estén bicm onidap.
Del ÁfMerebi sacan vigas y también palos para
«mbarcaciónai; pues aonqne no tengan el graep
ao y longitud de los pinos del Norte, son mas
8¿}idos fuertes y pesados. Hay rariedad de lan*»
teles diferentes de los de Espada, y les emplea
-principalmeme para aoademas de embareacio-
4ie8« Hacen del Sandipá cajas de escopeta t dol
CmtAócá, del Sapiy y del naraqo ejes de cae-
Mtas :del Pab áelanM Taras y lanzas de coehe
«te*^ y dd Cruayacan apenas hacen nso« Ápró^
yecfaan luochoen tijenp paraeid>rir los edificios
-de la palma Giranday que se cria en logares
Iknon, bajosyhúniedasdpl Pora^éy/Sa tropeo
es doro y se conserva mpeho á cubierta^ del
agóa. Sos hojas nacen jonte^ y fiarmaQ figni^
de ÁbaiíieSy y sos dátiles vden poco. En bs
fiíiMiea beafues se haHan los «fue én üadriil
i >
— «4 —
llamn Plátano de Oriente y Lauro Resrf^ y
habiéndose lleyadd estos^ á Europa , no sé como
no. se han eondacido los demás qné saa más
útiles.
11. Me detendré un poco á hablar de h
utilidad qne póede sacarse de algunos árboles»
y de lo que me parece estraño. Hay bosques
estendidos de Guriys no muy distantes al Este
de los rios Paraná y Uruguay desdé Misiones
hasta el Norte. Suponen algunos que el Cmiy
solo tiene una raiz perpendicidan lo cierto es
que su tronco es tan recto y lar|jo <xNno el de
los pinos del Norte , y tan grueso ó mas. So
madera es resinosa semejante á la del pino co*
mon B pero sos hojas mo(^o mas cdrtas y anchas
con la figura de moharra de lansa^ y la punta
aguda. Las ramas naced en coronas ó á la- mis*
ma altura en dirección horÚBontali sin ser mu-
chas ni gruesas : á bastante distánicia mas arri-
ba nace otra corona , y lo mismo hasta la et>pa.
Sus pinas arredondeadas del tastia&o casi del
de la cabeza de un muchacho , tienen las esca-
mas menos sensibles que nuestros pinos, y
cuando están saxonadas se deshacen totah^en*
te y quedando solo el palito de enmedio grueso
como el dedo. Sus piñones son muy largos del
grueso del dedo pulgar en el estremo mas abul-
tado # y asados son tan buenos ó mcjoreá que
castañas. Los indios silvestres los comen mucho.
==. 66 —
y nuAéndolOd hacen harina para comer tortas.
Tb creo qufe seria su madera escelente para ta-
Uarán^ y pafa palos, vergas y masteleros de
ilatio. Los jesuítas sembraron algunos en los
huertos de su^ Misiones , y son ya árboles de
primera magnitud : podrían prosperar en £u«
ropa.
12. El Ybkrapepé es un grande árbol de
buena madera, por cualquiera parte que se
asierre el trodco horizontalmente , resulta una
estrella cuyos radios son casi tan laicos como
d diámetro del núcleo. El Ybaró es otro arbOl
que da mucho fruto en pomos. £8 redondo
oon el cuesco esférico , liso, lustroso y oscuro
que sirve de juguete á los muchachos. Entre él
y la piel estertor hay una pulgada glutinosa»
que algunas indias estrujan y se sirven* de ella
éomo dé jabón.
13. El Ombú es muy grande y frondoso»
que prende de rama gruesa, sin errar jamas # y
sin reparar que el suelo sea bueno ó malo , hu«
itiedo ó seco. Crece en la mitad del tiempo que
Otros , y es bueno para sombra y para paseos
y cammós. 9u madera se pudre antes de secar-
se » no arde al fuego , ni sirve para nada. Hay
tfno en el jardin botánico de Madrid y otro en
el Puerto de santa Haría » donde han averigua-
do ^he mi hojas limpian y curan las üfceriis.
II. El fiúpamundó es de la mayor corpu*
9
— 66 —
lencia, de bellas hojas ^ muy frondoso y de un
fruto como ciruelas que comen los de paladar
grosero. Hay otro árbol muy común fnmdoso
y grande en el Paraguay. Su tronco parece com-
puesto de un haz de muchos que entran y vael-
ven á salir y hacen alguna vez asas como las de
un cántaro.
15. £1 Higueron es grande y frondoso en
estremo, que crece como todos cuando nace
aislado en el suelo ; pero cuando nace en la
horqueta muy alta de otro árbol grueso ó sobre
un poste ó estaca, arroja sus raices rectas , se-
paradas y flotantes al aire , hasta que en lle-
gando al suelo prenden , engruesan y se unen
unas con otras formando tronco abrazando y
ocultando para siempre el árbol o estaca donde
nacieron. Si. ei higuerou nace pegado á una pe«
ña, la va abrazando de modo que su tronco
tiene á veces una vara ó mas de ancho p€|prio
á la peña con .solo tres ó cuatro dedos de
16. Aunque la familia de Nopales ó Tuna-
les sea la mas des[^oporcionada y mal hecha
entre los árboles , yo he visto dos verdaderas
tunas , árboles mas bien formados del mundo:
su tronco alto siete á ocho varas, era liso y tan
redondo como si le hubiesen torneado ; y solo
de lo mas alto salían muchas ramas á un tiem-
po arraquetadas para formar la copa esférica,.
— 67 —
tupida y compuesta toda de dichas raquetas ó
palas : las flores también se asemejan á las de
la tuna ó nopal aunque son mas pequeñas. Los
encontré en dos bosques del pueblo de Atirá,
distantes como una legua uno de otro » y no
tenian hijos ó renuevos ; de modo que me fi-
guré que su especie no tiene sino estos dos in-
dividuos.
17. Lo que en el Paraguay llaman azuce-
na del bosque es árbol común , de talla media^
na 9 muy verde y copudo. Se cubre totalmente
de flores, que aunque de solos cuatro pétalos
hacen bella vista largo tiempo por su muche-
dumbre y hermoso color morado ; el cual de-
genera en blanco con el sol y los días. En los
jardmes del Rio Janeiro lo recortaban y cria-
ban como á los bojes y mirtos. En Buenos* Ai-
res y Montevideo llaman fdumeriio i un mator*
ral común junto á los arroyos que dá unas flo-
res en figura de hisopo ó plumero , porque en
vez de hojas tienen unas como cerdas gruesas
rojas muy vivas de dos á tres pulgadas de lar-
go : las mugeres se adornan con ellas.
18. He oido nombrar en España á la yeii>a
llamada Vergontoia ó sensitiva porque tiene la
propiedad de cerrar las hojas al tocarlas # y por
aquellos paises hay dos ó tres con la misma pro-
piedad. Pero también la tiene el Tuquery que
M muy común en lugares hümedos. Es especia
— 68 —
de Aromo y y se le parece en hoja, formas y
magnitod, aunque las ramas son mas horizon-
tales. Da vainas como de judias aplastadas , y
muchas juntas que forman grupos casi circo-
lares.
19. Por los veinte y cuatro grados de la-
titud vi matorrales de dos varas de dev^tcion,
cuyos troncos y las hojas parecian á la vista y
al tacto un terciopelo, y también hallé benen-
genas silvestres, albahaca y salvia, pero esta es
arbusto.
20. No escasean aquellas cañas ó taguaras
gruesas como el muslo muy fuertes y útiles para
andamios y para muchas cosas. El ejército
Guarany forro sus canutos con piel 4e toro , y
se sirvió de ellos como de cañones contra las
tropas combinadas de España y Portugal que
trataban de efectuar el tratado de Umites del
año de 1750. Se hallan á la orilla de los arro-
yos, pero sobresalen á todos los arboles. La
raiz es como la de caña común ; aunque mucho
mas gruesa, y como ella se cria en matorrales»
pero dicen que tarda siete años en ser adulta:
que entonces se seca , y que vuelve á arrojar ai
segundo año. El Taguapará se encuentra solo en
los arroyos tributarios del Uruguay, es una ca-
ña que usan para bastones, por que es Uenat
fuerte , sólida y bien pintada de negruzco sobreí
fppjdlo pajizo. De otra también splicja y Uepa se
— 69 —
sif xe<^ ft^^ ^l9s de Isinzas y para afianzar los
teja(}os. L^ Taqqapi tiene sw p^pfitos muy laiv
gQS y lo que los forma es t^o delgado coipo \kü^
piel ó CQvies^f £la ellos sueleq los viajeros ha*
f er ypla^ de se|)0 » y v^ii co|;t^do d^l molde á
proporción que la vela se copsume. Aun bay
otras cañas llenas y vacias desconocidas ei) Es-
paña donde probarían bien.
21. £1 árbol que da la llamada Yetba del
Paraguay se pria entre los demás en todos los
bosques de los ríos y arroyos tributarios del Pa-
raná y Uruguay, y también en los que vierten
en el del Paraguay por la banda del Este desde
los veinte y cgatro grados de latitud acia el Nor-
te. Aupqpe los he visto como naranjos media-
nos , no sucede así dopde benefician sus hojas
porque los chapodan cada dos ó tres años que
es el tiempo que creen necesario para que estén
sazonadas. Pertenece á la faipília del laurel á
quien en todo se parece « tiene las hojas den-
tadas en SH contomo. La flor es blanca en ra-*
cimos de treinta á cuarenta con cuatro pétalos
y otros tantos pistilos que nacen de los inter-
ipe4ÍQíí; y 1^ semilla que es rojfi piorada, como
fpf^QSi ^e pimieif ta i epcierra cada una tres ó
cp^tfo nucleqs*
^. Para h^w(^isvp h ye^ba pl^amusqan las
hojas,, p9ii;^4o U mism^ ranvi ppr la llama.
Í^PWf.t WÍV» y tUiimíweme l/id^me-
— 70 —
nuzan hasta cierto punto , poniéndola asi
tadamente en un depósito, por que recien he-
cha no tiene buen gusto. Para usarla poner un
pnñadito en una calabacita que Uaman mofe
con agua caliente» y al instante chupan por un
cañutillo ó bombilla que tiene en lo inferior agn-
jeros para dar paso al agua deteniendo la yerba«
Esta misma sirve tres ó cuatro veces echando
nueva agua , y algunos ponen azúcar. La toman
á todas horas siendo el consumo diario de un
vicioso una onza, y la que trabaja ó beneficia
un jornalero no baja de un quintal ó dos. Los
indios silvestres del Mondai y de Maracayá
usaban tomar esta yerba , y de ellos lo apr^i-
dieron los españoles. Se ha estendido tanto el
uso de esta yerba , que se lleva mucho á Potosí
Chile, Perú y Quito: el año de 1726 se estra-
geron del Paraguay 12.500 quintales de ella,
y el de 1798, 50.000.
23. Los padres jesuitas plantaron estos ár-
boles en sus Misiones y beneficiaban la yerba
con toda comodidad. Separaban ademas las
puntitas de los palos, desmenuzaban mas las
hojas y llamaban á esta yerba Caá miri : mas
nada de esto influye en la calidad « sino el que
esté bien chamuscada, tostada y cogida en sa-
zón no impregnada de humedad. Asi sin con-
sideración á quitar palitos ni á lo menudo , di*
viden la yerba en fuerte , y electa ó suave.
— 71 —
24. Diré algo de algunos otros usos que
hacen de los vegetales. En los lugares húmedos
del Norte del Paraguay, abunda una planta que
da varitas como de cuatro palmos casi tapadas
con las hojas bastante grandes que le están
pegadas á lo largo. Tiene muchas y lai^s rai-
ces flexibles muy amarillas por dentro , que
sirven de azafrán para colorear los guisados.
Las cortezas del Cebil y Curupai les sirven para
curtir los cueros con mas brevedad que con
Zumaque 9 con la del Catiguá hacen un coci-
miento en la que empapan la piel ó la tela que
quieren teñir : luego la estregan con las manos
un rato en agua con ceniza poniéndola al sol
hasta que se seque. Últimamente la lavan en*
agua clara y queda teñida de un rojo ñierte.
El Caaeangai es una yerba que se esliende por
el suelo en el Paraguay : de sus raices encar^
nadas hacen un cocimiento: empapan en él la.
tela preparada con agua de alumbre , y reaylta
un rojo que se aviva layándola con orines po-
dridos, cuyo oliMT le quitan enjabonándola. El
llrucá es árbol común en el Paraguay , cuyo
fruto se abre y encierra midtitud de granitos,
que lavados tíñen el agua de un rojo bellísimo,
y drecipitan el color en poco rato al fondo; mas
no sequehagan uso de él para tintar telas. Con
las astillas del Tatayiba ó moral silvestre hacen
un cocimiento: en caliente empapan en él la.
téla ^ffepárédá tíoh áfóiUbM^ f é%&úM üq bello
amarillo eh lá éeáti y álgbdóli. La ládá íió le
toma taú biéii. Auh dé á^Véo Ae ótrás jAalntas
¡iara teAír amarilltf.
' 23. tiás ¿oínas y teáihas de qcké tén|& áo*
tícia soD la^ sigaiéÉlt^ y todaá del P^ajha^dy y
Misiones. Eq las partes sSépieáMónüle^ áe en-
cuentra el ithol muy gi^ahde lláAiádb PcUoáatuo.
9a madera fuerte y olorosa hecha ásliüfts jr faer-
büda^ despide ntíá resiiiá qué recogeh sobhé él
a^ua^ y se cuaja enfriándose. Se sirved de efla
para sahumerios, pdh|ue da túuy bttM olor.
Llaman i tin árbol Incienso porqué beridkí des*
tila una resina de olor y toloi* de incienso: per
tal le usan en los teníplos del Paraguay . y Mi-
sibhes y aunque lo ireéogen imputo ó oíiezbládo
con arena y bórtéza. Los índió^ del |>iiélJÍo de
Corpus encuentran en el cauce ó madre tlefl Pa-
raná cuaiido está bajo un^ bófiiáé de resina
algo transparentes/ las fúayores'coíñó ufíá pe-'
que&a nuez. T ü6 dudo qué las destilan lúe iíh
mensos bosques de mas arfiba ', ni que son un
iftcieiiso superior al c¡áé se quefma en Espafia.
Dichas bolitas prenden hiego en lá llaiiía , y á
proporción que se queman se dei^rite eti forítia
y color de caramelo, ctra sustanéiá qtté fio
prende en la llama» pero que poniéildblM én
brasas despide un hulnó de muy suavef dor,
m^or que el que daba cuando ardia.
26v El'Mángaísy es ua: járbol (]tte no se en-
cueatra ea aquel paií sino hacia el tío Gale*
mú Su goma llamada ^ma elástica , eü tan co-
nocida j que en Europa la dan ya mudias apli-
caciones.
27. Cuentan del Nandipá que hiriendo su
tronco sale una resina , que mezclada con igual
dosis de aguardiente y puesta al sol se convier-
te en un barniz^ bueno para maderas y ttiuebles
preciosos. De otro árbol sacan por incisión la
verdadera trerkentma, y de otro la escelente
goma-^lemi.
28. En las Misiones abunda tíUAgwraihi
cuyo tronco es á veces como el cuerpo y. las
ramas algo desparramadas. En invierno no caen
las hojas, que son de up verde mas dsgro que
las del sauce, largas pulgada y media, á dos,
anchas tres Uneas t agudad , dentadas , nacen á
pares y una en la püinta , y estrujadas sueltan
una humedad pegajosta que huele á trementina*.
L«a flor en racimos blaqca y pequeña , produce
ana cajita ^n semillas. Me parece hab^r vi^to
dos arbolitos de estos en el ji^rdiii^ de pIswKas'de
París. Toman sus hojas» hierven m agika ó. "vino
hasta que $uekan la. resina: las. quitan, cOnli-
nqando el fu^go hasta qufe tiette^ el icaldtí (Minto
4b jarabjei^^y á estollams^o Bilsafj^Q 4e:4qH^mi^
baipádfir Misiones :# sacan ui^^^ arroba de ciar
cpepta hqjas. Cj^á ppeblo de Misiones » envía
10
ma» de dos libras aiiitáldieilte á kí botica real
de Madrid, día qoe hasta hoy se haya publica-
do rehM^km de sos Tirtodes.
29. Se aplica por allá # con bae|l efectoi
á las heridas, ablandándolo con vino tibio si es
<{iie se ha endmecido. Creen qoe fortalece el
estómago dotándole co|i él por foera ; j qoe
haciendo lo mismo en ^s sienes y en lo mas
dto dek cabesá, alivia bu dolor; Suponen qoe
aplicado esterioriMnte y mitiga los caicos, ei
dolor de costado > la- dqreea del estómago, la
opilación y los flatos, y que tomando con asd*
car la dós¡e«de dos almendras mañana y tarde,
cura {a disenteria , la flaquezci dé estómago ^ y
áf los qüfe áivojan sangre* por la ,boca. Lo in-
ventó el jesuíta Ségismutkdd A^^perger qoe ejei^
oió la medicina y botánica ¿ubrenta anos en
Mi^oMS. AlU'pMctieó cbanios ensayos le pa-
Mcieron con los indios v y de fesoh^ , dejó es*
oríto im i^ecétaf 10 sólo de-Ios vegetales del país,
qm ccmserv^n ülgunos curanderos : si se exa-
Aináíse ) tal v^ se encontraría algiMa espeeíGco
litil á ta humanidad*
' do. 'Aseguran que hay en el Paraguay y
Ilisi<Ae6, Ruibarbo, Canchalagua y Catorguala,
Doradilla, Caballos de ángel, Ruda, Salvia,
Snekla# Consuelda y otras yerbas médicináfles^
Hay también lo qu^ llaman^ pifiones púrg^ies,
porque purgan con violencia en un cuarto' de
— 75 —
Jiona comi^icío medio piñoa , esto es h
de afidía almendra. SiapQQea que la parte del
gératen Jbace vo:iiitar; quela olira produce /cur-
ies, y que comiéndolo entero se nerifican amr
Jbos efectos. Paseando yo por donde b^ta de
uestes áribdles con la Gobernadora y so hija ; las
esplique la propiedad de tales piñones , y esto
i>astó para que quisiesen probarios ^ comieron
ventre las dos poco mas de uno y lo :haliaroa
-de buen gusto: pero apenas ¿usibri^n pa^o
veinte minutos ^ cuando en amba$ principió la
iuncion por arriba y por.s^ajo, sin dar lugar á
melindres. Nada de eso tiene mala resulta, y
^ corta repentina meipite con solo beb^ vino.
Fr. Miguel y Escriche, cura .de Itapua, y que
liacia de médico ó curandero» me aseguró que
las tfaojas de un árbol común en los bosques,
tensaban el mismo efecto que las de jíaiapa to<*
madas en la mitad de la dosis , esto es» ipie (er
nian doble virtud purgante.
Bi . Digamos algo de las plantas enredado^
ras ó parásitas. Los Isipos ó Rejucosson infiait
tos en ios bosques. Suben y bajan < por los ma*
yores árboles , pasan de unos á- otros, y puede
decirse que son los que ligan y sujetan les
bosques para que el viento no .los arranque;
íLm hay muy gruesos, y á veces se lemroscan
•cim otros< troncos formando espirales, y uniéa-
do9e tan intimamente , que parecen ser nna> píe-
— 76 —
íA. Entre las niiichas enredaderas hay algunas
^oe hacen beUa. vista 9 cubriendo totalmente i
grandes árboles con sns flores aTnarillas y na-
ranjadas; entre la mallitud de plantas parási-
tas y hay varias especies llamadas flores del aire,
recomendables por la estrañeza y hermosnra
de sus flores ó por lo grato de su fragancia.
32. La parásita llamada Guembe , nace en
la horqueta alta de los mayores árboles cuando
estos principian á podrirse interiormente. Tie-
ne varios troncos del grueso del brazo ^ largos
de una á dos varas , las hojas son de mango
muy largo , verdes muy lustrosas » largas tres
palmos , anithas la mitad , con su contorno pro-
fundamente hondeado, y anualmente se caen
algunas de las inferiores. El fruto es una ma-
zorca totalmente parecida á la del maiz en la
magnitud» figura y granos, que suelen comer
cuando están maduros porque son algo dulces.
Desde su elevación arroja raices rectas sin nu-
dos del grueso del dedo » que á veces dan vuel-
tas al árbol , y otras bajan derechas y flotantes
hasta el suelo donde prenden. Las cortan con
un cuchillo atado á una caña; y de su piel, que
es delgada y se saca fácilmente con los dedos,
tuercen cables ó amarras para todas las em-
barcaciones del Paraguay , y aun para fragatas
de guerra , sin mas preparación que la de mo*
jarlas si están secas. Es menester darles mas
— 77 —
graeso que á las. de diñamo , porqoe no tienen
tanCi íoerák y se rozan mas estando secas y dan-
tlo Tii¿ltM» pera son baratas, sanca se podren
-tú él ugM ni en el cieno , y resistett'may biect.
33. Son muchas las plantas Ha AKMfas Pitas,
cardas, y caragoaias, y las hay entre ellas qae
nacen lo mismo en el suelo que en los troncos
y tejados. Todas conservan en sus cogollos el
agtka de las Novias y recios qoe á veces recejen
los viajeros para beber. To solo haré mención
de dos: la nna ahonda inGnito en las orilfas de
los bosqoes y también á descubierto. Sos hojas
ó pencas, tienen el color, anchora y groeso qoe
las de la Pina ó Ananá ; pero son mocho mas
largas y espinosas, y encierran onas hebras
mocho mas finas qoe las de la Pita de España,
aonqoe nadie las aprovecha. Se moltiplica por
renoevos , y el qoe de ellos ha de dar froto»
nace con las pencas de color de nácar el mas
vivo. De entre ellas sale un vastago de una
vara escasa grueso lleno de florecitas de cuatro
hojas qoe dan muchos y apretados dátiles largos
de dos pulgadas, gruesos una, naranjados es-
tando maduros , que algunos muchachos suelen
comer asados.
34. La otra caraguatá llamada íbira da un
fruto muy semejante á la famosa Ananá , pero
nada vale* No vive á descubierto , sino en lo in-
terior de todos los bosques del Paraguay. Sus
— 78 —
p^Bcas son pooo ^pinosas: d6 poco grueso, lar-
^m de uaná dos varas y coa des pidgadits de
wayor aoohwa. Las cortaa 6 arrancan lasina-
tas; las podran oomo el cáSismOf sacaa ficfl-
melite eon los dedos la piel, y qnedanias hdMras
tan fioa^ como las del cáñamo y del m¡siQO<XH
lor, á las que llaman estopa de Goan^^tá. ^
mas beneficio las hilan para coser zapatos ; y
enredándolas un .poco con un rastrillo ihociio de
seis ü ocho clavos comunes, calaCnteao coa
«eUas las embarcaciones copoi la "vont^ja , de que
nunca aflojan ni se pndrea en el agua. No hay
duda que pueden hacerse del Caraguatá lonas^
jarcias y i^bles , que resistirian mas que los de
cánamo ^ según yo he esperimentado ea peque-
fio. Verdad es que presumo no tendrán tanta
flexibilidad, y que no admitirán bien el alquitrán.
35. Cuentan en el Paraguay tres especies
de Ouaiabas y mas de doce castas de frutas
silvestres, ponderándolas mucho, pero para
mí ninguna vale lo que las ser vas,. nísperos y
madroños. £1 árbol común Hamado Tarumá^ h
dá en el tronco,* y aun en la raíz, siesta descu-
bierta en alguna parte p es morada del 4amañe
de una ciruela algo larga. Hay zarzas comones,
pero pocas y no dan fruto. Tal vez lo produ-
cirán si las podasen 6 machucasen á palos » co*
mo hacen en los rosales en el Paraguay para
^jue den rosas.
mm.-n "
CAPITULO VI.
De lo» tregeiales de ealtlTO.
t. Ya 86 sabe qae la «na tórrídapo pro^
duce trigo. Aon en lo rqsiMite de las prorindas
del Paraguay y Mkkmes^ se siembra muy pocó^
y prodoce coaodo mocho tres ó cualro por uno.
Consta sin embaído que poco de^oés de la
conquista » se llevaba á vender trigo del Pará^y
goay á Boenos Aires : lo qoe no podía suceder
st no poi" la mayar facilidad de sembrarlo ^ ha^
hiendo mas indios ó brazos.
2. La cosecha media de trigOiOn Ifonleivi^
deOy es el doce por uno, y en Boenos Aires ci
fiiex y seis. El grano me parece bastante oaenor
qoe en fispaffa » y qoidls esio cobiriboye áqÉe
produzca mas, Cmm quiera -el pan ^en aqobUds
países es de lo mejor del mondo , sob^p lodo *iá
t\ irlge^4e la callada <le Morón 4 déla Gesta
lie san bídpo. ^ . Á
•3. Como en 1os«aiapos al lf0rte;del rk»4p
la Plata» se ocv^n «casi en coidav des gáno d yi
Y en hacer caeros y salar csiraesv eiembiMlD
A
~ M «*
poco trigo, y les Uevan el qae les Cdta de Boe^
nos Aires donde computan su inedia cosecha en
cien mil fanegas del pais« que hacen 219,300
de Castilla. £1 <^op$uiao de dicha ciudad se
regula en se^ebta mil fanegas de las suyas,
y llevan á vender el reslp en el Paraguay, Mon-
tevideo, Habana, Brasil é isla de Mauricio. No
se eche cuentas de la población por el consumo
de trigo ; porque los pastores y campestres no
eomen pan sino carne : aun lofa esd[av<iii5 y . po-
bres, de hs ciudades, apenas lo priiebau. En el
Paraguay y Misiones suplen stt falts^ con el maix
y mandioca, de que hacen. lambida paix.
• 4. El mejor clima para Irígó, s^ist .el (leí
Sur del rio de la Plata , pero antes da lob cua-
renta grados de latitud hasti. el esti^cbo de
Magallanes parece salobre jío, ycapaznea po-
cas partes de producir trigo. De míodp qu^ por
ésto y por la escasez de aguas potjd>les en .mu-
chas leguas á io largo de la oosta» no po^á ha-
ber allí mucha población ; pero en: s^plno^imán-*
lióse ;á la falda oriental de la Co]rdillei!a 4e Jos
Andes, es ya td suelo éscdente pana los fifutos
de Europa* . ' : ; .
5. Consta igualméole que d-«íao.d^l602
babia en las cercanías de la capital dei.j^ara*
guay: Éitiy cerca' de dos millones de Urdes, y
que de allí Ueviiban vino á vender en Jtoeftios
Aires; pero no hay en el dia allí ni en;el:pa<s
— 81 —
qae <]escribo, sino uoa ü otra parra : y de Mea*
doEa Uevaa anual mente , en carretas, á vender
en Buenos Aires y Montevideo 7313 barriles
de vino 9 y de san Juan 3942 de aguardiente
de uvas, supliendo lo que les falta de arabos
licores, con el que llevan de España. Mendoza y
san Juan son dos ciudades de la falda de la cor-
dillera del los Andes en la frontera de Chile,
cnyos territorios son tal vez los mas abundan-
tes del mundo.
6. Quizás se aburrieron de las viñas porque
su fruto es muy perseguido de pájaros, cuadrú-
pedos, hormigas, avispas y otros insectos que
abundan infinito » ó porque luego que se mul-
tipliearoo los ganados, les fué mas fácil tener
licores á cambio de pieles y sebo. Esto ademas
es mas conforme á la inercia ó flojedad que se
atribuye á aquellas gentes; las cuales repugnan
ser labradoras» y muciías veces no. segarían sí
b1 gobierno oo las forzare.
7« Desde los veinte y nueve grados de la*
Jítwd áda el Norte ^ cullivabaa el tabaco de
hoja» y Jo. llevaban libremente á todas partes,
pa^pndo al Erario la sisa y la alcabalap que
redituaban seseqta mil pesos fuertes anuales,
sin aumentar na empleado á los que había para
.otras cosas. En cuanto al de polvo, los comer-
ciantes lo compraban del estanco de Sevilla, y
Id llevaban y vendían como podian ^.pagando
41
— 82 —
siís dereclios. Todo eso duró hasta que en 1779
se estcincó todo tabaco^ cuyas resultas bao sido
redituar poco ó nada a) fisco , emplear iniitil-
méate á millares de gentes; fastidiar á la supe-
rioridad con recursos y cuentas , dar sujeciones
á los viajeros y comerciantes, ülcimamenie
aniquilar el cultivo del mismo tabaco , según
se conoce de que con la libertad se estraian del
Paraguay quince mil quintales al año , y y a en
1799 no se hallaban medios de asegurar de
cinco á seis mil que se venden en aquellos es-
tanquillos. La calidad del tabaco es de poca
fuerza aunque de buen gusto.
8. Cultivan la caña dulce y el algodoft solo
en el Paraguay y Misiones; aunque si ocarren
fríos tempranos y perjudican mucho á ambas
plantas. El azúcar es de buena calidad;- pero
prefieren muchos reducirla á miel y á aguar-
diente; que uno y otro tienen machos apasio-
nados. Llevan el azúcar sobrante á Buenos Ai-
res, ¿uyo clihia no lo produce; pero como no
sea en cantidad íshfíciente , suplen su felta com*
prándolo de la Habana y del Brasil. Lá cosecha
de algodón es tan escasa qué apenas ' se lleva
del Paraguay y Misiones el necesario para pá-
bilo en el rio de la Plata. El resto se emplea
donde cultivan, en lienzos tan ordinarios» que
fiolo lo usan los esclavos y la gente pobre.
9. El pais del azúcar lo es igualmente de
— 85 —
Mandioca ó Yuca que es de dos especies. La
Mandioctté dá uiuchas y grandes raices ; qué ra-
lladas y esprimidasy sueltan una agua que mala
los cerdos si la bebep , y también se comen la
raiz recien esprimida. £1 hombre debe temer
lo mismo; pero los portugueses del Brasil no
oonjen otro pan que lo que llaman Fariña , y
es esta misma rai^ rallada, esprimida y tostada.
Los españoles solo la cultivan en la cantidad
que basta para estraer almidón. La otra especie
llamada simplemente Mandioca, se cultiva wu-*
cho. Sus raices blancas ó blancas amarillazas
con la piel rojiza , son muy conocidas e^ toda
la Amériica caliente , consistiendq en ello la fe-
licidad de aquellos paises i porque de ellas faa«
cen pan , y ademas las comen de muchas ma-
neras* Convendría probar su cultivo en Ma-
llorca y en las provincias meridionales de £s«
pana.
10. Siembran y prueban bien en todas par-
tes las especies conocidas del maiz ; pero be
visto otra en el Paraguay llamada Álbaü guai' ,
curte I qae sin llevar ventaja á las otras ni di-
ferenciarse de ellas en los granos ni en otra cp- •
sa, cada grano está separadamente envuelco»
con hojas pequMas idénticas á las que cubren»
toda mazorca.
11. Hay especies de batatas blancas, ama-,
rillas y moradas. La llamada Ábai^bacue en el >
— 84 -
Paraguay y Misiones, tiene piel roja y es del
graeso de la panlorriHa , krga lo que la pteraa»
con h carne Manca y de buen gusto. Todas de-
berían llevarse á España , coaio también ocho
ó diez especies de calabazas y de judías. Ebatre
estas ultimas son escelenie la llamada Paitmrés
y las que da un arbusto que no perece en iii-
yiemo. En todas partes prueban bien las ha-
bas, guisantes, lentejas, arbejasyel fii«it é
mendubí. En España conocen al dltimo por ca-
hnes y estráen de él aceite.
12. También la estraia por aUá un curioso
de la semilla del tártago y hacia jaboa. £sca
planta es conocida en Europa y la «bay e& el
jardín botánico de Madrid, pero como ao la he
visto por allá sino junto á las casas ^ sospecho
que es de las producidas por la presencia del
hombre <x>mo ks ortigas.
13. Los almendros y cimeios crecen mo-
cho y se visten de flor en el rio de k Plata;
pero hasta hoy no han dado fruto. Los meio->
cotones al <K»trario dan mucho y baeno^ yaon
hay allí algunas especies buenas ttevachis de
Chile y otras- partes que quizás no se conocen
en Europa. Llaman allí damascos á los i^ieri-
coques, cuya origen es este : Aníamo el Ckari^
cero , que era italiano , hizo llevar de sn pais
un cajoocito con semillas de col y de lechuga,
entre la cual encentré dos hoesos de aiberiee-
— 8» ~
fpe qtte tto túMtíé^ pero li» Mmbró.ei» aá
tiMip6 y de dlw tieMQ tedoi loa qoe iiaj^. Eh
el Pimgiiay m liay almendros ni cinielas y
loe- melocotones das rere nes fimt^flialo y egu-
seni|dOw
14. Tampoco iiey en el Paragmy peras m
guindas ; qae aon en el rio de la Plata valen
poeo. Las naranjas y sos análogas son abondan*
les y bneoas en el Paragnay ^ pero uno y otifO
disminuye al aoercarse al río de la Hata. La
Pácoba d plátano se cria bien en el Pan^ay;
pero se yda fácílmeiite y da poco finito. La pi*
fia ó Anaftá no requiere tanto calor cono la
Paceiía j y dá regularmente aunque creo- no es
tan delicadoel gmto como la de otras parces^
La mannna es buena en Montevideo, ne lanío
en Boenoe^ires , no fructifica ea el Paraguay»
y exisle silveaftre en la falda de k cordiHera de
Chile* En todas partes hay kigos, asembrillos^
y granadm , que se quedan en mediana calidad
y aun no llegan k ella en el Paraguay. Eaenaa»
lo á olfTM f sok> hay algmms en BÉeoofr-Airea
que duD tedoe loe aftos«
15;. El melón vale poco, y en el Paraguay
nada. La sandia m mejor en mías partes que
en oMtf, eegm el tetrm o y ain eonsideracbn
á ta btilud; pero e» Iw cereanim de la Asui^
cioa suele emer nsm semilbaqte carne. La
fresa es dU dsBcenacfah^ pei^abiindaiilosfre*
— «6 —
sones qae liaauui (hitiUas en el rio 4e 1^ i^aU»
donde producea bien el cáñamo y el linOt ^™'
que el costo de beneficiarlos es escesívo. Ltf
bortalizas ea general crecen mas ó menos bien,
según crece la latitud ^ y en el Paraguay ylt I
siones siembran el arroz que necesitan , en las
cañadas sin regarlo.
* t6« En el Paraguay es común y silvestre
la planta del añil , el que podrían beneficiar, j
quizás la seda , si llevasen gusanos , porque hay
morales. Lo propio digo del cacao y del café,
pero se opone á todo lo caro de los jornales,
las poeas necesidades y ambición de aquellas
gentes, la falta de instrucción, y la imperrec-
cion de los instrumentos de labor. En el Para-
guay y Misiones se sirven para hazadas, de las
paletillas de vaca, acomodándolas en mi man-
go, y sus arados son dé un palo pukiteágudo'
que cada uno se hace y se acomoda , socedien*
do lo mismo con el yugo y demás aperos. Ver-
dad es que sucede lo mismo en casi todos los
oficios ; el platero hace sus crisoles , el músico
su guitarra y las cuerdas , el tegedor los telares
y peines , y las mugeres sus usos, las velas , ja-
bón, dulces ; remedios y tintes.
17. Poseen algunas flores de Europa, y
otras americanas* La diamelo es un matorral
que da muchas flores largo tiempo, compo-
niéndose cada una de muhas apiñadas y Uan-
— 87 —
cas, del olor mas saave del mando. No dan
semilla, y la maltipIicaQ por acodos. La pe-
regrina no da olor, y se maltiptica por semi-
lla. Da machas flores bien jaspeadas de rojo y
blanco.
— 9g —
CAPITULO yii.
De los InseetiMU
1. No es fácil describir puntualmente los
insectos ^ porque sobre ser pequeños y de in-
numerables especies^ obran por lo oonran ocul-
tamente y ó á distancia que no permite obser-
var sus operaciones. Yo por consiguiente , que
los he mirado de paso , y que ignoro lo que
otros han escrito, diré U¡/l cual cosa de algunos,
nombraré á otros, dejando tal .V(te «Ividada la
mayor parte.
2. En ej Far|iguay distiogueii dos familias,
una de abejas y Sotfa de abí$f)as#y las diferen-
cian , suponiendo que estas pican y no hacen
cera , y que las abejas hacen cera y no [Mcan.
Según esto la abeja de España que pica y hace
cera , y lo mismo otra americana que he visto»
serian un intermedio entre las dos familia». Sea
lo que fuere yo ahora reputaré por abejas , á
todas las que no saben ó no pueden construir
los muros esteríores de sus casas , y los buscan
ya hechos en los agujeros de troncos para ha-
— 89 —
cer SOS panales: y llamaré abispas á lasque fa-
bricaa su habitación interior y esteriofmente.
3. He oido de la abispa y de la abeja en
España y que en cada panal hay una sola hem-
bra y maestra con una multitud de machos que
la fecundan : que el resto de los individuos son
neutros ó sin sexo y destinados únicamente al
trabajo y y que se multiplican las colmenas ó
familias por los enjambres que salen* Yo ignoro
si esto es cierto en £uropa» y tampoco se si asi
lo practican mi¿ abejas ; pei^o no dudo que
nada de lo dicho sucede á mis abispas, sino
que todos sus individuos son machos ó hembras
á loordinarioy y que se multiplican los panales
por parejas 9 y no por enjambres.
4. Numeran en el Paraguay hasta siete es-
pecies de abejas : la mayor el doble que la de
España y y la menor ni la cuarta parte que la
mosca común. Ninguna de ellas pica y todas
hacen cera y miel. Edta , por lo que yo he visto,
tiene la consistencia y el color de almivar fuerte
de aaiicar blanca > y y o solia por las tardes des-
leiría en agua> y la bebía, no solo por su buen
gusto, sino también por que tiene la cuahdad
de refresbar «1 agua, ó de parecerlo. Pero la
miel de la especie mayor de abejas , suele par-
lici^ del gusten de las hojas de las flores que
el insecto conduce > y aun mezcla con^Ua. L»
mieldeotra ) llamada Cabaiaiúy da intenso do-
12
— do-
lor 'de cabeza y al mismo tiempo ^nborracln
como el agaardiente; y la de otra, ocasioiía
convalsiones y dolores vehementes, basta qse
van cediendo á las treinta horas. sin otra nüh
m
resulta. Una abeja mas cuadrúpeda y algo me-
nor que la de £spana, no deposita, sa.nñel eo
panales» sino en cantarillas esfértcaí» de cera de
seis líneas de diámetro, Llevaron d^ Tucnoian
a Baenos-Atrcs , distante 150 leguas , una o^
mena de esta especie ; lo que indica que tai reí
ésta abeja y otras varias de América , se po-
drían trasplantar á España. Los tndtos silves-
tres comen mucha miel y desliéndola* en agua
y dejándola fermentar , la be^en y. se embria-
gan.
5. En cuanto á la cera ; la que be visto es
amarillaza j mas obscurp qu^la de España ^ mas
blanda^ y la gastan solo en los templos 4el cam-
po y de Jos indios sin saberla blanquear» La que
aícopia la especie m^aypr de abejas^ es macho
mas blanca, y tan consistente^ que le mezclan
la mitad de sebo los vecinos de Santiago del
Estera, los cuales recejen anualmente catorce
mil libras en ios árboles del Chaco. Si esta es-
pecie se domesticase en colmenar, daría una
utilidad muy considerable.
6. Nada mas puedo decn^ dé aquellas abe-
jas que no pican , por que las* he observado poco
no siendo fácil hacerlo, viviendo «omo-* viven
— 91 —
toáaáy lientro de los grandes y cerrados bos-
ques , las macs veces á bastante altura de los
árboio. Pero tratándose de cera diré aquí que
es mejor, mas blanca y consistente la ^ue fa»
bricsm unos insectiUos en bditas como perlas,
pegándolas muy jutas en bastantts número, á
las ramítas del Guabiramí, que es uÉa iba tilla
ahft de tresá cuatro palmos, h cual da una de
tas mejores fmtas silvestres^ arredondeada,
meiKMr. qoe una zarza, y da la figura y color
que la goapaba.
7. Aunque creo no conocer todas las abis-
paa, indicaré á once especies. Solo una vea he
TÍsto im tolondrón pegado y suspenso á un tronco
del grueso del brazo : era esférico # de tres pal*
roos de diámetro, y fue menester una bacba
para desprenderle y deshacerlo # por que en
partes tenia hasta medio palmo de arcilla bien
amasada, componiéndose interiormente de pa*
nales do cera con buena inicl totalmente en*
bierlos con dicha arcilla. La abispa era de co-
lor negruzco, del tamaño de la de España,
aunque mas cuadrada, y pica menoá. Ignoro
81 se multiplica por enjambres como la abeja
de España, aunque lo presumo.
8. Todas las abispas siguientes pican mu*
cho. Lamas coman, naranjada* y bastante ma-
yor que la común de España, fabrica sus panales
como ella idénticos aunque mayores y de la
— '9Í —
niisma madera algo podrida , qae de madm^
da recoje en bolitas como guisantes , royendo b
superficie de los maderos secos sia corteza qae
el roció de la noche ha ablandado ua poco.
Solo una pareja ó dos abispas , principia su' pa-
nal pegándolo por un pedículo á la viga que so-
bresale bajo del tejado, ó alguna peña: siem-
qre con la advertencia de que esté á cubierto de
1 a lluvia. Comenzada la obra, no la desampara
una de ellas , pero qo hacen sino mas que seis
casetillas en las que deposita la hembra un gn-
sanillo y que ignoro con que le alimenta , por
que no acopian miel , ni les llevan arañas ni
gusanos : los padres comen frutas suculentas v
otras cosas. Cuando vuelan los hijos y pueden
ya engendi*ar , aumentan el único panal al re-
dedor con nuevas casillas , y las llenan de hijos
mientras los primeros padres hacen lo mismo
en sus primitivas casetillas. Asi continúan hasta
que siendo el panal algo menor que un plato «
se destacan parejas á formar otros algo sepa-
rados en la inmediación , y en llenándose de
ellos el lugar adecuado , le buscan lejos. Siem-
pre están de guardia en el panal la mitad de
las abispas # mientras las demás buscan lo que
han menester.
9. Infiero de lo dicho ^ que en el panal de
esta abispa no hay maestra ó gefe que mande
ni dirija : que todos los individuos son fecundos;
— 93 —
que cada pareja caída solo del producto de su
coman particular reducido á seis hijos , poco
masó menos, y que cuando el panal es ya tan
grande que se incomodan unas á otras , buscan
otros lugares donde fundar nuevas repúblicas.
Todo esto creo que se verifica en las demás
abíspas sociables, inclusa la de España.
10. Otra abispa mas pequeña > negrizca
con pintas amarillas, busca mayor resguardo;
pues no solo hace su panal mas abrigado del
tejado ó de lo mas tupido de alguna parra, sino
;iun con preferencia en el techo de lo interior
de un coarto, sí encuentra en el tejado un res-
quicio por donde entrar. Lo hace de la misma
materia y lo pega á una viga ó tigera por un
pedículo # principiándolo solas dos, según dicen
por que no se lo he visto principiar. El panal,
esteriormente , tiene la figura de un gorro alto
palmo y medio y ancho dos en lo inferior. Sirve
este para abrigar y cubrir los redondeles de
las celdillas de criar, que son pequeños en el
fondo del gorro que es la parte alta y van en-
sanchando puestos unos bajo de otros horizon-
talmente sin tocarse y pegados a lo interior del
gorro. Este nunca se cierra por debajo , por
donde con mucha celeridad van añadiendo
mas panales , y aumentando la prole , sin hacer
m¡el# y sin que yo sepa con que la alimen-
tan. Cada abbpero de estos tiene mas indivi-
— M —
dúos en mi Jaícioy que cnatrocieDtos 4b Uí pro-
cedeQte ; y en cuanto á lo demas^ me %wo 4fae
son idénticas en lo dicho /&a el nüm. 9 aiiBfve
no lo aseguro.
11. Otra heencontflido al ree^wirdQ de
alguna peña^ y nunca en Us casas ni oerea 4e
ellas. Su panal es mucho mas estrdabo q«e «I
de la anterior^ aunque construido de la oiibma
materia, con mnchos redondeles 4 panda hwv
zontales sin miel y cubiertos de u&a eMtra 4
gorro. Me aseguran que solas dos prineipbB la
obra, y esto basta para que yo crea 4e esta
abisp todo lo dicho dala primera w 0I mime*
ro9,
12/ No hice reparo de como se mnlt^plíca^
ni donde cria otra abispa comabt y ne^wa del
tamaño de la común en España; no pvedo fior
consiguiente asegurar si es socíaUet ^omo las
precedentes» Mi vecino empapdó las n^aa de
su parra , y las libertó un año : híao lq^,«iiamo d
fiiguieote 9 pero la abispa agujereando los pape-
les np le dejó una uva*
1 3, Otras áo& abíspas,. llamadaa £ec%Maá
y Cí^rnaftfi, hacen panales a%> parecidos á los
del niimoro 10 y del propio materidL La pri-
mera le suspenda da las ratitas de algún ar-
busto á U, prtUa dfel bosque, y la segunda d«
alguna mata grande de paja en campo libM ó
cañada. La costra cfue encierra y «ubre fes pa^
— 9S —
nftles^dieplli^Ldc^igttaiiáf es mucho ffia^ dura que
en la oti» ]fi tieiie ^dmas por (iiera bastantes
dteligaaldadéS'inQy reparables»* de las que care^
ce la dblGamottií. Las dos sou' muy fecundas
como que sm gorros ád panales llegan á tener'
medili iTQra de diámetro^ y mas de altura v con
miel.alnsnidaiili^^ buena ymas consistente que'
ládeaqudlas abeja»:* no acopian cera*^ y en
cnanto* á tío 'demás, oreo deí ellais' 16 diého en*
eVwimi dj
' lili ' LasadJítfas- firee^déíntes soé sociables
ó'^WeiinMiciíasjaiitaSy pero las cuaftro siguien-
tes alK90iilra»to, son soiítaría»; Por lóniettos yo
no be notado jamás ^ttO' sé reúnan dos dé su
éspede^ nfr de ^tmv
f$i íi» primera es negr» con algunas matt-
dbfts Clarillas Vivas: tiene ^el* cuerpo como d?i'
Yidido en dos , por una cintura larga muy del-
gÉdáiy y^As parees* bí^ber visto utfár éñ un- nie-
fm.ééÉñiáílitlt^v CA-iaetf los-cmHrtos, aunque'
dísermé'ftídi!^, tMto en^lá bbca una bofiia dé'
hátt^ dontef u» gnfeaUtS'^ ^ la e9tie>ndé en lo'
aiétf dét< maiñtJO de^4a' puerta 6Weñ(^a^ 6 -en
ntgutta'Vtgati^ tijera* dÍBlié^bb; liue^; canutas'
boBtssv fbrmaetieiÉia'^n'Cátititó^ lá^cóimy
pn)gÉda^<inéd¡á^^on^«i»(uéo^:ó títttiiiía 'pót ' áét^-
«Nvy dbpositdndo ail tíjfá'eú^'elíéíidái cóndttce'
d4l MnÉfb* «MM á tms^MfiíáS^intteM^ á^ piéotá^^
sdsí'l^ttfllerttH^'fdtaklítfénflé dé * elftis «et ^i^iitkny
i <
cerrándolo con b^rro. ^ sfsgiiida.liaoe: otro
canuto al lado, otro encima, y te* fia h^sta
cuatro ó cifico. Ciando fina)aa : «1 itttma> ya
el primer abispillo se halla ea estado^ de.Tolar
y parece que la, madre le eMUchaj le .dbre la
puerta por donde «e^ va $il intta^yte p»ra no
volver mas. Si^^^le seiprir el mismo ^eabiita.pgura
nuevo hijo. jBn mi cvarAo :del Paragttay muca
falló en yervip una de<66tas.abnpa6» y* obaer^
vé al desacer los canutillos, que habiatt pef9pir
do;los abispillos siempre .t^#;algitoa de laaUa*
ñas se h2^>ia podrido, ó que JbiaJb¿a;|>ríiie¡pÑido
a hacer su .telapor do e$tai) bi^ iwertft á-vf^
venenada* Spelefi los .muohaobos :ikuitaf «á; U
■
abispa; y cortándola por lá QiRtlira tMoao la
mitad postrera y la apli^pan con.di^Hnnko 4 jotro
qracl^acho para ch^squeárb, fW>ipq[Qe ¿ana asi
pica^.
16. La segunda 9&. naranjada r 1^ M^Vf de
todas y mas del d<;>ble qne; la qomm.do . l^[|a*
ña. Busca los corredor^es ó. lugares. <;ulñectoa4€r
la lluvia en las casasr campestres» d«iid^ Usiya
un.snelo de polvo y tierya; no muy dvi^t- attí
escarba prpntaniep te coa last manos ^odo Mi^^
dedor un espapio como de un palmo> prpi^ndí*
zando.dos dedos apartando con la bpealaspip-
drecitas , bí las en^u^ntr^ , .dispone ea el medio
una canal, ü hondura . Urgaita y marcha hietfcK
al campo • de allí trae arrastrando, caminando
— 97 —
para* atrás V ooa araña mayor qde uoa avellana
cbd cascara , muerta á pibotazos , y la deposi-
ta en díctía ca&af » de n&odo que descaiísando
eii los bordes* , no llegde á tocar en el fondo.
Inmédiatíitteaté te' pega d abispíltó én la par-
te miis bajá y y lo edbi^ todo coh lá tierra que
antes había escarbado hasta etnparéjár el suelo,
y se maróhá (tara nó volver lÉáá'. f o encontré
otra'abispa cotí su araña arrastrando, y la se-
guí hasta' su defpósito distarité 168 pasos, sin
coiitar los que ya antes habrik caminado. La
dejó alguha vez y canüínó üii p6óo, cónáosí se
asegurase de la derrota.* Está sie hallaba toda'
cubierta de pasto á veces tan alto ; (|ué la abis-
pa no pudo vencer la dificultad , porque sé en-
redaba la ariifia con sus pátásT; [iéro dándó un
corlo desvio llegó derechamente. Él abl^pitló
se va comiendo lá araña , y cuándo la há con-
sünHdo se halla ya «en disposición de desemba-
rázate dé la tieí'Ira qué le cübria, y de mar-
charse á^vblar; sin haber visto á su madre la
cuál *\tíi natu^álníiétoté & criar mas hijos en otros
lugares, pori[{tté yo ntf he observado que críe
ma» dé uno en cádá párage. La especie es muy
escáisa;
t7. La tercera es común, amarilleja y del
taittiito <lfte:l¿ de Bspafia: coa 14 boca hace
unos canutillos penetrando las paredes de tapia
y dé lá Jfitió títí cocido que esl:ín al abrigo de
— t8 —
la llovía* En el fondo deposita á su abispülú y
le alimenta con gusanos verdes , muertos á pi-
cotazos introduciéndolos por la cabeza. Se ha*
Han á veces muchos de estos canutos ó aguje-
ros inmediatos , y presumo que cada abispa
hace muchos , no los cierra , spministra los jgo*-
sanos cuando son menester.
1 8. La cuarta , . fabrica con barro tres ó
cuatro cantarillas esféricas menos la parte por
donde están pegadas á las ventanas , resguar-
dadas de la lluvia, deposita en el fondo el abis-
pillo, y le Va alimentando con los mismos gusa-
nos que la precedente , introduciéndola por el
gollete que está arriba , y tiene la figura de em-
budo.
19. Para mi es cosa singular el que esus
cuatro últimas abispas sean tan solitarias, que
nunca he visto dos juntas. También es el igno-
rar quien, las fecunda > y el que no tengan pa-
nal ó domicilio fijo , si no mientras crian. Aun
9e nota en estas abispas, que el veneno de sus
aguijones, preserva de la corrupción pues de no
ser asi se corromperían en aquellos paises tan
cálidos las arañas y gusanos picados con que
viven algunos dias los abispillos hasta que son
adultos. Si se hallase un medio de recqjer ó de
imitar semejante veneno , podría esperarse qpe
seria un eficaz preservativo contra la gangrena
y que podría aplicarse interiormente sin riesgo
— 99 —
pues los abíspillos lo comen en las arañas y
gusahos.
20. Como el Paraguay y Rio de la Plata
ño son países fríos , se puede sospechar que la
temporada de criar las hormigas sea mas lar-
ga que en España ; por lo menos por ella salen
y trabajan las hormi^^s todo el año, n^eoos tal
cual dia de frió. Por eso no hallo estraño el que
haya á mi parecer álli no solo mas especies de
hormigas, sino que cada una de ellas tenga
mas hormigueros y mas numerosos en indí-^
viduos. Se comprueba esta idea sabiendo que
viven únicamente de hormigas dos especies de
cuadrüpedos grandes y forzudos y aun muchos
Tatus. Pero también creo que las hormigas van
á menos, en razón de la cercania al Estrecho
de Magallanes.
21. La hormiga llamada Araraa^ abunda
infinito en el Paraguay ; pues no solo están de
ellas llenas los troncos gruesos de los bosques
y las maderas cortadas , sino también los del-
gados si tienen la corteza agrietada. Y conio las
paredes de las casas campestres son de paloá
clavados en tierra muy juntos y tapados los in-
termedios con barro que se raja al secarse, los
Arararaas entran y salen sin cesar por todas las
grietas. La magnitud del Araraa varia bástante
en el mismo hormiguero ó paraje, y los mayores
se acercan én tamaño á las mayores hormigas
— JOO —
qqe he Tisto en España. Su color pardo dwr
curo es algo mas claro en lo postrerp del
cuerpo I donde aparenta tener vello. Es la mas
▼eloz y camina comumnente á embestidas > ^er
teniéndose como para observar. Corre los tronr
eos y rama^ y paredes y también por el ^uelo,
para ir á b^scar otros » y no be visto ^ue jicopíe
alimento^ sino que come lo que encneatra,
pero no hojas ni semillas. En las casas jio sé
que ^oque sino el azúcar, (^oinunicándole mal
gustp y olor. Nq frabrica hormigueros^ qi ^ac^i
tierra ni madera, y vive eo jas rendijas* Tam*
poco forma aquellas procesiones ^ien onjter
nada^.que otr;is, ni he vistQ que tepga ataácg ^
aladas; hiendo presumible que no las tiene cnan-
to no se la ve acopiar comidfi,
22. Una de las meoores habita dentro de
la^ casas , ya seaiji esitas campestres ó eslctn en
las piayoires ciudades^ aunque ignoro su gua-
rida, y si la tjene fíjai comQ también si acopia
viveros, y si tiene aladas. Pero lo cierto es, qoe
obran ;iGordes y .que v;in en procesión adonde
encneatra^ carne, azúcar ó dulces ; qae scmlas
Go^ que mas les gustan, j^ualme^te que las
fruta^^ ^as no sé ,que bagfm qiso de hoj^ j
semillas. En muchas cas^s e^ inpipQslhle co^
f^j^Y^ azúcar ni almiya^^^ y para precav^erjbqs,
los pQnen s^re una ^esa, y cad^.pi^ 4e.esl,^
dentro 4e m lebrillo de ^a. jCpimu^neote
— i«l —
,I)P$^ eirip precaacion; pero también he visto
que agan^dose unas á otras i^s hormigas for-
.paa^iaQ 9obi)e el a|;oa po pqeqte.lar^o un pal*
jSK(f .Wichp un dedo y qqe )as demás pasaban
,por .enqim* á l{l;|nQM^Si esta se ciielga, suben
}^ hormiga» .al lecho (lasta encoptrar las cuer*
das y bajan á comer peredas. También se ha
probado ; ¡nfirpctap^amepte^ envolver con lana
y orífi^ los pies de la mesa ; ,no pasan por el
alqqitran mieo^^ ^tá £rescoi. Es bueno llevar
el dillce á otro .cuarto ^isUsoite por que tardan
á encontrado; «pejcp sí se lleva con él á alguna
hom^ga f luei^o van otras.
.2^. jSay otra honiMga en 9I Paraguay^ no
.€¡0 el Rio de la f lata , que estrujad^ huele mal
y por eso la UaipaP F<^ qneaigpifica liormiga
hedionda. Nadie sabe á donde reside , ni que
es .I9 que ordinariamente coap^» por que no se
ve $ino cuando aale. Lo hace casi siempre de
nocl/L^ y anticipando doa dias á pna grande re-
volqcion de tiejitpo ^ y se desparran^u la muU
titwJU flfiíifUfi^ todo el aqelp^ tecbo y paredes
del cuarto por grande qne sea. No dejan cofre,
grieta qi agujero que no r^gíatren , y en breve
rajtoae cqmem las «(anas, grillos # escarabajos
y vichoB que encuentran. Si .tropíezan con un
ratqnqto jeql\a i eorrctr; pe^ro 91119 acierta á
«alir 4(A ciiai;te^ so h yao pegando cuantas hor-
P^ifP» pisa; y sin soUaijlo jl^ van comiendo basta
— 102,—
que al fin le sugetan y consumen. Dicen que
practica lo mismo con las viveras , lo cierto es
que al hombre le precisan á salir de la cama y
del cuarto corriendo. Por fortuna sé pasan me-
ses y aun años sin que vuelvan á parecer. M«
digeron que para sacarlos del cuarto, basUba
encender en el suelo una cuartilla de papel:
lo practiqué y en pocos minutos marcharon sír
quedar una. Me ocurrió una vez escupir sobre
algunas de las que andaban por el suelo > y hu-
yeron todas en poco tiempo > cosa que repetí
después en dos ocasiones con el mismo efecto.
Su figura es regular; negra , de medicina mag-
nitud y su cuerpo no tan duro como el co-
mún de las hormigas. No la he visto acopiar
comestibles, ni sé que tenga aladas é ignoro to-
do lo demás.
24. Una mediana negrizca y blanduja que
se estruja fácilmente, habita ünicamente los
árboles , con preferencia los frutales y pairas,
donde sin comer uvas las* ensucia con sus es-
crementos. Me persuado qué no tiene otros
hormigueros ó madrigueras , que no acopia co-
mestibles y que carece de aladas. Aun sc^pe*
cho que engendra á unas orugas que se ven en
las hojas dobladas.
25. Lá mayor , que será como tres ó cua-
tro de las mas grandes de España , es muy es-
casa , negra , lindamente manchada de rojo vi-
— 405 —
yo» y tan dura , que es menester fuerza para
entrujarla. Siempre la he visto ir sola sin con-
ducir comida , y no sé si tiene madriguera co-
mún con otras , ni lo que come , ni si tiene
aladas»
26. En los terrenos bajos que a veces se
anegan, se encuentran montones de tierra có-
nicos , poco duros, y como de una vara de al"
tura muy cerca unos de otros. Son obrs^ de una
hormiguita negrizca , y creo no sale del hormi-*
güero con motivo de comer vegetales ni otra
cosa. Las innundaciones las fuerzan á salir, y
las de cada hormiguero forman un pelotón ar-
redondeado como de palmo y medio de diáme-
tro y cuatro dedos de grueso. Asi se sostienen
mientras dura la inundación .sobre el agua ; y
para que la corriente no se las lleve , se agar*
ran algunas a una yerba ó palito , hasta que
pueden volver á su guarida. Muchas veces las
he visto formar puentes como el citado en el
número 22. En sus pelotones no se vé una ala-
da # ni es creible se hayan quedado en unas ha-»
hitaciones inundadas donde las hormigas no han
podido permanecer. Creo que solo comen tier-
ra , y que son las que con preferencia busca el
i^unimt para alimentarse de ellas.
27. Otra pequeña rojiza # forma de la tier-
ra que sacfi un montón arredondeado de mas
de media vara de diámetro y la mitad de al-
tora: cféa cómá úétrí, fúié? úb ftendladcr
qué ^alga para cDiliér. Pkrá'ihdItttilldii'lMlior*
miguéis, ntíac cblbtiia dW eHhá ^ tMtí^fierp
dfe noche por' cáMiiKi siAterfánfeo» MAficá^
tan superficialmente, que con frecuencTÜ se
conoce Eabersé Cáidb )a^ B6Vc^á. Ctníndo' hs
&tiéi)ak ó crisálidas están' ^ábieü^ fófinMa»^ sa-
can las boráirgas dé lo interior itKHáédé 'tte^
rá 7 iksf coioídán ^bré'él^ ifOfitügüero f&rriite^
db' uha- costirá' ó bóveda^ td , que' Sc^aente
la pénet^n los rafyos del sol [^áM^ cdéiítár y
vivificar dichas crisálidas que óbiofeán d^jd
de la costra sinqtle'está las oprinkat díñete <^
serva por la mañana^ qbé laé ' eriéálídas eslán
bajo dé lá bóveda , no hay qde' téíhtfi^ el agda
aquél dia , aunque ' hay^ nnbés> y creó qtié la
hormtgái conoce éí^úéúí^ á 16 mMos* cod ün
dia de' anticipación. DesÜátiendd^eálasbóvedaisi
hé Mtádd siempre que las hohhigás n6 pierden
ilil itidméñto'eh^neicogér'á'lód hijos , e&' repa-
rar el d¿stí*o£o y en' acootletér al'agresdr. Al
mismo tiempo se observa qné las' atada!» estáá
como aturdidas sití ausiliát á' nadie, ilí toiñ»
de las crisálidas, y qtíé apenas aciertan á'ocut-
tátse ellas' mbmad.
28. La Cufiff es muy iMolerosa , blatt^pát-
ca , bastante grande, dé'jüerttas más grnes^us: y
Ibas echadas á fuera que todas, y 16 mas tor-
pe para caminan Sus madrigueras llamadas
— 10» —
TacarúSf tienen diferentes formas « segUn donde
están. Si es en árbol (que ha de ser grande,
grueso^ TÍejo y algo secarrón )>k> fabrica el
Cupiy en el trdnea principal ó ed d de alguna
rama muy gruesa , dándole la figura de un to*
londrdn, negro, arredondeado hasta de tres pal^
mos de diámetro, y com^pueslo, por dentro, de
innumerables esfoliaciones que separan la muí*
tftnd'de caminos embarnizados', anchos y ba^^
jos de techo. Todo esto se eonstrnye con la
anstancia del tronco. Desde el Tacurú prbci-
pian las galerías del grueso de iiAa pluma , só^
brepueslas á lo lar^ del tronco de las ramas
j cubiertas con bóveda de' engrudo. £1 insecto
no coiáe las hojas i^ flore» b\ frutas ^ tíi lae.ra<-
oaitaá delgadas yi'siiio'' los. troncos/'q r su sustan-'
€ia hasta qutí el 'ái^faiK^icae coa^Hii^iAo. Si eI.Cu«
piy se éstaUeee en alguna caaa ^ fortta d^l mo-
do didbo él Taeuru.en .tipa! viga, yt tjiU^pando
las paredeaí de;iaf>m y detadobo QnKlo>bosca
otras made^ift'yla^ consume, áin qfte se sepa
mú medio de ahuyentarle ó estermíoarle totalr
mente. Si se fija en. cañadas arcillosas» faaee el
Tacurú durísimo deila-doíiisma avqUla en medí»
naranja comQ de tiie^: palmos de diámelro y tan
.em^da* ufH)s dQ..otrosj qA^I» Veces. sOlo distad
^ty» ó;^^tfK> Yaras en dilatadísim^a est^cíc^^
,iie fC^ipp^i Perp si le edifii3q;en Jooiad^ ápiiet:-
ni My2i||'eVlra«ard::es;4ónieo!como d^ ^m^
♦ 4
— 106 —
palmoB de diáinetro y kasta seis d ocho de al-
tura y con sus camiuos por dentro bamizadoi
de negro. Los Tatus se introdoceo esearbando
en los Tacurús y se comen los Cupíys.
29. Estos nunca salen al descubierto, ni
comen sino tierra ó madera: sus aladas tíeneo
seis alas, y son muy negras , mayores que los
Cupiys con píes mas delgados y derechos. Salee
á borbollones de los grandes tacnrds por um
raja horizontal de un palmo abierta á propósito;
y en una oc^ion me detuve mas de aaa hora
sin ver el fin de la erupción. Casi todos los pá-
jaros, incluyendo aleones y gavilanes, coineQ
estas aladas , y también las arañas , grillos etc.
30. No es creíble que salgan las aladas i
buscar comida , porque alimentándose solo de
tierra ó madera , no pueden feltarles estas don-
de están. Podría presumirse que son echadas á
fuerza por los Cupiys á quienes podrran iaco*
modar; pero como se d)$erva que las erupcio-
nes preceden siempre á una notable mutacicm
de tiempo, y que las aladas se unen en el aire
luego ál salir, parece que no salen desconten-
tas , y que su eiftiigracion tiene algima otra can-
te que la motiva. Sea es(a la que fiíere las ta-
les erupciones de aladas no tienen por objeto
'el fabricar otros tacurus , porque son incapaces
de semejante operación, porque perecen luego
todai ó cuasi todas las aladas, y porqM los
— 107 ~
Cüpiys son los qcie mritiplican los Tactiras por
minas subterráneas mas largas que lo que se
debía esperar del insecto ; pues una noche noté
que salieron minando en mi cuarto ¿ donde iu>
pudieron llegar sin haber minado á lo menos
diez y ocho varas.
31. El Cufdy puebla millares de leguas cua-
dradas y parece imposible que haya podido
estenderse tanto por medio de sus minas , espe-
cialmente cuando se caminan muchas veces al-
gunas leguas sin encontrarlo. Lo mismo puede
decirse de todas las hormigas é insectos , prin-
cipalmente de las moscas, garrapatas # grillos
y otra multitud que son comunes á Europa y
América.
32. Volviendo á las hormigas, hay otra
rojiza y grande, que con la tierra que saca
forma un montón en segmento de esfera^ cuyo
círculo tiene de cuatro á cinco varas de diáme-
tro, con una de altura. Aunque de lo dicho-
puede calcularse la cavidad interior del hormi-
guero, basta saber que pasando una muía sobre
uno que se había ablandado con las lluvias , se
hundió de modo que estando en pié, sdo se le
veía la cabeza desde la distancia de vemte pa«
sos. En la superGcie del hormiguero, hay dis*
tribuidos multitud do agujeros que miran á to^
dos vientos , y en cada uno principia una senda
límjMay ancha dos pulgadas, y que se cstiende
— 408 —
rectamente como 200 pasos. Por cada seo^
va una procesión de hormigas y vuelve carga-
da de pedacilos de hojas » porque las semilla
escasean en países ¡nctiltos. Siendo las procesio-
nes tañías como las sendas , y todas estas di-
vergentes , es de presumir que en cada honni-
güero b^y otras tantas sociedades. Caminando
en enero por las cercanias de Santa Fé y donde
abunda estraordinar i amenté esta hormiga ^ hallé
tal erupción de sus aladas volando que marche
tres leguas entre ellas. En dicha Santa Fé suelen
hacer tortillas de la parte posterior de su cn^<-
po que tiene mucha gordura y buen gusto.
33. Solo en las costas de los bosques y en-
tre los matorrales del Paraguay , he notado que
otr^i hormiga saca tierra roja y haciendo un
montón que se endurece mucho y que sobre el
montón forma uno ó dos tubos de tres á cuatro
pulgadas de diámetro largos de uno á dos pal-
mos , y verticales , por donde salen entran
ks hormigas rojizas y grandes que parecen po-
cas , pues no hacen senda ni forman procesio-
nes. No concibo la utilidad de unos tubos que
dificultan la entrada del insecto y facilitan U
de la lluvia : ignoro lo demás.
34. Otra también rojiza , grande y pode*
rosa j fabrica en los campos un socabon redon-
do de una vara de diámetro y como la mitad
de profundo. Su boca está enmedío de lo alto.
— 109 —
redonda de un palmo «. y cuUerta solo con
grande espesara de pajas largas una pulgada,
que permiten la entrada de la hormiga , qo la
del agua. Acopia muchas hojas verdes en pe-
dazos; y creo que comería semillas y que tiene
aladas y aunque no las he notado.
35. Otra mediana y rojiza abunda y hace
tales destrozos en las huertas , como que en
una sola noche quita todas las hojas de una
parra, naranjo ü olivo frondoso. Para esto su-
ben unas y despedazando las hojas , las dejan
caer al suelo para que otras las lleven al hor-
miguero. Donde las persiguen mucho como en
Buenos-Aires , ocultan tanto su guarida , que se
encuentra con diCcultad. A veces la disponen
bajo del piso de los cuartos ^ taladrando las pa-
redes de las casas que son de ladrillo y barro;
y si lo fabrican en el mismo huerto es siempre
de noche , muy hondo donde esté menos es-
puesto á la vista y no haya labor; alejando y
esparciendo tanto la tierra que sacan , que na-
die puede conocer haya habido escavacion. To«
das están ocultas de dia , menos una ü otra que
nada conduce , y abunda mucho en aladas.
36. Aunque creo no haber hablado de to-
das las hormigas , y aunque mis apuntaciones
sobre ellas no estén hechas con el cuidado que
las de los cuadrúpedos y pájaros , lo dicho bas-
ta á lo menos para entender que su familia
— lio —
merece ser observada » tanto porque sos espe-
cies son machas 9 cuanto por sus notables áh
ferencías. En efecto las hay que hace» y otras
que no hacen hormigueros. Entre estas anas
aprovechan las grietas de paredes , y troncos,
y otras parecen errantes sin domicilio. Alganas
nunca salen de su casa comiendo tierra ó ma-
dera; y entre las que salen unas acopian co-
mestibles y otras no: aunque muchas tienen
aladas las hay que no las tienen.
37. Cuentan de las colmenas de Europa*
que cada una tiene una sola hembra llamada
Reina ó maestra » porque todo lo gobierna y
dispone y la cual es fecundada por una maltitnd
de zánganos , y que todos los demás individuos
de la colmena son neutros ó carecen de sexo;
que están destinados linicamiente á los trabajos,
y á arrojar fuera los zánganos , luego que han
cumplido su único oficio.
38. Lo mismo creen algunos que sucede
con las hormigas , y que las aladas son las re-
presentantes de la citada maestra y sus zánga-
nos. Pero esta idea no puede aplicarse á las
hormigas que no tienen aladas ni^á las^que aco-
pian provisiones. Ademas que un enjambre que
sale de la cplmena lleya* ms^estra , operarios y
cuanto es menester en el nuevo establecimien-
to que efectivamente hace; cuando en los de
aladas no hay sino individuos inüUles para el
-^ III —
trabajo, incapaces de formar uq aoevo estable*
cioiieDto. Asi perecen todos, menos los que ten-
gan la fortuna de introdacirse en algún hor-
miguero sin que se pueda adivinar otro moti-
vo de su erupción que el instinto de egercitar
sus alas.
39. La chinche es desconocida de los in-
dios silvestres , y aun la desconocieron los es-
pañoles del Paraguay hasta el año de 1769
en que suponen la condujo de Buenos-Aires
un Gobernador en su equipage.
40. En Buenos*Aires abunda infinito la
pulga todo el año , no tanto en el verano ; pero
en el Paraguay solo la he notad o en invierno.
De aqni deduzco que le es inso portable el es-
cesivo calor» y que quizás no podrá haber pa-
sado de la América del Norte á la del Me-
diodia.
41» La N¡gt»á y Pique tan conocida en la
zona tórrida americana* existen en el Paraguay;
pero no pasa los 29 grados de latitud. To jamás
la he notado en los desiertos ni en los cuadrú-
pedos silvestres, pero luego que el hombre ha-
ce su habitación en el campo , se ven muchos
Piques en la basura; y si en los bosques mas
lejanos y desiertos establece un beneficia de
maderas, se engendran infinitas Niguas entre el
aserrín y las astillas.
42. La Vinchuca es naá cilcatracha ó esca-
— 4f2 —
rabajo noctarno que nonca he tbto al Norte
del ría de la Plata ; pero que incomoda mocha
á los viageros desde Mendoza á Buenos-Aires,
chupándoles laí sangre. Se llefüa de esíz sü caer-
po oval y aptantado basta ponerse como una
uva ; y después de haberla digerido , la espele
hecha tinta negfa que ensucia indeleblemente
la ropa blanca: las adultas son largas media
pulgada f y Vuelan.' Bííi tqdas lais c^Hnpaaas se
encuentra uti insecto ó pequeño escarabajo que
estrujado hiede como la chinche. Por cuatro
noches de enero acudieron tantos escarabajos
medianos á kis casas de Buenos-^Aireé, que al
abrir las ventanas el dia siguiente se encootnh-
ban los balcones Heñios de ellos j y era 'menes-
ter limprartos coif escoba y espuerta^ Lo laisma
se veta en la c^le á \o largo de la^ paredes
donde estaban entorpecidos.
43. Etí el Paraguay principaTmente hay es-
carabajos de muchas especies de bellos y ordi-
narios colores, diurnos y nocturnos ^ de todas
magnitudes y algunos grandísimos. No he no*
tado que se tomen la pena que los de España
de hacer rodar una bok de* escrementó f sino
que escapan debajo unas cuevas en donde de-
positan sus huevos , para que los hijos tengan
pronta la comida. Suspenden la postura de un
huevo hasta que encuentran lugar propio para
depositarlos bajo^ de lo» escrementos y de los
— lis —
cadáveres ; sólo las hembras trabajan en pro-
porcbnar lecho y alimento á su prole ; hecho
sa depósito se marchan y no le vuelven á ver.
También indica esto que todo lo que toca á la
generación y á sus resultas^ y quizás á muchas
prácticas de los insectos y cuadrúpedos^ pen-
den de su oi^anizacion , como el sueño que
todos le disfrutan sin aprehenderlo. Su olfato
es tan fino, que ha&acudido muchos escarabajos»
antes de levantarse él que hace sus necesidades
en el campo. Habia en el postigo de mi casa
un ratoncito muerto cuando llegó á recono-
cerle un grande escarab:^o# ^oe volando dio
^vuelta y encontró entre los ladrillos el lugar
mas inmedia to donde poder escavar. Luego
rempujando "eea Ja cabeza le condujo; y con
prontitud admirable hizo un agujero en que se
filé introduciendo el ralon por la cabeza sin
otro impulso que el de su gravedad, hasta que-
dar totalmente metido y ocultOé El escarabajo
se marchó para no volver mas dejando su pro*
le pegada al cadáver. Hay dos escarabajos que
despiden de noche luz: el menor por lo postren)
del cuerpo , avivándola mas ó menos , y el ma-
yor llamado Alúa, por dos agujeros como
ojos que tiene sobre el cuerpo. Tomando con la
mano al último, da luz para leer una carta de
noche*
4i. En las casas, áril)oles y campos se eji-
15
— 4U —
cuenlran en mi joicb , no solo todas las espe-'
cies de araña qoe en España , síoo aun miudias
mas I principalmente en el Paraguay. Allí hay
una velluda, parda, obscura y larga como dos
pulgadas que tiene dos uñas ó largos colmillos
huecos. Uabita un agujero que eacaba en tier-
ra entre el posto de los campos , barnizándole
con una telita sin hacer telar fiíera. Cuando se
la sorprende fuera de su cueva , se levanta sobre
las piernas poniendo el cuerpo vertical y espe-
rando al agresor. Los Guaranís la Haman Ñan^
du (avestruz) y aseguran que su mordedura no
mata , pero que causa hinchazón y fuertes con-
vulsiones. Otra* del tamaño de un grano de co*
lantro, fabrica en el Paraguay, y bástalos
(reinta y dos grados, capullos esféricos naran^
jados de una pulgada ; los suelen hilar y tejer,
iyorque aun lavados conservan el color. Paro
se advierte en las hilanderas, que destilan agua
por los ojos y narices, sin que por esto perci-
ban dolor, incomodidad, ni mala resulta. Otra,
se pega de noche sin sentir á los labios y los
ehopa, resuhando una postilla al dia siguiente.
45. Aunque las arañas sean generalmente
tolitarias . hay en el Paraguay una que vive en
sociedad de mas de ciento. Es negrizca, del
grueso de un garbanzo y bace su nido mayor
que un sombrero. Se coloca en lo superior de
la copa de algún árbol muy grande y frondoso
— 115 —
¿ ea el caballete del tejado ; sieni[Hne bou el co^
4adQ de que tenga algun abrigo. De él salen^
todo en contorno , mochos hilos blancos^ grue«
wSj fuertes^ laicos de veinte á veinte y cinco
varas; que podrían hilarse, y que están afian-
zados en las peñas ó yerbas de la vecindad. De
unos hilos á otros , pasan nueve hilos inoy
jsu tiles boriasoQ tales y otros verticales, en don-
ile se enredan las moscas é insectos de que
viven, comiendo cada una lo que pilla. Si junto
ásu domicilio pasa una calle ó camino, tiene
la araña el cuidado de no embarazarlo cor sus
hilos levantímlolos. Todas perecen a la entrada
úel invierno , dejando en lo mas abrigado del
aido loe huevos que se vivifican en la prima-
vera.
46. En el suelo inmediato á las paredes ó
a las peñas, donde hay arena seca muy fina al
abrigo de las lluvias, se cria el insecto llamado
hormiga (eon, según creo torpísimo para ca-
minar, pero que con una habilidad para mí in-
xsomprensible , forma un embodo ancho arriba
disponiendo los granos de arena de modo, que
ai una hormiga ú otros insectos tocan el mas
alto, resbalan todos hasta el fondo, donde re-
isíde oculto y solitario el artífice que devora al
que resbaló.
47. Hay en el Paraguay un gusano de dos
pulgadas, cuya cabeza^ de noche, parece una
~ U6 —
brasa de fiíego rojo muy vivo, y que tíeae ade-
mas á lo largo de cada costado una fila de agu-
jeros redondos por donde sale otra luz mas
apagada amarillaza. También bay otro muy
grande con el cuerpo matizado de matorrales
altos de tres á cuatro líneas , negros y perpen-
diculares á la pielf componiéndose cada uno de
diferentes ramas » y cada una de estas tiene cer-
das en vez de hojas. En algunos tunales silves-
tres , se encuentran otros insectos, cuyos nidos
suelen recoger para teñir de rojo.
4-8. *Én todas partes abut|dan mas é m^ios
alacranes, grillos, cucarachas, gorgojos, pc^Uas»
tábanos y mosquitos de muchas especies» mos-
cardones, moscas, gusanos y vichos. To encon-
tré un ciento pies largo de cinco á seis pulgadas,
grueso á proporción , y lo corté pcM* enmedio
con el sable» admirándome de ver que las mi-
tades caminaron un palmo separándose, vol-
viendo luego á juntarse sin que se conociese la
Union, pero no sé si efectivamente se biso li
soldadura. Cuando las garrapatas son muy chi-
cas, están en racimos colgadas de las plantas y
ramas bajas, y se pegan al que pasa, causándo-
le una picazón insufrible sin que se vean basta
que están llenas de sangre y se caen. El táóano
común que creo vive solo 28 dias, abunda tanto,
que suele cubrir totalmente á los caballos y á los
homforesj pero uu moscardón amariHazo y muy
— 117 —
común que cría en agujeros que hace en la are*
na, come muchos en poco rato. La mosca que
depone gusanitos ahonda tanto, que es preciso
quitar los gusanos á las terneras y potros recien
nacidos á lo menos una vez á la semana , para
que no perezcan ccxnidos, por el omUigo, en
el Paraguay y Misiones» donde tampoco pueden
T¡TÍr los perros silvestres, porque como se muer-
den cuando hay perra en brama, parecen todos
agusanados. To he visto i mas de dos hombres
sufrir los mas violentos dolores de cabeza algu-
nos dias, hasta que arrojaron por las narices de
ochenta á cien gusanos grandes, de los que es^
ta ü otara mosca les habían depositado mientras
dormian después de haberles salido sangre por
las nances.
49. Las mariposas son muchísimas, bellas
y ordinarias, grandes y pequeñas, diomas y
nocturnas. Algunas acuden á la luz • con tal
abundancia , que no la dejan tener encendida.
Otra pardusca grande llamada Ura deposita una
bala con gusanitos s<^re la carne de los qne de
noche duermen desnudos sin dxígo, que se in«
troducen sin sentir bajo la piel. De resultas apa-
rece como un granito que pica mucho, se hin-
cha al rededor y comienza á sentirse un dolor
regular. La gente del campo que por esperien-
cia conoce lo que es# masca hojas de tabaco,
escupe racima, y comprimiendo fuertemente la
— il8 -^
parte con las dedos , hace salir dé ckioo ¿ siete
gusanos filudos» obscuros» largos media puU
gada, sin que haya mala resalta. Badeoeo algü^
nos en el Paraguay una especie de sáraa, que
en cada granito úene na insecto del tamaño de
nna pulga; y los estraen uno Á uno coq un alfi^
1er para que cure el enfermo. De este modo le
sacaron una vez sesenta á mi capolan. Parece
que este insecto se origina de alguna dispo»ciott
particular de los humores del cuerpo» como las
lombrices del vientre.
50. Aunque hay muchas especies de lan<-
gostas* y una que ai volar parece sueúa un pe^
queño cascabel, solo trataré de la qne lo devora
todo , sin perdcmar los trapos de lienzo, lana,
seda ó algodón* ni á ninguna planta que yo se-
pa, sino la del melón y á las naranjas , aunque
come las hojas del naranjo. Es rarísima esta
pbga an el río de la Plata, y también pasan bas-
tantes aoosMKpie la haya en el Paraguay adon-
de arriba á primeros de octubre en bandacbs
tan grandes, que tma me pareció un nublado dé
lejos; y tardó dos hcu'as en paaar. £stas banda-
das no haoen mayores destroeos, pues avoque
cuando se paran en cierra, lóeomett todo^ coph>
es poco lo que se cultiva^ lo salvan ojeándolo iote
ramas. €uaiido se aomentao tales legiones , ya
se sabe que no haihrá langosta el a&o siguiente^
sino acaso algunas bandadas^ como las meneioi-
— 119 —
nadas; pero si las legiones se parüij^ terrenos
daros, y las hembras hacen con lo postrero del
cuerpo unos canutos depositando en cada uno
de cuarenta á sesenta huevos, principia enton->
ees la aflicción. Se avivan los huevos por di-
ciembre y nacen los langostines negrizcos, que
se reúnen en manchas muy apretados y ensan-
chan cuando crecen. Mudan después la piel to-
mando color verdoso con pintas negras, y lo
devoran todo sin cesar de comer día y noche.
A fines de febrero quitan otra vez la piel, des-
aparece lo negro, se visten de pardo, y se for-
talecen sus alas, si bien aun no vuelan. Enton*
ees cubren el suelo, á veces en tanta distancia,
que. yo caminé dos leguas sobra ellos^ Finalmen-
te sintiéndose ya con fuerzas, se suben á los ár-
boles y matas cubriéndolas totalmente y están
como ininóvibles unos sobre otros sin comer á
treces en ocho días hasta que llega una noche
de 8U gusto, que ha de ser clara, mejor con lu*
na y poco viento, y vuelan y se marchan sin
que se sapa d(mde, aunque se presume hacia el
JVorta. No vuelven sino á lo mas en octubre para
repetir lo dicho al principio : no creo que d
mundo padezca plaga tan piala ni companible á
esta.
— ISO —
CAPITULO VIÜ.
Deles MipiM, éalebras y wivurmm^
1 . Solo he oido cantar á lAia faiía domo las
de España en una lagunita dentro de la dudad
de la Asunción. En aqael país no diferencian
ios sapos de las ranas, y á todos en general Ua^
man sapos. En el Chaco los hiy qae peaao al-
canas libras. Otri3s grandes no muy torpes ni
barrigones, que tienen algo levantadas la&H>re-
jas al (nodo de cuemecitos , saltan por aqndlos
campos bajíos cuando hay humedad. Ba^ de
los troncos tendidos, suele haberios medianos
á quiénes atribuyen un veneno que mata'á los
perros que tos muerden. También les atribuyen
espelerlo de lejos á los ojos del hombre que les
insulta, y que le ocasiona ceguera y gra^ do-
lor por algunos diás. Otro, que será de naa pul-
gada de lai^, canta sin cesar en tod^s las al*
bercas y an^dizos en voz fuerte y lastimen
equivocedble con d Uanto de un niño muy pe
queno. Otro muy común, blanquizco, del ta*
maño de la rana de España y tan lijare cosió
eHa , no se encuentra en el agua .n¡ en tierra, >
por. que habita en las ramas de los áHi>oles y .
matCNTcáleSy dentro de las hojas del maits^ bajo .
de las tejas de las casas ó entre la paja que •
enbre los edificios. Sube saltando y agarrándose
con.Ía8 unas de las cortezas y escabrosidades
ele las paredes. Su voz es de una sílaba , no de-
sagradable^ algo diferente en los sexos que sov
contestan $ pero no se oyen sino cuando ha de;
llover^ .
2. En él Paraguay comprenden^ bajo el.
nombre Boiy á todas las culebras y vÍYoras,»
por que las consideran sin duda de una misma,
familia. En efecto unas y otras son tan sensibles
al frío, que cuando lo hace se están ocultas^ efkr
torpecídas ó como muertas , y cuando él ti^ra-*
po es abochornado por el viento del nortOj^ salea
todas muy espeditas. Ninguna sube á Jos árhoh
les, sino el Curiyu i las ramas muy bajas; ni se'
internan en los bosques por que' no hattariai^
que comer; todas habitan los campos pniioipeU
mente las cañadas donde encuentran mas ah-;
mentó y mas facilidad de ocultarse. No obsr
tante yo las'tengo á todas por verdaderas an^
fibias y buenas nadadoras. Para caminar forman
curvas horizontales con el cuerpo^ y estriban
con hs escamas de sus costados levantándolas
coma si fuesen pequeños pies. Se alimentan dp
huevos, pájaros, ratones, apareas^ sapos, pe^r
~ I2Í —
cados^ grillos, insectos y también unas se
nrien á- otras. Para {ñllar la presa , no tieoen ni
empléadf^otrb artificio que la sorpresa, y la saga-
cidad coit que ^e acercan poco á poco sin nudo
y sin que las vean por que no saltan. Si la pre*
sa es forzuda, después de hacer presa con la
boba^ y' la sujetan enroscándole el cuerpo hasta
que la cansan y rinden: entonces principian á
tragarla • por la cabeza si tiene pelo para que
este no embarace la introducción. Les cuesta
largo rato I el disponer la presa del modo mas
eonn^mente para tragarla . Para esto van mu*
dando la boca de lugar poco á poco, facilitán-
doselo el componerse sus cabezas que pueden
apretar unas, mientras las otras avanzan im po-
co ádeílante ó acia los costados. Cuando han
principiado á tragar la presa , siguen su &ena
sin espantarse ni bacer caso de que nadie se
lesacehjtie como sino viesen ni oyesen:* des*
pues de tragada si están satisfechas , se estíran
y qqédán dormidas. Tal vez ningún animal tiene
tantos enemigos como aquellas culebras y tí-
voras; pues las persiguen de muerte sin cesar
todas las águilas^ gavilanes y aleones , todas las
garzas y cigiieñas , las iguanas, el hombre, los
frecuentes incendios de los campos y aun ellas
mismas que se comen unas a otras como he
dicho antes. Para defenderse, apenas tienen
mas recursos que el de morder y el de csconr
dfne en los agujeros que ancueatcan beobos
ó en el agua ó euire los pajonales. cerrados. Las
ganas y las cigüeñas « bo gastau ticímpo para
pillarlas por la ventaja, de. la largo del cuello
y del pico. Asi las cogeo por jujiio i la cabeza;
ae la mastícan un poco basta alUrdirlas y las tra-
gan enteras. Los pájaros de rapiña sé aijercan
de coatado , llevando por escudo unaiilaafrair
trando# y procuran picar á la vivera ó culebra
en la cabeza hasta matarla , comiéndosela
luego á pedazos. n-
3. Aumpie las culebras y viveras tengan la
•propia figura esteriorf y les sea común lo basta
aqui referido, difieren* principalmente en que
4as culebras no muerden al que las irrita , y si
lo iKicen* es sin más resulta de la qué tiene una
henda compn; pero las viveras irritadas, inlro;*
ducen con su mordedum ua * veneno qué mata
casi siempre. Aseguran algunos que« difieren las
viveras de las i^dbras, enqueestasponen hue^
vos que el cakr vivifica, y aqueUas paren de
cuarenta asésenla hijos vivos 'y capaces de sul>)
sisttr por sí: pero otros dicen ^ue no hayial di-
ferencia y que las culebras paren como * las ví«
voras. No üsdta quien afirma, que los hijos de lat
vívoras destrozan el vientre de su madire abriédr
•dose camiob para salir; pero no lo creo, mucho
Aenosasegurandomeun hombre de verdad, que
habienda pqesto algunas viveras eü un cajón
* 1*4 —
puTh un enfbrmtf de sateada, prnauB
cuarenta y^ cinco hijos y vifía come antes. Voy
á decir* algo en pafticoíap de ta^ «mMurtis.
• 4. El Curuyá és un culebrón* que asusta,
torpe en tierra » no en el agsa , bobo^ ^fue no
tnuerde; y qée habita en los ríos y lagos» ó sn
jftmedíaciones, shi pasar/ que 70 aepa^^fail Sur
de les ^l^ grados de (latitud. Dicen qoe sobe
por el timón á las embapcacíones á comene las
gallinas y la galleta, y- que por el ol&to sigse los
barcos: mas lo que yo creo comen pniicqMd-
mente, sbn pescados, ape'reas |^ aoaao pequeñas
nutrias^ quiyás y capibaras^ p¡or(pie sanios maih
jares que tiene mas ala snonó» Guando está sa*
lisfecho# suele subirse á un . arbusto ^ .y osigán-
dose por la mitad de cada lado de^nsí rasM,
toma el sol durmiendo/ £1 «ay^r que he ¡visto
seria del grueso de 'uns'paálorrílla delgada y
larga como cuatro varas» bien manchado de
blanco amarillazo y de negro: los indios silves*
tres lo matan y comen con gusto. Yo creo que
este culebrón es de quien han. hablado las'rela^
eíoned antiguas de los conquistadores, y que lo
han Ueeho exagerando su^ medidas» formando
labulas y bnentos^ como lo* son dedr que los in^
<iios.lbadorabaxi, y que lo alimentaban toa bom»
iires que tragaban enteros. Siguiendo cestas re»
laciones escribió un gobernadop á la corte, es*
tando yo aUí, que esta culebra tragaba eniétoá
— 415 —
4 ea el caballete del tejado ; siempre coú el cui-
dado de que tenga alguA abrigo. De él salen,
lodo en contorno, muchos hilos blancos» grue*
wsy fuertes^ largos de veinte á veinte y cinco
varas; que podrían hilarse, y que están afian-
zados eo las peñas ó yerbas de la vecindad. De
unos hilos á otros, pasan nueve hilos muy
otiles horizontales y otros verticales, en don-
xle se enredan las moscas é insectos de que
viven, comiendo cada una lo que pilla. Si junto
ásu domicilio pasa «na calle ó camino^ tiene
la araña el cuidado de no embarazarlo con sus
hilos levanLiodoios. Todas perecen á la entrada
xiel invierno , dejando en lo mas abrigado del
atdo loa huevos que se vivifican en la prima-
vera.
46. En el suelo inmediato á las paredes ó
Á las peñas, donde hay arena seca muy fina al
abrigo de las lluvias, se cria el insecto Uamado
hormiga lemiy según creo torpísimo pa^a ca*
minar, pero que con una halMlidad para mí in*
jcomprensible , forma un embodo ancho arriba
disponiéndolos granos de arena de modo, que
«i uña hormiga ú otros insectos tocan el mas
^to, resbalan todos hasta el fondo, donde re-
(«de oculto y solitario el artífice que devora al
que resbaló.
47. Hay en el Paraguay un gusano de dos
pulgadas, cuya cabeza, de noche, parece una
— iifi —
mas aochaB de b pradso. Sút nn v«« j »i
qne parece qpé sék>. comerá tierra y lúinbricei
comunes* una' pilló por el pie á na pollo muj
pequeño qm catnabnfinle lo habia metido en h
boca de su agujero y hacia fuerza para entnrla
No sécoBio se multiplicará aunipie hay bastau-
tes en el Paraguay, úa pasar los 30. gwdos. Yof
á indicar, las TÍvoras.
«
8. La mayor y de las: mas comuna ^ es b
Ñacaniná en el Paraguay: su longitud de ocho
á nueve ps^os^del grueso de la mideca, h
cabeza grande, cuello d^ga^ cokur pardo da-
ro. Habita los campos» y es la mas activa y laa
ligera, que salta á Teces á m<Mrder el estriba ó
pierna del que le pasa cerca: para ésto se en*
rosca y se apoya con la cola. Una vez la e»con^
tré tragando por la coláá la. culebra. dál nume-
ro 6, sin que esta la mordiese ni hiciese otra
cosa que esroraarse' inútilmente á escapar* La
Ñaca»i.a-h»»».p«»6«.Mp«...
9. La Quktrió éa conocida de algunos es-
pan(^ por Vwora de la Cruz, figurándose que
tiene una en la frente. Su cuerpo como de tres
palmos p grueso á propprcion, la cabeza nbul*
tada , cuello del^pdo , y la librea bien matiza-
da con labores negras. £s de las mas comunes,
y no es muy raro introducirse en los cuartos
como que al irme á dormir tí qpe un Quiririá
estaba en lá cama colgando un pedazo. A^^ihios
— «7 —
creen haber esperimentado que en haibndo £
nn Qumrióy han de encontrará otro en el misnio
«tic antes del tercero dia, porque se sígnenlos
sexos jpor él olEato; es de los mas torpes y ponr
zoñosos. Hay otra yívora diferente^ qoien lla-
man también Qtármó atribnyéndda el mismo
veneno, pero no la conozco. . .
10. Solo nna he visto de las que los Gna-
ranis llainan Bci chhU y los españoles Vivara de
cascabel. La hallé mny torpe y^ larga mas de
cuatro palmos, parda cbra , amarillaza , mai>-
ehada de negro, y de cuerpo' fornido no bien
redondo , smo primátioo triangular que termina
con nna eq>ecie de sonaja muy conocida , á la
que aluden sus dos nombres. Su ponzoña pasa
por muy acti?a ; pero en mi tiempo no supe
que hubiese mordido i nadte porque es mny
11. Aunque no la he visto nie aseguraron
habia otra vivera de una vara, obscura,. tan
aplastada en su longitud , qué parece una cor-
rea, á lo que alude su nombre de Bd pé; pero
que cuando la irritan se hincha y vuelve re*
donda. La suponen de las mas ponzoñosas.
12. Ningún veneno es tan activo como d
de h Ñanduriéj no obstante* de que solo tiene
palmo ó poco mas# y eF grueso de una pluma
de escribk*. Su librea es pardusca y su velocí*
dad poca. No aburklá y vive comunmente en
— rst —
fes camporf que ' tieneb .imtomdítM, áné oo U
be vkio al S«r de los 28 grados.
13.. Lo£^. españoles flamao trÓMH!» de GatW á
k qae'los Goaranís denoniinaa An iAmiA9qii&
significa vSvom de iaz fajos* No la íw tibtti en el
Paragnay' yr. es boba y torpe: en cnantor^'^e*
neno» no tengo esperíencia, pero irnos éken
qoe no lo 'tienes y qoe ea calefara,' otros que b
tiene el mas aoliro , • y aun hay. qóieii diorf inve*
rosimifanenle. que qo muerde sino qtfe dava b
punta de lá cob. Es brga iroa Tara» redonda y
beHamente vestida de fajaft, noa Manca' an&arí-.
Haza, otra mny negra»' y otra roja 'muy ^vai
asi «igae al traTes de todo el cuerpo y de b
cabeza.
14. Aunque creo no haber índicadé todas
bs especiM de vivoras, digo en general* ide dbs
que ninguna muerde sino para defenderse es-
lando ostigadar. ó* temerosa, sin 'buscar Tolttnta-
namente. á nadie : como q6e muchas Teces las
encontné debajer de laa ^etes dfe \aca . tendidas
en el campo donde se imbian introducido de
noche mientras dormían sobre ellas. Tampoco
son temibles, estándose uno quieto, ouanidk> de
noche se sienten pasar sobre el cuerpo; Cotejan-
do el veneno de mis títoj^ , creo que su acti*
^idad está en razoa inversa <de la magnitud, por
que el de la Ñacaniná que es k mayor, tío mata
siempre, y nadie escapa del de b Ñandurié 'que
# • • v<
^ IS9 **
es U menor. La mbín» actividad ponasoSosa pa-
rece estar en rason directa do la torpeza de las
TÍvoras; pues la Qaíririóy Ghbt y Ñandurié
800 mas torpes y ponzoñcisas que la Ñacaniná
que es la ma» ligora; como si finese n^turál qoe
las mas pesadas tuvieson mm defensa en la ma^
yor actividad de sq popao^. Pende tapibien
esta actividad, y muchcí de lo mas ó medos irri<-
tada qne está la vívora, y del calof^ de la esta*
cion ; porqqe coando ba<^ friti apenas milerden
di tienen veneno. Aun parece pender )a activi-
dad de la ponzoña del sugeto mordido; poea
los caballcís y los petaros pereced á las tres ó
doatro horas i y el hombre no muere hasta dos
6 tres dias i hay quien cree qne hace medos es-
irsgo en los indios que en los españoles y afri-
canos, añadiendo que mueren rai^ véi loü honn
bres UJuy enfermos del gálico.
15. Mis precauciones conthi laft vívoras,^
fueron llevar biienas botase porque aseguran
que cuando las pasasen los cómillos no pene-
traría el veneno. C^nfmabá ademas á pie Id
menos que podia por los campos llenos de pas*
(o I y cuando era preciso apear á comer 6 doru
mir, juntaba ante todas cosas míi cabadlada y
vacas i y les hacia dar muchas vueltas pisando
el tcírreno donde me quería fijar para qne hicié*-
sen niover y salir las viveras qyehttbiesfti> y las
inataba : no conocen allí específico contra tale*
17
venenos. Sin embargo á unos bacen beber acei-
te si lo tienen: á otros aplican fuego en k
mordedura $ ó media cebolla bien caliente cor-
tada horizontalmente: á otroi les chupan mo-
cho la herida y á otros les atan k) mordido coo
una correa de cuero de un ciervo llamado Gnor
%iuL Pero mueren los mas ; y entre los que sa-
nan quedan algunos con el juicio no cabaL Es
ide estrañar se crien tantos venenos en an país
que no conoce la rabia ó hidrofobia. En cuan-
to á los lagartos, me refiero á lo que escribí en
mi obra de los cuadrúpedos de que hablaré en
el capítulo siguiente.
■=- 131 —
CAPITULO IX.
De Imi eaadrúpedes y pájaros.
y
1 • Tenia yo escritos bastantes apuntamien-
tos sobre los cuadrúpedos del Paraguay ^ y rio
de la Plata , y deseando saber si merecian al-
gún aprecio los envié á Europa , para que sobre
ellos diese su dictamen privadamente algún
naturalista. Pero prohibí su publicación ^ por
que no se me ocultaba , que su parte crítica es-
taba hecha muy de prisa* , y porque en los
▼¡ages que iba.á emprender me prometía ad*
qnirir nuevos cuadrúppdos, aumentar noticias
mas esactas de los que ya tenia # y en fin per-
feccionar mi obra con nuevos datos y mas refle*
xiqn. Sin embargo se publicaron en francés mis
apuntaciones incompletas y defectuosas 'Como
estaban sin mi noticia y contra mi voluntad es«
presa ; por consiguiente no me creo respon-
saUe de sus errores. Yuelto á España y antes
de leer la cicada traducción francesa , publiqué
en español mis apuntamientos para la historia
natural de los citados cuadrúpedos aumentada
' 133 ~
y corregida en dos tomos , pero como despnes
en el año 1803 vi el gabinete nacional de Paris
y traté alli con varios naturalistas célebres» he
conocido que la parte critica de mi obra tiene
algunas equivocaciones que confesaré aqoi
francamente, anotando aquellos de mis cuadni-
pedos que he reconocido en dicho gabinete.
Por lo que hace á mis apuntamientos de los pá*
jaros del Paraguay y rio de la Plata que publi-
qué en tres tomos en castellano , me dicen se
ha traducido y publicado en francés ocultando
mi nombre, como si quisiese el traductor pa-
sar por autor de ella , ó privarme del honor ^
que él mismo me hace, juzgándola digna de
merecer lugar entre los Hbroá franceses.
2. En el citado gabinete hay dos cttÉdM-
pedos de mi núm. l.° con el nombre de Tapir.
El del niim. U8 tiene á lo largo del coeHo el
filo que al otro le han suprimido erradamente. El
del niim. 452 es mi núm. 2 que lleva el nooH
bre de Pécari de Gtdetme ; y el del nüiñ. 453 es
mi núm. 3 con el nombre de Peeari. Jimia al
Vaifñbbmc del núm. 487 se halla en el propio
gabinete un ciervo rojo, que me pat^ee B&twi
número 6 no adulto.
3. Los varios Tamanairs del núm. 429 del
mismo gabinete son mi núm. 8 ninguno áddto.
El Taihánduó del núm. 432 es mi núiii. ama-
cho cuyos colores han perdido bastante; y el
— 133 ^
déliidin..43f qné llera oí pi^io botnbre, las
ibisoias foi^ds y íuagnitud siebdo tóao hé^o,
se puede presumir qde sea una Variedad c(ue
no he vifttOy óUrlvez especié píii tada , ó di^-
fer^ttte eü realidad. To pí'é&tíitii hablando del
fliiol. 9 qtié pddría ser nn üosidoho dé la misína
de FúurMüliet de Boffon : pero habietído Tisto
filguiío9 de estos en aquel gabinete creo que mti
pteftnicion ffae errada.
L BüffoD y Daubeaiott describen k la pan-
téfity mza y leopardo^ notando áqué) lo mal que
han obtado otros naturalistas confundiendo es*
fas tré& fieras Africana^ entibe si y con otras
de América. Pero fambieitt dichos señores em-
brollaron á mi Yaguareté del n¿m. 10* con el
Chibigttdzn del núm. 13 .' y eá el Paraguay hay
qnien crea haber alli tina onta y dos yagfiaref és
tddos diferentes eútre si y del íiegtt), y quién no
crea haya tal onza ni dos especies de yagua-
retés ademas del liégro^ següü anoté en mi
¿bra. Dé esta variedad de opiniones infiero la
grande dificultad que habrá en conocer y dis*»
lingoír tales fieras / y mientras los natnrdlis-
tas adaraü táütas dudas, diré mi parecer.
To vi tres individuos vivos en la casa de fieras
de Paris: u6o con el nombre de PatUfare malet
j otra con el de Leapard male^ y el tercero sin
nombre que acaba de llegar de América. Los
tres mé (Mirecieron TagAaretés menores que
— 154 —
el descrito por mi , apesar de algimas diferen*
cías en el colorido. Verdad es que el tener el
último los brazos mas robustos , me hace temor
pueda ser de la especie llamada allá Yagücareté
popé y los otros dos de la especie llamada Yagua-
reté simplemente que tal vez será nueve pul-
gadas mas corto. También creo que la descrip-
ción de la Pantera africana de Buffon i perte-
nece á mi Yaguareté ; y que lo es no adulto , e]
individuo del citado gabinete niim. 249. Igual-
mente me lo parece la Paníhore de sanio Do^
mingue del niim. 253 y no estrañaria lo fuesen
las de los números 250 y 251 apesar de sus
anillos menores y mas juntos.
5. En el mencionado gabinete de Parts nú-
mero 268, se vé mi núm. 1 % con el nombre de
Couguar y mi núm. 13 en los números 261^^263
y 264' con el de Ozelot. No me admirarp^ lo
fuesen también los dos Chatservals del núm. 254
pero lo que no tiene duda es que el núm. 289
es de mi Yaguarundí núm. 16. En mi olnra pá-
gina 165 y siguiente me figuré fuesen mi nú-
70 18, el gato silvestre y el Aira de BuSbn; pe-
ro hoy estoy por la opinión contraria.
6. El núm. 2Q3 del mismo gabinete > tiene
dos fieras muy desfiguradas» llamadas Marte Jof
rá que son la de mi núm. 19. En mi descripción
de esta se vé, que me parecieron de la misma
especie el Pekan de Bufibn, el Tairá de Barre-
— 1S5 ~
re, y la Petitte fidnne de Gwáme de Baffon; pe-
ro hoy me inclino mas bien á que no lo son.
7. Mi ndm. 20, se Té con el nombre de
Marte grissan en el propio gabinete números 201
7 202. La Mwffette da Chili del núm. 237, solo
discrepa de mi niim. 21, en que lo blanco de la
(rente y cuello es mucho mas ancho de lo que
yo he visto.
8. En la sala donde se preparan los anima-
les para el gabinete de París, vi un buen esque-
leto de mi núm. 22 , y en el mismo gabinete,
números 298 y 299, hay tires llamados Didelphü
Marucuy Virginenm que tienen muchas aparen-
tes relaciones con el mismo. Verdad es que los
creo diferentes^ porque en ellos domma mucho
mas lo blanco sin amarillo, porque sus caras son
mucho mas blancas sin notárseles negro en el
caballete del hocico, ni entre las orejas, ni en el
cenote, ni apenas en el ojo ; porque su vestido
parece mas tupido y menos débil ; porque sus
pdos Mancos son mas cortos, corvos y espesos,
y porque uno de ellos tiene orejas totalmente
negras. Alli mismo creo está mi núm. 23,
sin nombre ni número, y es el décimo contan-
do de la derecha á la izquierda del que mira á
la fila de los DidelphoTj pero en la sala prepara-
toria vi otro llegado de Caiena de quien Mr.
Geoffiroi me aseguró haber visto hembras de
su especie que no tenían la bolsa que las dé mi
nan), ^, pl ViHiphk otnbifr M ném^W m
parece $or im Hiiip, %Í.J^h 6Í(AdA fil« de Dh
dplpMlos dpí llaoiadps |bfwai i^ no tüenq pá-
ipefQ, son d§ i»i nitei. ^i y los cw» W> q»e }e
sigveii de <|¡ferpQtfi$ ejd^di» fjp wmi^vQ e¿ qú^
ijoierp y no jpqüUpdA Ips de $p))fpe h ma^re^ me
parecen fpi núm.. ?7, Sp verdad qw? 4 prime-
ra YÍsta los creí mi nüm. 25; pero amdé de pt^
tocei^ PPUR<(o (|^e la inapc^ jwbre §1 ojp m
lar^ai y RP pedopd» , q^^ rq (i^oe Ui»«a o|is^
ourff yertipal ep la 6fm¡^Udi .qi Í)lmtP9 Qp lo ante*-
fipr de lpp.brfiftos, y qw h mHfpú^ y pw>por-
£kii)es se »csrcpii fP4» ih^ ie mi núm» ^•
^biendo pues vistió ep dÍQbo gsbioiBlie mochos
fecuqdop qi|e po coqpcia ^ ccqifijsso el error eq
qil3 es^ba ^qr4tídoíq0 qiífi I<* isOqpqi» c*í tp*
(lp4 6 á )o aieno$ las psp^cies gi^qd^s: y iU^ño eq
pste erfQri y 9\ de qpe U bfiwbra de tsñmvf^ í3
teqm Ik^s? e» el vientre, fppdé partq dq. mÍ9
/crítica fojbr^ fosfecqqdp?^ <?PpfiqsQ igralp^fii-
te qqe (ale^ múcsís qo spp (PMy sglid^ ^ y que
será lo i^iejor qqe ^Iguq p^tq^liat^ la$ rectifique.
9. JBq p} mencioq^do gajjfftptí núm, $79f
IJeva mi miro» ^^^ nombre do H^mr^ fnif^
leiir, y los mim. 197 y 198, son el 30 de mí
c4)ra, aunque cPa el noqibre de Batm crídkT4
Igualmeqte se encuentran allí muchos Cwtíé$
no adultos y los niimeros 188 y 186, son de la
variedad que describí en el roiatno num, 3t •
— 137 —
1 0. Habiendo visto de lejos algunas Nuirías
grandes que sacaban la cabeza ladrando en los
ríos, dudé si eran adultos los ocho individuos
menores al parecer^ que tuve presente para for-
mar la descripción de mi núm. 32; porque á to-
dos los t uve por de la misma especie. Después
TÍ una piel que aunque muy estropeada» mani-
festaba ser de una nutría mucho mayor que di-
chos ocho individuos» y entré á dudar si sería de
diferente especie que los citados. Últimamente
en el uáxú. 23¿ del gabinete de Par» vi i la
Sarkamna de Buffon que cotejé con mi des-
cripción nnm. 32» encontrando que aunque tie-
nen identidad de formas^ la del autor es mu-
cho mayor; lo pajizo bajo de la cabeza se pro-^
loaga anchamente hasta el pech o, y el pelo no
es tan perpendicular á la piel ni tan snave, ti-
rando á acanelado, como suelen las pieles vie-
jas. Mas no por eso mudé de parecer en cuanto
i las- ntf trias de Barreré , Brisen, Gumilla , The-
vet y Steller, sino en cuanto á las demás ; esto
es qne todas las que ladran como la de Mare*
grave, me parecen ser la Sarícoviana de Buffon;
lo mismo que la mayor do Laborde , y las de
A«b|et y (Mivier: aunque presumo que estos le
dan el peso de mi Capivara. En cuanto ala 2.*
de Laborde qaizás será mi nüm. 33 y la tercera
ná nám. 32. Las ultimas noticias que refiere
Buffon, las creo embrolladas; porque atribure
— 138 —
fos ladridi!^ ák Saricoviana; y el vivir eB Sá-
banas y pillarlas el Yaguareté do son cosas é6
ella sino de mis Züiya y Capibara.
11. En el numero 337 del gabinete de V^
rís puede verse un individuo joven de mi niilM*
tó 3i que lleva el nombre de Cavkd i^aea,
Alli mismo numero 339 hay dos de mis Acu-
tí^ llamados Caviai Agoüti y con él nú)(nero 341
otro que también me lo parece: pero como lle-
va el nombre de Caviai Acoutíhi y Buffon lo&
hace especies diferentes , parece prudente sus-
pender el juicio sobre la identidad , sin perjui-
cio de lo que dije sobre ella en mi numero 36.
También se halla en el mismo gabinete nAtuero
333 , cou el nombre de Cavia Cobaia un Apereá
doméstico.
12. Comparando mi número 41 cOn el
Coéndon del numero 328 del citado "gsfbifiefei
¿ncontré que este tenia las espinas mas espes»»
gruesas , fuertes y largas y los vigotes dcMeiMn-
té largos y giniesos que los del mió. Ademas too
le Aoté pelos entre las púas , y me pareció ma-
yor. Agrega Daubentou al Cóe'ndon mi dedo
más en el pie, cinttó pulgadas mas de cii€ñrpo
y diferente color á las puntas de las paas , re-
sultando de tódó el creer que mi Cuy era el ci-
tado Coendon. Por consiguiente los dos Histrix
de Barreré podrán ser dichos Cuy y Coendon.
Lo propio digo de Ips do Brison y aunque no les
— i39 —
Goniáene la cala delgada y corta qvo le$ da.
Ceeo tambieQ que dichas dw espacies existei)
M Gnayaoa, y que la primara de I^^borda e$
13* £1 Geaut númeto H del propio gabi^
nele » es mi nüioero 53 ; pero le faltan l;ás ma-
yores o&as y los colores naiur^les. El Eucpu"
hat del número 415 es mi nüoi^ro 54, pero
MM adHlto, y le faltan orejas « c^a y cuatro
)iie& Bl Eabasson del número 420 es mi núme-
ro 55. El Caehicamé número 41 7« sw 4os indi-
vifluoa adnllos de mi número 5? peno les falta
jd color nfitural: y d Apar númeco 416 es mi
número 60 cuyas conchas hau f^erdidp ol bar-
ML fin al gabinete de MajlÑd hay «iguno^ de
BM número 59,
14 fin el número 61 creí con Bufroo que su
YMfini y Aliécüá eran una especie p y los tqv^
|lor «ús Cafayas macho y henúira ; porp hoy
cno ((ue los citadas de Baffon son dos espe-
cies: eatp es «1 Varini Carayá macho, y el
Akíeká aira qne podrá ser ni número 62. Estoy
puw perraadido deque el Variná de B»(foQ y de
üibOTÜle » el GuarM. de Bñs&on y de Mare-
^raive, el.P«'wsftn dé Uneo» los de Gentil en la
isla db ^»4»regorio 9 los de Oexamlin en el cabo
4e Gracias á Pios^y los de LaSondacpiíie y Bi-
«et na todos Carayis asaóbos : que el Arabatá
amarillo de GbuniUa eca nn Albino quizás de
-* uo —
la misma especie; y que los aloeitás barbudos
de Barreré y Brison, son Carayás hembras y 6
machos no adultos. Pero hoy dudo mucho que
lo sean los que Dampierre pooe en Campeche»
y creo que el Caaka de BufTon no es un Cara*
yá. Igualmente creo son Carayás el Zuoaua de
Barreré , el Mico arana de Edwards ^ los Bar»
budos del Marañon de Abbevi He y del Panamá
de Dampierre. Los que este dice son blanoosi
pueden ser Carayás ó Cays albinos. Aun me
iuclioo á que el Caitayá del Brasil es Carayá,
y á que no lo son el Cbamek del Peni, y los que
según Brisson tienen blanquisco el pelo en las
partes inferiores.
15. Si los Sai y Sajú de los números 8 y
9 y los Saimiris números 12, 13 y 14, todos del
citado gabinete, son los que describe BnffM,
confieso que eirré creyéndolos mí niimero 62,
mas no por eso dejo de presumir que la oomemr
datura de los citados micos está muy embrcJhe
da por BufTon , porque me parece que los áa
barbas del Panamá de Dampierre, el Goioasa
de Abbevílle , los Sajús . panJo y. cornudo de
Brisson y los Llorones de Gentil y Troyer^ sott
todos mi Cay: aunque dudo lo sea el Capuekia
de Lineo. Los Caitaias de Maregrave pareoen
mi Cay : pero el primero albino, como el Sapa-
jú amarillo de Brisson. En cuanto al Cay de
Leri le tengo por Carayá albino.
— 141 —
16. Habiendo visto al Saki ea el citado ga«
bínete numero 15 conod que no era mi nume-
ro 63. y que tampoco lo es el de Brisson. Pero
sin comprender sí io es ó no el de Maregrave,
me inclino á que es mi Mariquiná el Sakec de
Browui. En el propio gabinete numero 17 hay
mi Uti no adulto de mi numero 64 con el nom-
bre de Sagoidn OmMÜí.
17. He dicho que en castellano había pu-
blicado la deaeripcioa de cuatrocientas cuaren-
ta y ocho especies de pájaros de aquel pan,
M eootar trece de murciélagos que uní á ínis
emidrdpedos. En la misma obra anoté los des-
critos por otros, procurando enmendar sus
equÍTOcaciones; y refiriéndome á dicha obra
dké- aqot solo alguna cosa que no se anotó
;i Ht:
\Si No faltan pájaros que se encuentran al
Hediodia de determinadas latitudes gec^^rificas,
y no mas al Norte. También hay muchas espe*
cíes comunes á los dos mundos, ó que pareden
serio, por tener identidad de colores, formay^
magníludes» pero muchos de ellos no sufren el
firio de las cercanías del polo boreal, donde se
presume que están mas próximos los conti-
_ 148 ~
CAPITULO X.
♦ i '
pe lop Indlof s|ly(r«ir^
L Anúipie el iMstabre sea ÍBeompMBBibfe
y mas el indio silwstre, fNinf^ie ao esoríbey
habb muy poco en fdtowi éeseoowiéoiy al ^pe
tal ves fallan cieii veoes más vocea de las qae
tiene, y porque no opera eino lo q«a le ardo-
n«i las pocas neoesidadeft ^ae eiparimcnta; oen
todo como el indiQ por mas bárbaro qae aaa#
es la parte principal y mas interesante de Awé-
rica, oreo deber poper aquí algunas afaserracio-
nes que hice sobre bastanlea nfloieaes de indios
stlrestres ó Ubres que no lestan^ ni jamos km
estado sujetas á los espandles, ni á;ningmt iaa-
jUtrio. No seré difnso por !ne finstidiar^ y me^
mitaré á lo que permilBn mi poco uámto y
menor perspicacia.
3. He vivtéo largas «enqievaéas coi dgv-
ñas de aquellas naciones / y con otras, mmmg :
aun hablaré tal cual cosa de algunas que no he
visto, valiéndome de las mejores noticias qne
pude procurarme. De modo que me he pron*
~ 143 ^
paéito imcér saber él número y fe «¡tuaenA de
casi todas las ilaciones que hay y ha habido en
aqéel pa¡s> para que se puedan entender y cor*
regir las relaciones antiguas. Estás , como he«
chas por los conqiástadores , multiplican el nilh
mero de naci<mes y de indios # con la idea de
dar esplendor á sus hazañas. Los historiadores
qne han copiado dichas relaciones , no las han
corregido ni se han pro puesto describir aquellas
naciones. La mayor parte de las relaciones é
hisloñas coñTiénen en asegurar^ que casi todas
las citadas nadones eran antropófagas v y que
en la guerra usaban de flechas' envenenadas;
pero uno y otro lo creo falso, puesto que nadie
¡de las mismas naciones come hoy carne huma-
na, ni ¿ónoce tal veneno , ni conserva tradición
de ano ni otro, no obstante de estar en el pie de
que cuando se descubrió la América, y de que
en nada han láterado sus otras costumbres an-
t^as.
á. Uaímaré nación á cualquiera congrega-
ción ée indios que tengan el mismo espirita,
ferfeíÉS y coslumbrte, con idioma propio tan áí-
«
ferente de los conocidos pOr alia, como el es^
pofiol del üleman. No haré ¿«so de qoe la na-
ciMa se componga de láuchos ó pocos indivi^
dúos; porque esto no es carácter nacional, ^a^
)nL certificarme de la diveMidad de idiomas y
de naciones, me valí de los mismos indios y de
— Ui —
españoles que entendían las lenguas AibagOf Pa-
yagná y otras, ó quehabian tratado con muchas,
naciones; resultando de sus relaciones, que los
idiomas que diré ser diferentes» no tienen una
palabra común, ni pueden los mas escribirse
con nuestro alfabeto, siendo muchos narígales,
guturales y en eslremo difíciles.
4. Todas las naciones son mas ó menos er-
rantes» sin pasar por lo común al distrito, de
otras, ni aun al espacio desierto: que media eo-
tre ellas. Asi cuando se señale elüitío de su ha*
bitacion, será para hacer conococer el centro
de su destino.
5. Tiene idioma muy narigal, gutural y di-
ferent^d de todos. En tiempo de la conquista cor-
ría la costa septentrional del rio de la Plata «lies-
de Maldonado hasta cerca de la boca del rio
Uruguay^ estendiéndose por los campos oo¡no
treinta leguas hacia el Norte Yaro, mediando
un grande desierto hasta encontrar por el Nor-
te algunas divisiones ó pueblos de iludios Tapes
ó Guarams.
6. Los Charrúas mataron á Juan Dia% de
SoUs, primer descubridor del rio de la Plata, sin
— U5 —
eotllerle como dice equivocadamente Lozano,
Kb. % cap. 1 . Con este hecho principiaron una
guerra, que aun dura hoy sin haber tenido tre«
gna, y que ha costado innumerables muertes.
Desde el principio quisieron los españoles fijar^
86 en so país, haciendo algunas obras en la co*
lonia del Sacramento, luego un fuertecillo y en
seguida una ciudad en la boca del rio de S. Juan,
y después otra donde el rio de S. Salvador en-
tra en el Uruguay. Pero todo lo destruyeron los
Charrúas, quienes aunque no pudieron embara«
zar el que los portugueses se fijasen el año de
1679, en la isla de S. Gabriel y en la costa in**'
mediata á la colonia del Sacramento^ nunca les
permitieron salir un paso de sus murallas^ Caa«
renta y siete añoa después se edificó el fuerte y
ehidad de Mont»)video» cuyos valientes españo-
les rempujaron á loe Cbarrtias hacia el Norte á
costa de mucha sangre.
7. Poco antes del liltinío año citado^ ester**
mittaron los Charrúas las dos naciones llaniadaa
Ymíw y BohaneSf y tal vez habrían practicada
lo mismo con la de Minuanes, pero hicieron
aKanza y estrecha amistad con ellos para soste-
nerse y atacar a los españoles que acababan de
principiar las obras de Montevideo. luciéronlo
en efcNKlo muchos con valor y suerte varia, has*
ta que creciendo mucho los reclutas españoles
y teniendo un diestro y valiente caudillo , for*
i9
— 446 —
zaron á los Charrúas á alejarse hacia el Nortea
dejando machos campos libres que poUaroa
los de Montevideo con dehesas ó estancias de
ganados, ganándolas y sosteniéndolas á costa
de mucha sangre. Últimamente una porcioo de
Charrúas y de Minuanes forzada por los espa-
ñoles # se ha incorporado á los pueUos mas
centrales de las Misiones del Uruguay , y otra
está hoy tranquila en la Reducción de Gaiasta.
Pero otra porción que hay libre por loá treinta
y treinta y un grados de latitud , hace la guer-
ra á sangre y fuego á veces á portt^eses y
siempre á los españoles ; como que de las parti-
das que yo enviaba de cincuenta y cien hombres,
me mataron muchos soldados.
. 8. El arma de los mas, es una lamsa de
cuatro varas con la moharra de fierro, com-
prada a los portugueses cuando. están en pac.
Otros usan las flechas comunes y cortas que
Uevan en carcax á la espalda y jamás han co-
nocido las bolas del niini. 43 como dice Barco,
Canto 10. Crian yeguas y caballos montando en
pelo los varones , y usando freno de fierro, st
lo han podido robar ó comprar: las mngeres
usan enjalma muy sencilla, y montan con las
piernas abiertas. A . nadie presta su caballo el
Charrúa , sino á sus hijos y muger, esto cuando
tiene machos ; por que si tiene uno solo p le
monta él ; y hace le siga á pie toda su famir
— U7 —
lia y y que Ucve á cuestas todos sus muebles.
9. Cuando kan resuelto una invasioo, ocul-
taa hft familias eo algún bosque, y antícipaa
seis leguas á lo menos algunos ¿omóeros ó es-
¡doradores bien montados y separados. Estos
adelantan con suma precaución. Se detienen á
observar y van siempre echados á la larga so*
bre los caballos' dejándolos comer para que si
k» ven se crea que los caballos están sin ginetes.
Coa esta mira no usan freno , sino que atan la
flMndíbuIa inferior con una correa , de la que
salen. dos que sirven de riendas. Como nos
aventajan mucho en la estension y perspicacia
de la vista y en el conocimiento de los campos,
logran observar nbestros pasos sin ser descu-
biertos. Cuando llegan á una ó dos leguas del
objeto que quieren atacar, traban sus caballos
al ponerse el sol , y se aproximan á pie agacha-
dos y ocukos con el pasto para imponerse bien
de la casa ó campamento, de sus avenidas y
avanzadas » centinelas , caballada etc. Los mii^
mes reconocimieotos y precauciones usan en
lodos sus viajes; aun cuando piensan no atacar,
siguen siempre sus bomberos á los españoles, si
jos l^y en campaña : de modo que# aunque no
«e vea un indio , debe el que manda tener por
cierto que le cuentan todos los pasos , y que
será atacado si no le preservan sus precaucio-
nes; cuales son estar quieto de dia y marchar
— 448 —
de noche. Ademas debe tener partidas airaa-
zadas que observen , si el ganado vacano pria-
cipnlmente el silvestre huye, ó si los cabaUM
cimarrones atacan en columna , por que sucede
lo primero cuando se acercan ginetes, y io s&*
gundo cuando se aparecen caballos mansos con
pasageros.
10. Bien impuestos de todo los bomberos^
tuelveq á dar el aviso: pero si lian sido desoí*
biertosy escapan con rumbo opuesto dal que
trae su gente» y no hay que esperar alca»i
Carlos por que llevan cabalbs superiores, y ea
pelo que corren mas que con aparejo. Ueclui la
relación á su tropa , determinan si les conviene
mas desviarse de la derrotft.de los españoles^^ ó
atacarlos. En este casóse re parten :segaa los
puntos que se proponen , marchando despmk>
pero en llegando á tiro, gritan dándose pulmii*
das en la boca , y se arrojan como rayw p ma^
tando irremisiblemente cuanto encuentran^ me*
nos á las mugeres y á los muchachos BieDores
de como doce años. Los despojo^ son d^l ifm
los coge por que nada reparten. El que pUU
mugeres ó niiios, los lleva á su toldo 6 oboHu
y los. agrega á su familia» para que k sunraOt
dándoles de comer hasta que se. casan, fintootoe»
si es muger se va con so marido , y sí es vwnM
firma familia y casa aparte, quedando Um libre
6 independiente como sí fuese Chamia^ y es rch
— 149 —
|Mltado por tal. Esta libertad y nueva vida aco«
moda tanto á los cautivos^ que es raro quieran
volver á estar con sus padres y parientes. A
66(0 alade Rui Diaz lib. 1 cap. 3 diciendo que
son humanos con los cautivos. Aunque los ci«*
tados ataques son poco antes del alba, también
los hacen de dia si advierten inferioridad , mié*
do Q mala disposición en el que manda. No ig«-
Boran el hacer ataques falsos , emboscadas
oportunas, y fugas fingidas: y como llevan
ventaja en lo ginete y en los caballos , no se
les escapa ninguno de los que se separan para
lniir# ni de los que vuelven la espalda en reti-
rada. Por fortuna no continúan la victoria , y
se contentan logrado el primer golpe: de no ser
asi, quizá las campañas al Norte del rio de la
Pla^ no estarían aun pobladas de españoles.
Barco, canto 10, dice falsamente, que desolla-
ban la cara á los enemigos muertos , y que por
cada uno se daban una cuchillada*
11. La esperiencia ha hecho conocer , que
.es muy bueno cuando acometen , echar pie á
tierra, y esperar bien unidos delante de los
.caballos del diestro sin dbparar (ino uno li otro
Uro de muy cerca. Solo asi respetan las armas
de fuego , y se retiran después de haber hecho
algunas morisquetas, porque ^i , la de^arga¡es
general ^ no dan lugar á segunda > y todo pe-
rece, QojaUis han derramado los Charrúas hasta
— 160 —
hoy. mas sangre española que los ejércittos del
Tnca y de Motezuma, y sia embargo no Uegan
en el dia á caatrocíentos varones de armas.
Para sujetarlos se han despachado machas ve-
ces mas de mil soldados veteranos ya nniífes ya
en diferentes cuerpos ; y aunque se les ha dado
algunos golpesy ellos existen y nos hacen con*
tinua guerra. Nos llevan muchas ventajiÉs, en
lo ginete# en la economía, cuidado y descanso
que procuran á sus caballos; en montar en pelo,
en no llevar equipaje ni víveres, comiendo lo
que encuentran , en pasar mas tiempo sm co-
mer ni beber ; en soportar mejor toda especie
de fatigas y trabajos, y en no detenerse por
embarazos de ríos, lagos ni esteros 6 cena-
gales. Mas no son ni han sido tan veloces ¿ pie
que pillen á correr los ciervos y avestraces
como qmere Barco, canto 10.
12. Regulo la estatura media de los Char-
rúas una pulgada superior á la española ; pero
los individuos son mas igualados, derechos y bien
proporcionados, sin que entre ellos haya un con*
trabecho ó defectuoso, ni qué peque en gordo
ni en flaco. Son altivos, sd)erbios y feroces; lle-
van la cabeza derecha, la frente erguida, y la
fisonomía despejada. Su color se acerca tanto
ó mas al negro que al blanco, participando po-
co de lo rojo. Las facciones de la cara, varoni-
les y regulares; pero la nariz poco chata y
— 151 —
trecha entoe los ojos. Estos algo pequeños, muy
relocíeatesy n^^ros^ nunca de otro color, ni bien
abiertos. La vista y el oído doblemente perspica-
ces que los de los españoles. Los dientes nunca
les duelen ni se les caen naturalmente aun en la
edad muy avanzada, y siempre son blancos y bien
puestos. Las cejas negras y poco vestidas. No
tienen barbas, ni pelo en otra parte, sino poco
en el pubis y en el sobaco. Su cabello es muy
tapido, largo, lacio # grueso, negro , jamas de
otro color# ni cre^, ni se les cae: soto enca-
nece a medias en edad muy avanzada. La ma-
no y pie algo pequeños y mas bien formados
que los nuestros: el pecho de las mugeres no
tan abultado como el de otras naciones de in*
dios.
t3. No se cortan el cabello, y las mugeres
le dejan flotar libremrate: pero lo atan los va-
rones, y los adultos ponen en la ligadura plu-
mas blancas verticales. Las Charrúas y todas
las indias que conozco, y aun las nuilatas 4^1
Paraguay, buscan los piojos y las pulgas con afi-
ción y gusto, por el que á ellas les resulta de
tenorios un ratito pataleando en la punta de la
lengua sacada de la boca, y de comerlos y mas-
ticarios después. Los varottes no se adornan con
pinturas ni las mugeres usan sortijas, arracadas
ni adornos, pero el dia que aparece la primera
mestruacion , las pintan tres rayas azules ob&>
— IM —
curas: la una cae terttcafaneiite por la firaolé
desde el cabella á la punta de la nariz m§tmv
do el caballete de esta# y la&. otras doa una al
través de cada sien. Estas rayas mb faiddebk»}
porque las ponen picando la piel y poniendo ar^
cilla negrizca. A pocos días de hatNsr naekbm
taron CharrAa, le agagerea la madre el labio hh
feríor de parte á parte á la raíz de los dienMai
y en el agujero le íoítrodiice la insignia viril ifoe
es el Barbóle^ que no se ({uitaen t^daln vida ni
para dormir, sino para poner otro si se r^mpe^
Es na palito de mas de medio' pafano conloa
líneas ó la sesta parte de una pulgada da gni»«
so hecho de dos piezas. La una tiene cabeka con»
mo clafO'; ancha y plana en nn estremo para ^pio
no pueda salir por el agujero en el cual la>me«
ten de modo* que la cabeza loque la raíz de loa-
dientesv y la otra '^stremidad apen* ^{^
fneca del labio. La otra pieza aras larga d«l
Barbote se introduce á fitférza^ y se afbtta tná
nn agujertlo que tiene la primera en la ponta*
esterior.
14. Por aMáflaman tddc^i la casa é habita^
cfott del indio sHfestre, y uAdoña al pueblos ó con^
jnnto de mncfaoGr toldosw El Charrúa é mas bien
su muger, corta tres ó cnatro' varas Tenies^ pebtf
mas grueso qde d dedo pulgar, y lae dobla ola*^
vando entrambas^ pmrtas en tiérra« SdM^ esto#
arcos apartados imo» de otros^ tiende nn» piel
^ Í55 —
de iraca f y queda hech^ la casa ó toldo para
no matrímoDto y ^aoos hijoB; pero sí estos no
cabeof hacen al lado otro. Entran como los co-
BejoB y dnermen boca arriba sin almohada, co-
mo todo indio silvestre, sobre una piel. Es ocio-
so decir qne no CK>oocea sílla((| mesas* etc., y
que sos mudi>les son casi ningunos: Jiacen la
cocina ibera de casa.
15* Nadie cubre la cabeza y los varones
van totalmente desnudos sin ocultar nada; pero
para abrigaise cuando hace mucho .frío , suelen
tener ima camiseta muy estrecha de pieles sin
. mangas ni cuello, que no siepipre llega á cubrir
1 el sexo. Los que eá la guerra han pillado un
Pomoho 6 sombrero se sirven de este contra el
sol mny ardiente y de aquel en wz de la cs^mi-
seta« El Poncho es un pedazo dei t^la muy or*
dinario de luá, ancho como siete p^lmqs , lar-
go diez con una raja en medio pqr la que sacan
la cabeza. Las mugeres no hilan , quiítás porque
8U pais no produce- dgodouj ni crian ovejas. Se
envuelven ep el citado Poncho , ó se pQQ^i) uni|
camisa sin mangas de lienzo ordinario de algo-
don , cuando sus maridos ó padres )a hap pofli-
do adquirir ó robar, iamis lávsn su vestido,
ni las manos ni cara; pero se bañan algui)^ vez
coando^baq» calor. Nunca barren el hoióo; son
muy puercas, huelen mify mal y tambbn sus
casas.
20
i/
{
~ 154 —
16. Nada cultivan , ni comea sino dgm
animal y yacas silvestres. Las mogwesaniBUiy
desarman los toldos, y hacen la cocina que se
reduce al asado. Para esto ensartan la carne en
un palo, cuya punta clavan en tierra de modo
que quede algo inclinado: asi le arriman. el fue-
go , y cuando notan que la carne está asada de
uu lado, dan vuelta al palo para que se ase del
otro. A un mismo tiempo ponen muchos asado-
res, y cualquiera de la familia qoe tiene gua
saca uno sin avisar á nadie , le clava en tierra
aparte y come sentado en sus talones. Aon cuan-
do se congregan padres é hijos , nadie habla
mientras comen, ni beben hasta haber comido.
1 7. No tienen juegos , bailes , cantares ni
instrumentos músicos , tertulias ni conveisacio-
nes ociosas; y les es tan desconocida lá amistad
particular ^ como qoe nunca se avienen des pan
cazar, ni para otra cosa que para k oooran
defensa. Su semblante es tnaiterable # y tan S^r-
mal que jamás mani6esta las pasiones del áiii»
mo. Su risa se limita á separar un poco los án-
gulos de la boca , sin dar la menor carcajada*
La voz nunca es gruesa ni sonora, y hablan
siempre muy bajo , sin gritar aun para quejar-
se si los matan : de manera que si camina unos
diez pasos ddante , no le llama el que le nece-
sita, sino que va á alcanzarle.
18. No hay un Charrúa ni de otra nación
— 155 —
celibato , y se casan luego que advierten la ne-
cesidad de este enlace. Como son silenciosos
y no conocen riquezas « gerarquias , bailes, lujo,
adornos ni otras cosas que entran en la galan-
tería , los negocios del amor se determinan en- .
tre ellos cuasi con la frialdad que entre noso- l/(
Iros el ir á la comedia. Se reduce , pues el ma-
trimonio á pedir la novia á sus padres, y á
llevársela con su beneplácito , por que nunca
se niega la muger á esto, y se casa siempre con
el primero que la pide, aunque sea feo ó viejo
el pretendiente*
19. En el momento que un soltero se casa^
forma familia aparte y trabaja para alimentar-
la , porque hasta entonces vive á espensas de 1
padre , sin hacer nada ni ir á la guerra. Lapo-
figamia es pennitida# pero muy raro el que dos
hombres se avengan con una muger; y las mu-
chas mugeres dejan al polígamo luego que en-
cuentran marido con quien estar solas. Tam-
bién es libre el divorcio, mas se verifica rara
vez si hay hijos. La resulta del adulterio es dar
el agraviado algunas puñadas ó cachetes á los
cómplices si los pilla in firaganli ; y aun esto
cuando es celoso el marido, que es cosa poco ¡ /
común. Nada mandan, enseñan ni prohiben 9^
sus hijos , ni estos respetan ni obedecen á los
padres sino en lo que quieren , haciendo siem-
pre lo que les dá la gana sin respeto ni suje-
— 456 —
cien. A los huérfanos > cuando los hay los
ge algún pariente , ó algún indio roas compasí'
vo que los otros.
20. Los varones icabezas de famHta se jan-
tan todos los <JUas al anochecer y formando cir-
culo sentados en sus talones , para convenirse
en las centinelas que han de apostar y vigilar
aquella noche 9 porque nunca las omiten, aira
cuando nada teman. Dan cuenta alli de si en lo
que han caminado aquel dia han descubierto
indicio de enemigos , y haée cada uno relación
de los campos adonde irá á cazar ó á paseara
^el dia siguiente para deducir quien le ocasionó
la muerte ü otra desgracia si le sucede. Si al-
guno forma un proyecto común como mudar á
otra parte la tdderia » atacar á otra nación ó
defenderse de ella , lo propone. La asamblea
delibera, y verifican la idea los que la aproe**
ban, sin asistir los que no aprobarcm , y muchas
veces tampoco algunos de los aprobantes > los
cuales no incurren en pena ni están obligados
á cumplir lo que ofrecieron. Las partes initere*
sadas componen las difer^icias particulares que
rara vez les ocurren ^ sin que nadie se en^o^
meta en ellas. Pero si no se avienen, se acome*
ten á puñadas ensangrentándose las narices y
alguna vez arrancándose ó rompiendo alguo
diente f hasta que cansados vuelve el uno la
espalda, y nadie habla mas del negocio. £a
— 457 —
estas cosas nunca intervienen artnas tai he vis-
to ni oido que un Chamia ni otro iúdio silves-
tre haya muerto a otro de su misma nación
por ningún motivo.
21. Aunque las mugeres y los hijos de fa«
mXa solo beban agua# los varones cabezas de
£unilia se emborrachan siemfNre que pueden con
agnardiente , y en su defecto con Clucha que
preparan desliendo miel en agua y dejándola
fermentar. No he notado ni sé que padezcan
enfermedad particular ni la de gálico y creo que
viven auA mas que nosotros. Tienen sin embar^
go sus médicos que á toda especie, de enferme^
dad aplican el ñoismo remedio , que es chupar
con mucha fuerza el estómago deA paciente,
persuadiendo que asi estraen los males para que
les gratifiquen.
2^. Guando muere alguno » le llevan al ce-
menterio connm, 'que tienen en un cerríto» y le
enti^ratt» matando sobre el sepulcro su caballo
de combate (que es lo que mas aprecian) si asi
lo ha dejado dispuesto, que es lo cotnub. La
femilia y parientes lloran, ó mas bien gritan
por los difuntos^ y les hacen un duelo bien
singular y cruel. Si el muerto es padre, marido
6 hermano que haga cabeza de Csunilia , se cor-
tan las hijas, la viuda y las hermanas casadas
on artejo ó coyuntura por cada difunto, prin-
4^Hando por el^doohiooónieñique: se clavan
— 188 —
ademas el cochillo ó lanza del muerto repeti-
das veces de parte á parte por los brazos y por
los pechos y costados de medio cuerpo arriba.
A esto agregaa estar dos lunas triste^ y ocul-
tas en sti casa comiendo poco. Barco, canto 10.
dice que se cortan un dedo por cada pariente
muerto» pero es como yo digo.
23. El marido no hace duelo por muerte
de su muger, ni el padre por la de sus hijos;
pero sí estos son adultos cuando fallece su pa-
dre # están desnudos ocultos dos días en casa
comiendo poco» y esto ha de ser Yuambu ó per-
diz ó sus huevos. La tarde segunda de este en-
tierro , les atraviesa otro indio de parte á parte
la carne que puede pillar , pellizcando el brazo
con un pedazo de caña larga un palmo , de mo-
do que los estremos de la caña salgan igual-
mente por ambos lados. La primera cana se
clava en la muñeca , y se pone otra á cada pul-
gada de distancia siguiendo lo esterior del brazo
hasta la espalda y por esta. Las cañas son as-
tillas de dos ó cuatro lineas de anchura sin dis-
minución sino en la punta que entra. En esta
miserable y espantosa dll||MÍcion se va solo y
desnudo al bosque ó á una loma ó altura , lle-
vando un garrote punteagudo con el cual y ;coq
las manos escava un pozo que le llegue al pe-
cho. Eoél pasa de pies el resto de la noche, y
á la mañana se va á un toldo ó casa , que siem-
— 189 —
pre tienen preparado para los dedientes , donde
se quita las cañas y se echa dos dias sin comer
ni beber. Al siguiente y en los dias sucesivos
hasta diez ó doce, le llevan los muchachos de
su nación agua y algunas perdices , y sus huevos
yai cocidos , y se los dejan cerca retirándose
sin hablarle. No tienen obligación de hacer tan
bárbaras demostraciones de sentimiento , y me-
nos ellos que quizás miran con indiferencia la
falta de los que mueren , sin embargo rara vez
las dejan de practicar* El que las omite en el
todo ó en parte , se reputa por flojo, pero esta
opinión no le causa pena ni perjuicio en la so-
ciedad con sus camaradas.
24. Los que se figuran que ninguno obra
sin motivo , y pretenden averiguar el por qué
de todo, pueden ejercitar su sagacidad , discur-
riendo de donde sacaron los Qiarrdas y otras
naciones la idea de unos duelos tan estravagan-
tes y crueles por los padres, maridos y herma-
nos, á quienes se nota poco que amen ni res-
peten cuando viven.
25. Cuando descubrieron los españoles el
rio de la Plala# vivian los Tarós de la pesca y
— 160 --
caza en la costa' oriental ^el rio ^nigaay entra
los ríos Negro y S. Salvador internándose poco
en los campos rasos, j sin acercarse á los que
corrían los Chamias. Son tan escasas las no-
ticias de esta pación, que apenas se comprende
qué tenia idioma diferente de todos; que nsaba
en la guerra garrotes,^ dardos y las flechas qae
se describirán en el nüm« 60 , y qne era snnia*
níente diminuta» no componieiMlo apenas den
familias. Sin embargo tuvieron valor para aoo*
meter' y matar algunos españole^ con sq capí*
tan Juan Albarez^ y RAmon pripaer <jle8cubridor
del rio Uruguay, j^n ei siglo XYI fueron estéis
minados los Tarós por los Charrúas j pero estos
conservaron ^ segun^ acostumbraban los indios
sil^estrep á las mugei^eB y muchiiolios que están
hoy mezclados ^in poderse djstbguir; •< *
« f •
• ' ' I '* .
I (i ¡I .
26. Son aun mas escasas las noticias de
esta nación que de la precedente con quien
confinaba. To la creo menos numerosa^ y que
tenia idioma diferente dé todas. Habitaba la
costa oriental del río Uruguay al norte de los
Tarós: vívia como estos, y bna parle de ella
creo fué conducida al Paraguay por los espa«
— 161 —
iolés que desMipararfrn a S. Salvador, y el res-
to teteminadp |><^ los Cbarriias cuando los Yar
fós y por el misino tiempo.
*
?.»
W. Al arribo áe \o^ primeros españoles»
kaMiabdunaoacfon en las islas del rio Uruguay
eiifeeHtedeia boca áá no P(egrOy y cuando des-r
poblaron los españoles la ciudad de S^ Salvador,^
pasaron los Chañas á establecerse en la costa
oriental del mismo Uruguay noy debajo de la
boca d^ rió de S. Salvador. Acosador íespues
por los Charrúas, volvieron a sus islas, fijándo-
se príncipahoiente en la llamada de los Vizcai-
ilos¿ ^Vet& temienáo padecer ' lAi^^téi4iini6 úe
]tí5tki^yfkMvíBe&ff^é^
fOh lefih I6» españolé» 'de^^BilMós^A4r¥é/1^
fCMdiMefl/ ofrMímdé ser tfriitíMiOBl'^Etí: efecto^
el'^bemtidoé de dická^ dbáád lb§^ sbte <db' Ía$
isl£, íes Ibrmé e( pttebl«¡ dé ^mié^ Dotoiiigo^
ScMhÚ, y jes^dió uuá guftrdS^* jdcjátodertéis t^^^
tfM la itafefua libertad que ' tetiidil' lod españoles'
9^1 mif^tio^Á encomiendas iri ál goi^erna eh
tomúiUkKt. De cMé ka resAltéídó Tiá(tírüTmetíte<
m
que estos indios han vivido conten toé/ y ijuel ná
hsBSk €¡f ilteddo á la par de lo» e^ñótes / per-
al
diendo su idioma, costnoibres, ete* y mesdán-
dose con los españoles, de modo (peicaat todos
pasan hoy por Uiles. Existen sin embargo díganos
Chañas, y entre ellos uno de mas de cien anos.
Por lo que este y otros cuentan, y por algunos
papeles antiguos se sabe que su nadon apenas
componía cien familias» que tenian idioma di-
ferente de todos, que usaban canoas y vivían
dfi la nesca. v one no ceden á los Ghair^ML^B
la estatura y proporciones. Se ignoran
guas costumbres, porque los viejosvna d ft g t» . dg
padres ya cristianos. ^ • i •.
■ • • » ■
28. En tiempo del . de^qipl^ov^nt^^ $ ivim
esta nación en los campos del Iforte/d^H^ jñfcr«r
nii sin apartarse. jde ^te rio sino como ^tp^t»
leguas, y estendíéadOBe 4o9de 4(^Ad« el Uruguay
sejuntaal.citadpriO:basjta enfrente de la;x»tt«
dad de Santa Fé de la Yer^-Cruz. Piar el ib**
diodia coo£flj8á>a coDJo» Guaranís ^ue habita*
han las islas del Paraná : por el. Norte lenia
grandes desíertosi^ y.pQr q1 Levante mediaba di*
cho Uruguay entre k>8 Miauanes y las naciones
ya descritas.
. 29. Se equivocan Barco canto 24 y Lom^
— 163 —
na^ lib. 3, cap. 1 1 # dicieodo qae nada valíany
pMs malaroo á Juan de Garay famoso capilao
y á machos que le acompañaban. Cuando ios
Charrifais se internaron acia el Norte, ajustaroa
eof^ ellos la mas estrecha alianza y amistad vi-
viendo juntos muchas temporadas , pasando y
repasando el rio Uruguay y acometiendo acor^
dM á los españoles de Montevideo y sus cam«
pañas. De aqui ha nacido el confundirlos co-
munmente llamándolos indiferentemente yaCha-
nias ya Minuanes. En el dia se separan rara
vez, y es igual su situación como lo son sus^ar-
maSy caballos, color, facciones, ojos» vista, oido,
dientes, pelo, vello, carecer de barba, mano,
pie , seriedad , no reir, hablar poco y bajo, no
gritar ni quejarse» voz y ninguna limpieza. Lo
son también en la igualdad sin clases» en vesti-
dos, muebles, casas, casamientos, no cultivar»
borracheras, modo de comer, precauciones, en
no adornarse ni servir uno á otro # y en tener
lugar destinado para enterrar los muertos.
90. I jO mismo digo de obsequios» leyes, pre-
mios, castigos, honor, amistad particubr, hei*
les, cantares, músicas, juegos y tertulias. Iguala
mente se juntan en la asamblea al anochecer,
y terminan sus diferencias particulares á puna-
das. Se diferencian principalmente de los Char-
rúas en que no son tan numerosos» en su idioma
diferente de todos, en parecerme una pulgada
— 104 —
isas ba jo6y mas descarnados, tristes y sombrioa;
y meaos espirituales , activos^ sobervioa y po«
derososy y que el pecho de las tnugeres parece
loas abultado que el de las Cbamias. Ademas
la poligamia y divorcio parecen mas raros. IIíí»
nen de muy singular el que los padres soi6(StaK
dan de los hijos hasta desmamarlos. Entonces
los entrengan á algún parjente casado ó casa*
da, sin volverlos á admitir en su casa ni tratar»
los como hijos.
31. £n la primera menstruación se pintan
hoy las mozuelas como las Charrúas , aunque
algunas omiten las rayas de las sienes^ siguió
do en esto su antigua costumbre. A los niños
les pintan tres rayas azules indelebles de una
mejilla á la otra cortando la nariz por enmedio:
machos adultos se pintan postizamente las qui-
jadas de blanco; pero muchos varones omiten
toda pintara imitando en esto á los Gharrúas
desde que viven juntos. También los imitan en
el modo de curar los enfermos; pero difieren
porque no todos los médicos son varones, mez-
clándose en esta farándula algunas rougeres mas
ó menos viejas. Estas ejercitan toda su habili*
dad en persuadir á los viudos y solteros , prtn*
eipalmente que tienen en su arbitrio la vida y
la muerte, y metiéndolos miedo consiguen que
algUQO se case con ellas.
32. Por la muerte del marido se corla la
^ fes —
nrager una coyuntura de nti dedo. Corta tam*
bmi la punta de su cabellera , Be tapa el rostro
con la misma , cubre el pecho con una piel ó
trapo 9 6 con su mismo vestido, y está oculta
en casa algunos dias. El mismo duelo hacen
las hijas adultas por la muerte del que las crió
en sus casas; pero no por su verdadero padre.
El duelo de los varones solo dura la mitad del
tiempo que entre los Charrúas , y es el descri-
to en el niSm. 23; pero en vez de pasarse las
cañas, se atraviesan una espina gruesa de pes-
cado, metiéndola y sacándola, como quien cose,
por las piernas y muslos interior y esteriormen-
te, y también desde la muñeca al codo.
33. El padre Jesuíta Francisco Garcia, in-
tentó formar sobre el rio Tbicui, la doctrina ó
pueblo de Jesús Haría fijando á los Minuaues;
pero estos volvieron á su vida errante y libre»
menos muy pocos que se pudieron agregar al
pueblo Guaraní llamado S. Borja. La suerte
posterior de algunos Minuanes se ha visto en
el nüm. 7.
31. Asi llaman los españoles á esta nación
porque vive errante en las Pampas ó grandes
— 166 —
llanuras entre los treinta seis y treinta y nue-
ve grados de latitud y pero los conquistadores
del país los llamaron Querandis. Ellos mismos
se llaman Puelches, y aun de otros modos, por
que cada trozo de su nación lleva su nombre.
Cuando arribaron los primeros españoles ^ ha-
bitaban por la costa austral del rio de la Pla-
ta enfrente de los Charrúas, sin comunicar con
ellos y porque no tenían embarcaciones. Solo
tenian indios inmediatos á los Guaranis del
Monte grande , y del Valle de Santiago que les
caían al Poniente , y se llaman hoy S. Isidro y
las Conchas.
35. Disputó esta nación con admirable
constancia y valor el ten*eno á los fundadores
de Buenos- Aires y forzándoles á abandonar la
empresa y el sitio. Pero habiendo vuelto á
fundar segunda vez la misma ciudad , cuarenta
y cinco años después , otros españoles bien
provistos de caballos , no pudieron resistirles
los Pampas» que aun no los montaban. Enton-
ces se retiraron bacía el Mediodía viviendo de
la caza de tatus, liebres, ciervos, avestruces etc.
Poco después se multiplicaron y estendieron
mucho los caballos silvestres; los Pampas prin-
cipiaron á pillar algunos y á comerlos. Las va-
cas se llevaron mucho después y aun tardaron
en hacerse silvestres ; y como los Pampas es-
taban ya bien surtidos de alimentos con los ca-
— 167 —
ballos y la citada caza silvestre y no mataban
las vacas para comer y ni aun hoy las comen,
sino á los caballos. Asi el ganado vacuno no
encontró dificultad para procrear y estenderse
á lo menos hasta el rio Negro á los cuarenta y
on grados de latitud, y de Levante á Poniente,
desde la mar hasta las faldas orientales de la
cordillera de Chile > habitadas por diferen*'
tes naciones de indios silvestres^ Estos lúe-
gp que vieron aparecer las vacas en su país,
principiaron á comerlas, y a vender las so*
brantes á los famosos araucanos y á otros in-
dios.
36. Aá se apocaron las vacas hacia aque-
Hos logares; la%que restaban, viéndose perse-
goidas, corrieron hacia el Oriente concentran-
dose enel pais que corrían los Pampas, que
no las incomodaban. Los indios , que se ha di-
cho que comían y vendían las vacas , las fueron
sigqiendo haciendo amistad ton los Pampias,
que ya tenian buenos y abundantes caballos.
Entonces todos juntos acopiaban muchos caba-
líos y vacas, y los iban á vender á otros indios
y á los españoles de Chile, pasándolos junto á
la Yillarica destruida, donde k cordillera de
Chile se interrumpe repentinamente dejando
m paso llano y ancho una mill^. Los españoles
de las ciudades de Córdoba , Mendoza y Bue-
QOSrAires también hicieron muchos destrozos
-* 168 -^
en los mismos groados Tacunoi» paca veoder
sus pieles y sebo,
37. Asi se esterrAínaron las vacas silvestic»
de aquellas partes; y como los Pampas y demáa
naciones coligadas las echaban meaos para ooti«*
tinuar el comercio de ellas ^ prínciptaroi^ tules
de la mitad dol siglo áiez y ocho ^ á robaf el gak»
nado vacuno manso. qtie teniaa en sus dehesas
6 estancias los ^^pañoles de. Pueínos* Aires y sa
distrito, No se Umitaban á robar ^ stno quegos-
mabaii las casas (ampesthís y malabaa á los
roñes adultos cooservando las mugeres y
para tratarlos según se dijo en el niim. 10»
38. Con estas hostilidades, lograríkn los ci-
tados indios asolar aquellas campañaa^ jca^
tar no solo el camíao que vaide Bu^nos^^Aíres
al Penif sino también el de carreta^ ifi^'.ibaá
Chile por la VilUirica según dije en elttini« 36«
Fiqalmente pusieron taato miedp ¿la cindfidde
Buenos-Aires y qiie; |a precisaron á ctibrir su
frontera con once lluertes gu^rnec^doi» ide ar-
tilleria y de setecientos veteranos de cabaUeria,
sin contar las miKcja^. Lp misanD hsua hecho las
ciudades de Córdoba. y Mendow^ que padeciai»
lo mismo de psúrte de dichos indios. £s cierto
que en esta guerra intervinieron varias nac¡o«
nes coligadas , pero sien^^e los Pampas eutM^
roa en liga como parte principal, y sn valor
puede colegirse del caso sigoienle; Habiendo
— 169 —
mrpreadtdo á cinco Pampas » los quisieron lie-
tar á España y los embarcaron en un navio de
guerra de setenta y cuatro cañones. Al quinto
día de feliz navegación^ dispuso el capitán sacar-
los del cepo , dándoles libertad de pasearse por
el navio: ellos resolvieron de repente apode*-
rarse del buque matando á toda la tripulación.
Para esto se hizo uno el distraido para acer-
carse á ontabo de escuadra; repentinamente
le pilló el sable y y mató en pocos momentos á
dos pilotos y catorce marineros; pero no pu-
diendo mas se arrojó á la mar. Sus compañeros
hideron lo mismo después de haber intentado
apoderarse de las armas , que la guardia defen*
dio sin dejárselas tomar. Los Padres Jesuitas
principiaron una reducción ú los Pampas cerca
del arroyo Salado, y otra en el cerrito llamado
impropiamente del Volcan, pero nada ade-
lantaron ni existen hoy.
39. Hace como trece años que los Pampas
hideron la paz con los españoles : sin embargo
me siguieron contándome los pasos sin presen-
társeme cnando anduve reconociendo su pais.
Gnopran 6 permutan con los indios de la
costa patagónica y con otros que los caen al
Sor y plomas de avestruz y mantas de pieles; f
de los indios de la cordillera de Chite , gergas
y pondios de lana. Ló dicho y otros artículos
propios f como son bolas, lazos* pieles, sal etc.
33
— no —
lo conducen los Pampas y lo venden ó permo-
tan en Buenos- Aires por dinero y mejor por
aguardiente I azúcar, dulces» yerba del Para-
guay , higos secos» pasas, sombreros, espuelas,
frenos, cuchillos etc. Aunque entre los indios
que hacen este comercio hay muchos^ que no
son Pampas r procuran uniformarse en lo este-
rtor y dicen siempre que lo son : asi no será
estraño si algo de lo que digo po» informes y
por lo que he podido observar en lo que iie
visto en Buenos- Aires, pertenece á otras na-
ciones.
40. To regulo que los Pampas compondrán
unos cuatrocientos guerreros ó familia^: sn idio-
' ma es diferente de todos y puede escribirse om
nuestro alfabeto, pues no le he notado narigai
ni gutural. Me parece ademas que su voz es mas
sonora y entera « y que hablan mas unos- con
otros. Verdad es que también hablan bajo en
k conversación, pero cuando su cacique echa
su arenga al virrey español, habla él mismo, y
mas comunmente el orador que lleva, csfor^
zando mucho la voz, haciendo una corta pansa
á cada tres ó cuatro palabras, y cargándose may
reparablemente en la última silaba, al modo de
los militaren cuando mandan el ejercicio. EMh
geto de tales arengas es asegurar la paz, y pe-
dir que les den el regalo acostumbrado, qne
es al cacique, casaca azul, con vueltas y chi^
— 474 —
eacamadas), y un sombrero y bastón de puño
defdata. Mo quieren camisa^ calzones nicaizado,
porqae dicen que les dan mucha sujeción: á
los demás se les dá aguardiente y alguna friole-
ra. Creo que su estatura pasa á la española^ jl^e
pareceque su totalidad no solo es mas membru-
da que la de todos los demás indios, sino tam-
bién que su cabeza es mas redonda y gruesa, la
cam mías grande y severa, los brazos mas cor-
tos, y el color algo menos obscuro. No se pin-
tan, ni cortan el cabello : los varones levantan
todas las puntas arriba , sujetándolas con una
correa ó cuerda que ciñe la cabeza por la fren-
te. Laa mugeres dividen el pelo en dos parles
¡goales, una en cada costado» haciendo una muy
graesa, larga y apretada coleta con una cinta ó
eerrea, de modo que parece llevan un cuerno
fiebre cada oreja, que cae á lo largo de cada /
braao. No solo se peinan y lavan, y son las mas I {/
aseadas entre aquellas naciones, sino también /'
ne parecen las mas vanas, altivas y menos con-
descendientes.
41. No se pintan las mugeres: usan colla-
res, pendientes y muchas sortijas de poco va-
ler*. Dicen que en sus toldos ó casas uo están
OMy tapadas, pero para entrar en Buenos-Aires
■e ocultan con el poncho sin descubrir el pecho,
ni otra cosa que la cara y manos: las casadas con | ^
isilios ricos .y sus hijos> se adornan mas y con
— «a —
mejores prendas; eoseo ea no pim^a ó
diez ó doce planchas de cobre delgadas, redon-
das de tres á seis pulgadas de diámelro, á ¡gal-
les distancias unas de otras. Las niísinas Uetan
botas de piel muy delgada claveteadas de ta-
chuelas de cobre de cabeza cónica y ancha en
su base como media pulgada* Montan como les
hombres lo mismo que toda india, pero las Pan*
pas ricas llevan las correas d^. la cabezada »del
caballo cubiertas de planchuelas de plata y h)&
estribos y espuelas de este metal. Sus maridos
y padres usan los mismos jaeces de caballo, y
aunque cuando corren el campo van totalme»»
te desnudos^ tienen sombreros, chupa ó chamar*
ra y poncho con que se abrigan cuando haee
frío y cuando entran en Buenos^Aires: ademas
se envuelven la cintura con una gerga que btn
ja hasta la rodilla. En ninguna otra naeíoQ sü-
vestre he notado esta desigualdad en riqoezasy
ni semejante lujo en vestidos y adornos ; peio
creo que en esto son lo mismo los Aucas áknur.
canos y otros que se indicarán en el iidm. 4S.
Quizás se distinguen en lo dícho,^ porque son las
linícas naciones comerciantes.
42. Aunque ios caciques ó capitanes Pam*
pas heredan de su padre este empleo ó digm*
dad, la pierden también si los indios encnenF»
tran otro que les dé pruebas de mayor taiento^
astucia y corage. Por esto suelen hacer lo qm
— 113 —
el mciqíie les prqK)ne rehtivo á sn segwidad^
sm sufrir jamás que exija de ellos servicio ni
tribuid ^uno, ni que 1m mande , reprenda ni
castigue. Cada cacicpe vive aparte con los que
le reeonocen^ y á este conjunto del cacique j
su geoté, Uamaii parcialidad de indios^ aunque a
veces se compone de dos ó mas caciques y sus
gentes. Se separan hasta cincuenta y mas le-^
gnas^los de 1» misma nación; pero se visitan á^.
tanto en tanto^ y se juntan para hacer la guer*-
ra y para lo que es cosa común. Por el nume-^
ro y fiMrma de tos humos que hacen» se avisan
el día y parage donde se han de juntar si hay
enemigos» y en que lugar etc. Para hacer sa
fokb ó casa, clavan en tierra, apartados co*
mo seis palmos y en lánea, tres. |)alos como la
maaeca; el del medio largo como diez palmos,
los otMS menos, y todos con horquilla en la pun-
ta« A distancia de cuatro a seis varas clavan»
otros tres palos idénticos ; de estos a aquelbs
ponen en ks horquillas tres cañas ó palos ho«
rieontales y sobre estos tienden pieles de caba*
Uo: esta es la casa para una familia; pero sí:
tienen, frioi acomodan otras pieles verticales ea
los: costados. Tengo entendido que los casados.
se aman^mas que entre otnas nactones, y que;
manifiestan mas. temara, por sus hijos, aunque
ea nada los instruyen^ y lo^alimentan hasta (p»
ae casim< Forlademas nada cultivan^ trabaíafi^
— 174 —
hilan ni tejen: se casan y se emborrach»» ooeio
los Charrúas,
43. No asan arcos ni flechas, y aunque :d-
gunas relaciones dicen que antiguamente las
usaban, no dudo que se equivocan creyendo qne
eran suyas las de los Guarants que , aJiados con
los Pampas, hicieron la guerra á los eonqiústa-
dores; por que ninguna nación de aqueUbs lia
abandonado sus antiguas costumbres ni su ar-
mamento, no obstante que desde que tien^i
caballos usan la lanza , sin olvidar sos flecba&
Como quiera usaban antiguamente de unaespe»
cié de lanza Ó dardo hecha de palo puntiagudo,
con que herían de cerca , y aun de lejos arro-
jándolo : hoy usan de la lanza á caballo , y tam-
bién de las bolas que usaban sus antepasados.
Esta es una arma tan temible coibo bs tie file»
go y que quizás se adoptaria en Europa si la
conociesen. Es en dos maneras, la una sontres'
piedras redondas eomo el puno, forradas sepa«'
radamehte con piel de vaca ó caballo., y umdas
las tres á un punto ó centro común por cordo-^'
nes de piel gruesos como el dedo , y largos cin-
co palmos. Toman con la mano la una » que es
algo menor, y haciendo girar las dos restantes
sobre la cabeza hasta tomar violencia , despiden
las tres, llevando su caballo á toda carrera, ¿
mas de cien pasos, y matan del golpe!ó he en**
redan en las piernas, cuello ó cuerpo dd hom-
— 178 —
bro 6 anunal sin permitirle eacaape ni defensa.
44. La otra manera de Bolas >. que llaman
Bota perdida- no es mas que una gruesa como
las citadas I pero si son de cobre como las llevan
mochos Pampas, son mucho menores. También
la forran en piel de caballo « pero sale del forro
ana correa ó cordón de cinco palmos cuya pun-
ta toman para hacer girar la bola con violencia
y dar el gdpe mortal sin soltarla^ si el obgeto
está inmediato. Si está de ciento y cincuenta á
doscientos pasos distante sueltan la bda perdi«
da con la violencia que la da el girar del brazo,
y la carrera del caballo. Los Pampas llevan
siempre muchas de unas y otras bolas á la guer-
ra^ y son diestrísimos en manejarlas, por que
diariamente se ejercitan en pillar caballos y
otros animales silvestres. Con ellas, usándolas
AfiOf mataron en una batalla á muchos espa-
Dcdes; entre estos á D. Diego de Mendoza her-
mano del fundador de Buenos Aires, y á otros
noete esfomdos capitanes : yo preferiría man-
dar á «na caballería provista de . Bolas# contra
otra armada de espadas , ó pistolas y corazas.
Atando mechones de paja encendidos alas cuer-
das de las Bolas perdidas, legaron los Pampas
incendiar algunas embarcaciones y muchas ca-
sas cuando se fundó Buenos Aires. Por lo de-
mas su modo de hacer la guerra es como el de
los Chamias descrito en los niiineros 9 y 10,
— ITC —
pero conosa pa» es mas llano, sia bosques, ni
ríos, llenen poco Ingar las emboscadas. En cban*
to á su resuelto valor> d^treza y bUdaosodiNiIiM
nadie les aventaja.
45. Hacía la parte del Poniente de los Pam-
pas viven los Aucas y otras naciones de indios
silvestres , á quienes dan diferentes nombres en
la firontera de la ciudad de Mendoza , las ouaies
vinieron del Occidente á establecerse alli por el
motivo citado en el núm . 36. Ellas han sido la
causa de haberse abandonado el canuno de car-
retas que iba d<^ Buenos Aires á Chile , por que
se han fijado en el mismo camino» Los Ancas
son de una división ó paráaUiad dolos femotoa
Aitáucanos de Chile. To no los he viito bi tam-
poco á las demás citadas naciones^ y asi hablaré
poco de ellas , y esto por noticias agenas ó ffMB
me han dado. Todas son mas diminutas ó mas
que los Pampas errantes, y usan idtomasto-
talmente diferentes. A veces se onen oon dichas
Pampas; juntos han hecho la guerra á Bnenoa
Aires y han esterminado los ganados según se
dijo en los números 35 y ^gpiehtes. Algunas da
esta^jiaciones vana rec<^er la cosecha de man^
— 177 —
canas sÜTestres en las cercanías del río Negro
de la costa patagónica y como treinta ó cuarenta
lagnas al Poniente de donde se le junta el rio
Diamante. Las citadas naciones cultivan poco^
pero crían algunos Tacas, caballos y ovejas: de
su lana tejen gei^as y ponchos y las permnlan
con los Pampas # quienes las llevan á vender en
Buenos Aires. Por lo demás parece que en todo
se asemejan á dichos Pampas y á todos los re-
puto de la clase de indomables , como lo ha he*
cho ver la esperiencia en los Aucas ó Arau-
canos.
46. Entre los cnarenta y un grados de la-*
titody el estrecho de Magallanes , desde la cos-
ta patagónica a la cordillera de Chile y habitan
errantes al Sur de los Pampas , varías naciones^
Hias silvestres que los del numero 35. Algunas,
veces 66 adelantan hacia el Norte, y pasando los
ríos Negro y C(4orado , pennutan sus pieles y
plnoM» de avestruz con los Pampas ^ y también
se han soHdo combinar con dios para hacer
giierra.á Buenos Aires. Lo estrañó es que nin»
gana de bs naciones que habitan al Mediodía
23
4^1 llip de 1^ Pl^<a, ó de }m pmifUU^ y «eis gr^-
dfi» de laütqd , hace ni ha hechd jainás la gaer^
r^y^tjo^ yo sep^i á otr^ siaf^ ih^icamente á loo
f^fqpol^^ .ciando las qj^e habitai) I^ácia pl Nor-
te de) pilf^dQ par^el.o, ei^9 frecaenteiqente y
hw ei^Mo «í^nf ppe djsa^rpzáfidoM upas ^ Qtra^í
y AO es pqr que aqaell^ ^eaa inferiores en e^
tintura y 9rai9S, fuerz^ y taleptp. Aunque «o 1^6
visto ni tratado la9 nadónos de que ahora ha*
blo« n¡ aun qé el nfimerp de ell||9 , pp igppro ,qiie
son bastantes, ni que la^ )iay de puesUa e^tii-
ra, otras menores y otras mayores i lo que coq-
cília las noticias de Ids viageros que han hecho
gigantes á I09 !Pelmelchi§ ó Patagones y con las
de otros que les conceden estatura regular. Se
hace mas admirable esta difei^eocia, sabiendo
que todos viven errantes en la misma llaüora^
cuyas producciones son idénticas. Llegaron á
Buenos Aires dos Patagones iaccHrporados «od
muchos Pamp^y y dice quien los midió ^lei el
mo tenia seis pies y cuatro pulgadas firanoeiw^
y el otro dos pulgadas menos. Oftros que has
tJsto t^astaatesy me dicen que su estatura media
es de seis pjes.
47. Las noticias qqe he podido adquirir^
me persuadan que cada natíion tiene idioma di-
ferente; qup nada cultivan ni lnd>ajaa; que suIh
siiUen de tatiSs^ liebres, ciervos , caballos # gua-
nacos, hurones, yaguares ^ yagneretés, guaza-
-^ 179 —
ros, aguaráchais^ avestruces y t>^r(lices; que
DO crian ovejas ni vacas; que carecen dé leyéS",
juegos y bailes; que se gobiérnaii por la aSaiai-
Mea citada nüm. 20;' qué tret^^év pOcós y cvSéáÁ
menos de los cabaAoft» pOír qué tivén efr ^
con sus cQn^nantcs, y qüé sus cá^^ áon éaásio
las dé los Pampas. Se dífefedciaii de ejstos étt
no conocer desigualdad de riqüeíuis y y eú qué
su vestido se reducé á una ihá¿ta' ca^i cuadrada
de como siete palmos , fói^mandó stf centró tóá
pieles de Aguarachai^ guanaco' 6 fietAré, y el
cohíorno 6 cenefa con las de Taguaras: las p¡n<^
tan mucho de rojo y negro por él lado opUestd
al pelo y y se envuelven óon eltas^ sin usar otrd
vestido ambo|$ sexos.
49. Cuando se descubrió la Aniérica, p6¿
biaban los Guat^is h' costa austiM del ritf dd
lá Plata desdé Bdend^-Alires á' las Cenchas , y
continuaban por la mi^a costn, sin páiter á h
opuesta^ ocupando todas las islas del rio Patóhá
é internándose en el pais unas 16 leguas hasta
li)s veinte y nueve ó tremta grados de latitud.
Desde este paralelo se éstendian por la costa
oriental del dicho Paratiá y en* seguida por la
~ 180 —
misina del río Paraguay hacia los veinte y nn
grados de latitud, sin pasar al Occidente de es-
tos ríos; pero se prolongaban á sol caliente ha»-
ta la mar y ocupaban todo el Brasil, la Cayena
y aun mas. Tenian laoibien pueblos interpola-
dos con los de otras naciones en la provincia de
los Chiquitos, y los Chiriguanás del Perú eran
también Guaranis.
49. Todos los del Brasil fueron cautivados;
la mayor parte vendidos por esclavos , y mez-
clados con los negros de África. La misma
fuerte tuvieron muchos Guaranis libres 6 sil*
yestres^ y los de diez y ocho ó veinte pueblos
reducidos por los españoles, que los portugue-
ses de S. Pablo, llamados anliguamecte JUama^
lucos se llevaron con violencia internándose ea
los paises españoles. Los de la provincia de los
Chiquilos , fiíeron reducidos é interpolados en
los de otras naciones por los españoles, y aun
conservan el nombre de Garaias: los del Para-
guay están reunidos y son cristianos en unos ció*
cuenta pneblos; de modo que no hay mas Gua«
ranis libres que conserven sus costumbres anti^
guas, sino los Chiriguanás y algunos llamados
Coaiguás (montesinos) en el Paraguay.
50. A su tiempo hablaré de los Guaranis
reducidos ó sujetos* y ahora de su nación sil-
vestre. Para esto no me valdré de las descríp*
cíoaes que hace de ellos Alvar Nuñe$, cap. 17,
.— 181 —
«
y 26y porque I9 creo falsa y arbitraria; ni aie
servirán los Qi¡r¡gijis|aás porque jid los conozco:
lo que hablaré será tomado de historias y pa-
peles antiguos» ydk relaciones que me han he-
cho dgunos que han visto á dichos Coaiguas. »
51, La nación Guaram' érala m^s nume«-
rosa y entendida del pais^ pero no teni^ un ge-
fe» ni f9rmaba un cuerpo poh'tico como la me-
gican?; porque cada pueblo era independiente
de lo^ demasp y tenia su nombre particular, co*
mo son en el Paraguay los de Imbeguás, Carar
caras, Timbús, Corondás, Colástines^ Tucagués
Galchaquís^y Quiloazás, Ohomas> Mongolas,
Acaai, Ttatiy Tois, Tarois, Curupaitis, Curu-
miáis, y otros que algunos escritores han ol vi-
rado y creido alguna vez que pertenecian á
naciones diferentes. Asi sucede á Sehimidels ca-
pitvlo 17, llamando JUacuarenda^ á los Quiloar
zas y creyéndolos de diferente nación que los
Tknbüs. £1 nombre mas general de la nación»
fue antiguamente el de Carias y hoy lo son los
Guarams y Tapes.
52. Como si quisiesen ocultar sus pueblos,
todos estaban inmediatos y dentro de grandes
bosques, óá lo largo de rios donde hay siempre
mucho bosque: si estaban en campiñas francas
era cuando distaban mucho de otra nación di-
ferente. Todos cultivaban calabaza, judias, maiz,
maní, batatas y mandioca; comian la mjiel v
frutas síWesfres ; y cazábáfi airea , rnoAos, cat
pibarás, etc. Dé esto subsistían agMgandtf los
de junto á riost el pescado que j^au á fleélia^
zos y cob aúzttélo de palóf ^ífoltó, sirviéndose dé
canoas muy peqtteñats¿ Schimideb cap. 13 , se
las dá con demasiada ponderación liáráás 80 pies,
y en el cap. 23» dice qtie fos Mongoía$ olrtaban
gallinas, gansos y ovejas: óósa qtke no creerá
quien conozca la vida erraMe y díescuidkitb de
los indios silvestres, ni quién sepa que n6 h^
tienen hoy ni las hubo en América hasta que
las llevaron de Europa. Rui Diaz lib. í, cap; 5,
escribe que los Chiríguañás comieron k caiUe
de sus enemigos mientras conquistaron ; pero
como esta conquista é¿ una fábula, digo lo mb-
mó dé comer carne humana.
53. El idioma Giiarám' es diferettte de todos
y pasa por el mas abtítidanfe, aunque le fiíiltan
muchas palabras pnés Sólo cuenta hasta cua*
tro. El' padre frándiscaúo fray Luis Tolanos; íih
ventó acentos sencillos pai^a espresar escribien-
do lo que tiene de nasal y gutural; tradujo al
guaraní nuestro catécisiüo* "f compuso el dic-
cionario y gramática qtie* los' padt^ |esul^
¡üiprimieron. Elgutirataf eá idióriía nitay di6ca^,
pet^ útií para cotnunrcitf cóá h& deinas íuíd6^
nes silvestres; porque muchas dfeest^tí tltoedaF-
gunos cautivos Gnaranís.
5f . Cádapueblb sé dirige por mitk a&ambltA
— 1«3 -5?
a4j[^^^M?ci ^ ^ptámen 4^1 cacique^ s¡ este es re<*
p^l9<l9 por SjE^gaz y várente. 1^1 can cazgo es
qiMi effp^cie 4e digDÍ(}a(Í l^eredi^uria co|no núes-
tFfl9 may^raz^of^ perp piuy singular porque pl
qq(0 19\ pos^ qd dií^e de Iqs demás inidios isu
<;;|S9« Tj^M^py ni iusiguia; ni eiije tributo^ ries-
petOj aerrioipy ni st^rdinaciopí y se té preci*
^dp á Jiacer lo que todos para Yitir, Tampoco
nifioda en Isi l^fra^ y ^i es tonto le dejan y to«
man píPQ, Ayn/gue di^ S<;hiin¡dels cap. t3i que
1m jSuaranjs spn ^Itp^ y grandes, y Rui Díaz, .
lib. % cfip. 0, qnp los Timbüs eran agiganta- / J
dpSi 4|nbos autores se equiyocan» puesto que en ^
esto 1^ j^dieron diferenciarse los pueblos de
que V^bl^n d^ i'^tp 4? su nacioni cuya e^tatu-
n ^sgnramei^te es mas de do^ pulgacf^s inferipr
4 la española. Tapn^ién encuentro su totalidad
teas camo^y de color mas rojizo y ipenos pbs*
euro que en mis depias qacionei^; pon sem)[)Ian«
(e ji^fyío^ tristjs y t^n abatido, que qo mir^n
al ol^eto ppi) quien h ?blai^ ni la cara del que
)e# pMra: uo se arrancap las pejas y pei^tfiñas^ y
fugónos varpoes tieqen p^los* auqque pocos eq
la balita y cuierpO'
55. Schimidjels cap. 43) 4ÍP? d? PB ppeblo
guaraní , qoe )os yaroi^es ^pit^ijti^ ep 1^ n^ri^
^strelliuis de piedra bjaocii ¿ ju^pl ; ep. <ei (¡iip, 1 ft
^e Uefaban piedrezaelas cerca de 1a nariz , y
— 184 —
en el cap. 17 qoe las llevan junto á la nam.
Rui Díaz Kb! f, cap. 4-, poneá los mismos miar
ptedrecilfa azul ó verde en cada falda de ia na- .
ríz. Pero yo no les creo fundado en la ambi*
guedad con que se esplican , en que no advir-
tieron tal adorno en otros mtrchos jiueblos
guaranís que vieron nf le osan hoy los gt^áranís
silvestres , y en que no he visto mas bien dudo
haya tales piedras por alli. Aunque nadie haya
dicho que tuviesen por insignia viril eF Barbote
citado ndm. 13, yo creo qne lá usaban; por
que lo usan los hoy silvestres ; y es de goma
transparente» largo medio palmo , del groeao^
nna pluma de escribir , con una traviesa ó mu-
letilla en la cabeza para que no se salga del agu-
jero del labio. Hoy usan los varones una co-
rona en la cabeza al modo que nuestros clé-
rigos , pero mucho mayor; no llevan gorro ni
sombrero y van totalmente desnudos.
56. Me dicen que las mugeres de algunos
pueblos silvestres no hilan, y que las de otros
hilan y tejen del modo que se dirá en el mi-
mero 1 12. Añaden que aquellas no usan mas
Yestidos que una piel ü otra cosa en la cintura,
y los varones un equivalente : que las segundas
se visten según se dirá nüm. 11 2, y lo mismo
los varones. Ninguno corta ni ata el <^abello ni
lleva sortijas ni adornos ; pero al bajar la pri-
mera menstruación, se hacen multitud de lí-
— i8» —
ile.'vi 0bfi€iiPtis indelebles, del modo que dije en
el QiiiH^ 1 3 / qud bajan verticalnieo le desde el
cübellp ^Ij^riaoqtQ que pasa por lo inferior de
la DBria ; yo pteo que á esto llama heridas en la
cartt Sohirdídeb oap. t3< En los campos de Caá-
zapa ]f Tuti: se suelen encontrar enterradas tina*
j{|s d^ huno cop residuos de guaranís muertos;,
per^ potas y aipartadas. Ignoro lo que en esto
liarán hfl^' y si pf^ctican los duelos de otros
¡i»d¡o$< ; , :
» ; 57^ / Qay. quieQ asegura qué sus huesos en
los cementerios se convierten en polro mucho
a«tf^X{Qd los de Buropa, y que vivos nadan na«
tUrj9lfll^lAe ix>m0 los cuadrúpedos. No son ce-i . .
losOí;^ y teqaosiqub entregaban con gusto sus. Y^
l^ljas.y piUgeresá Jos españoles, ni tienen lafe^
cundid^d ; de estos, pues habiend9 e:s(am¡nado
moelíos.jtodronj^s . d justas de pueblos antiguos
^'iQoderriaa^^.pwOf .ban correspoodídQ sino ¿
tres y fueidjo ¿cualro. por faoiVia inclusos los
pádlres^: no 4}b^a^|e! de no haber no celibato ó
uní viiudp mucho . tíepipo. Cotejando los sexos,
be advertido que á catói'ce mugeres correspon*
den'lrecfe lidmhres» y cuando se «redujerpn lo»
d6lpftiebk>;dQ.'^q»p€i9 las do|» terceras partes /
éranítmugareti. ^stas tienen ipno^ í^biQS grandes ' ^^
y abttltadbB .€on/fe^^4 , .. y .,, ,. . •, ,
r. 5S,i; £sAOY pensMñ4ídQí ele qQe todo k) dicho
m% €d;iittmera;preeedept^^cQpvidne;4. todas mif
— 186 —
naciones de indios. También se asemejan i
ellas los guaranis en tener sus individuos roas
igualados que los españoles, sin pecar en gor-
dos ni en flacos con esceso , y sin haber uno
defectuoso, ni ciego, ni sordo; los ojos peque-
nos no muy abiertos, muy relucientes, negros
y jamás de otro color; la vista y oido doblemen'
t<e perspicaz que nosotros ; los dientes blancos»
bien puestos , y sin doler ni caerse jamás ; el
cabello tupido» grueso, lai^o, negro, lacio, nun-
ca de otro color ni crespo, muy arraigado; la
mano y píe pequeños.
59. ignalitiehte se asemejan á todos en no
barrer las casas ó tiendas, ni lavar el vestido
Ai las manos y cara; en oler mal; en el semblan*
te severo que no mauifíesta las pasiones «M
ánimoñíse'rié^ enla voz nunca gruesa nísbno^
ra, en Hablar MJo y po¿o> en ser todos igiui-^
les, ni s¿r?in^=**waíáwro», íú conocer atniMad
^nictílarf'tert'fe^^ffiáldad'deísus galanteos y
éasamienío(s'tífescrl(os en el núm^ 18; en no¿ri«
• • • • .
tar y queja íse^ eúlos dolores; en decidir I»
partes sus diferencias del modo dicho nüméto
20, y en no'ínátruir ni prohibir nada á los hijos.
60». Los guaranis no hac^ nías guerra qoe
la inevitable y algntaa sorpresa» con macanas 4S
garrotes de una vara con porra en el e^tremo^
y con flechas de sietf cuartas con lengQetas
de palo duro. El artioxuasí no tiene curvaturas
— 187 —
es^raeso enmedio como la muñeca ^ y dismi-
nuye para que sus agudas puntas sirvan de
lanza. No le violentan sino cuando han de dis-
parar. Entonces atan la cuerda de Grme á las
puntas que llevaban arrolladas á la una y apo-
yándolo en tierra verlicalmente estriban en él,
con el pié le violentan cuanto pueden , y dispa-
ran la flecha casi tan lejos como un fusil ]^
bala, aunque la puntería es incierta, y el aire
la desvia. No llevan carcaz# y también usan
otro arco menor con que despiden bolas de ap-
cilla endurecidas para matar pájaros.
61. La pusilanimidad es el carácter que
mas resplandece y distingue los guaranís de las
otras naciones. Temen aquel|ps tanto á estos,
que dudo se atrevan diez ó doce contra uno;
y la esperiencia en aquellos países ha hecho
ver que estos guaranís son los únicos que se
kan sometido. Todos los del Brasil y del Rio de
la Plata quedaron subyugados á la primera apa- ¿/
ricion de los europeos , y todos nuestros pue*
blos de indios alli son de su nación. Pero nin-
gún europeo ha podido someter á las demás na-
ciones, aunque son muy diminutas, según se ha
visto y veremos. Lo mismo se observa en Mé-
jico y en el Perii. En poco tiempo dominaron
los españoles á todos los vasallos del Inca y de
Motezuma ; pero queriendo estender sus conr
quistas fuera de los límites de estos dos impe*-
ríos, eocoDtrarofi otras nackmes tan diBwiotas
y silvestres como las que describo , á quienes no
pudieron domar# ni se ha podido hasta hoj« £s
cosa admirable y aun increíble sino se YÍese,
que las naciones Mejicana, Perulera , y Guaran
ni hayan sido las únicas dominadas en Aomr^
ca » siendo como son las ükitcas enorniementft
estendtdas é incomparablemente mas numeroi-
sas que las que no han querido dejarse dominar.
Vendría bien h^cer aqui un cotejo de las nacior
nes de Méjico y el Perú con la guaram'ylas cm^
les , aunque muy diferentes en idioma y en ci^
vilizacion , se han de parecer en otras cosas,
cuando se asemejan tanto en la pusilanimidad
y poco espíritu, ^pto no habiendo yo visto roas
que unos pocos momentos á tres indios pende»
ros# solo puedo decir que me pareció su asta^
tura menos, rollisa y algo inferior á la guaraní,
su cara menos obscura y cuadrada , mas dea»
pejada , descamada y estrecha en la parte ¡a»
ferior.
aai^a^o ^^i^t®^
62. Habita esta nación , ^ti^ los fifiebloa
de S. Ángel y S. lavier, léi hús^éB ^pM liay
en la costa oriental del rio Urügúyy esteaéiáii*
— 189 —
éom i biihenos hasta fes ^7 ¡gruáM y iBÍedto é^
Ifttitnd^ 1^ tíh:pfisai» al occideiAe. del mismo rió.
63.' Los guaraaís de las Mirones ó pueblos
del Uruguay^ tieii^ terror ipántcd i los topis,
ponfoe les káo muerto m»dho6 en log benifi^iói
de yerba del Paraguay yieaidando de k>s- ga^
fiad¿Sy y por qt^ Umibieii iiaii sorp|*etidído y
mnerto algunos demarcadores db limita. No
los he visto , pero en los citados pneblbs me w*
formaron <|iie los tupís ecan tan errantes, que
no tenían; domkíKo y «i dormian dos noches ea
el mismo sitio; que no tenían idioma y ahu*
liaban como los perros; por que su labio mfmor
estaba cortado en dos mitades por mi tajo irer«
«ical; que eomian cánie humana; y qoe ha*
hiendo piUado á dos, murieron en ios pueblos
sin qnerer comer ni bi^r. Un manuscrito que
Im dti un jesuha, copiaba mucbó de lo diclio,
añadiendo qiie viven enjaulas que hacen en lo
alto de ktt arboléis.
64. Yo ci^eo que el miedo ha inventado
estas nMicias; lo cierto es que en enero de
1800 salieron del bosque .como doscientos tUr
|w , y atravesando á vado él rió Uruguay , que
á la saaon estadía muy bago,tpor nn arrecife
eaire los pueblos de Concepción ysantaMaria
Ja mayor ji sdbieréhi á. la kmáda de Mártires. Oe
dtti ab «dingivíon alMcotedoce l^as , y des»
Mrojfewlti nú IptooUo'^iflicipiada ^ú\M^ñrmh
— i90 —
matando á muchas y sígaieron y se internaron
en los bosques. Alarmados los pueblos vecinos
siguieron de lejos á los tupís y pillaron algunos
muchachos estraviados # que se f ugarcm lu^^
por el descuido que hubo en guardarlos; menos
una muger de unos diez y ocho años y otra de
doce, que permanecieron un mes en casa del ad-
ministrador del pueblo de Concepción • y se es«
caparon también al bosque.
65. Se^n me informó dicho administrador*
sus huéspedas se bañaban con frecuencia ^ bai-
laban alguna vez solas ^ y buscaban cada una un
guaraní para dormir, enfureciéndose contra
quien intentaba estorbarlo. Su idioma pareció
diferente á todos sin nasal ni gutural : segnn se
pudo comprender , los tupis tienen pueblos y
las casas cubiertas con ojas y esteras de palma;
cultivan los frutos y raices del pais^deqoe
viven y de la caza, miel y frotas silvestres; ai
pan de maiz y de mandioca llaman Ente ; los
varones no se pintan y van totalmente desoa»
dos y aunque muchos tienen para el frió ana
camiseta muy corta>, estrecha sin mangas m
cuello, tejida del Caraguatá porj^^s mugeres;
estas envuelven la cintura con una* manta ó pe«
dazo de la misma tela, las mismas llevan al cae»
lio sartas de lentejuelas hechas de Conchitas^
ambos sexos no se arrancan cejas ni pestañas^
cortando el cabello á la altura del hombro y el
— 191 -«
de delante á inedia frente. Sa estacara es algo
mas alta que la guaraní > el colorínas claro/
el semblante mas despejado y alegre , y las fac**
cienes mejores. Parece que bacen la guerra á
toda nación, quitando la vida i todos los sexos
y edades. He vbto sus armas que son el gar-
rote y flechas descritas en el mim. 60 ; y he
tenido unos cestos perfectamente tejidos de
caña en que meten la fruta y lo que encuentran^
y los llevan suspendidos de una cuerda que
ciñe la frente.
*
66.' Son muy difidentes - db'los que' en et
Pkragnay llevan esteinombr^ siendo' güiiránís.
Habitan! los bosques drientalés at rió ^tb^hf
desde el rio-Gttairai parqel NorieJ'y ^íMibién
los oriéntales desvio Paraná mucho mas arHba
dd pudilo de Ccn^pm. PkiMeeqúe sus jpuebiós son
muy* peqnefios é indepeiflídientes unos de otros.
Difieren de todos en el idioma ;i*eb habWaFtíry
a^Ka y désentonadamentef , enisu' c6loy mtiy ho^
tablemenle ¿saaclaro ; i^nd semUanie mas alé*
greyádlivo^yen que a%uiios tienen ojod ákulés:
neataítuta pecaalgo en descamada « bien pro-
porcionada M sin ceder á la española. No líenetl
b^iiía, y.fQM^^Ri^iilMxtéjaáj péstafias. Soá
p^jEjíQqo» f «ot&caliñdsos íOOjdJm iestrailgerasv
A l0^ ytfroiie». se! \e$ otm'papfí en braaM.y m«s«
los inqoha& (¡oatridea> que creb sean rtaultasdé
Io$ duel<>s; y fiesta^ /setnejaiités; . á . las de los
Charrüas 4el núra. S^, T da otras nafctonei. Lo9
mismos ^ütn^nil/ii .(rmle^cm^wstii meédíí^dtr fi»ñ
mp^ tejida ^oa btlo ;de,|CiiM8gat4jifliend6 loa
r9¡ja^ ja»,qu6::^ai vapnedHihu' pfino.riYan lolal«
iD^i)t9:d(^qu4PS|( y> WíédÉ^rpsieubceaia oin'<
tura con un trapo tejido de dicluyiicaragtaatí^
Parece que temen pasar ríos grandes , y se ase-
mejan á los tupís en I^s ^rn^as , fin .las. habita-
ciones , en -ser argrtetlhbres , "y ^fi tfó tener ani-
males domésticos.
67. Cuando la conquista se hallaba esta
f^QJqa,. QompJlis 409i prdtíedaQtos/cíiicuDikda
^ igi^P!ani$'«^:lfi pr<iiYJiMÍaid6 Ytati ónomaptü
4f¡(^edr^ hfk fedttgeroni ;loa ei{mñoles fQnnliiÍ4
4p :<lf^.:flP^/Up pp«^l<>)q}»9:fMQ asaltado y Aeatná**
da pfflf ipfi . peWwgí C6(W ^ 5te
a]iBra$f^y;VieiuJU4^ Bmsojloá
haca ,go^rrerttP;y.:W;4» nomUi*a g(l«aii^# .co«
njior ;l9,]i|z0 «|QjD:<Mraií:óic¡€aiea::pero!6e9Qa.M
quj9 (Ifl^unoQ deJarelactoa ib¡ama.:dei;qiieib8
C0iiqníS(^y,pa$4hfiil ^ qujiitedtaftdbiaa^B cda^
tro ppeblos :., vívi^Q; )da Jb. agricultura lAA país:
eran trfipqiHkMs y aibables, y^ nsabanr idkmia
prQ^i9. i::
« í •
I . I
n«.
— 19S —
68. Ignoraría hasta el nombre de esta na-
ción, si los indios Albayas que la han \istO9 no
me dijesen^ que habita dos jornadas al Levante
de los campos de Jerez, como por los 21 gra-
dos de latitud, en cuevas subterráneas; que son
pocas familias» totalmente desnudos y con idio*-
ma diferente de todos; que cultivan las semillas
del pais y que se parecen a los guaranís en la
estatura, color y pusilanimidad, aunque defien-
den la entrada de sus casas con las flechas del
fiümero 60.
69. Este nombre les dan las relaciones an-
tiguas» aunque es muy frecuente llamarlos hoy
Guuchies. Siempre han vivido en unos lugares
bajos y pantanosos inmediatos á las albercas
donde principia el rioGuasarapó óGuachic que
entra por el Este en el del Paraguay en los del
i9^ 16^ 30^' de latitud. Su domicilio no puede
reconocerse 9¡na entrando por el mismo rio
Crua^rapd^por donde elloís bajan en canoas
iguales á las de los Pajaguas hasta el río Pará-
is
— 194 —
gaay y laégo por este buscan á los indios Alba-
yas , de quien son y hdn Sido siempre tan ínti-
roos amigos, como que hacen juntos la guerra
a los NinaquíquilaSy á nuestros pueblos de Chi-
quitos y a otros; y aun suelen los de la ima na-
ción casarse con las mugeres de la otra. Asi es
que estando juntos , no se diferencian en el co^
lór* ni en la estatura que será de cinco pies y
ocho pulgadas, ni eñ la elegancia de. sus for^^
mas; ni en raparse él pelo casi á navaja, ni en
el valor y soberbia , ni en llevar la cabeza sis
gorro ni sombrero: su idioma es diferente étf
todos.
70, Parece que toda la nación no llega i
setenta guerrero?, que no cazan ni cultivan j
qoe subsisten del arroz silvestre de sus lagunas^
pescando á flechazos y con anzuelos de palo y
fierro, comprándolos á los españoles por mana
de los Albayas. £stos aseguran que hombres y
mugeres Guasarapos van totalmente desnudos;
pero vemos que algunos tienen una manta ad-
quirida en la guerra ó comprada á los Albayas^
á quien se parecen también en no tener barbas,
en arrancarse las cejas y pestañas^ y en usar el
Barbote del niini. 13. En la guerra usan el gar-
rote sin porra como los Albáyas, y las flechas de(
numero 60, y sólo conservan las mugeres y ni^
nos como dige numero 10, de los que tienen al-
gunos.
— «6 —
71. Han vivido siempre estos indios dentro
de una laguna al Occidente del rio Paraguay^
con quien comunica en los 19® 12^ de latitud,
y algunos escritores los han equivocado con los
Guasarapós. Jamas salen de su laguna, y la na*
▼egan en canoas jumamente pequeñas dos in-
dividuos en cada una ; perq luego que descu-
bren que alguno les mira, se ocultan entre los
juncos y espadañas; de modo que nunca han
tratado con indio ni español, ni se han deja-
do observar de cerca. Se presume que no He*
gai^ á treinta fapoilias con idioma diferente de
todos.
72. Yivia esta nación cuando la descubrie-;
ron los españole^ , en la falda oriental 4^ I^
sierra de Santa Luci^ ó S. Femando, pegada á
la orilla occidental del rio Paraguay y en la costa
de las lagunas Maniore, Tatbá y otras que co-
munican con dicho rio, desde el paralelo de 1 9
grados hasta la isla que hay cerca de la boca.
del rio Janrii que también ocupaban. Alvar Nu-
¿ez cautivó la mayor parle de esta nación, y
— 196 —
por fuerza la llevó á la Asunción, donde fué
partida en encomiendas y confundida con k»
guaraiiís. Los pocos que se escaparon á Alvar
Nunezy. viven en la falda de la citada sierra y
orilla 4^1 i^ip inmediato en ca$as cubiertas con
esteras de juncos. Los Albayas les llaman Agm^
tequedichagasi y Alvar Nuñez cap. 3% 53, 54,
55, y 68f les dá muchos nombres. Lo mismo
hace Schimidels cap. 32, 34 y 35, y todos per-
tenecen á sus diferentes pueblos. Pescaban y
pescan sii^ tener canoas* y subsistían principal-
mente de la agricultura; pero nó tenían las ga-*
Hiñas que dice Alvar Nuñez, ni las almendras,
uvas, etc. que les da Rui Diaz lib. 2, cap. 2.
. Schimidels cap. 32, cuenta que las mugeres se
cubrian de la cintura á la rodilla, y en el capí-
tulo 34, que eran hermosas y totalmente dei^
Í nudas. Los Albayas dicen que ambos sexos van
desnudos del todo» y que los varones usan Bar*
bote; pero Schimidels lo hace también llevar á
las mugeres, y dice que es de cristal azul deán
dedo. Alvar Nuñez dá á los dos sexos las ore*
jas que diré de los Lasguas nüm. 128; y Sdu*
midels viene á decir lo mismo de los varones:
pero los Albayas solo agrandan las orejas délas
mugeres y cuelgan de las de los varones piedras
de varios colores» y se las engastan en la nariz.
Estas variedades pueden venir de la diferencia
de pueblos; mas no puede creerse lo que dice
— 497 —
Alvar NañeZ; que se anudaban las orejas al co-
gote. Los citados Albayas dan á los Orejones
mayor estatura que á los Gnaranís, aunque el
mismo color. Les niegan la barba, les dan idio-
ma propio y desconocido, con flechas y garro-
tes solo para defenderse .
MOMO aiiii|iii^iiiaia6%
73. Asi los llaman los Albayas: creo son los
Potererog de Chiquitos y los Simanas^ Barcenos
y Laíkanos de Schimidels cap. 45. Habitan un
bosque que principia por ios 19 grados de lati-
tud, separado algunas leguas del rio Paraguay,
y divide el Chaco de la provincia de los Chi-
quitos. Tiene la nación muchos pueblos^ inde-
pendientes unos de otros; los mas australes es-
tan en amistad con los Albayas, y los demás en
guerra con flechas y garrotes» limitándose á la
defensiva: subsisten de la agricultura y no co-
nocen animal doméstico. No tienen barbas^ ni
cortan el cabelb, ni se arrancan cejas ni pes-
tañas. En su estatura, color, cabello y formas
son como los Guaranís: su idioma propio y des-
conocido: las mugeres se envuelven en mantas
que tejen del Caraguatá, y adornan la garganta
con sartas de judias de lindos colores. Los va-
— 198 —
roñes adoniaa la cabeza con coroqasde plunoas»
y aunque lo común sea ir desdados, ms^ de dn*
chas mantas para caando tíenen frió.
74. Los españoles les dan este nombre; los
indios Lenguas el de Apianche^ los Enima^ el
de Chañe y los Machicuis el de Sologm. Lob úl-
timos dividen la nadon Gqaná en ocho parda*
lidades ó pueblos principales don los nombres
de Layana^ Ethelenae^ ó QmnüftUnaOyChabara^
ná ó Choroaná ó Ecfaoaladt , Caiñacano ó NigD-
tesibué y Ynmaenó Tay y Tamoco ; casi <»da na»
cíon de sus confinantes , divide los Guanas «i
mas ó menos trozos , dando á cada uno su iiom«-
bre diferente , como sucede también á Schími-
deis cap. 14 y 45, y á otros autores. La con*
fusión y variedad de nombres , puede ocaaioaar
el que los no impuestos en ellos los crean dife-
rentes naciones multiplicándolas , y también el
que crean haberse esterminado las mencionadas
por los escritores y que np se encuentran hoy.
75. Cuando arribaron los primeros españo-
les f vivian los Guauás entre los paralelos de SO
y 22 grados en el Chaco ó al Occidente del rio
Paraguay 9 y no pasaron, este río hasta el aSo
— i99 —
1673. Ldft españoles lo^ dividen en seis parcia-
lidades p t¡ue se gobiernan sin dependencia unas
dé otras por la asamblea citada nüm. 54^ y cada
ima tiene uno 6 mas caciques , ique en todo son
toitto dige en dicho numeró. Tienen la costutan-
bré dé que él primogénito del cacique , sea re-
putado por cacique, viviendo el padre « dé todos
los que naeen idgnüas lunas áhtes y después
4ue éi.
76. Lá paí'cialidad llaínada Laiana 6 Egua^
caachtgo^ que nuiíiel'a conlo i 800 almas ^ habi-
ta hoy el sitió llamado Lima , pasó al Norte del
rió Jejui que vierte en el del t^aragúay por el
Este en los 24^ 1* de latitud. La parcialidad Echo^
atadíó Chabarahá que tendrá unas 2000 almas^
8b estableció en 1797 , en las tierras del phéblo
de Caázapa por los 2G^ 1 1< de latitud. La Eifúi^
niquinao que sei^á de 600 , ésta dividida vivieb^
dá pai'te en él parálelo de 21^ 16^ al Occidente
del rio Paraguay , distando de él ocho legttás , y
el restó incorporado con los Albayas^
77. La Eíhdétía coliípóndrá como 3000 in-
dividuos ^ parte de los cuales está al Pbniente
del rio Paraguay cerba de los Equibiquinaos , y
los demás al Levaíité del mismo rio pot* loé 2t
grados dé latitud en miá sferrezuela llaitaaVlá por
ellos Echatiyá. La Nü¡uictíétemia , que tendrá
chorno 300 almas con tres caciques , está por los
31' 32' de latitud al Poniente del citado rio
— íua —
dividida en cuatro pueblos. La última es la
Echoraaná que cuenta con 600 individuos^ está
incorporada con los Aibayas bajo los 21 grados«
en unas lomadas al Este del río Paraguay;
78. Las casas de cada uno de sus pueblos,
forman una plaza cuadrada, y^ el plano topo-
gráfico de cada casa , se encierra en dos líneas
paralelas largas veinte varas, distantes diez,
uniendo sus estremos con un semicírculo en cada
lado. £n ambas paralelas clavan varas y las en-
corvan, y añadiendo otras bien atadas á sus
puntas, llegan á formar arcos á un palmo nnos
de otros y verticales. A ellos atan á la misma
distancia varas horizontales que con los arcos,
forman un enrejado. Luego cubren el todo con
paja larga bien atada á las varas, quedando
una bóveda cilindrica áe una a otra paralela,
que cierran por los costados con bóvedas cóni-
cas hechas con varas y paja unidas á la cilin-
drica.
79. No hay mas pared que el grueso de I^
bóveda, ni mas agujero que la puerta; sirve la
casa para doce familias y que se acomodan sin
mamparas ni divisiones. No duermen en el sue-
lo sobre pieles como las demás naciones , sino
en camas. Las hacen clavando en tierra cuatro
estacas con sus orqoiUas , en las que aBanzan
cuatro palos horizontales» que forman un basti-
dor , sobre el cual ponen varas delgadas, luego
— Mi —
píeles y encima paja. Difieren de las demás
naciones , én que diariamente barren sus ca^as,
y en el idioma muy gutural nasal y dificiL
80/ Regulo su estatura media en cinco pies
y tres pulgadas francesas, aunque sus individuos
no me parecen tan iguales como en las demás
naciones. Tienen de común con ellas, no tener
barba. También se les asemejan en no reir á
carcajadas» en lo flemático de sus procedimien-
tos , en lo dicho en íos números 57, 58 y 59j y
en no usar luz artificial, ni tener juegos, bailes,
cantares ni instrumentos músicos.
81* Reciben, alojan y dan de comer á los
pasageros algunos dias , acompañándolos basta
el pueblo inmediato. Son menos silvestres que
las demás naciones; hablan mas unos con otros
y á veces forman tertulias. Poseen muy pocos
caballos , vacas y ovejas , y subsisten principal-
mente de la ¡agricultura del pais. Se arrancan
las cejas y pestañas, llevan los varones el Bar-
bote del nüm. 13, cortan el cabello á media fren-
te; se afeitan una grande media luna sobre
cada oreja ; el pelo restante crece y cae natu-
ralmente. Algunos se rapan la mitad anterior
de la cabeza , y otros toda , dejando un mechón
en lo alto. Los varones que han estado largas
temporadas con los españoles, visten como es-
tos, pero ios demás lo hacen como los Paiaguas»
y li ínisúio las mugercs según se dirá en el nünu
26
íli y 'j^tÁnáúse el cuerpo del ikiiismo modo.
82. El matrimonio lo Verifican sin otra ce-
remonia que iiacer üq regálito el novio ¿ la no-
via j jf^récédiendo pedirla á los padr^ que cod*
tienen fácilmente » pues no conocen desigifiíl-'
dad de clases ni de fortuna. Antes de todo es-
tipula él preteiícfiente con la novia , en preiMih
cia de sos padres y parientes, el género de vida
cotaiaUy y las obligaciones de cada contrayente,
pot que no son las mismas en todos los ntatri-
ifioñiós y dependiendo mucho del caprldio de
las mngeres. Regularmente recae, Bobre si la
ibúger liá de htlát' y t^er una manta a) marido;
si ile ha de ayudar y en qué tértnihcRS á cultivar
la tierra ; si ella lia de traer ó no la leña y él
ágíiá, si lo ha de guisar todo ó soto las legtímbres;
Á él maridó ha de tener imá 'sola milger y la
müger muchos maridos : en este caso, de cuan-
tas noches ó dias estarán juntos: jfinalmcttte
cdQtratan hasta las cosas mas mínimas qoe
pueden ocurrir. Apésar de tales contratos , no
contraviene en pena él que Salla á ellos, ni por
6so deja de ser el repudio ó separación tan li*
bres como todas las cosas , y a\in mas frecuente
éú esta nadon que én nídgütia, casi siempre
^3casionado por las mugeres.
"83. El motivo de esto es, ser muchos mas
ios varones que las mugeres ; no por disposición
éb la tikltilraleza , sino por que las madreb eoi^
wmn» i sw l|ijo4 varones , y eq^arr^p ^yju(
Ui9go que las hap pariclo á muchas 4^ s^i^ bij^.
Nq todas las madres practica q esta barb^rídl^^
y Ins qae )o hacen no es cpn todas las hij^is^
sino 0041 la mitad poco mas ó píenos. Ts^^ibiei)
|ii8 hay que enti^rran algunos varones , perp
con el cuidado de conservar fqucbos mas liijos
que hijas, para que asi sean estas mas felices y
bqscadas según dicen las iqadres.
8i. Efectivamente las mugeres guanas sop
mas apreciadas 9 lin^pias y altivas: se casap f
(I Io6 npeve años^ dan la ley en los contratos ip^«
trjinoqialeSy y aqu usan algunas coqu^t^pas.
Lqsí varoqes se casan mas tarde » no sqn t^il
puercos, se adornap y pintan algo mas que eii
If)s otra^ nacjppes. Pasan por sodornítas; es fre-
Cliente robarse las miigeire^ y encaparse cqp.
pIUs; apalean los maridos al adultero , no á 1^
fidültera* La ppligapiia dura poco, y no es tan
frecuente cofpo parece de|^eria ser.
95. Al arribo de los primeros españoles^
i}i^p, como hoy, xpln^tariamente porciones
gralides de guan48 á jpcorpprarsp cpn los al-
bdijas, para cultivarles la tierra" y servirles en
Irer leña, guisar» armar Iqs toldos ó c^&fíñ,
cuidar de los caballos, y en lo que les mandan,
8Ía 938 estipendio que la comida. Por esto los
albaias les llaman sus esclavos; pero esta su-
jeción la dejan los guanas cuando lea (^á 1^
/
— 204 —
gana sin oposición de los albaias; estos les
mandan pocas cosas» nunca con imperio ni pre-
cisión , y dividen con los guanas cuanta tíeoen
sin esceptuar á sus mugeres. To he visto qu(
un albaia quería abrigarse con su manta» y
viendo que se abrigaba €on ella su esclavo^
ni aun le insinuó que la quería.
86. También van al Paraguay con mucha
frecuencia cuadrillas de cincuenta y cien gpa-
nás; sin llevar muchachos y casi siempre «tín
mugeres; ya porque estas escasean, y ya porque
no quieren viajar sino en buen cabaUo y con
otras comodidades que pocos maridos tieoeo.
Dejan en depósito todas sus armas en la casa
del primer alcalde español que encuentran; al«
quitan sus brazos para la agricultura á los espa-
ñolesy y aun para servir de marineros en los
barcos que van á Buenos- Aires. Trabajan con
flema , y para que no los ostiguen , prefieren
ajustar lo que han de hacer por un tanto. Al-
gunos hacen su casa, cultivando por su coenta,
y a veces se hacen cristianos casándose can al-
guna negra ó india guaraní de las que hay ea
las casas españolas. Si no viesen la eaclavitnd
en que tiene á los guaranís de nuestros pueblos
su gobierno en comunidad, los guanas se espa-
ñolizarían luego con mucha utilidad. Por lo co-
mún al cabo de un año ó dos, se retiran á su
pais las cuadrillas de guanas tomando al paso
SUS armas, Uevahdo el producto de sn trabajo
en vestidos y herramientas. Si lardan mas en
regresar, va á persuadirles la vuelta algún in-
dio acreditada de su puelilo» y se van con él.
87. Los médicos de los guanas son algunas
mugeres viejas, que les curan como se dijo nú-
mero 21. Entierran á los muertos á la puerta
de su casa, y los llora la familia. Jamas hacen
otra guerra que la defensiva con flechas y gar<-
irotes; pero se defienden con valor, y matan á
todo varón adulto , conservando las mugeres
7 muchachos, dándoles el destino (ficho en el nu-
mero 10« 1^
88. Aunque nada enseñan ni prohiben á los
hijos^ ni estos hacen nada hdsta casarse forman-
do familia aparte, les dan alguna vez algún bo-
fetoh para contener sus impertitaencias. A la
edad de unos ocho años, hacen los muchachos
una 'fiesta que no repiten los mismos sino otros
los años sucesivos. Consiste en irse juntos de
madrugada al campo, y volver, sin haber comi-
Vlo ni bebido, en procesión silenciosa al pueblo.
AIK las madres y demás mugeres les calientan
la espalda en una hoguera, y las viejas con un
'hueso puntiagudo les atraviesan los brazos mu-
chais veces, si n que los pacientes den indicio de
'sentimiento; siendo el postre de la función, dar-
les las madres judias y maiz hervidos. También
los guanas adultos tienen sus fiestas ¡guales á
las que «kscríbireniósde los Paigim tuitm* 116^
116 y 117.
89. Los ¡mik» Mhtkicim i'9» Ha «w» •■ T<yWf
nieh; los iSnt'imi^, QwaiqítU^ y SqbkiiiM.4$
mndu» m^neft» €»lqs owpítjflq». ^ f .4A> ChmM'
do arribaroa los e^Mpole?* ^ñi^,ím^ fMs^
divididos al Qccidaiite ddl .no JP wngHtjr |Wf ;)^
20 y 22 grados de latitud : alii se co{|rf|ÍQim)p
ooolq6Pai«9iMU,ya)«tf(Bop;ji AÁVh^ f¿t ni|i<>bo8
■españoles, según se vertí .cap. 1^ piífp. j(p.:Q^
pues en 1661, paf^roQ Igs al)!M|ias If prJia^
ves el citado ^io y afiOfnetieQi^o ^i pfl^blp ..df
Santa Mafia de<Eó, que «fft^ JPAM»:?1 mmf
ifo en los ^ '5' de latitud * wa^nof» Sf^^^
guíuraoís ypi^dsaroaá lo» d^io^ á,t<e»iii|ff|jgq)r.
J^ seguida Tolvieron miu^ ^«j«s i ^pais,
quedándose la naayQr;p^te «p «I coj^piista^ó
al -fiste . del rio Paraguay' Mn 1 ^1% (d«sci^e-
ron el pnebb.de Yp#fió*ó^itpa , ^:ao9rcMiLdp-
se de oo^e, pasarpa b-^a^ja g^e le cir9lj|ii^
ba sobre nn puente qpe lHfii;rgp,cgiijp»,MwiW
pero habiéndoles .oído le« .4el {ifidblo,^ r^
raron.
90. Sncontranm al pa>o, parijjiido oajA
— irr —
ctttqiOy dgBéak oaUHoe yi^pi que arrearoD para
ftddftbtef y fiim>ñ )o6 primeras es que se ensar
íi ylMCi á inoiüar. Locbs de ccrntentos cen esfa
(c ádqmicioá táá nueta para ei)oS| solvieron po-
€M meses después y robahm otros caballos y
y^géas. Üfams con sas ventajas^ deiermioaroii
dwinltr al cfcaidlo pueMo y marcharoa contra
él ek éküemíbte é^ 1673; mas «oÁeiido el pie*
Mi»ti0tioia áiittoípada del ataque que le amena*
aaba, lo atisó ál de Gaarambapé y fiiirtosM dl^
r^won á la oapitai 'del I^araguay uicorporán*
déee al paso d plieido de Alirá«
9i. Goii ^tó quedaron tos ¡attiaias dueños
^ la pt^ncia de Tuií, <qp»e se escettdia láesde
los 24^ 7' de 4aihad^ «ó desde el rio Jejuiliasta
kXft 20 ]gk«dos, sin pisar al Poniente del rí¿ Pa*
ri4|iiiiiy> y en día ban 'dado nqévos nombriés á
wtbi difieati|aii4d9a>ittte)¡gendiá>de la^sieHa.
POr e^fupté, llMíisiii Gua^, Ájfpií>yútfuitUí^
f 'Á^ti^ú Id dfunfo és Piítfo; Pktíi .¿ lria«-
98. iBesde didta piwíüwia «de üfiíti lúoie-
rota «imlver^iiiáda i¿I 'UMiodia , y «do >'fius «^
iWfdiOtt'd«siNtti»«Mi'^l^iiebfc>idé TdJMttí^ ^ype-
•les 'dabá'k 'gana, y atao«ÍMm 'haéta Iüs^íWM
— 108 —
de la Asoncion , logrando destnuria» y .matar
á machos centenares de españoles» faltando pó^
co para esterminarlos totalmente. Pero oporta-
namente llegó entonces D. Rafael de la Moneda
por nuevo gobernador , quien con sus bumias
disposiciones » precavió los ataques y logró| d
año de 1746| hacer la pas con los albaias, que
habían ya puesto en lois mayores apuros á la
^Ua de Curuquati. Después no siendoiconforme
á su sistema el vivir en paz^^ dirigieron la guerra
contra los Orejones, Nalicuegas» y Guáranís sil"
vestres» y contra los pueblos de la proviáek de
Chiquitos, en la que had precisado á . transmi-
grar al del Santo Cora^óo. También.!» han he-
cho por temporada á bs pOrtügufesQs. \ -
93, Los albaias se dividea en caajbro»))ar-
cialídades;prtncipaleB4 lias tres llamadas Beki-
quebóy Gwieadebo y Beutnebó que jimias oom*
pondrán dos mil athna^s viven ál.Gs^ del río
Paraguay en lasiserirézúelas queellos {Ipman Noa-
tequidi y Noateliyá, situadas entre los 20^ 40' y los
21^ de latitud. La parcialidad Catiquebó, esJÁ
dividida en tres pueblos* El uno de treMientasal-
mas, habita las serrézuelas llamadas porellosAo-
goná y Nebatena;eDJos 21^ de latítud al Este del
rio Paraguay: el otro de quinientos individuo»,
está entre los rios Ypané y A|^ ó €orríeiite$i
cerca del del Paraguay; y el 3.^ que no baga de
mil almas, está situado al Occidente del dicbo
— 2og —
Pftragaay por los 21^ 5' de latitud en la orilla
de la laguna llamada antiguamente de Alólas.
Este ultimo pueblo trene por cacicjue principal
á Nabidrigisi ó Cambá cuya estatura es de seis
pies y dos pulgadas. El año de 1794 le pregun-
té la edad qutí tenia, y dijo qiíe la ignoraba: pe-
ro* que tIó principiar la obñ de la catedral de
lá Asunción, estatído ya casado y teniendo un
hijo. Dicha obra se hacia en 1689^ y suponien-
do tuviese entonces quince años, resultaba su
edad de ciento veinte. Cuando le pregunté te-
nia el cuerpo algo agoviado ,' el cabello por mi-
tad canró , y la vista debilitada según él decia;
pero ñor le faltaba diente ni muela ni pelo en la
cabeza, y montaba a caballo, empuñaba la Ian-¿
za é iba á la guerra.
' 91. Los albaias se creen la gente mas no-
ble del mundo , laf mas valerosa , generosa y
leal en cumplir su palabra , desdeñando toda
otra ocupabion , no hacen sino' cazar y pescar
paifa vivir, y la guerra. Para esto tienen bas-
tantes y buenos caballos , que estiman mucho;
y los que destinan para las batallas no los ena-
genarian por nada del mundo. Algunos usan fre^*
no de hierro , otros ló hacen con dos palos que
sifvén de alacranes atravesando otro para bo^
eááo ; los restantes atan la mandíbtila inferior
d(A cáballof con una correa, de la cual salen
dés' para riendas. Montan en pelo casi solire
47
— aló-
las ancas » aunque sus mogeres lo hacep ¿ piff-
ñas abiertas sobre un mal aparejo.
95. No conocen las bolas de los Ptuopas
números iS y 44 , ni d lazo de los espadol^t
ni se sirven (telas flechas sino para cazar ype^
car. Sus armas son una lanza muy largan y ^t
Macana ó garrote de una vara y casi. djC>s pol-
gadas 4e diámetro, igual, muy pesado/ y capas
de matar un hombre ó romperle lau» {M^NWii^
cuando lo arrojan de lejos y mi^or sia 9(dtiiria
de la mano.
96« Cuando van á la g^rra , montaa s^.
peores caballos , pero para acercarse a) ^Mmi*
go, cada uno conduce por la brida eldestÍM-
do para la batalla, y le tnonta soltando «1 malo
luego que están á punto de obrar. Si no. lognn
sorprender, intentan circundar, y sino lo íjftfir
siguen , se apean tres ó cuatro y se acteww
mucho á pié arrastrando y sacudiendo pieles
de Yaguareté con la idea de espantar y desor*
denar los caballa enemigos , y para incitar qi|8
sobre ellos se haga una descarga general Si Ifi
consiguen se arrojan tod^s como rayos , y son
raros ó ningunos los q^e se le^ escapan.
97. Para contener estos ataques, es preci-
so buscar apoyo en los costados, y poner ¿^
tres ó cuatro hombres en ellos ,. y en e) ceotfo
que sean los mejores punteros, para que de
muy cerca estropeen ó maten alguno de loa d*.
— «I —
hs píélM, conservándose los restantes en bóe-
na é iátaiOvil formación. Conseguido el objeto,'
se destáóMi algunos albaías a recoger el muer-
te , y p^miüéndoselo se van todos. Pero si pa-
ft ségoir á álgilno que con estudio se separa
áé los otros , ó para recoger los caballos míalos
que ellos dejaron , se pierde la formación , vuel«
vea caras y acometen con furor. También saben
disponer emboscadas peligrosas , bacer falsos
altqiieSy y en fin , aun con la ventaja de las
armas de fuego, no hay que lisongearse tantos'
i taátds , n{ aun con alguna superioridad de
nAneri). De contado, si la victoria está por
ellos raro enemigo se les escapa; y si les es
contraría , pierdeh poca gente por la ventaja
de los cabaDos. Matan á todo enemigo adulto^
conservando á los muchachos y mugeres tra-
t^dolós como á los guanas sus esclavos segün'
dije nüm 85, de modo que el albaia mas pobre*
lííene tres ó cuatro de estos esclavos habidos
ea lá guerra, y entré ellos algunas españolas»
qoe' aábqud las cocieron adultas y con hijos, no
qnierén volver á estái* con sus parientes y ma-
ridos.
98. Computo la estatura media de los al-
báyaif en cinco pies y ocbo pulgadas francesas,
j creo que sus formas y proporciones son muy
fluperiores á las europeas. Llevan los varones
«lbai{)ote del mim. 13; y los dos sexos se afci-
tan la cabeza , dejando las mogeres una cresta
ó lÍFa ancha una pulgada, alta poco meóos,
desde la frente á lo mas elevado de la cabeza.
Nadie deja de arrancarse las cejas y pestañas,
y dan por motivo, que no son anímales para
criar pelos. Miran con mas despejo que las mtr
ciones precedentes, y hablan mas unos con
otros , aunque se les parecen en lo dicho en los
números 57, 58 y 59.
99. Su idioma es diferente de todos sin na*
rigal ni gutural ; me parece pomposo y que sus
nombres propios son sigai0catiyos como entre
los vizcaínos. Adeipas de la particularidad de
no conocer nuestra letra F tiene la de ter-
k ; «
minar las mugeres y los mychachos las palabras
de diferente manera que los varones adultos.
Sus caciques son corno queda dicho nüm. 54,
y nadie les manda en paz ni en guerra , gober-
nándose por la asamblea citada en el núm. 20.
Sus casas ó tolcjos son los descritos nüm. 42,
pero espaciosos, elevados y cubiertos con es*
teras de juncos no tejidos sino puestos á lo
largo y cosidos ó pasados con algunos hilos.
100. Schimidels cap. 44 dice, que tenían
domésticas gallinas y otras aves y ovejas de
Indias; pero seguramente no hubo tal. Moder-
namente se han provisto algunos de los Albayas
de canoas como las de los Payaguas; pescan
con anzuelos y á flechazos ; y también se han
— filS —
dedicado á criar caballos , ovejas y vacas en
cortas cantidades sin ordeñarlas y por que abor-
recen la leche como todo indio silvestre. Por
lo que hace á vestidos , adornos, pinturas # mé-
dicos y modo de curar los enfermos > fiestas y
borracheras, todo es lo mismo que diré luego
de los Payaguas. Pero las mugeres Albayas,
que son francas y algo zalameras, hacen una
ó dos veces al año su fiesta particular. Dan
vueltas al pueble , llevando en las lanzas de sus
maridos las cabelleras y despojo^ de los ene-
migos muertos en las batallas, y cada una pon-
dera las hazañas de su esposo. Como todas pre*
tendan que el suyo es el mas valiente # se acaba
siempre la función dándose muchos cachetes
y puñadas, hasta que cansadas y ensangren-
tadas la boca y narices , se va cada una á su
casa. Los maridos no toman parte en la fiesta^
pero cuando la ven concluida, se emborrachan
todos menos las mugeres y muchachos , que
nunca beben sino agua.
101. Los varones Albayas son altivos # so-
bertMOS é indomaUes, comen todo manjar,
pero sus mugeres casadas , no prueban la vaca>
capivara # ni mono, sino la carne de animales
pequeños, todos los pescados y las legumbres.
Las solteras no comen ninguna carne, sino le-
gumbres y los pescados cuya longitud sea me-
nor de palmo y medio. Ninguna de ellas prueba
— «Jf —
cosa que tenga 6 pueda tener goffdura eslMdo
con SU' meostraacion ; for que dfeea sattMMi
cuernos á una <pie cOnií<y pescaáo gord0 e»-^
tando en dicha situación/
102. Las mugares idbayas abottsim con
violencia á todos sus faíjoflt, y nb ¿oMerva cada
una sino uno. Este eA por lo ocritotlK' el dhimo
que conciben 9 cuando se figtdrafr qM* iMk ten*
drán mas segua la* edad y robuslM coil qutf
se sienten. Si-equitOcadas en esté coüeepld
concibeti otro dei qae cónsenráron- alxlrtall'al
ultimo concebido; y si'éisperaiido Vbíiét Ú dt*
timo no le conciben^ S9 qd^aá sirf^ niítigittfOi'
IOS. Reprendiendo yoitt ^a'ta* bArbamí
costumbre , que no 'es muy» antigtfá «Mre éllM,
afeando el que matasen á'sud propieft-b^oSy dé
que se seguía el < es termimo dé* sü ^nÉeíon , tíM
contestaron • las maridos y qner elloA ncr se iftefe-
ciaban ni les correspondía- en oregbeío» dé' fltttf-
geresy y^ una muger me dijo: i>pára qie' nos
«eviten el trabajo de criarlos y conducirloi en
x>nuestraa • marchas * freéuentes y < hemos iáiagi-
»nado^ abortarlos^ luego qub^ nos 'sentim<ls eA»
xibarazadas^
t04« Abandonan á les enfermos ^quí* no^
pueden seguir cuando elpuiMo^ettaMiere* a'
otra •x>arte » y también* cnaadn^ kt «ofeittMdad'
es muy larga* La familia y parieolte llotU i^
los difontos, y su lato dura tres ó coalM lánas.^
-* «s — ^
Se ctdiiQ» á que k niiger, hijas y eseltvas no
OQiMiimaTefetales^ y gnardan tal silencioy
que ai |i«4a contelaa uim padalra. Cada piieUo
tieae^ao eemepterío : ai acaeee la muerte tan
lejos d^ 41 que (eiOMi cwrupcmi, eoTuehrea
élrcidaiyn ea una estera j le cuelgan de un ár-
bolr hasta que se le caen las tripas y qoed^siacar^
teaedo» y le Mevaa al^ c^nenterío. Eaiienran
ooa élspis arauíScy alhajuelas,. matando sobre el
sepolcKo cuatro ó seia de sus mejores caballos*
To me persuado que eatierran las armas etc.
por. se|iarat todo b. que. pneda traerles á la
mefltecí» el diÍNUto.;. cosa, que lea incomoda
tmul» qpe, jainw le. ooadkraiy ni le rnirsm, ni
tqeiA, yoi le eatorqarian sino lo hioiese a^
gnufk ^e}a ó. yí^p^ por lo que . les , pagan mucho.
♦
mi. fi^ nación asi. bey- coiao en tlempe^
d» hi copqniíta, em • puiamente marinera^ y
daoupaba ppñTati?asBeme • la nair^gaeien' déV
rb ftiasgmy desde, los* 29 gndés* hkata- sni
müeo ooA.el Baiaaá*; Bsr'está^raaok'llKoiabiiti i
cirteaoaniaeignaiaAiia^áiesté'rie-Ktraguay', rio
<foJenifibyfi9oas;"Ciiy^iMiÉbf« altisrtiroii'al^'^
^ Bist«bti«'b('-naeíen''dividid¿»^' los^
— Si6:
trozos Cadiqué y Siacuá que conservaa hoy}*
pero los primeros españoles dierotí al prmiero^
el nombre de paigná que era el de tédtf híMt*"
cíoñ, y al segundo el de Ágá$j Agocé (|im'^ni'
el de su cacique principal , coya memefria se
conserva aun. Rui Oiaz que ignoró estov ea^
libro 1.^ cap« 6 los hace dos naciones difofeMes
y supone equivocadamente que los A gaccs bM
sidos esterminados.. LfOS españoles dtel día 4ia^
man Sarigues á los Cadiqués y á lúsSiaciiáK fé^
ctimbús. ^
106. Los cadiqués TÍyian en* los 21^ S^^doft»
de comunica la laguna de Ayolas con el rio Pa-
raguay, y los siacua& mas abajo de la Ais«ifMÍDn«
pero unos y otros mudaban con frecMitt^iflf^»
domicilios ó pueblos. No solo ipataros l0$ Paya»
guas á muchos de los conquistadores cmno se
verá en el cap. 18, núnis. tO# 3t y 40, sinoqM
también destruyeron la villa dd Talaveria y el
pueblo de Ohomas, y casi verificaron lo mismo
en. los de Ypané, Ttati y Santa Lucia; En dar*
cl^ivo de la Asunción hay .uña cai^Ide MU»
en qu9 constan sus . iniiumeraMesr feshiiM^^
crueldades y perfidias contra los. esfipñoliai^dis
quien^es han sido los enemigos mes. oonsiuMes,
y también de todas las nacióme^ de iodioB. ii->
107. Pero con)o son Bumaiaenle ^iHlosp^
observaron que se acga(ientaban;losefliMifidM)éB*
el Paraguay, y Iqs portuguesoa en Guiaba
nooMoof qúB los cogtatt ^n medk> , y que sus
fflRfeás;no bastflbail coútra tab {K>d6roabs ene-
BQigolBft^iiC^ftficíeroii ton loa españolea; alian-
m afensivfl y defensiva, re^rváadpse la libertad
de hacer la gaeira particiila^ á los indios que
no ftiMén {irategidos poy el gobierho español,
y do foderae fijar^ cufaiido leti didsé la gaúa, en
la misina tapílal de) Paraguay^ sin que nadie se
6|Hl9f8se á su libertad, doístu(flÍ)i^s y modo de
Tvrir^ 0e resultas se establecieroD los Siacuks ó
taemnlHis ed la Asunción eí aBO de 1740, y los
Suigaésácadiqués en el de 1790, cotnponiendo
iiáteta)i^inode rttil almas. No es posible distin-
guir tmoede otfosj pUes aunque los tacumbüs ha-
«ña dttétteitta años que foritiaban un pueblo con
lee éspaft<3Ílés^ odnservaban sus vestidos, Idioma
y eoBtumbreft, sin tomar cosa alguna de los es^
pafldles* Pi^statt á estos algunos servicios^ útiles,
vendiéndoles pescado^ aígttnas canoas , vasijas
de bfljrfO ymaMás, etc. y él dinero que adquie-^
rea lo em{ilean Ittégo en aguardiente, dulces^
rMMtíp érte. íuil atesorar nada. El gobernador del
PaMgtfay, deseando hacer mérito, pensó hacet'
faaotiitii^ á loe paiaguas menores de do¿é años.
Omi «stti Aña bi«o que los españoles regálaseii
«m iFoelido ¿ cada tido y' otras tosas á sus pa-
4ttláf J eotisigdió que el 28 de octübfe y 3 de
HOffiMBbMl dé 1799, áé baütiíslséd cietító cin-
y tm» de los diflós; pek*o al ihoíiiéntó
28 .
— 318 ^
vendieroD los reguíos por águardiemle j
y. oiogimo qoiso ser instruido, ni .«rar&oílin-
ducir el catecismo en su lengóa. Se pmBÓ^^-
toocps en violentarlos; pero. aHieiiaEaroa ooh k
gaerra y <]uedó todo como antes. -
108. El idioma payaguáesdifereateiiie t0d«
may nasal y gutural, y tan dificil* que nadie b
ha aprendido. Alvar Nuñez cap. 17, despoesde
referir de estos indios un cuento i rícMcuIo y frl*
so, Ips hace como gigantes, pero yo regoltt sa
estatpra media en cinco pies y cuatro pulgadas
francesas: su color no es tan obsícuro cono el
de los goarams, su fisonomía muy despqida,
sus proporciones bellas y su agilidad y soitan
parecen mayores que en los alb^iyas, goanáa y
otros á quienes se parecen en arrancarse ei te*
lio, las cejas y pestañas y en el barbote del nu-
mero 13. También se asemejan en lo dicho eo
los niims. 57, 58, 59.
1 09. Igualmente se parecen á la maywr far«
te de tpdas las naciones, en comw ala hora^
tienen gana sin avisar á nadie^ y 9¡q osk cu-
chara ni tenedor, con alguna sepatapioB-da Ja
muger y los hijos, sin beber hasta desfnok- dft
haber comido; en aborrece la leche; en al aoo*
.do de encender fuego s\o¡ pedernal # haciando
girar una vara del grueso del dedo ^c^Mcaiaeti-
da la .punta en el agujeró de «ma ttbláa,alaKh
,do de qjuuen bate el chocolate, hasta qae^in firo-
— 219 —
tiddn iriéléfita desprende un polvillo ó aserrín
¿iceadido; y en temer que les caigan encima dé
ttbche tiuesttas casas.
''^'1 tO« Sos toldos son lo mismo que dije núm.
99, de los Albayas aunque no son tan espació-
só^ni^e vados. Las ínugei^es los arman y desar<-
mto^'bácen las esteras ^ las ollas de barro
muy 'pintadas y mial cocidas ^ gu¡$in las legum-
bres y alguna vez el pencado» siendo lo comün
guisarlo el marido , el cual siempre cocina la
cat*ae y trae la leña. Las mugerés jamas comen
oáiiie, po^ue ' dicen les baria (kno/ytodo»
separan con lá lengua y depositan en los cárri-
Uoi^ks espinas pequeñas de los pescados; y
US' arrojan todas jiin tas después de haber co«
• 1 1 f . Sé gobiernan por la asamblea del nüm.
SM)# y SI» caciques sdn los que se dijo^i^n el nüm.
54. Hace poco que se acabó entré los Túbum*
llalla descendencia del antiguo cacique Agace^
j ao bali elegid<9^ otro. £1 de los Sarigués es el
pniíiógeiiittf de C^tí'á quien conocí de 120'
aiM^ porque me dvó las 'mismas señales qu^
4lgé^ de Navidríqaí nüm 93. Conservaba blaa*-
Mi y bien puestos todos sus dientes y cabeftos,
IMoque estos eran canos la tercera * parte.' Se
IpMaba de no poder correr y de la cortedad
de la vist^ ; pero aún pescaba , remaba y se em*
Wrmchaba como* los demas«
tres que hilan; haicep del^lgodpf» nfíh l^IflRLjfirir
chicha sin torcerla y la enyuelvejí) flftjpB|ft><#
eflL el br4zo izquierdo, Luego sept^^ e|i.44rn^:
cíM las piernas esjtvadas, r^sl)alaf^ p\ u$o ftd)ij«
el muslo .desnudp, torcieado poca i^} híj^i^if
ya9 recogiendo ea la mitad a}ta (}el 99K>j^;|pM
eg lar^ tres palpaos* Gualdo han hilado fm^ht
ffnnu^Üo fea d brazo , lo deyanav ep la rxm» i^f
^ieni» 3? lo luercei» «egwd» ve», reppgi%k4o
«n ln mitad inferior íqI iiso^ Jkñi BÍn ^obl;|i|i^
disponeael urdido emire' dos varas «^p^^t^dM Jo
que h iilá«ta ó tela h^ d^. f^^^i* de Í9i^9» y#«
kin^adera ní.pjeiijjíe^ pasri^a el liil^ (ion la lliwO
apnetándole don una regla; 4e^ odstder^. Lm.m^
cienes del núm. 45, hilan regularmente y. «isiai
tdáeesparA liijer.:Llis Voyi^isiy demás. kidíu*
nimca cosen' tti «cortan sA9 tel^s par^i^Mei^T^
tidos imitándose á.éj|.vol verso en la (Oiii^iktKd^^
de el estómago abajo^ y algOn» -ym- d^^M
nombró, tleran ádemjEts.uQ trapo. de |talaio j
medio «n cuadro sostengo, .por «oía coflidii
qnM^cme Ja ^^lolíiHra. Losivai^ones^ van tof^ijlpHIr
te desnudos, pei'o si hapé^frio ^á i^tr4Q IW^
cittáad, se echan. al hombro su^ii«»0tA:4«|)fiQé»
lo eseHeHil f otros S9 pof^n iio^ i^fiitrürlifoim
qaitiis» sin euelloiii o^anga^ T^q^i^a lWjbft|(
queipÍQtan su cuerpo imitamdQ la ejávj^, ^csJbHh
nes y medias y van desnudos.
m • »•%
t\9* Ufi^alod varoees adolios braeeletes
¿9 aafiehw especies ra lo groeso del brazo y
ab los toblUo6;'OiieIgaQ de las muñecas las pe»
^üñas de cieri^s , para qoe saenea daodo unas
iMm otr^, y de las orejas» pendientes que ellos
fabrican de Tanas formas y materias : Uevan
moños de plumas, y tahalíes de canutillos de
phla y de lentejuelas de concha , y pendiente
de ellos una bolsita pequeña que no les sirve
porque llevan el dinero :en la' boca; se pintan
la eará y cuerpo con dibqjos wtraños ine^K^
cdhtss de varios colores. Nada llevan en la ca-
beza , cortan raso el cabello de delantCi y á la
altura de la oreja el de los costados , dejando
intacto el restante para atarlo detras con ^na
eorreita de piel con pdo del piono Cay.
11 i. Tamicen cortan las mugeres raso el
pelo jie delanjte ; no el de las sienes , qne como
el resto cae libremente sin atarlo jamás. Llevan
sortqas de onalquiera cosa; pero no airacadas
ni otro adorno. £1 dia de su primera menstrua*
eioo y les pintan indeleblemente un listón muy
obscuro que principia en el cabello y i>aja á |a
ponía de ia barba , saltando ó dejando libre el
lahio superior. Ademas caen en cada lado des*
de el cdbelloy de siete i nueve ttaeas vertiQíles^
atranresando la frente y ei párpado superior:
de cada ángidp de la booa salen pintadas dos
cadenétjMi paralelas i la mand^Mda inferior, tert
miaoBdo á los dos tercios de la distanda á la
oreja: agregan dos eslabones unidos qoe nacen
del ángulo estertor de cada ojo y acaban en lo
alto del carrillo: todas se hacen picando la piel;
y las demás que llevan en la cara, pechos,
hnzú^ y muslos # son postizas como las dé los
varones. Nadie las asiste en sus partos ; pero
sino despachan pronto , acuden las vecinas con
sartas de cascabeles y sacudiéndolos un 'ralo
con violencia sobre la cabeza dojla
la dejan, y se van repitiendo lo mismo de ralo
en rato hasta que ha parido. Entonces se «toan
las vecinas en dos hileras desde la casa al rio
y ensanchando sus mantas, pasa por enme£o
la parida y se lava.
1 15. Todo es permitido íIqs páyagnas y pcur
consiguiente también el divorcio^ pero sucede
rara vez. En este caso se agrega la mc^er á
nuevo esposo ó á sus gentes, llevándose lodos
los hijos, la canoa, la casa y cuanto hay en ella
sin quedar al marido, sino las armas y la manta
si la tiene. Cuando les nace algún hijo, ciían^
aparece la primera menstruación á la hija , y
cuando les dá la gana se emborrachan* Faira
esto beben mucho aguardiente sin comer nada
porque dicen que la comida les llenaría el vn«
cío que dohe ocupar la bebida. Mientras puede
el borracho, vá á la ciudad ó á pasearse acom»
I panado de la muger ó de otro, el cual le ccm-
— 9SS —
doce á su casa cnando ve qne apenas puede te-
nerse en píe y le hace sentar. Entonces coniien*
sa á decir en un tonp bajo «¿quién se me pon-
drá delante? Vengan uno, dos ó muchos y los'
haré pedazos.» Repite mochas veices lo. mismo
dando puñadas al aire cómo si ríñese, hasta qué
cae dormido. Pero no hay ejemplar quts un bor-
racho tome las armas , haga daño, ni riña con
eirOy ni se descomponga con las mugeres: al .
contrario estas provocan á sus maridos estando J(
borrachas. Los hijos de &milia,que viven, has-
ta casarse, á espensas de los padres sin hacer
nada, nunca beben licor espirituoso, y lo mis«
mo las mugeres, pero si compra el aguardiente
con dinero ó alhajas de ellas, beben por mitad
marido y mug»# sin qne por eso beba ella del
que compra su marido. Estas fiestas ó borra-
dieras^sus motivos y resultas son comunes á loé
aibayas^ guanas» y á las naciones siguientes.
116. Ademas de dichas fiestas participares
celebran , los payaguas, y casi todos los indios
sUyestres^ótrasolemmsima por el mes de judio.
Todos los varones, cabezas de familia se pintan
la »cara y todo el cuerpo lo m^or qué saben, y
«dcnman la cabeza con plumas y cosas que es
imposiUe describir ni dejan de admirarse vién-
ddías. Tapan con pieles tres ó cuatro ollas de
barro, y de rato én rato las baten muy despa-
eb eon dos palitos fcomo plumas de escribir'.
id aftuuiecOT éd áb mgáeaUB htbem maáaá
agaárdteote^ y tetando todbs. boriradioB ». cogeoí
unos á otros lá carne ^é paeiden de va' j^ellii^
cOf y laatravieaaii de paite á pattfe ciüi riapiv.
son de pdlo# é con osa gruesa tepin» db ^Isya.
Lo misino repiten' con intervalos, ■tieátvasáaaá.
el día# sin ^pedar níio <fáe no ^té afaraxésada
en las piernas, mudos y braflK», deadft k nm&e^
tA al hombro^ ooa inténralo de nte pdgada d»
uft agujeré al otro¿ Tanbien se atraviéBanl de
parte a parte wichas reoés k lengua yel míeiD-
bro viril; y no se ocdltan para oMas cosas; fíoei
los payagnas hacen esta 6esta pdUicameAte cb
la capital del Paraguay*
117; Recibeh en las knanos k sangrÜ cpe
le& sale dé lá lengua, y en seguida se frotaa con
eUa k cara. A la que destik el miembro viril^
k hacen caer en un agújente hecho coneLde^
do en k arena, y no hacen caso de k qwe flíi*
ye por otras partes. He presenciado. Id ! di-
cho t^n de cerca # ijue vek i k» paciélntes
sin «dfertir eii ellos el menoí movimiento qhe
in,dí<iase dokr ni inoomodidad. Dicen i|ne coü
esto dianifiestañ su esfuerzo y eorage i sin dal*
otro motivo de esta fiestai No apíltcan remedio
i k hinchasen del cuerpo ni i sus heridas; pe-
ro laá comprimen con los dedos para hacw sá^
lir el pus ó mflteHa* y ks cicatrioes dmrafi' te*
da k vida. Gomo no pueden buscar k -cernida
— SÍ5 —
ea* los días iiunedíatos después de la fiesta , pa-^
decea bastante necesidad las familias; pero la
soportan mas tiempo que nosotros y comen mas
ea cada vez. Creen algunos en Europa que el
beber con esceso licores fuertes, acorta la vida;
pero todos los indios son estremadamente bor-
rachos, y sin embargo viven mas ó tanto como
nosotros^ sin que en esto les aventajen sus mu«
gepes que apenas beben sino agua.
1 18. Cuando alguna tempestad desconcier-
ta sus, casas, corren un trecho cara á ella, la
tiran tízpaes encendidos, y dan muchas puña«
das al aire. También las dan algunos de alegría
al descubrir la luna nueva.
119. Los payaguas como todos los indios
silvestres son muy robustos, gozan de salud per-
fecta y no padecen enfermedad particular. Los
médicos payaguas curan I as enfermedades según
dije vAok. 21; pero si el enfermo paga bien,
nctan de aparato estraordioario. Preparan su pi*
pa y su calabaza: aquella es un palo de palmo
j mediQ, grueso lo que la muñeca, muy dibu-
jado por fuera, barrenado á lo largo y con un
corto oanuliUlo en una punta para chupar el hu«
n»o del^tf^co. La calabaza es hueca, larg^^.tres
palmos, y compuesta de dos peg«^das á lo largo
cop un agujero en cada punta, el mayor de tres
pulgaibM» y media de diámetro. Se pone el me-
dí^ una gnm corbata de estopa, que le llega
29
— 826 —
Á la cintura; y muy pintado todo el coerpo m
otro vestidoi toma la pipa y la calabaza, chopa
el humo de aquella, y le sopla en esta por el
agujero menor, y en seguida la baña repitiendo
lo mismo tres ó cuatro veces. Luego aplica el
borde del agujero mayor de la calabaza al la*
do superior junto á la nariz, quedando la boca
en medio del agujero; grita sin articular pala-
bras y suena la calabaza con bastante estrañeza
y variedad espantando a la enfermedad seguo
ellos dicen. Asi prosigue á veces horas , gol-
peando el suelo con el pie á compás, canto-
neando el cuerpo inclinado sobre el enfermo*
que está en el suelo boca arriba descubierto y
desnudo. Por ultimo se sienta el médico, soba
un rato con la mano el estómago del doliente,
y se lo chupa con vehemencia estraordinaria,
escupiendo en la mano y haciendo ver alguna
espina, piedrezuela ó sahgre que anticipada-
mente puso en la boca para que crean que la
sacó chupando.
120. Los médicos de todas aquellas nacio-
nes han logrado persuadirlas, ó á lo menos ha-
cerlas dudar que ninguno moriría si ellos qui-
siesen curarles', asi son siempre médicos los que
saben persuadir que tienen esta habilidad. Por io
común son los mas holgazanes y borrachos; sin
embargo les pagan bien y les tienen alguna con-
sideración, hasta permitirles disfrutar las primi-
.— til —
cías de las 'doncellas, según dicen algunos» aun-
4j[ue hay quien niega este hecho. Lo cierto es
que si sucede mprir muchos de seguida , dan
fuertes palizas al médico. No dan á los enfermos
sino frutas y legumbres, en corta cantidad; y
las resultas son las que entre nosotros, esto
es. que los mas escapan y los menos mueren.
121. En el momento en que muere el pa ya-
gua le envuelve alguna vieja en su manta ó ca-
misa con las armas y alhajas, y un alquilado
le lleva en la canoa á enterrar en su cemente-
rio. Hasta poco ha los enterraban sentados* de*
jáadoles la cabeza fuera cubierta con una olla ó
campana de barro cocido; pero porque los ta-
tús y puercos silvestres se comian á muchos,
los entierran hoy totalmente y tendidos como á
los españoles. Cada familia tiene en el cemen-
terio su lugar destinado» y le cubre con toldo
igual al que habitan, barriéndole, arrancáadole
las yecbas, y poniendo encima muchas campa-
nas de barro boca abajo, y unas dentro de otras.
Solo las mugeres lloran dos ó (res dias por la
muerte del padre y marido ; pero si ha sido
muerto por enemigos , todas las mugeres dan
vueltas día y noche al pueblo gritando.
122. Los payaguas no cultivan, cazan poco#
y viven principalmente de la pesca á flechazos, y
mas con anzuelos. Sus canoas de una pieza son
largas de cuatro á ocho varas, anchas de dos á
— 228 —
cuatro palmos donde mas, que es á los doé ter*
cios contados de la proa. Esta es agudísima y
poco menos la popa. El remo es largo tresva^
ras y media inclusa la pala agudísima. Boffñ
en píe sobre la estremtdad de la popa , y part
pescar, se sientan en medio dejándose condii*-
cir por la corriente. Si se les vuelca la canoa
al meter en ella los pescados grandes, se ponen
derechos como en pie sumergidos hasta el pe-
cho (aunque haya diez brazas de agua), saca*
den la canoa como si fuese lanzadera de teje-
dor, y en pocos momentos echan el agoaíne*
ra y saltan dentro sin perder la caña, el pesca-
do, el remo ni las flechas.
1 23. En sus guerras procuran siempre en-
ganar y sorprender, y matan como los oharráas
á los adultos conservando las mugeresy los ma«
chachos. No se internan mucho en tierra, y
cuando van á atacar, se colocan en pie seis ú
ocho á lo largo de cada canoa y la hacen volar.
£1 remo les sirve de lanza por lo largo y agudo:
usan el garrote y las flechas de los nüms. 60 y
95, son diestrísimos en su manejo: y poniendo
en la punta de la flecha algo que la embote*
dan el golpe al pájaro ó animal, le aturden y cik
gen vivo.
» ■*
ÍU. Akar N<ii« eop. 19, 25, 26 y 30>
dkie qm el pnébio ^ue vio de estés «dios teaia
Yemte casas portátiles^ de |>aja, de <{otii¡eflltos pa-
sos cada una; ^e la nación coioponia cuarenta
-oúl fuerreres; qae pillaban al correr los vena-
dos y avestroces; que por oosCuaáire se entre*
jgaban esclavos al que ios vencía; que cualquier
tteeoágo suyo á quien iban á matar, quedaba
Jábre cofi solo verle una muger, y que se senta- *
faaii s^re un pie. Schimidels cap. 41 « añade que
etan canoeros, y que oi^abaa en bu templo
las cabelleras de sus eoeflíiigos, pero^todb lo di*-
cho ^ fiaisow
185.' Lo Dterlo es qoe los guaicurús eran
flobertlios , venga^ttx)S , indomables , fuertes y
nVentajades eli valor y estatura* y bastante nu*
mbroaos. Yivian solo de la caza al Occidente
del rio. Paraguay^ cerca de él, casi enfrente de
la Jksuocidn en pullos ó oasas como las de los
albayas^ y tenían idioma 'diferente de todos. De
esta nadón solo existe hoy un varón alto seis
pies de París, y tres mugeres qué se han agre»-
gado a los tobas. Su esterminio no ha venido
tanto de la guerra continuada que han becho á
los españoles y á toda casta de indios, como de
haber adoptado sus mugeres (quizás las prime- //
— aso —
ras) la barbaridad de abortaren los térmitios di-
chos ndms. 102 y 103.
126. Para tener una idea de lo que destm-
ye esta costambre* basta saber ^ae el prodvcto
de ocho matrimonios será ocho hijos» de estos*
según la probabilidad de la vida, morirán cua-
tro sin cumplir ocho años, y después dos sin He-
gar á los treinta y cinco ó cuarenta, que es cuan-
do conservarán á su ultimo hijo, y restarán so-
lo dos para unirse y conservar un hijo que será
la segunda generación: y siendo la primen de
' ocho f resulta que cada uno solo es la octava
parte de su precedente» y las naciones que han
adoptado tal costumbre desaparecerán Ine^ de
la faz de la tierra. No puede verse sin dolor que
un capricho mugeril , estermine á las naciones
j mas fuertes, altas, beHas y elegantes que conoce
! el mundo. Se cree qué el amor principaloKDte
de las madres á los hijos, viene de la nsitorale-
za, con tal imperio, que no puede haber madre
que no ame á sus hijos tanto como á sí misma.
Pero muchas de mis nacioneB de indios, son li
escepcion de esta regla, y hacen ver que un ca-
pricho en las mugeres tiene mas fuerza que la
misma naturdieza.
— 851 —
127* Esta nación se denomina á sí misma
Jmadgé; los payagnas la llaman Cadatúf los ma-
chicáis QuiesmagpipÓM los enimagas Cochaboth,
los tobas y otros Cocoloth y los españoles Len-
gua. Cuando llegaron los primeros europeos, vi-
YÍa solo de la caza como los guaicunis confinan-
do con esta; por cuyo motivo las relaciones an-
tiguas y modernas equivocan la una con la otra,
porque ambas eran errantes,|respetadas, formi-
daUeSy ahiváisy feroces, presun tosas, vengativas,
implacables y tan holgazanes, que no baciansino
cazar y la guerra.
128. Su idioma es diferente de todos, y
don Francisco Amanico González que lo en-
tiende un poco# dice que es muy nasal , gutural
y dificilen estremo, pero espresivo y elegante.
Usan las mismas casas y armas que los albayas,
montan también en pelo y hacen la guerra co*
mo ellos , conservando solo á las mugeres y
muchachos Compulo su estatura medía en cin-
co pies y medio de París, con las mejores pro-
porciones. Cortan el pelo á media frente , y el
resto á la altura del hombro # sin atarle, A los
dos sexos cuando nacen , les agugerean las ore-
jas; y poniendo toda la vida palos y ruedecitas
cada vez mayores, llegan los agugeros á ser tan
— 93Í —
grandes 9 qve enh irejez meten 09 elWs rolda-
nas de mas de dos pulgadas de diámetro , lle-
gando las orejas casi á tocar los hombros, se-
gún dijimos de los orejones en el nüm. 72» Ade-
mas (solo á los tarones) al nacer, bacw una
cortadura horizontal en el labio iaferíor qMo pe*
netra hasta la raíz de los dientes , y iefi ponen
en ella una tabitta delgada cada ves mvyoi^. de
modo que se le Ta agrandando la cortadura,
hasta que la taUita en loa viejos es ima semíejip*
se ó círculo, cuyo diámetro de pulgada y me-
dia y algo escotado , ajusta á la raiz de k>s dien*
tes. La tal cortadura aparenta una segunda
boca, y la tablita que sale por eUa^unase*
gunda lengua de donde han tomado los espa-
ñoles el nombre que les dan. Gomo no puede
ajustar el barbote ó tablita pwfectamente á la
cortadura sino en los ángulos ó eremos, se les
salen continuamente por la cortadura la sidiva
y las babas, dando asco al
U»M9 9a9iirTO'^®3l$<
1 29. No tienen médico ni cacique^ y se pin-
tan poco. Practican las fiestas ó borracheras
descritas en los nüms. 115 116 y 117 y se
arrancan las cejas pestañas y vello. Se {Vireceu
— «55 —
á los guanas en no tener barbas y en lo demás
que se dijo en el nüm. 80 y también én el ves-
tido. £s una atención^ entre ellos, antes de ha-
blarse ^ aparentar tristeza y aun llanto cuando
96 encuentran dos después de una ausencia ; las .
Biogeres no comen carne con gordura cuando
iD6DStruan# ni hasta tres dias después de ha*
ber parido, en cuyo trance nadie las ausilia.
130. Solo dan á los enfermos agua caliente,
alguna fruta y tal cual friolera, y los abandonan
51 se alarga la enfermedad. No sufren que nadie
muera en su casa, y cuando se figuran que no
lardará á morir» le toman por las piernas y ar-
rastrando le sacan como cincuenta pasos. Allí
le ponen boca arriba can el trasero en un agu-
gero , para que en él haga sus necesidades ; le
encienden fuego en un lado» y en el otro le po-
nen una vasija de agua, se van y le dejan.
Vuelven de tanto en tanto , no á ltabla;*le ni
darle nada, sino á ver desde alguna distancia si
ha fallecido. Verificado esto, no pierden tiem-
po las viejas alquiladas para ir á envolverle con
«o. manta y alhajas, y arrastrando le alejaii
hasta que se cansan y lo entterran cubriéndolo
•apenas de tierra. Los prientes aparentan tres
días sentimiento ; pero ni ellos nr nadie de h na-
•cion nombran jainas al muerto, aun cuando
hagan mehdon de ^s hazañas. Lo raro está en
qne cuando muere cualquiera de su nación á
30
— 234 —
inaoos de ^oemigo^» mudan todos de noml^re,
sin quQ quede uoo de ios que teniaa antes^ y Ja
r^^on que dan es que el que mató á uqo tomó
los npnií^res de los que restaban para volver á
mat^grlos , y que mudando los .nombres 9 no eo-
centrará cuando vuelva al que quiera ma-
tar,
1 3 L Ha hecho Lal destrozo en qsta Backm
ej abortQ , citado núms. 102 y IOS, como que en
1794 solo se componia de veinte y dos indiñ-
dao|s# de los cuales cinco se agregaron á la casa
^el citado don Francisco Amansioi siete i
la nación Pitilaga y los restantes á la Ha*
chicni.
aaA&<^® aiJSLQiaiQvaOi
132. Asj los lloran los españoles; ]fí& len-
guas los denooiin^ Mascoi, pero .ellos 3e dtn
así mismos el notp\}redp^(j€^Mi(wh.:B^ituk
lo interipf* jl^l Cbac9» afOcpidente del rb Pa-
t^agpay, en las orillas del arroyo llamado poír
pllps Lacta y Nelguatá y que s^ une al rio Pil*
comaioi Está su nación dividida en dies y nueve
pueblos^ cuyos nombres i^p pueden pronun*
ciarse ni escribirse por nopetros » y los pondré
^(ffxi con ^Iguna semejanza á lo que suenan* La
— f 3» —
primera Cuúmoquigmon está dividida en treéí
y su cacique priocípal es An^amadii^um. La
se^inda se Ibma Cabanatútk ; la tercera QtÜe^
nmnapon: la cuarta Quiabanaíabá ; la qúirilá'
Cobaüe; k sesta Cobasíigel ; la sétima Susegie^
pop; la octava Quioaicei la novena Quibmófh^
comelj la décima Quioaoguaina ; la undééinia!
(^uiaimmana^; la duodécima QiiMiAaíiéie/mafes-'
ma ; la déciinatercia Quiguaüteguaipon ; lá dé^
cimacuarta Siqmeíiya ; la décimaquinta Quia*
ifanapuacsie ; la décimas^sta Yoteaguaienceue ; la
décimasétima Painuhunquie ; la décimaoctava
Sangtiaiayamocíae ; y la décimanovena iipte-
guhem. Estos nombres persuaden , no solo que
a« idioma es diferente de todos , sino que tiene
ratón D. Francisco Amansio González para de-
eir que es tan narigál , gutural j de palabras
tad largas, sincopadas y dictongadás, que se ad-
mira le puedan aprender los hijos d6 sus mis-'
moa padres.
133. Una de las citadas divisiones machia
eiiáít es de á pie, y habita en cuevas subterráneas
pequeñas y asquerosas , sin otra luz que dó lá
peqiieña puerta qué jamas cierran. Otros do¿
pueblos que con el precedente componáráú 200
almas, son igualmente de á pié, y losquTtíce'
reatantes son de á caballo. Todos viven cuhí*
▼ando los frutos del pais, agregando la caza y
ba pocas ovejas que comienzan * á* criar. Sui
^ 236 ~
casas portátiles y modcxde montar, son co-
mo las de los Albayas y Loognas. Ceden poco
á estos en la estatura y formas , como ellos
agrandan ^us orejas, y tienen todas sus costom-
bres, inclusa la del aborto, menos el barbote
que es el del nüm. 13. Pero no hacen masque
defenderse y vengar los insultos que les iiacen
con las armas ¡guales á las de los lenguas y al»
bayas*
F»«®® ««asaA«AB.
¡■•fc w
134. Asi los llaman los españoles, y los ma-
chicüs Esaboste, pero ellos se denominan Cocha*
boL G)nservan estos indios la tradición de que
antiguamente vivian confinantes con los lenguas
de quienes eran amigos, pero que se separaroa
para hacer la guerra á todas las naciones me-
nos á la Guentusé, logrando subyugar á los Al-
bayas y hacerlos su esclavos. En sus frecaenles
batallas, tuvieron bastantes pérdidas que reduje-
ron mucho su numero y notándolo los Albayas,
se les escaparon hacia el Norte. En esta situa-
ción, llegaron los primeros españoles al Para-
guay, y hallándose los Enimagas reducidos áse-
lo dos pueblos en la ribera austral del rio Pil»
comaio muy adentro del Chaco y abandonados
— «57 —
de los albayasi se acercaron á los lenguas y re-*
noyaron su antigua amistad. Mas no por eso
dejaron de hacer la guerra á toda otra nación ,
menos á la Guentusé# hasta que hoy está redu-
cida su nación á dos parcialidades : la una de
150 familias^ que dejando su antiguo suelo, se
ha fijado en la costa del rio llamado por ellos
Flá^magmegUmpela que corta el Chaco y eiitra
en el del Paraguay, en los 24^ 24' de latitud* y
yo creo es el brazo mas caudaloso del Ptlcomato.
La otra parcialidad* compuesta de veuite y dos
carones y otras tantas mugeres, se fué en 1794
á b casa de don Francisco Ámansio González
que les da de comer y le sirven.
135. El citado González dice que su idioma
es muy difícil gutural y difetente de todos, pues
aunque se asemeja en las (rases y maneras al
deloá lenguas, no se entienden unos á otros. Son
gente altiva* soberbia, feroz y de á caballo; sub-
siste de la caza , del robo y de la agricultura
que hace practicar a sus esclavos, que son las
mngeres y h» muchachos conservados en la
guerra. Su estatura, color, no tener barba^
arrancarse las cejas, pestañas y vello, costum-
bres» armas y modo de hacer la guerra , son ce»
mo en los lenguas* pero usan los varones el bar»
bote del nüm. 13 y las mugeres crian todos sus
hijos. No tienen caciques y deben de propen-
der al divorcio , pues he visto uno como de
— «38 —
treinta años que había ya repudiado á seis mn-
geres y estaba con la séptima»
136. Componen esta nadon unas trescien^
tas familias en dos pueblos, tan amigos ilelos
enímagaSy qué siempre han vivido y viven id*
mediatosi sin mesarse con ellos en las guerras
ni por casamientos. Sonde carácter muyopaev<(
to porque viven dé su agricultura y alguna cii^
za, no son inquietos ni 'tienen esdavbs^ ni hacen
mas guerra que la defensiva. So ireeuente trftto
y amistad con lenguas y enimagaS|.es cansa de
que su idioma participe del de aquellos , a ' qme*»
nes ademas se asemejan losguentuses en la e»«
tatura, color, no tener barba y demás coattniH
bres; pero su barbote es eldel númi 13 y ccmh
servan todos sus hijos.
137. En la agricultura de esfosr y demás
indios silvestres noJntérvienen animales damé9*
ticos: serednce á hacernn agi^cro en 'tiem >con
un palo y meter dentro la seitiiUa. Asi siembraii
donde quiera que se hallan» sin "detener su yida
errante; después vuelven y comen lo qÉé en*
cuentran que ha producido. Si ee atienen ooras
en un sitio , usan de una azada que baceú aco^
— 85Í —
modandp ama paletilla de yaca ó caballo á un
mango.
198. Asi los llaman los españoles: los eni-
inagas Natecoet y los lenguas Yncflnabaüé. Son
anas quinientas familias que Tivep errantes en-
tre los ríos Pilcomaio y Berbejo 6 Yfñiá. Sub-
sisten principalmente de la caza, y de los ga-
nados que roban á los españoles, pero de muy
poco acá han principiado á criar vacas. Su amis-
tad y trato (¡recuente con los Pitilagas, ha he-
cho que sus idiomas pai^ticipen uno de otro en
las frases y propiedad» pero ellos los creen di-
ferentes y se consideran naciones distintas. Son
fgmáedB á caballo y valiente «eme los lenguas*
á ^piienes m asemejan en 4a ^estatura y foranfas,
coMundbres y licdgasanerta y pero no agrandan
-las orejas: usan él barbote det nám. 13, y con-
servaoi todos los bi|os. Muchos gobernadores
jesuítas y eolesiáslicos le 4ian formado en re^
doodiHiesi pero ninguna ha siáisirtído.
— 240 —
139. Se compone esta nacioa de unas dos-
cientas familias que comunmente habitan no
lejos de los tobas ni del rio Pilcomaio, en un
distrito que tiene lagunas de sal. Su idioma es
diferente de todos , muy nasal y gutural, aun-
que, según se' ha dicho, participa del de los tobas.
Con estos se juntan con frecuencia cuando hxf
luna y el rio Paraguay está bajo, y le pasaapa-
ra robar vacas. y caballos á los ei^^QoIe^. Lo
demás 6s lo misnh> que en ios tob^.
IBiftXOS AflVá&M.
' I •
140. Esle nombre dan loa enimagas áiiBas
den familias desQoapcidas dé los espanolea^Ua-
bitaban las riberas del rio Bermqq; pero el año
iie 1791, se fueron á incorporar con: los pítila-
gas, y viven juntos. Ellos se creen dación dife-
jen te de todas;; pero su idioma parece ser .una
mezcla del de los tobaísy mocobós y puede {re-
sumirse sea una rama de la nación Mocobú pues
tienen la misma estatura^ formas y Qoslumbres.
— 241 —
" 141. Esta nación indomable» altiva, sober-
bby holgazana y guerrera, se halla dividida en
cuatro parcialidades que compondrán juntas unas
dos mil familias , sin contar los de las tres re-
dacciones que existen de ellos. Nada cultivan, y
rabsisten de la caza , corriendo el Chaco desde
el río Tpitá ó Bermejo, hasta tos confínes de la
cindad de Santa Fé; pero agregan algunas ove-
jas y vacas que comienzan á criar, y las mu-
chas que roban á los españoles de dicha ciudad;
de las de Corrientes y del Paraguay. Su idio-
ma es entero, nasal, gutural, diferente de todos
y tan dificil,qu6los padres Jesuítas no pudieron
aprenderla para traducir en ella el catecismo,
en los veinte y cinco años cpie vivieron con los
mocobis ea el pueblo de S. Javier de Santa Fé.
142. Computo su estatura medin en cinco
pies y medio de Paris y sus proporciones robus-
tas y elegantes. Lozano* üb. % cap. 5 y lib. 3,
cap. 12, les dá nombres diferentes y descono-
cidos y los hace erradamente canoeros. Schimi-
dels, cap. 18, les pone una pluma en un agu*
jero de la nariz» lo que también es error, por-
que el agujero está en el labio y la pluma era
el barbote que usan» y es el descrito en el nu-
mero 13: las mugeres pintaq su pecho con vá-
51
— 242 —
riedad de dibujos, y conservan todos sos hijos.
Son díes^risimos en montar á caballo en pelo
como los albayas y lenguas; usan las mismas ar»
mas sin cederles en valor, y tampoco sufirea ve-
lio, cejas ni pestañas; se visteo, pintan y ador-
nan como los payaguas, practican las mismas
borracheras y costumbres, y tienen los mismos
médicos, capiques y asamblea de gobierpo. Ellos
destruyeron la ciudad de Concepción de Bnen^
Esperanza; se han consumido inmensos caud»*
les inútilmente en formarles reducciones de las
que solo existen las de S. Javier, S. Pedro y
Ynespin, en las que no hay un indio civil ni cris-
ttano.
aas^i^s &Ba9i^a38%
143. Los españoles les dan e3te noml»^i
los lenguas el de Ecusginá y los enimagas el de
Qtiiabanabaüé. Corrian el Chaco al Occidente
del rio Paraná hacia los 28 grados de latitud,
sin tener las canoas ni el numero de guerreros
que l^s dan Schimidels cap. 18, y Lozano ]üb.
% cap. 5. Acia la mitad del siglo diez y ocho,
se empeñaron en una guerra sangrienta contra
los alocobis, á quienes no ceden en argollo^
fuerzas ni estatura ; mas como eran inferiores
— Í43 —
en numero , se T¡eron precisados á solicitar la
protección y una guardia que les acordaron los
españoles, formándoles el pueblo de S. Geróni^
mo # que encargaron á los padres Jesuítas en
17i8. En él estuvo 20 años el jesuíta alemán,
que Yuelto á su patria escribió en latin en un
tomo en cuarto la historia ó descripción de Abi^
ponibus; pero no pudo entender su idioma lo
bastante para traducir en él el catecismo ; por-
que es muy gutural, difícil y diferente de todos.
Continuando el fundado temor de los abipones
de dicho pueblo» como la mitad de él pasó el rio
Paraná en 1770 , y fundó el pueblo de las Gar-
zas. En ambos pueblos visten mucho las cami-
sas y ponchos que les dan los españoles» sin que
haya un cristiano ni civil, y conservan casi to«
dos sus antiguas costumbres iguales á las de los
mocobis. Usan el barbote del mim. 13, y las
mugeres adultas llevan indeleble una crilz en
la frente y cuatro líneas horizontales entre las
oejas»con otras dos en cada ángulo estenos
del ojo.
144. Dieron su nombre al rio Taurii, por
que luiUtaban sus riberas desde d<Mide em boca
— S44 —
en el del Paraguay, hasla el arrecife qae tíe*
ne diez jornadas ínas arriba. Se internaban
cuatro leguas en la provincia de Chiquitos, é
ignoro lo que ocupaban en la de Matagroso;
cuyos portugueses los han esterminado , á no
ser que sean restos suyos los indios que ellos
llaman Bororós. Rui Diaz lib. 1 , cap. 4, y Bar-
co can^o 5, no los conocieron y los describen
fabulosamente. Alvar Nunez cap. 59, da difcroi-
tes nombres á sus pueblos > Schimidels cap. 35
y 36> se los altera , les da canoas y los hace vi-
vir de la pesca y caza. Ambos autores les con.
ceden estatura muy aventajada « y dicen qne
iban los varones totalmente desnudos; pero
Schimidels les cuelga de las orejas un redondel,
y los pinta desde el cuello á las rodillas con vah-
rios dibujos, poniendo en sus labios pedazos
de cristal azql; siendo en esto mas de creer que
Alvar Nuüez que les pone por barbote la cas*
cara de una fruta grande como un tortero, Pe-
ro se equivoca Schimidels dándoles vigotes, y
añade que las mugeres eran hermosas. £n el
cap. 35 dice que se cubrían de la cintura aba-
jo , y en el cap. 36 que les servían de vestido
üuico las labores , diferentes de Jas de los va-
rones, conque se pintaban del pecho alas rodi-
llas. Alvar Nuñez refiere que se afeaban con las
rayas y labores con que labraban el rostro. Su
idioma diferente de todos.
— t45 —
1 45. Solo puedo decir de ellos lo que me
informaron los lenguas y enimagas. Son dos
naciones con idiomas diferentes de todos , que
viven hacía los términos de la ciudad de Salta
al Mediodía del rio Bermejo, componiendo cada
una como cien familias pacificas, pusilánimest
de baja estatura , agricultores y cazadores.
146. Estas dos naciones de idiomas d¡fe«
rentes y pacíficas y agricultoras , que juntas
componían setecientas familias, vivían en el
valle de los Quilmes b^cia Santiago del Este*
ro; en 1618 fueron conducidas por fuerza á
las inmediaciones de Buenos-Aires, donde so
les formó el pueblo de su nombre , y mezclán-
dose con los europeos se han españolizado per-
diendo sus idiomas y costumbres a ntiguas que
ignoro las que serian.
147. La nadoQ Chañé habitaba las orillas
del rio de sa nombre que vierte en el del Pa-
^ 146 ~
raguay en los 18^ 7' de latitud. Lo creo dife*
rente de la de los Pof rudos que vivía mas al
Oriente del mismo rio. Aun parece que habia
otra ó mas naciones ál Mediodía de las dos ci-
tadas y todas han sido esclavizadas por los por«
tuguéses j sin que sepa otra cosa de ellas , sino
presumir que eran poco numerosas, pusilánimes^
agricultoras y pescadoras. Interpoladas coa
pueblos guaranís y habia en la pi'OVmcfa de los
Chiquitos las naciones llamadas por Alvar Na*
ñez, cap. 56 Chímenos, Caracaraesp Gargoto^
guies, Paizunoes, Estctrapecodes, yCandemes^ y
por Schimidels cap. 45 Paisenos, Maigenos y Ca^
cocies. De lo poco que hablan de estos pueblos
ó naciones y solo puede congeturarse# que se
pintaban y veslian como los Jarales , que eran
poco numerosos , agricultores y que tenian len-
guas diferentes. Los fundadores de Santa Croz
de la Sierra , las subyugaron á todas sin difical-
tad en poco tiempo, é interpolándolas entre sí
y con guaranís, formaron de ellas muchos pue-
blos que después encargaron á los P.P. Jesuí-
tas. Esta facilidad en someterse y conservarse
lo mismo que la nación guaram' en todas par-
tes , persuade que eíaü todas de infeííor
tura y pusilánimes*
— 247 — .
CAPITULO XI.
Algunas refleilanes solire los ladlos
•llvcstres.
1. Me ha parecido anotar aqui algunas re-
flexioiies obvias sobre mis indios silvestres. Co*
mo la mayor parte de mis nacioqes 3on suma-
mente diminutas en numero de individuos» se
puede pensar que en cuanto á su modo de sub-
sistir, no han padecido las alteraciones que en-
gendra la muchedumbre en todas las sociedar
des. Cuando llegaron los primeros españoles,
ninguna de ellas era pastora, ojl vivia de los
frutos espontáneos de la tierra; por qne no co-
nocían animal doqtóstico, ni el pais dá semejan-
tes frutos, si no ep corta estación del año y con
mucha escasez , solo en pocos y determinados
distritos. Creo por consiguiente que no fueron
estos los medios priinitivos de subsistir los pri-
meros progenitores de mis nacionesi si no la ca-
za, la pesca y la agricultura, qu^ eran las que
practicaban aquellas geptee silvestres cuando las
descubrieron.
2. Hablando en general^ parece que las na-
— «48 —
ciones de la mayor estatura y otras algo menos
elevadas, pero todas ds bellas proporciones , y
las mas errantes» holgazanas, fuertes, soberbias
é indómitas^ eran las cazadoras: que otras algo
mas bajas pero también guerreras, fuertes, indó-
mitas> y mas ágiles ^ ¿astutas, pérfidas y poco
menos errantes, eran las pescadoras: que las
menos andariegas, las mas bondadosas y pacífi^
cas eran agricultoras. Entre estas últimas hay
algunas de buena estatura, pero también otras
que son las mas» bajas, feas y en todo laá mas
pusilánimes y despreciables.
3. Se observa que aquellas naciones, conser-
van por tradición y sin alteración sus veintidós y
todas sus costumbres, con tal tenacidad » que á
lo menos no las han mudado poco ni nracho en
los tres últimos siglos, aun los que han nacido y
vivido cincuenta años en la misma capital del
Paraguay con los españoles
A. Al tiempo de la conquista, eran estas
mucho menos errantes que hoy; por que no te*
nian caballos ni facilidad de transportar sus a^
mas, casas y muebles. Vivian pues confinadas
en determinados y espaciosos distritos» con po-
quísima comunicación de unas á otras: la gua-
ram' encerraba en su distrito á muchas» aislán-
dolas totalmente sin comunicar m mezclarse
con ellas. Habitando todas mis naciones una
misma llanura, donde hay los mismos vegetaleSf
— 449 —
pájaros, ^ doadrdpedos iguales ea forniás j
nhgnkddWy es cosa muy estraña lá díferenicta
^oé hay dé abas á otras en los idiomas^ estatii*
ni foerzaá y soberbia , siendo ias mas de elbs
mdoouÉdes y las resbdtés pusSánínfes en ttííre^
íOú. Los guaraníá eran idónticos én todas partes
pok* m^ distantes que estaban unos de otros«
5. Los ]|K>rtu|^ieses en muy pocos años es*
clavizáfOD á todos íosguaranis del Brasil ii y en
el añsmd cor^ tiempo los españoles subyuga*
roa i tódós ios gdáiimís del país que describo
ñtréíMáo de eflbs mas de cuarenu pueblos^
sito cKNttar los que estuvieron al cuidado de los
padres Jesottas en el Paraná , Orugnay y en la
pMvincia dé Chiquitos; y por oítro lado á escep^
áctí áe algunas j^usitdnilnes naciones indicadas
ea el capítulo aqterior nüdi. 147, no han po**
áiáo los mismos eufopeos doniar á ninguna de
nm oiráflr ilaciones dimimitas, aunque lo han
procurado e(^ elicbcia y empeño ^ con'cáuda^
los y persüaskmes/ y con todos los
Tiolenlbs desde la conquista baéta hoy«
6. Entre las muchas coÁis comunes á
ó'cáíd t&áas mis nacionesy hay algunas quepuef!
éMTContfdvrarse coino peculiares sfayas» yrotifa»
eomó toldadas del' hondiife europeo^ Lab praas«*
fm son iaá crueldades^ estrava^tes' en ksosi
grandtt fiestab/ en sus duelos > en poner el bar^
bote y en agrandar tan enonhemente jsds ore^
— 350 —
jas. Ellos no dan razón ni saben el objeto ni el
molii^o dé tales cosas y y yo estoy tan lejos de
adivinarlo , como que si no las hubiese vktc^
prábtícar, me parecería imposible pudiera ocur-
pir:á nadie lates barbaridades^, ni aun im mot^»
vo. para hacerlas. La facilidad eon que pardea
las indias sin mala resulta* sin que les falte lale*
choi y sin dejar de hacer el mismo díalo que las
corresponde: los dientes siempre blancos y bien
puestos^ la plena libertad p^ra todo, sin cono-
cer, autoridad ni amistad pariicukr, el dirigirse
sin saber porque por unaspráct^sícofllio siles
fueseii innatas: el no conooer ambici()a^yiegas,
bailes» cantares^ instrumentos músicos ^ la 9}pm^
tia con que' soportan sin quejar^ la iótemperie^
la escasez,. las enfermedades^ dolases^ 'daélos y
fiestas^ la iguaklad de clases, y no servir unos
á otMis: el- no. saber la edad que tienen^ ni cili-
ar de lo ponren¡r:aiiii?para hauér fprorísioaes,
limitándose á.tenep. para el dia;jel »aomer..mn-
ohoíde-uaa vez, sin avisar niconvidaD a. nadies-
bebiendo ^ntes. ójdespue^ y.nuáQil a media cor*
mida) él -noi tener hora fijai para! nada; el.. no
lavarse^ barrer hi eoseis ni instruir á los* hijns,
echándolos luege de casa algunos y matándolos*
otros:; el, respetarse 'los indios de. la misma
nación^ de modo que no séiiacomodan , roban
ni matan, y el morir sin inquietud por la mu-
geré' hijos. que dejan.» .
i< . •• i
— 281 —
7. Lo dicho en el nücnero precedente son
también diferencias con los hombres europeos,
de quienes ademas difieren, en la superior es*
tatura, igualdad de individuos» y elegancia de
las formas de muchas naciones # y lo contrario
en otras: en el color y no tener barbas ; en el
poco vello y cabetlo mas espeso , finws ; largo
grueso * lacio, nunca crespo, y siempre" tíogrof
en los OJOS mas pequeños nunca bien ab¡ed%)si
y siempre negros y relucientes: en la' vista y
oido muy superiores: en los dientes mas firmes
en un pais donde se les caen mucho á los es-
pañoles: en ser mas flemáticos, menos risibles
é irascibles , y manifestar menos sus pasiones
al esteríon en no gritar ni tener voz gruesa ni*
sonora: en la menor sensibilidad y aun fecundt^
dad segon se dijo en el cap. 10, húta:\5ft', d^
los goarams, debiendo entenderse lo mismo de?
los otros. ' ^ 'V *
.8. En el capítulo precedente se han men-^
donado treinta y ocho naciones dé idiomas dífé^*
rentes. Creo no exagerar diciendo, que ademas*
Iiay otros seis idiomas en los indios que víVéñ ál'
Occidente de los pampas: otros seis en los del'
Mediodia hasta el cabo de Hornos; y otros ocfao^
entre las antiguas naciones de las provincias de
Chiquitos y Moxos según se insinuó cap.
rior.iidais. 45^ i6 y 147.
— %n -
t *
CAPITULO XII.
» • f
tádore» del Pi^ragiiay 7 ría áfi la
írM^*a W*, ^^i^^t^ y reiloelr * to«
loqlos. y deliiiado eoü qae «e le« m
«\ •
^qui de la coadiicta ()e. io§ esp^qpl^s y, e^la9¡!Ís-
lieos seculares, respecto ¿ Ipsio^ips» iiwcr^
vandp^ para «el capítulo siguieQle^ ti;atar ds los
padres Jfisuiíag, e,n sus p^e^os d^l liwtm y
Uruguay. Como los españoles llevaipQ v^k
simas, mugeres. de ^rop^, y ^epe»iubalI.
mod^asj e4^<arpi| maQo.d^e. la^ ¡adíns en. clase.
4.9 cQqcubiiias, Por esUft ip^dioL aei disminayÁ
l)AStsu^t9 el.núffleirp. dp ¡adipft.lísps^^
en esp{iqples, porqne. el.r^y d^dni» tales á fe»
qpusstizo^ que reftqltórojri.
% Ikos. ()0Qquis(9d«i:ss.dQ. aigueHos pwes
hícÍ9i;on distinciojiL eo el: modo, de'tratiu!. iios
indios. Si ellos cometida, insulto^ e iojusúpi^
contra los españoles» estos después de vencer*
los ep alguna bqtaHa , se los repamian » y les
CJbiKgahíin á servir de criadas : ademas de otros
indios que voluntariaiiiente solicitaroD ser ad-
mitidos ea el mismo servicio. J)e unos y otros,
se {armaron ks encomiendas Hamadas gener
raímente de Yanaconas y en el Paraguay de
indios originarios. Los encomendaderos ó los
que las poseían , tenían siempre en su casa to-
4os k)s indios que les pertenecían de ambos se*
xos y. de to^as edades, y los ocnpaban á su
adbítrio en clase de criados. Mas no podían
venderlos ni maltratarlos, ipii despedirlos por
males, inútiles ó enfermos: estaban obligados
á vestirlos I alimentarlos # medicinarlos é ins«
tnurios en algún, arte ü oficio y en la religión.
De todo esto se hacia cada ano una visita y
examen prolijo por el gefe principal , oyendo
al encomendadero, á los indios, y á su protec-
tor que era un español de los mas graves y
caracterizados. En esta clase de encomiendas,
foeron incluidos lo$ guaranís de san Isidro, los
Conchas, los de las islas del Paraná y también
algunos Pampas , Paiagpas , Albayas , y Guai*
entms cogidos en las batallas y los citados en
el capitulo liO núm. 72.
3w Pero si los indios se sometían en paz
¿ por.capitulacíon^en la guerra, el gefe espa-
ñol* les. forzaba á hacer sus casas, y formar
paeUafi|o en el sí^o que mejor les pareciese
— S54 —
á su país. Para la jusUcia y policía, se nom-
braba eorrogidor á un caeique , y se formaba
un ayuntamienio con dos alcaides y regidores^
todos indios, disponiéndolo todo como sí fuere
pueblo de españoles. De esta manera formaron
aquellos españoles una multitud de pueblas
que se nombran en la tabla al fin de este ca*
pitulo. Cuando lo dicbo estaba ya corriente y
establecido, formaba al gefe las encomiendas,
componiendo cada una de un cacique y de los
indios de quienes él lo era » para que asi esto-
viesen unidos los parientes y amigos. Se coa*
ferian estas encomiendas en juicio formal i
los españoles mas beneméritos, y las llamaban
de Mitayos ; pero no eran tan titiles como las
de Yanaconas del numero precedente , porqoe
solo los varones de diez y ocho á cincneata
años estaban obligados á ir por turno, dos me-
ses al año , á servir al encomendadero , que-
dando los diez meses restantes tan libres como
los españoles. Ademas siempre estaban esen-
tos de todo servicio los mayores y menores de
la edad citada, los caciques y fiús primogénitos,
las mugares y. todos los que en su pueblo eger-
cian cualquiera cargo pjübUco. Aunque el enco-
mendadero solo alimentaba á los indios mien-
tras le servian , sin vestirlos, estaba obligado á
instruir en la religión a todos bs individuos de
su encomienda, y los instruyó hasta que hubo
— 958 —
párrocm; después se le precisó á pagar á es*
tos. Sobre todo esto se Terificaba la misma vi-
sita aímial que dije en el numero precedente
se hacía de las Yanaconas.
A. Gomo los encargos y ordénes de la cor-
te eran siempre apretantes para adelantar los
descubrimieotos y conquistas, sin facilitar me-
dios ni czndsieSp Dominga Maninez de /rola,
gefe que arregló todas aquellas cosas^ discurrió
el medio siguiente de adelantar las^ conquistas
sin el menor costo del erario. Luego que • tenia
noticia que habia indios siWestres en alguna par-
te, y que no eran muchos, incitaba á algunos
españoles voluntarios para que- á su ri«gó y es-
pensas los redujesen, ó precisasen á agrégarseí
á algún pueblo de su lengua donde siraesco de
Mftayifs ó. de Yanaeonm lleváadcAbsi so* casasy
segpm bl reparto que bs misníos 'espafoles^kH'
t^resados andaban. . Gaándo> s^bía' Irila quef
había muiebos indios én unidistc^p, ccmq &dcB^
d|6 w las pcotitirias de >Gnia«, dé Jerez, dé
CM(|uilo$> dé Sánte:Cfuz:del CbMo y de Santa
Fé^ loú hacia seconbcer, y Um^ despachaba
nna cofupania deespánolesbénóiidendé fundar
una villa ó ciudad ea medid deioéiudiosv r de
repartírselos en enconiiendas ya t de Yanaconas
ya de Mitayoi según dietabtti iM'circnnstattéfen
esplicadas en los dos números precedentes.
S. Lá dnractoni dé todas bs encomiendas^
se fijó en la de la vMa de^ {muer fioseeéor) y
lá de su herédehK acabada data Miaa ifékdw
abolidas^ y los mdtos éo bf raistaoa Irbártaé. cfte
los españoles, con la scia diferencia drf |Bfp' al
erario üii trtbato ínoderaáa en fihiloa dbl pib •
El que médíle h formaehm de encmifeiidar y
stt duración, conocerá cpe remifó irala eh eaté^
pílalo cttaota refléxiravprádeaeiá',! humiiiliiAvft
y política cabe ea Un kcrnak^e, Gnab» pipóüsí*
do á adelantar el deséabriaiento f. emqdiscar, y
le era imposible' hacerlo tbff anos! aaUbdo^ i
qaienes el rey nod^tba hon^w^iádeUloei^aratts
ai ntuAicbne^^ m aun vcbtnaTiarairtoQsar afganas
ni Irala pj»día propordoaarreB aada/decm^ w
un pais que ncr conocía méudm |ii: frato^jpfeiMO*
so. De mddo qué. fiarx ésMDNUan' yniover. a
sos gentes, no lintKy otiro resorte qbe 'ehcebn'dlf
darles eúcoaiie&daa^tdisftiágui^nilbtoeni^
pecios de Müágñs^ y Fotáiciam paracMbaMYr
enlo postblejibtidaiOoa*k)eiádlba;^árqniie^
libra de malos iratanfenlos con: 1» ' pinÉtaa ^
sitas^ En cuaaio i laiduradioil'de las doi^^ifdiis^
dd las encomieiidásjr; era el num oórtol tiainpo
necesaírio paiSa civilizar é instruir á- tos* tndfos^
bkja la dirección y trato inmediáioide lo^éneo*^
mendadefos interesados . ea eeto^y pakvtifteoaH
pensar los oóslos^ fatigas. y peiif^os.dd'lbs'éoa^
qnistadorés. t
6. Sin embargo, desdbentbiiGei^lufcu.l¡oy
— 857 —
ño faan (aliado gentes, que han declamado con-
tra estos encomiendas; pidtando á aquellos es*
pinoles con los mas negros colores. Pero re-
flecsHMmndo la historia de las conquistas, no se
eocontvari otra con tari pocos escesos cometí-
dos, lii que haya producido tantas ventajas á
los Gofiqnistadós con tan poca sangre derra<*
mada.
- 7» Asi estaban la cosas, cuando dispuso la
corte qae don Francisco de Alfaro, oidor dé la
«ndíencia de las Charcas, pulsado al Paragunly
en clase de visitador con instrucciones compe-*
téntes y grandes facultades. Este hombre por
los años de 1612, mandó, que asi como fuesen
muriendo los que tenian encomiendas ^ queda*
ten estas agregadas al real erario sin bonferir-
se i nadie; y que los que las poseyesen entre
fimttf, ntí eligiesen de sus indios MUaybs servia
tío personal^ sino un corto tributo anual en fru-
tos del pÉÁ^ y k) mismo He losincfios Yanaconas j
débieBdodal' á estos tierras para cultivar por su
(Otfeofta, de donde sacar el citado tributo, el cual
debería entrar en el erario luego que vacasen es-
táis enoomiéndaif. La corté apéobó ésta provideni-
ékkf peto como déj«(ba á los españoles sin un criá««
-éb ni €l4|BMÍtf , no áendo etdomséÁ decente allí
4fb» «fr éspaAot sínríése á otra y m» habiendo
* Mdavbs nebros, lo répi^sen taran sd visitador^
j éMé «Mviáfe éa dejar las cosas cómo estaban
33
— t58 —
«intesy insi&liendo en que no se cónfiriéae nin-
guna encoiiiienda de las que vacasen. Así se
verificó con las de los vecinos de Baeno&-ili«
Fes, de Santa Fé y G>rrientes9 pero no con los
del Para^lbay, cuyos gobernadores conünnaroo
dando todas las que vacaban, conservando el
servicio personal* Aun en el año de 1801 so*
cedía lo mismo; pues aunque como veinte años
aiites habia mandado el consejo coropKr lo ái^
puesto por Al faro , representó el gobernador y
el ayuntamiento; y quedó todo como nates.
Verdad ea que los padres Jesuilas logk'avon des*
pues de muchos años de las disposicioiies de
Alfaro, libertar de encomiendas los pneUos ct*
tados cap. 1 3^ niim. 1 1 •
8. Mandó el visitador , que na se fundaseD
en lo sucesivo ninguna encomienda de. yadíos»
apoyando esta y todas sus providencias ea los
supuestos escesos cometidos por los españoles
en la caza, de indios citada num. 4^ en que no
era lícito forzar á ser esclavos á los indios, li-
bres * y en que se conseguiría su ctviKzacioB y
sumisión mucho mas fácilmente conafiáodolas en*
toramente á los eclesiásticos. Los ültimos padres
Jesoitas del Paraguay^ se jat*.taban de que losada
so sotana halHan dictado á Alfaro jai» providen-
cias f y contaban esto entre wÉ grandes servir
€Íos hechos á la humanidad y al estado» Pe-
ro yo no sé como no reflexionó el visitador ^ y
— Í&9 —
mas la corte , que ea ud pais tan apartado, don*
de el rey no tenia un soldado pagado , ni facilt*
taba el menor auxilio para nada , el cortar la
finrroaciop de encomiendas equivalía á estirpar
de caiz el único estímulo que podia animar á
los españoles particulares , á adelantar 4os des«
cnbrímientos^ las conquistas y la civilización de
los indios y y que nada de esto podría verificar-
se^ ni aun conservar lo conquistado, prohibien*
do que ningún español secular tuviese parte
en ello
9. Esta reflexión se bará evidente, al que
considere qae desde las providencias de Alfarar
basta poco ba no se fundó ningún pueblo espa-
ñol : que muchos de los que había anteriores,
.han sido destruidos' ó abandonados; que bastan*
les españoles, disgustados del gobierno , se fue-
ron á establecer en S. Pablo y otras partes ea*
tre los portugueses, y que el imperio español,
lejos de adelantar, fue perdiendo y perdió U>«
talmente las provincias de Vera, de Santa Cata-
fina y Gananea , del Gqairá , de Jerez , de Itatí,
de Cuyabá, de Matagroso, del rio grande de San
Pedro y del Chaco. El mismo convencimiento
sacará el que lea al fin de este capítulo, la tabla
de los paeUos de indios fundados por los espa-^
ioles seculares, si advierte que las fechas de sus*
Anidaciones y sugecion de sus incBos son ante-
riores á Al&ro : pues aunque bay en ella diez
de fecha posterior , leyendo sos fundaf^oes f»
los capítulos 16 y IT, se CDContracá que. pan
formar los cuatro, sq despredó lo dispuesto por
Alfaro, y que los restantes lejos de es^r consta
lidadosy aun no tienen un indio civil ni cristiaii9i
y no se piense que las disposiciones de Alfiua
han fundado otros, pues no se mostrara ni uno
como luego veremos.
10. El gobierno portugués siguió las niáii«
mas contrarias á las de Álfaro, pues sobre indr
tar por todos medios á los particulares, les daNt
auxilios^ armas y municiones, y les perqiitia
Tender por esclavos perpetuos á los indios qu«
pillaban en sus Malacas ó incunsiones* « Con esta
conducta libre, atrajeron muchos españoles: de-
sertores ó malcontentos ; buscaron y encoDlra-
ron muchos indios silvestres, y cuando escasea-
ron, se llevaron los de diez y ocho ó veiale
pueblos fundadosry catequizados antes por ktf
españoles. Con semejantes correrías descubrie-
ron y se apoderaron de las provincias ckadas en
el numero anterior* y de las minas de oro y pifr^
dras preciosas de Cuyabá , de Montegroso y de
otras.
11. En la formación de los pueblos dé la en
tada tabla» nadie intervino sino los encomendade*
«
ros que por su particular interés sujetahAn á fes
indios , los in&tniian del modo posible en las ar-
tes , ofidoa y en el catoJüeisqdo^ Ningún edesiáti
— Mt —
tÍM hbcisi pudo hacer nada en aquellos prime-
foa tiempos con los indios , porque solo hubo un
dérigQCMHi los primeros conquistadores; y aun
cuando veinte años después Uevó e) primer obis*
po canónigos # clérigos y frailes / en todos no eran
sino dí^ y siete. Solo uno de ellos entendia el
goanmí ó lengua de los indios, mas no lo sufi»
emite para tnducir nuestro catecismo ni para
predicarles» Llegó ya el caso de haber ya funda*
das siete ü ocho, ciudades españolas» y cómo cua«
reala pueblos de indios no siendo los ecjesiásti*
oos aino veinte, incluso el señor obispo. Dos
ÚBÍces entM ellos, que entendían el idioma, cor-
rían continuamente de unos pueblos á otros»
y se conoce lo poco que aprovecharían en todas
partes. Viéi|dose la estreroa necesidad de ecle-
siásiicos, los solicitaron con las mayores instan*
€ÍaS| hasta que el año de 1611 llegaron los padres
Jesoitas, i quienes el juez eclesiástico encargó
¡nm^iatamente las atenciones parroquiales de
toda la provincia de Guaira , que aun no 6ab¡a
tenido jpárioco alguno, no obstante de haber en
eHanna ciudad española y trece pueblos nume-
roaos de indios, fundados cuarenta y cuatro
antes. En el propio caso estaban los anti-
pueblos de Taréy , Bomboy y Coaguazd
que se encomendaron á otros dos Jesuitas He-*
gados después en 1632 y el de S. Ignacio^gua*
¿éá^iroeldei«09.
— 96S —
1 2. Por las ordenanzas ád visitador Al&ro
citadas núms. 7 y 8^ ise prohibieron todos los
medios seculares ó de la fuerza practicados has-
ta entonces para reducir y civilizar indios sil*
vestres » y se encargó este tan grave negocio
privativamente á los eclesiásticos^ franqueándo-
les con libertad y continuamente abundantes
caudales de las tesorerias de bulas y vacantes
de obispados. Luego se han buscado eclesiásti-
cos que han convenido en irse á vivir entre los
indios pampas , minuanes , mocobis y abipones^
tobas ) pitilagas , lenguas » albayas y payagoas^
precediendo el beneplácito de los indios, ofre-
ciéndoles dar vestidos, la comida y herramien-
tas. Convenidas estas cosas» se han formado
pueblos de chozas en los sitios elegidos por los
indios^ y los eclesiásticos dotados con baeMS
sueldos ó rentas, se han ido á vivir entre dios
sin tener mas ocupación que la de repartirles
lo prometido, sin poder hacer otra cosa, por-
que los indios no los han podido entender» ni
ser entendidos de los •eclesiásticos. Yo l^e visto
principiar muchas doctrinas ó pueblos ae esta
manera eclesiástica, v tambiealos he vista acá-
bar; ya porque se agotaron los caudales asigoae-
dos» y ya porqué aburridos los curas, los abal-
donaron. Me consta ademas haber acaecido lo
mismo á otros muchos, aunque no se anotan en
la tabla al fin de este capítcdo.p^r no veiúlr al
— ,J63 —
caso'; pero no se mostrará en aquel pais qd
pueblo existente formado sin la fuerza sino ecle*
aiásticamente , en el que todos liis indios , ni
ami nno de eiks sean sumisos civiles y cristia-
nos. Lo único que se ha visto en esto es, que
Á los eclesiásticos han sido muy constantes y
loa caudales han dado en manos económicas,
se ha prolongado la destrucción de los pueblos.
Asi ha sucedido á los seis liltinxos de la citada
tabla , sin que por eso se hayan civilizado, ca-
tequizado ni sujetado sus indios , que están co-
mo el primer dia. Si contra esto se dice que el
rey envia continuamente de España doctrineros
de todas las religiones y que estos tienen for-
mados innumerables doctrmas ó pueblos en to-
das Jas partes de América, responderemos que
también los envia al Paraguay, donde he dicho
que nada han adelantado, siendo de presumir
k) mismo en todas partes, aunque yo solo hablo
de lo que he visto.
13. Verdad es que los eclesiásticos, igno-
rando la historia y mas el carácter de las dife-
rentes naciones de indios , haa preferido para
808 empresas las citadas en el mimero anterior
que son tan indomables, como que ni los heroi-
cos conquistadores pudieron sug^tarlas ni ade-
lantar nada con ella?, ni creo posible que nadie
lo consiga por otro medio que el de buen trato
y eomerciOy hasta que mezcladas con nosotros,
W< - *• II' ^
adopten inseBsiUemeote ooeitris
leogua j religMNu La ftierza pddrá i la Uiga
éstermiímriasy ma* no domiorlas ni porraadilláft;
Si los eclesiásüoos se hubiesen tllrigido ¿ ios
guaranís silvestres mas dóciles que las dltadba
naeidnes, no habrían enoontrado táattas liificd*
tades» sin qne pot esto erea yo q«é Mifesea
logrado forinaliaar sns ^dyéébos Ijii d iinilie
de la fuerza seeiihir, ^qiie üié cMst* qtít
niiiguna reducción de indiM M ha formaliíiiio
mü ella.
H* Aun asi se me hace inifMsiUer ^(1^
adelante nada cOn Otras nablobeíB t>Or una dó^
xñles y pusilánimes qile í^ean, por lá graHdftífua
dificultad de aprender siis idiomas f de traducir
én ellos nuestro cátecisinóy' faltando á (odds las
palabfte precisas para espresar todtf lo* iKíeiéc»
tnal y espiritual, de que no tieaen idea. Lm pa*
dries Jesnitas a quienes tengo por los mai pnrc-
ticos, diestros y diligentes en ¿aateria de reduc*
cioués; vivieron mas de veinte anos en clase de
curas doctrineros « entre los Tobas, PkXayas,
Abipones, Mocobis, Albayas, Pampas y Miaña-
nes sin poder fcnrmar uña gramática ni cütecis*
'mo en tales lenguas. Cuándo hubiesen HagMdo
á entenderias y haUarlas perfectairtteté* ^ nó
era posible trarismttír á otros to que elfoB élH
piesen, por que todos ó casi todos há tkUlá»
idiomas usan de sonidos que no pnedMi eacrt*
— «65 —
birse eoa nuestro Mfabeto. Se conocerá m» la
dificaltad sabiendo , que aunque hay en Amé-
rica tantos idiomas dife^ntíunios y que en
grande numero de ellos se han intentado tra-
ducir nuestro catecismo por los misioneros,
creo que no se puedan mostrar sino cuatro
iraducciones: á saber en las lenguas Aimará,
Qnidhioa, Megicana y Guaraní. Aun estos se han
formado y por que los españoles criollos han
adoptado tales idiomas y les ha sido meóos di-
ficil suplir con el español lo qtié faltaba á los
otros : de modo que se puede desconfiar que
sean sus catecismos exactos * y mas no habien-
do yo encontrado smo solo tres curas que se
atreviesen á predicar el evangelb en guaraní;
no obstante de qoe esté era él idioma nativo
de tddos los curas. Oigo liáUar de que los ecle-^
síástíccis bata catequizado infinidad de indios
de inottnerafaies lenguas; nías no creo se maes-
tral traducciones del catecismo en mas idio*
Bim qiie los cuatro ciladós. Pct esto quisiera
me dígesen ¿qué instrucción han podido ó pue-
den dar, fuera de tos dichos cuatro idiomas^ á
únM indios qué no entienden el de sos predica-^
dores? ^Se podrá pensar qué han principiado
enseftíndolee nuestra l^igua^ mas^ no creo qpiet
puedan mostrar un solo pueblo donde haya sn»
<seáiáo tai (toa j ni la creerán los que conoc*
exa áf lo9 inidros sUvestrea ^ á quienes solo la
34
fuerza puede h«icer que quieran oir , mas M
que entiebdan.
15. Vimos en el niim. 7 que. contra las
disposiciones de Irala y habían continnado es-
tos indios con la servidumbre de encomiendas;
pero en lo dema^ se les dio plena libertad como
á españoles. Asi estuvieron un siglo , hasta qne
se les aplicó el gobierno en comunidad inveor
tado por los padres Jesuitas , de que se hablará
en el capitulo siguiente , y desde entonces han
sufrido las vejaciones ya insinuadas. En cuanto
á lo demaís , estos indios cultivan y pastorean lo
mismo qne los españoles que los han instraido
y aun son ios únicos carpinteros y tallistas dd
pais. Se ignora su capacidad para el comercio,
porque no se les ba permitido comerciar abo
frioleras á hurtadillas. El trato con sus enco-
mendaderos les ha enseñado á fabricar cada fi^
milia ^u easita con divisiones por dentro, íDon
cocina y algunos muebles , el haberles permitido
trabajar para sí dos diasde la semana, y el ha-
cer lo mismo muchos dias de fiesta* ha propor^
cionado á muchos el tener algunas vacas leche?
ras, un burro, algunos caballos, gallinas y cerdo.
En punto á religión los creo muy atrasados aun-
que no tanto como á los indios jesuíticos, y lo
atribuyo á que como sus curas han «do siempre
hijos del pais , cuya lengua nativa es la de los m? *
jdios, les ha sido mas fácil recibir la instrucción.
— «67 —
Tabla de les naeblMi de Indle» femia-
des per loe eeaquletaderes.
<
Nomkres d9
Años
de la
lo« fm^íoi^ fwndae
lu.
Tagoaron • .
AregQA • . .
AIUM
Tobtiit . . .
Toit
lp«ié . . . .
Goanmbtré.
Latitud
austral.
25*3(y30*'
25 54 56
33 20
i
6
1 35
25 16 45
23 16 26
23 23 i
ÍPl6
Atlra. • • .
Maficajú .
Tcracaoi. • .1
AbiraDariyá/
Candelaria, .i
Loreto. . . .|
San Ignacio
nifri. • . •
Saniafíer. •
San José. . .
Annndadon.
Sts. Angeles.
San Miguel.
San Antonio.
San Tomé. .
Concepción .
San rallo. .
SanFedro. •
icMs Maria.
Calcbaqoi. .
Ptrteogoasú.
• • • •
Carmiai.»
Facnoin. •
1536
1536
1536
1539
1539
1539
1539
1539
1539
1539 d. 21 4 17
Longitudinal
O. da Parii.
Nota, La d ín-
dica pequeña duda.
59*45*
59 40
59 39
59 46
59 38
59 29
59 31
59 22
59 19
2'
14
14
2«
30
1
26
10
29
Eiisleo.
1639
1539
1639
1539
1555)
d.59 28 1
24 7 25
24 9 30
24 22 56
24 30 43
57 52
58 12
58 15
58 29
64
10
28
I
ÍSe nnié al de foi
Tois en 1746.
/Destruidos por loa
portngvesos en
1676.
Eiísten.
1555
1555
1555
15551
1555
1585'
1555>EnelGaairo.
1555
1555
1555
1555
1555
Destniídos por loa
porlugaeses
1631.
1573
iim
32 34 2
23 13 30
63 26 30
59 15 25
1576 d.24 4 O d.59 20 4 I
] ' *
1880 d.2S O O d.97 1 O }
1580. 20 25 O I in 41 O I
Sos indios «e han
españolizado*
Destruido por los
portugncsea aa
1674.
Destrnido por los
portognescs an
1676.
Destruido por los
portugatses en
1635.
•
— 468 —
déla
fitndac
1880
Baradero.
Okoma.
• •
Latitud
auttraL
LonaitudinQl
O. ¡9 París,
I
Guacaras . •
Yuti. • . -. .
SaDta Lucia.
Tarci
Bomboi • • •
Caagaaiá • •
Caaiapá. • .
Saa Ignacio
goaxá. . •
Taii
QoUmet. • •
Areosia. « •
S(o.I>omiBgo
Soríaoo. .
Tiapé
Sao Javier. .
S. GarónimOf
CaiaalA. • . .
San Pedro. •
Garzas. • • .
Taiapen. . •
1588
1888
1888
1888
1892
33* 46* 38*
97 46 O
27 77 31
27 17 O
38 )W 30
92 4 O
1892 d.22 14. O
1892 d.22 30 O
1607] 26 11 8
1609' 26 84 36
16101 27 18 88
1618 34 38 48
1632!d.24 22 40
^.1680
1673
1743
1748
1749
1768
17701
1798
83 83 86
28 82 O
30 32 18
29 10 20
31 9 20
29 87 O
28 28 49
29 43 30
62* 6*30*' Eiiste.
IDestmido por ki
61 O O ( poringnescs ea
( 1748.
60 88 12 )
60 31 38 > Existan.
61 18 2 )
60 13 4 lü«Jáos.« «ijaia
d.89 30 O 5
88 4ií»49 1
89 4 14
88 39 29
60 36 80
Se nama boy Sia-
tiago.
Eiiaten.
d.88 37 O f So nnló al de Ws
i Altos en ItlB.
60 38 20
88 89 33
62 87 18
61 43 46
62 39 O
62 37 O
61 11 40
62 40.30
Existen,
9S9 ^
mm--:
CAPITULO Xlll.
De !• praetleade por Imi padres Je-
mitas para redaelr y gelbemar Um
ladlMi.
1. Llegaron los padresL^^'^^ ^ P^ ^^•
mi descripción el ano de^4fi^ y administraron
temporal y espírítiíalmeote treinta y tres pue-
blos de indios gnaraois ó tapes que es lo mis-
mo. Tres de ellos que son los lUtimos de la ta-
Ua al fin de este capitulo , están á la parte del
Norte de la proyincia del Paraguay, y los trein-
ta restantes componen la provincia de Misiones
del Paraná y Uruguay. De los treinta y tres ci«
tados pueblos» solo fundaron los padres los vein*
te y ocho de la citada tabla; porque los cinco
restantes son los que hoy existen de los que les
encalcaron á sa arriba» ya formalizados mudio
antes , y aun repartidos en encomiendas» fiogv a
se dijo en el precedente capítulo nüm. 11 y cons-
ta de los papeles del archhro de la Asunción,
por cnyo motíro se kn anotado entre los de
dicho capitolio.
— J70 —
* 2. Según escriben los mismos padres redu-
geron los veinte y cinco primeros pueblos de la
citada tabla, predicando y soportando trabajos
y martirios como misioneros apQSitplicos. Pero
separando los seis que son colonias, porqae su
fundación les dio poco que hacer , no puedo me-
nos de notar, que para fundar los diez y ocho
primeros, solo emplearon veinte años dejando
pasar después ciento doce desde la fundación
de S. Jorge á la de S. Joaquin , sin fundar otro
que el de Jesús, sujetando algunos indios süves-
tres con otros muchos sacados del dé Ttapoá
que tenia ya setenta y un años de antigüedad;
de modo que Jesús puede decirse colonia de
Ttapuá , como lo son los seis que le siguen en
la tabla. La circunstancia de haber coincidido
los citados veinte años fecundos en formar pue-
blos con los mismos» en que bs portugueses
llamados alli entonces Manuftacos^ persiguieron
con furor por todos lados á los indios gnaranís^
y en que estos llenos de pavor , huyeron á refu-
giarse entre los grandísimos rios de Paraná y
Uruguay y en sus bosques inmediatos ^ dcHide
no penetraron , ni era fácil, aquellos inbumanos
^corsarios, digo que esta coincidencia del tiempo
fortalece mucho la presunción de que en la fun-
dación tan rápida de aquellos primeros pudliks»
tuvo tanta parte el miedo de .los Mamálucos
como la que tuvo el miedo de las armas espar
— Í7i —
ñolas en la formación de los del jcapítulo ante-
rior. El grande mérito de los padres Jesuitas# efrr
tavo en la constancia y hsJ)ilidad con que jdir¡«
gieron y libertaron á los indios de tan. terrible
persecución á costa de tan largas y trabajosas
peregrinacioneis, de las cuales puede tomarse
alguna idea leyendo lo poco que se dirá de cada
pueblo en partioilar en los capítulos 16 y 17.
3. El modo de formar los padres los tres
áltifflos pueblosde la citada tabla^ no sólo comr
pnidba mi presunción anterior y sino qv0 bac9
ver qué nadie conoció mejor que ellos la insufi-
ciencia de los medios eclesiástico^; ó persuasír
TOS. Instruidos de que babia en el Tarumá gua-
ranisstWestres, les despacharon algunos indios
instruidos de los pueblos del Paraná ^ que eran
de la misma lengua ^ con algunos regalitos dicien-
do se los remitia un padre jesuíta que los ama-
ba muchOt y deseaba llevarles otros con abun-
dancia de vacas para existir sin trabajar^ y que
aun qneria vivir entre ellos. Se repitieron igua-
les embajadas y reconocimiento del pa¡s# y de
residías marchó el padre el año de 1720 con las
ofertas , acompañado de bastantes indios esco-
gpdos en los pueblos del Paraná , que llevaron
el eqaipaje y ganados > y que se quedaron para
cuidarlos^ para servir al jesuíta y. para fabricar
las casas ó choz&s precisas. Comidas las vacas,
ae llevarpQ otras y otras por muchos indios de
los estados pueblos qoe se fijaban adi con ysnos
pretestós. La abimdanda dé comida , la dulzun
del padre , la buena eoodiicta de los indios del
Paraná, las tniisicias'y fiestas» y el no molestar
en nada á los indios MÍvestres, atrageron á cat-
SI todo los dé esta especie qíie había en k( co^
marca , y se Hanló esta reunión pueblo del Ro*
sario. Pero cuando él afto de f 721 fiobo yá mas
indios del Paraná que silvestres, reemplaiÓ al
primer jesuita otro del carácter que confenia^
él cual con su fuerza armada circundoí á los in*
á\(f^ silfestres , y se los llevó al pueblo de San-
ta María de Fé y eri seguida los repartió en
otros pileblos de los del Paraná, donde los sa-
jelaron y redugeron, menos á 60 famiKás qoe
lograron escaparse á su Tarumá ek áfio de
1733-
4-. Quedó asi la cosa, hasta que noticiosos
el obispo y gobernador del Paraguay de qoe di-
chas femtiias estabáií en su pais , instafoa nu-
^o á los padres Jesuítas para que les formali-
zasen' un pueblo donde estaban. Comenzó esta
nueva negociación con ^egalitos como la prime-
ra, y fué el [mdre cura con vacas, indios, etc.
coando tuvo bastante gente escogida para sa-
getar á los silvestres^ los circundó Oda ítfafiana»
Intimándoles con buenas razones la deoesidad
de hilar á las mugeres y de trabajad á los baro-
nes, kú quedó como de repetote formado el
— 873 —
imdTO pivUo ep 1716, coq el nofnbre de San
J4tü)t|ip eQ TQ% de\ (lo^Q que tuvo el qup se
h^Í4.4l>flp4f)pado ao^es; perp»e egercUó l|ieo
1» vigiMpis^ (}p! P?ír^. por .a)guQ tiempo para
qtt$ 00 $p le ^spapasen y también $a jiulzura,
cQllt^m!f!^.ac¡on y ^nayidaflf principalmente con
)o9 tti^^ díspqloíí. C^ncjaldo e§fe pueblo^ pen-
sarQfi )os pa4r^ |e^u¡|a9 én ^pqoaf! otro basta
cofHpaiQar )o$ que ^ei^ian fsn et P^jranáy con lo^
da av prpvjncja jde los Chiquitos» Cofi esta mir»
ti^rf^íAl^fí^q á |.i 4e npvfpfnbce de 17^9» e|^
pueblo 4^ §. (¡^MmsIaQ por Iqs mjsmos medios
4íiclí<w par? ^! d^ S. Joaquin, Eq ajmbos he vis-
to ln)iehpg 1061)09 indios de los del Turumá que
dpt Los qae fp^ron .cqi> I as vacas^ etc., del Para-
ná, y tQ4Q$ f^f^wfifi Ip qM6 he dicho de la fun-
(]mmíiq de si|$ (>ileUas, n(iece«:íjéndppie mas eré*
dito qn^ .el padíe J¡q^ í^í?, uno d,eJos pri-
n^efM cMra^ de $• Joaquín, que di.oe ep un
6«^ito que dejó allí» que solo l)evaron doce ¡n-
diosi.del Paraná. Sin duda quis^ pcultijir la vip-
leocia que hícierojiy sin repar;^r .que también
ocii|tdba la habilidad, s^gapidad > moderacioo y
psédenjcia con que I9 jqíianejar.oa y que hacj^
á ras padres ^n ignorantes, qjae po conocían la
lUiJM^ <le los nie<ji(9s persuasi vp^ p eclesiásticos.
5w Sigui^iKlo lü idea de form^tr una cadena
de pueblos tui9ta Ips Quiquitos, enyiarpn los pa-
dres sus embatadas y regalitos á los indios aU
35 '
— 274 —
bayas: convenidas las cosas como para los dos
pueblos precedentes» marcbó el padre José La-
brador con vacas^ etc. y porckm de indios es-
cogidos en el Paraná con los cuáles formó el
pueblo de Bélen^ bkjodel trópico el año de 1760.
Conociendo desde luego que era imípostble ade-
lantar persuadiendo^ y dar sujeción á los dba*
yas con cuantos guaranís pudiese llevar^ eseo^-
tó el medio^ de- deshacerse de los mas esfin^
zádos albayas ; figurándosele seria después mas
fácil supeditar á los denitalCon esta mira hizo
.creer á los albayas qué los indios de la provin*
cia de los Chiquitos deseaban pwsn mediidoa
hacer paz con ellos, y restituirles algunos priwo-
neros, que les habian cogido eb una sói^resar.
Asi logró el 'padre que ftiésen coa él á los' Glii-'
quilos tódds los aíbayas de^ quienéá se tjoeria
deshacer, y habiendo llegado al -pueblo detSan-
t6 CorazMiü ^ celebró su arribo con bailes- y
torneos ; peit> habiéndolas separado maMca^
mente para dormir, al toque de campana ame*
dia noche fueron los albayas atados, y Í4^ manu-
tuvieron presos hasta la espulsion de los pa-
dres. Entonces los nuevos administradores les
dieron libertad, y regresaron á su pais donde
refieren lo que he copiado. Mas nada se adeim*
tó con lo dicho en la reducción de' Belén, queso
quedó y existe con solo los guaranís llevados del
Paraná.
— 275 —
6. Habiendo hablado de los pueblos funda-
dos por los padres Jesuítas ^ y del modo como
los fondaroo» trataré del gobierno que estable-
cieron en ellos. Pero en cuanto á esto incluirá
oo solo á los veinte y ocho pueblos de la tabla
al fin de este capitulo, sino también á ios cinco
indicados en el niim, 1, porque álos treinta y
tres doctrinaron y dieron leyes.
7. Habia en el pueblo de Candelaria un pa-
dre, especie de provincial, llamado superior de tas
JÍMJaiie», quien, con (acuitad del papa, podia con-
firmar á los indios y era el gefe de todos los curas
ó pueblos. En cada uno de estos residian dos pa-
dresy cura y sotacura que tenian asignadas sus
funciones. Las del sotacura eran todas las espiri-
tuales, y las del padre cura las temporales en to-
dos los ramos y sentidos: como estas necesitaban
muchos conocimientos y esperiencía, eran siem«
pre los curas, padres muy graves» que habiansido
antes provinciales ó rectores de sus colegirá, im-
portando poco que ignorasen ó supiesen el idioma .
délos indios. Su antecesorledejaba en un prolijo
diario anotado lo que coavenia disponer para
labores, üábricas, etc., y ellos eran en súmalos
que todo lo disponían. Aunque habia en cada
podJo un corregidor» alcaldes y regidores in^
dios, que formaban el ayuntamiento al modo qne
en los pueblos españoles, no ejercian jurisdic*
cion, ni eran mas que los ejecutores de las órde-
— 27B —
neis del cura, el ciíal civil y cAmin^iúeiÁe dittn
sus disposiciones siertipus blandas; pera M per-
mitir apelación ante oíros jueces ó anéimkias
¿spa&olas.
8. No . daban los pudres curas licencia i
nadie para trabajaran ntilidsid projña, preci-
sando á todos sin distinoión de edad ni desex«y
á trabajar para la comunidad del pueblo céidain
do el mismo cura de alimentar y vestir igul»
mente á todos. Para esto almacenaba todos ios
frutos de la agricultura y los productos de lá
industria, dando la salida mas ventajosa en las
ciudades españolas á los sobrantes de algodón»
lienzos, tabaco, menestra, eneros al pelo, yer-
bas del Paraguay y madel^s , conducténdkrfas
en embarcaciones propias por ios rios mas cer-
canos, trayendo en retomo hetramientas ybqne
babian menester.
9, De esto se coKge, que los padres coras
eran arbitros de los fondos «obrantes de las co-
munidades de los pueblos, y que ningún indk>
podía. aspirar ú tener propiedad particular, fisto
quitaba todos los estímulos de ejercitarla raaon
y los talentos ; pues lo inismo baliía de -comer»
vestir y gozar el mas aplicado ,i)abH y virtuoso,
que el mas malvado » torpe y holgazán. Gohge-
se igualmente , que á |Kir un \$idú era *este go«*
biemo adecuado pam enriquecer á las comnm*-
daid^y^por el ctto hacia que lodo trabajo feen
— 877 ^
Hngpido oo importáiulble qada al iodíot <|u^
sil eoflmuMad fuese rica. Sin eaibai^o, este go^
bieiiio de los indiíos^ oiereciQ los mayores eh>-
^06 dé álgobos sainos de Eépopa , que ciNdyeron
ser los indios lacafAudss de alkneAtar á sus ía»
niKas^por éu nkigaha econoaita tí ptevkwa
paira oonserTár nada para los tieiii|Mto de esc»*
ate: en aoma loa creyeron como unos niños, á
^pnenea no podia eónvenir otra especie de go«
li ie iuto ^ j <}ue con éi eran felices.
lOk Paro ¡goMorob didiea aabios qne loa
pneUm ide indios del capftnio precedente , que
enü de ia nisiaa nación qve los jesotticos^ ec-
sfclieMí «n siglo Tistieado y alimeattndo sus
lamiliats partíeiilarmente toada uoo, eín necesi-
dad de ecónomo que almaoenaae él froto de so
Inbejo qoe a» era ecNoÉ^^eio^ poique oí de dos
flisses al año ps^tenecia á un encomendadero.
Tampooo nflexioniaron qne los indios jesaíticos
ooaio todos cuando eran «Hrestres • trabajaban
y tenían previsión y economía bastan te ;frB es que
ÍaUmealaban cada uoío á su familia. Nohaix>pues
tálniñesí, é incapacidad en los indios; y cuando
qaiera suponerse» lo cierto esijue el gobierno
' en'coÉnaníidad no se las quHó en mas de siglo y
medio, persuadiendo claramente que semejante
conducta embota los lateaitos.
1 1 • Los'poefe^os de Loreto , S. fgnacio mirí,
Sama Maria de Fee',Sttntíago /Corpus, ítapoa
— S78 -*-
y S. I^acio-guazüy estaban sugetos á encomien-
das cuando los padres jesuítas se encargaron de
ellos y continuaron muchos años despnes. Esto
no podía menos de incomodar mucho á los pa-
dres ; porque los encomendaderois les quitaban de
sus pueblos la sesta parte de los indios mas dli-
lesy llevándolos por turno á mas de sesenta le«
guas de distancia , y pritando por consigmente
á las comunidades de los mismos pueblos, del
trabajo que utilizaban los encomendaderos. Agre-
gábase que con motiTO de visitar las encomien*
das» iban anualmente los gobernadores oeo
grandes comitivas y soldadesca costeadas por
los pueblos 9 deteniéndose lo qiie les daba la
gana. Para evitar todo esto, solicitaron loe pan
dres la abolición total de encomiendas en didios
sus pueblos. A la verdad pedían una cesa justa,
habiendo terminado ya las vidas de los dos prí-
ineros poseedores, según estaba convenido, y
unida á la justicia de su pretensión, el fiívor que
tenian en la corte > lograron los padres abolir
las encomiendas en sus citados pueblos, pero
es de creer que no seria sin grave sentimienlo
de los gobernadores que las conferian á sus amí*
gos y de todos los españoles que aspiraban á
obtenerlas.
12. Aunque hubo en el Paraguay licencia
en punto á mngeres , y poca frecueada de sa-
cramentos porque faltaban eclesiásticos, según
— «79 —
TÍmo6 ea el anterior capitulo, no hubo ni pudo
haber ningún tícío de los que tanto se pondera-
ron. No se conocía alli moneda metálica , mi«-
ñas, (abricasi edificios costosos, ni cuasi comer-
cío, ni había lujo en nada, contentándose, el
que mas, con una camisa y calzones del peor
li^izo del mundo. Todo esto y la suma pobreza
del pab, consta de muchos papeles del archivo
de la Asunción. El ponderado trabajo de los in«
diosj se reducía ala agricultura para alimentar
un puñado de encomendaderos# y á cuidar de
•sus animales que eran entonces bien pocos. En
cuanto á beneficiar yerba, no llegaba su cantil,
dad i la décima parte que hoy, y no la benefi^
ciaban solo los indios jesuíticos, sino igualaren*
te todos los de los pueblos del capítulp {interiore
de modo que creo por mis cálculos, que apenas
podrían trabajar en esto doce indios jesu.Uicos.
13. Los escritores de todas las naciones
acriminaron hasta lo supoo la.co0du<;ta delpslAA
españoles respecto á los indios» ¿Pero prpcedier
ron mejor losingleses» .holand^Si^?/ fra^icese^ y
portugueses^ y losalem^neá.quc^vió á Amé7
ríen su paisanoXarlte V? Díg^i^ lo que^q^ierapj
pero sola los esp^analea:b4m compuesto un] có-
digo de leyes que ittbciSA e« hwianic|atjyy,.qu^
protege tanto, á loisibdios^fíeofno.qii^ les, iguala
¿ los españole», y aun Ips prefiere ^n muobas
cosas* 0iran que tales l^yes. no se han ob^er^
— M6 —
vado; paro no es dffiaíl potejar lo» padioofis é
listas ile los íadíos «|ae babia ouaiKl^ ae loa-
darcHi los punblós que exisien y he visto. 00
aquellos archivos, con los ifidivtdoos qáe tienen
en el dia; y se hallapá, como yo he hallado,
que los iodros netos han aumentado p xm pin-
tante qpe ínfiumerablesr se hari OQiiYerlklf^ ^
españoles y mulajto^ por Jaa «ej^dwi* Afl^nju
les españoles ccMervan hoy mudiaa miltoflie^
áe indios civiles y silvéBlces, cuando Qtrus. ns-
éioiies ewopeas se hsdiapán quizás embnr^H'
das para mostrar una aldea i de fndios en sin
dominios amei'ieaoos, ' Si muestran algiinat sil-
vestres « no será on lo interior eam^ BoaolrM,
sino fuera de smte fi^ontepas de . dondjs los vas
alejando á batazos 4 svKcitnqdo' güeivtis eolre
las mismas naciones euiopees. Ai^. pudiera
añadir mas prtiebas de lo mismo pero me Uoñui
á decir aquí , que lo que más faa& vituperado
ios filósofos de Enropa/son nudsiras encoínien*
daS; y lo que míias han aplaudido, es el gobier;*
no en comunidad de los pueblos^ no jobstaile
que lo primero limitado á laa do? yidas» fue el
mayor . esfuerzo de la prudencia faniñaf a ^ mr
gun vimos ea el eafrftulo anterior niba, 3, y lo
segundo lo peor en -materia gqbernafivtti n«
guüse dijo enlosniims.^j 9 y 10; : *
14. El haber libertado de «enconieiidas á
los pueblos jesuítico^, fué imponíéiidoleB la
— 881 —
é
carga de pagar cada uno cieo pesos fuertes á
títalo de décimas 9 y uno de tributo porcada
indio varón de 18 á 50 años. Pero como el era-*
río debia rebajar de esto m U y doscientos para
sinodo á los dos padres cura y sota-cura , al
confrontar el cargo y la data , casi yenia á sa-
lir ignai y si había alguna diferencia en favor
de los curas /la condenaron siempre al erario.
En suma fueron estos pueblos tan estériles al
fisco # como los del capítulo precedente, por
qne ademas llevaban sus efectos j y los vendian
en todas partes libres de derechos.
15. La corte notificó á los padres que des«
paes de siglo y medio empleados en educar á
sus indios » debian estos saberse gobernar por
si y tratar con los españoles # saliendo de la
sujeción del gobierno en comunidad» y cono*
ciendo la propiedad particular. Pero los padres
sostuvieron la incapacidad de los indios y los
males qne resultarían á sus costumbres y re-
ligion si trataban con españoles. Propusieron al
mismo tiempo que lo mejor era dar á cada in-
dio alguna tierra y libertad dos dias á la sema-
na para su cultivo, para que dejándole usar i
su arbitrío de la cosecha , se fuese poco á po-
co acostumbrando á manejarse por sí y á cono-
cer la dulzura de los derechos de propiedad.
Qoedó la corte satisfecha, pero no preveyó
que no permitiéndose, como no se permitía,
36
— «84 —
al ¡n(lia vender su sobrante á ningún CBfMoh
ni a indio de otro pneblp , no podía adeíjuitar
I otra cosa que comer como siiyo lo mbma que
{ ¡ le daba Ja comunidad , sin poder comprar nada
sino á lo sumo permutar un alimento por otro*
iBueFecto se vio que todos e\jío^ Ilevarpo sos
cosechas ál almacén de la comanídad • y qne
esta se Jas distribuía como antes.
'16«. Es menester convenir» en qiie apnqoe
los padres manáabaii alli én un todo, iJ^aron
de su autoridad bón una suavidad y modwacion
que no puede menos de admirarse. A todos
daban su vestuario .'y alimento ^blindante.* fla-
cian trai>álar a los varones sin ostigarloa poco
mas de íá mitad del dia. Aun esto se hacia 4
ihódo de fiesta ; por que ¡baa siempre ^ jx(h
cesión a las labores deí campo/ líeváncío mar.
sicós y una imagencitá en andas, para lacaal
ante todas $e h^¿ia una enramada, v la mi
. . . , .! . ^ • •• y"-- ti"* ^^' *^"'
00 cesaba ^asta regresar al pueblo como
))¡an ¡do. Lea daban 'muchos' días de fi/csta, Ilai*
é's y torneos I. vistiehdo á los acíores y a I<»wí
n«r áitn
¿lugei^es Fuesen actrices sino espectadoras.'
17. iampoco las permitían coser ^ cuya
ocupación estaba vinculada én los músicos^ '$a«
cristanes y mbnácülos. l^ero las hacían bilar al*
godon'; y los lienzos que tejían los indios, re-
í » » / t
— 283 —
dúctdo^ei vestuario y los llevaban á vender con
el algodón sobrante á las ciudades españolas/
Id itíisBtp<[ue el tabaco , menestras, yerba del
P^IraíHiay. maderas y cueros al pelo. Los pa-
dres curas y compañero o sotacura, teman '
SQB babitagiones míe no pasaban .de regularas, y
Sino ed para pasear |a grande nuerta cerrada
dé 'su colegio, jamis sallan de etlás ni pisaban
las canea del pueblo, ni entraban en casa de .
nfnmtti m^io. ni . sé dejaban , ver de .ninguna
mu^ér , ni de otros varones que los muy . pre- ,
cisos para ijlistribpir sus. órden^^. Sí alquil. ep-*
fe?¿Kb necesitaba ausílio espiritual se 1q coq-^
dSíSa' d¿ sil casa indecente, á un cuarto cerca*
dd ¿ólejgia destinado con limpieza a^sólo esté
fiH'jl V 0l sotacura llevado en sma d¿ manos con
cründé aparato, le adininistraba allí los santos
Z^Vo iíi ^r-»"/4 '!* j íi '•• »f'*"A í , < í- 'í i'-
Sacramentos. Luando se matuiestaban en el
teq^pio, aunque fuese solo para decir misa re-
zada , era con una ostentación .que na cabía
•»yi> i*j í ^•''it/ ' t"*- * - 'j 1 * ' '
mas, vestidos de lo mas f)recioso , rodeados y ,
ás»tiaos de sacristanes , monacillos y músicos .
qqe creo no bajasen de ciento, i odas sus míe- j
8ias eran Ite . mayores y mas macniücas de
aquellas partes, llenas de* grandísimos altares, .
de cuadros y dorados; loa ornamentos no po-«
di2^ ser mejores ni mas preciosos en Madrid ni .
én Toledo. Todo esto convence que en templos
y sos accesorios, en vestir los días de tiesta a
— S8i —
los actores y ayuntamientosi gastaron lo^ pa-
dres los grandísimos caudales qoe pudieroo
apropiarse si hubieran sido aoibiciosos. Lo mis*
mo digo de otros muebles , como relojes de miesa
y de cuarto» de los que habia muchos muy
buenos en todos sus colegios; y de coatmtane
con el poco trabajo que , sin osligarlos | que-
rían hacer los indios. Verdad es que si por un
lado este menos trabajo de los indios acredita
la moderación de los padres, no deja de ser por
otro disminución de la industria y, del caudal de
la nación.
18. Sus pueblos tenian calles anchas á cor>
deU y los edificios al piso, consistían en cuadras
largas # una para todos los que pertenecían i
un cacicazgo, bien que .después las .dividieron
en cuartítos de sieter varas, uno para cada fa*
milia , pero sin ventana ni chimenea , ni otra
cocina , reduciéndose sus muebles á una hama*
ca de algodón para el amo , y los demás doi^
mían sobre pieles en el suelo, sin tabiques que
los ocultasen. Muy poco ó nada costaba á los
padres el alimento de sus indios, pues les so-
braba la carne de vaca ó toro en el procreo de
sus estancias. Daban por vestido á los varones
un gorro, una camisa, calzones y poncho, todo
de lienzo de algodón grueso , chro y ordinario,
les hacían cortar raso el cabello > sin permílirles
calzado. I^ampoco lo permitían á las mugeres,
— S85 —
redocaéodose todo su vestido ú'Iipós ó camisa
sin mangas del citado lieozo, ceñida á la cintura.
Las precisaban á hacer de su cabello una coleta
como los soldados, y á deshacerla al entrar en
el templo para llevar el pelo tendido # sin nada
que cubriese la cabeza. Según he podido juzgar
visitando todos los pueblos , ninguno entendia
el e^pañoL ni leian ni escribían « sino en gua-
rami los pocos - precisos para llevar cuenta de
las entradas y salidas de almacenes etc. Cien-
cia ninguna y de las artes poco, por que solo
tejían lienzos para vestirse , y para esclavos ó
gente muy pobres : por el propio estilo la her-
rería, platería • pintura, escultura, música y bai-
le etCo que de todo intentaron enseñarles los.
Jesoitas llevados con este objeto. Todos estaban
bautizados, sabian las oraciones, por que pre-
cisaban á todos los muchachos y á las solteras
á decirlas.altamente en comunidad bajo del pór-
tico del templo al romper el dia. Sin embargo»
dicen Jos que han reemplazado á los padres que
babia poco fondo de rel^on » y no es estraño
cuando dicen los mismos indios que tuvieroii
pocos curas jesuitas capaces de predicar el
Evangelio en guaraní. Aun en el Paraguay
donde cuasi no se habla sino el guaram^, solo he
hallado dos eclesiásticos que se atreviesen á
predicar en dicha lengua, confesando «el mucho
trabajo que les costaba. Ni bastaba uno ó dos
padres pafa'j^IJM en q[tfe'babik'aé'8ékr'yo«bo
mil almas; Para rémediflf éñpM ésitS itiédrf-
I preKficasén en Xtkj^'áé^déií dé a%¿u
sia'd toiriiedi yó'HS oid6'aíI^hák;ydécit>eQ
flinjia
eHüs bástariH» di8p(«r>a'tk'qa« d'dk^(^i¿íil^a
de su cabeza.' Coai¿''el' cáhtótéi' d&l'ifidfd es'
tan grbve. tan poco 'háUádor y Inílfibioábí ad^
niirá'éu- fonoaiklad y: e^mpostura en téS'lebí^
< , Í9. Et aio dd'lTeS; ' d&jifdti sffi^ pÜáblós '
losrpidiles'JÍ6su(tÍ9' á: igoarniMlte'TcE&'lhafés;
peWsófe» se fió á-V^ltís 16 e§pe^ÍtUal^ebGai^^
do lo teinporal'qtté'laAttiá'ténia'el i¿süilá'eiinrá'
ufi ádhiiúBlráBof WaliíH Sé crbo táiiibfaa'im
gcfb«raá^i*'a<iliti9fr dé t<3í4ás'lás1í6Ísi<)néis*^éI H-
ráttá y eril^iiáy p6ñ)}«ndtí debt^, qíié todóÚ'
d« aqibtlos (M!^! tab'^tidd' ^iho deinanó: pé-
rcr coitK) \6é Jésúiés,^ erkú' ím^Mé^i taiiO^
dos y^eeÓAdtítfiiob; nfii<ábk'6'á' s4»' pueblos' c^
obraistfyá y tOmO piiiyifriiedád'pártifcaaak'lóií aúia-
batl!y i^rt>cttmbáA=-nléj<MP. L<^''g6fierAMóres
8¿euhi!fé¿; y Ids'ádiflMIáej^cfoií'éé cÍla^l€ti'|Hié)Jto8
^e\tm; «ibve no tener lá' mfóli^ciá de los
indias JesSHááV tíiía^iAiÁé6\tí(i %¡^gs de las
cbníánidíadés cbflaóütta ínína ^ nb'pbdiSn'itis-
frutar sino uu'ooito iSeAi^. Minó e^'eslUw»)
que los tOttninidaíd^iiáyán éirijíbbl^^ii), y qóe
^%
j>^f}s, qu$ .e^topbojí ,ei» ^ ohh^idq fin q^ne I<«
j2^^:%imoj^jÍA<liq9 i^ijoitlares itratan^o con
lop e^fial^r^ *^^r I^mq^ y iM^tamesgainaT
fips y cppy^i^omÁts pwríi y^eaticse ytntarae^
qi)e: fi^i^an >i;:,pa4iir^ J[»9WtaP> |)a deserladil»
ponió ja ffliíaíi. do ]q^ inii<^ d/^ <MUla. ^miÚQtj ]/[
andan libres mezclados jpp||.los.^|j^m(d^9 wAm-
dp (|^ m.tcalHfP* A mi» djeseccion se. debe el
baltor ;p(#i()p 1;!»' fi^pjipaft.4e l^tonienddo y
]||9l<j^f^, Jf )H tmfff PfWte de^ k» adefani
lapó^qfpp Wie^ 8M^i.en,l« a|;i?cttitncá^
4 > I . • f . » 1 > I
M- i?q!^JiqHU^H««9:CMMiqiw:aipe^
p))8(^4 S«H^P<)9 t$>4P§ k« ip^ifiUto del capátul»
«)nf)^r.y4élprí)^9tPi pofique d«tán.<i^nBa
idea de) jwrá^ííW tepfe l!> f i»mttl(' y M featodó
4e «ü? jBÍy^i^fÍpií.. Api}i|nfii( ^to&indií» parece
áfi mav^p, m Iq?. prfiteff4ee» y mdificiiltod los
diBJ»fi:P^..t^qei|r 4?i&eo.«H>lIqi»Q» queaeb) po»
df|<|etb 4 ^0R<^ y la TWgñfiO». fia oniften el
ir^iüM i^)QiS>i) ífim^ ^ ^ «K«o. habilidad, ni
1i
5»,
4
^ «88 - *
• ■ «
á esto limnan hartari sino tomar; j st songana** «i:
dos arrear: no háóen robos violentos lii degran-
des cantidades, aanqne puedan ; nada éti^eián
ni prohiben á sus hijos; se dejan fácUlnéiite se-
Idncir para lo malo, y no son cdosos. Tal tes no
hay ejemplar que la in dia de diez años anpfl» ^
haya dicho que no á nin gtm solicjtantéí sea vie-
jo ó moxO| libre ó esclavo» Manco ó negro. El
amor y la compasión son en ellos pasiones tan
friasy como que mochas vetees. de órded del ad-
ministrador aeota fuertemente él mamiío ^ el
padre á la mnger ó al^hijó. . .. i .
21. Se embriagan sietnpre qtfé phéfdén, sin
mala resulta, y áuoca lleján dé jpOtierse á hacer
lo que se íes manda, aunque do sepátani fo en-
tiendan ; pero pafa que no le^ n^ándén dSeen
siempre que no saben, cuando se les pregonta
si saben hacer alguna cosa. Nunca dicen pare-
mos ni comamos aeompañando á un viagero, y
sí yá este delante, jamas le advierten si yerra el
camino. Por esto si van de guias , es 'menester
hacerles ir cincuenta pasos adelante. Sofinen mu«
cho la intemperie, llc^via, mosquitos y d ham-
bre; pero en llegando á comer lo hacen con mu-
cho esceso. Les gasta ir á caballo corriendo;
aman las fiestas, torneos, sortijas y carreras de
caballos, pero tienen poco cuidado de estos ani-
males; los maltratan sin lástima con escesos de
fatiga, y con los malos aparejos* X los perros y
— S8» —
gfttM DO les dan 8Íao lo que ellos (Ñllan y nunca
los matan, dejándoles <;riar todo lo que paren*
Tampoco cuidan ni dan nada á las gallidas y
cerdos; en iodo son e^ciosos, puercos y tan
sumamente sufridos en los dolores y enferme-^
dades, que jamas se quejaii. No tienen médicos y
si dgon español ó el cora les receta alguna medi«
ciña la repugriáll mucho; si es lavativa se dejan
morir con prefereiioia. Guando se conocen muy
agravados^ piden se les ponga fuego bajo de la
hamaca y no tOman niiigdii alimento, ni hablad
ni quieren que se les hable i y mueren sin in¿
quietud poi* lo qtíe dejan ni por lo futuro. Los
he yisto ir al suplicio de horca con igual sere¿
nidad de sembladle que á uoa fiesta. También
ven morir y matan sin piedad.
22. Finalizaré este capítdlo afiadiendOi qué
los padres Jesuítas también intentáis someter
á los iddios sílvesli^s del Chaco y á otros; pero
como las fuerzas guaranis, de que podian dts^
poner, eran mcapaces de sugetarlos , tomaron
el camino idétil dé la persuasión mañosa. Asi
formaroií miichos pueblos mencionados en sus
escritosi de los cuales sdlo eiistm hacia Santa
Fé, el de S. ífnnékoó Javier, S. Gerónimo, S;
Pedro y Caiastá; que se han puesto con los déí
capítulo anteríoi^j porque aunque cuidaron de
ellos los padres^ su fundación fue éecular; pero
aun no hay en ellos según hé visto y me had
57
— 890 --
informado , los que los conocen / ningan indio
sogeto civil ni cristiano. ¿Mas como es posible
otra cosa con unos indios tan libres, valientes é
indomables, y por doctrineros que hasta hoy no
han entendido los idiomas de los indios, ni estos
los de los doctrineros?
VaMa dé léñ puéMhM de tadl
. dados^ per los Jesnlte».
[Arioi
Nombres dé f Be'lá
los pueblos . fUndae
CoDcep.cion .
CffrpQ».^. >.«
SaoU María
' mayor. . •
Yapeyú. . . .
'CtBdelarta. •
Sao Nicolás,
^n Javier. .
Laerua, . . .
Sanearlos. •
JLp6atol«8. •
San Luis. • .
San Miguel .
San Tomé. .
•SU. Ana. . .
San José. . .
^Mártires. . .
San Cosme. •
Jesús ....
San Boija , .
San Loreni^o.
Sta. Rosa . .
StvJvan. « .
Trinidad. .
Sao Ángel . .
* San Joaquín.
. S.Estanislao.
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27 47 37
27 18 55
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28 39 51
28 27 24
26 53 19
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58 17 48
57 58 41
58 8 87
57 50 2
58 39 29
58 25 O
58 15 58
57 8 30
59 14 41
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56 4 59
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58 33 20
58 56 15
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QueadeiiuAiariiir
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'm has (le ballena y dottienlas arrobas bir-
I » . ^
't »
— «»l —
CAPITULO XIV
lle;l#« Par^#».
1 . Para mejor iateligenqia de lo que iré
dicioido^ será bileuo sabbr. que en los príocípios
todo, el pala %iie ilest;ríbo y .mucho mas , comr
poBia Un solo g^ierúo con qn solo obispo que
reaidiao en la Asunción del Paraguay; pero no
ae tardó miiebo en separar de. él las provincias
de Santa Crqz de la Sierra , de Moxos y Cbi*
quitosy ni los, portugueses en apoderarse de la
^9 de Santa. Catalina y de las provincias de la
Cananea, de Vera» de S. Pablo y del Guaira que
todas pertenecían al mismo gobierno. De lo que
restalla en 16^, se formaron dos, el del Para-
güey y e) de Bueno^^Aires,. cuyos límites» largo
tiempo indeteroüttados^ : sei fijaron en^I curso
del ríp. Panrafié quedando aun^sin asignarse en
la (pqr^ de GhacOr El del Paragoay perdió mq-
.c|iQ (Hm b;ibie|r)a u^orpado los portugueses las
,pppvHipisi9 de Jerez y Cayabá y luego la de Ma-
t4gro0D.
yL Está poblsylo aquel pais de tres casias
de hombres moy diferentes, que son indios, eo»
ropeos ó blancos^ y africanos ó negras. Las tres
se mezclan francamente resaltando los todÍTi-
dúos de que voy á kablar Uanndos eon el iKnii-
bre general de Pardos, aqnqqe bajo el niismo in-
cluyen á lo$ negro9*
3. Sí el pardo es hijo dé indio y blanco, le
llaman mestizo^ y lo mismo á toda la descenden-
cia de este, con tal que no intervenga en nin-
guna de sus generaciones qqí^n tanga sangre
de negro poca ni mucha. 9f el afmmm se ane
con blanco ó con indio, Ifainan el fémtedo
mulato, y tan^bien á la deso€JQ4eiieín ée' «te»
aonque por continuar 8u$ generaciones cmibltti-
0Q% llegan á resiflt^r indí'vidvns n|«y UáiMés y
Tubtos can pelo lacio y targo. ^n a^eno^ «trns
partes les dan otros nombres: por ejempld, ni
el hijo mutato btfjo de neij^o y Uainco se joiita
con blanco, sale lo que llaman '«ANtnmMi por t«-
ncr solo la cuarta parte denegro; peto si la inl
junta ó nnioñ del mntato esr coft ne^gro^ le IIsk
man sahb atrás j porque en féi de* salir á Mnn^
co. se retira temendo^tpes^e«n<rres^4(ynég^«
4. Siéndome impostbte tiáhet Uxias feasioftev»
das que han {htervenido par» forjnár Ml'tten-
tiio ó mulato, hablaré afg6 de id fl^eo^ymeM^l
de ellos con la generaUdbd qne^ hü étébtt dto
á estos nombres, prescindiendo de su cóiDroMs
ó menos chro, dé su peto y és Jaft-miis e^me*
— f 03 -^
1106 gMferaekMieá que le hvyaii hm^éot ni qüie^
TO que M materia tan obsooraM'iénga mi opi»
nkm pM co6a demostrada ^ úüo llamar ünka-*
mente la ateockm para que otroa la mediten
fnejw. #
5. Los eMiqiiÍ9tadofe»ttét2iiHm pocas ó oin*
gana mnger al Paragnay^» y uniéndose con' ¡n^
diaSf reafultáron nna mnhitnd de mesikios á quien
la corte deülaM entonees por eirpiAote«4 Hasta
estos állínios anos puede con verdad decilm
que no han ido nrageros de afnet^, níátm^casí
' hombres enropéos al Paragnayn y los citados
' mésthos se ftiercm neéeaariaménte nttiendo unos
* con otroSf éé modo- qñe casi lodos los españo«*
les afli, son deseetidteutes. díreetos de aquellbs
mefdteos. Observándolos yo encuentro en lo ge^
ítet^l , qué son muy astutos ', saigaoes , aetit^
<db luces mab claras, de mayor líMatma^ de^ft^í-
'Hms mas eleganies# y aun mas blancqs^ no so^
1^ qne'loé ¿fribtloá ó hijos de español y espáno^
ia en íitiúév\tísi,^íno támÜien que los espaáoléB
de Eurójp^; sin qué se les noteindiicJb zigano
dé qnedescieiidande {oídía tanto como 4e espi-
^fiol. De aqnt ptfeáe deducirse , no solei qu0 las
especies sé^'mejAran con las mezclftá, sino* tam-
bién que \ú europea es más' iualterbble qué Ih
india; pues á la larga desaparece eilU j préVtf-
'leée bon Tenfajas aquélla. Yerdád ^squb como
* dichos vienen de espalóles conindiAs , queda
al^a duda de que lo que prevalece puede ter
el sexo viril tan bien coipo la especie. Co|iwm4
gobíerao de Buenos-Aires han arribado siem-
pre eoibarcacioaes coa españoles y mugerofi
de Europa que se combina^pn con los mestizos
hijos de lo6¡ conqu¡$tadores> la raza de estos se
ha ¡do haciendo mas .europea, no se ha conser-
vado lan pura ni bons0gM¡do las venteas. 4kÍ¡V
de los paraguayos; los cuales^ en mi juicio » por
esto aventajan á Jos de Buenofr-Aires en sagaci*
jdad, apUvídad, esilatura y proporciones.
í6j Las Ksultas de africano é indio que.4|e
llaman JUulafio^j y que por lo «geperal ti«neo un
color obscura amarillazo, tambím aventajan
algo en las formas y-sagacidad á sus padres^
principalmente, á la parte de indio; Pero me
parece que estas ventajas no llegan con mucho
a las de los mulatos resultdMUes de aifrícano.:y
europeo; porque tengo á estos por la gente mas
ágil, activa, robusta, vigorosa, de mayor talen*
tOg viveza y travesura. Tai vej& harian ya un gran-
de papel por allá, sino fuese porque en llegan-
do a seír pasablement^e blaivcos, miidan muchos
d^ puebio y idi^ipndo que son españoles pasan
.pier. tales» dejando ^ clase. En ca)u^o ala mo-
i*al^ noto, muy poca diferencia enlir^ mestizos y
jVMila(os> pues aunque entre ellos los hay muy
honrados, lo mas general es ser inclinado á k
emhriaj^uez» al juegp de naipes y á las raterías.
Las leyes ponen al mulato en la ultima clase^
después dé los europeos y sos hijos/ de los in«
dios mestizos y aun negros; pero la opinión co-
mún los gradúa iguales á los negros y mestiEOS
y* superiores á los indios.
' 7. En mi tiempo se hizo en el Paraguay el
padrea ó lista del ndmero de españoles y de
negros y mulatos # y resultó de él, haber allí
cinco de aquellos por cada uno de estas dos
claaes; y aunque no se haya hecho ^al padrón
en el gobierno de Bueno&-Aires > yo creo que
aun son mas allí ó á lo menos tantos los espa-
ñoles respecto á los negros y mulatos. Estas dos
clases se dividen en libres y esclatos y el núme-
ro de aquellos al de estos es en el Paraguay,
según el citado padrón, como 174 á 100: esto
es^ que por cada cien negros y mulatos eádfr-
yós* hay 174 de los mismos libres. Esta misma
propwcion es generalmente en las colonias no
.españolas de América como 1 á 35, y la del nú-
Adero de Mancos al de negros y mulatos^ como
i á 45. La enorme diferencia entre estas* pro-
porciones que hace conocer los. pocos esélaTOs
del Paraguay^ viene principalmente de que allí
DO se pone reparo ed que los esclavos se. casen
con indias^ cuyos hijos nacen libres. Pero tam-
bién deben muchos su libctrtad á los geiiíerosos
paraguayos, quienes ademas los tratan con hu-
manidad poco común; de modo que la suerte
— 196 w.
de los esdávos alli^ es ¡goal y machas mejor qne
la d6 ios blaDcos del domua del pueblo.
8. Eñ el gobterntf de Bueno^^Aires^ los ne^
gros y nfdatos Kbres úo pagan tr^Mito al Era-*
l*¡ó, y viven sict mas diferencia don los eepaoo*
les y que la de no obteiler autoridad pública.
No es asi en el gobierno óel Pái^aguay , donde
dispuso el visitador don • Francisco Alhroqne
desde la edad de 18 á 50 afios pagse cada
taroQ tres pesOs de triboio anoai ; pero como
entonces no se cdnoeia allí la moneda ni había
^iopierdó, no podían muchos negrea y mulatos
pagar tal tributo. Por esto se diteurnó lo 400
llaman Amparo^ que es entregarlos áloB ecleafcfe
ticos y españoles pudientes; para que á «a M%l»
trio y como si fiíesen «us esclavos* los Jns íipaa
trabajar pagando el tributo por ellos. No >tlrr*
daron mucho aquellos goberaadotes e!t^4mmh
gardichos Pardos Kbres á sus^&vorilos , «aqpor-
iándoles (foido que pagasen ó tíb el trtlMMo, ha-
cienda lo mismo con las mogeres y con tedas
las edades. Aun hoy sucede casi to mismo; Í(éb
que los mas viven librenlente sin pagar nada,
pbr ignorarse su paradero en las campañas; y
ai les ostigan se pasan á otro gobierno. Los
pocos que lo pagan , no es al erario, sino á lo
que llaman ramo de guerra, que es un fOndo
de que disponen los gobernadores.
9. Un gobernador que en 1740 se tió ttiuv
ft de tn iadií» albayas, sacó-del amparo
á machos üefgto& y mulatos; y libertáadoloa del
tribato, fundó cod ellos el paeblo de la Embos-
cada, obligándolas áhaear el ejjpracio militar
tjue DO faatútn a[veadído basta enfonces.
-— 94kát
m
- •*! lili i ' !• •■ • " ' '•• ' < '»" '.Ímíí "• .' .r-
De les espaüeles.
I *
1 . La diferencia en el origen de los
ñoles indicada en el capítulo anterior nüm. 5» ha
producido otra en los idiomas de los gobiernos
dé fiuenos-Aires y Paraguay , pof que en aqnd
scjlo se habla el castellano « y en este solo di
guaraní y sucediendo esto mismo en la ciudad
de Corrientes por su inmediación al Paraguay:
solo los mas cultos entienden y hablan d espa-
ñol. Esto tiene una escepdon enia villa Para-
guia de Carugufati , donde los val^oiies faali^
siempre entre sí español, y con las mii^wes
siempre el guaraní. Todos convienen en consir'
derarse iguales , sin conocer aquello de noUes
y plebeyos 9 vínculos y mayorazgos^ ni otra dís*
tinción que la personal de los empleos^ y lá
que lleva consigo el tener mas ó menos Cuída-
les ó reputación de probidad ó talento. Verda<(
es que algunos quieren distinguirse diciendo
que descienden de conquistadores , de gefes y
aun de simples europeos; pero nadie les hace
t '
mas dtt¿í i)(M- esd^ tv eltos 'de|átt'de 'miviik,
réparaiido'fKM^^n lo que* ^eda babér sido
lanied^eleqntrayeme. tal es la idea' dé siU ígülál^
^d. De^fK]» vieiiie que 6ii Itis' ciudades ni el
n^My- 4;iibueü^pa[ úq lacayo blanco é espánof Vjt
eií priecipo'' quese Eiirva^'de indios, negrtís -6
pardos.' : • ! */ .- '* 'j > • . '' 1 <i. ' • '
■ % Poedeü' llamarse úüicá^ póUacioubs' est
páñolas all¡,'Iaá ciudades de iBciéno^ Aires,
illootdvideo, 'M^aádiMadO, Sania F^, Co^riéntei
y.*laf Asineion} pues atfnqueilay ^ra^ < Villas t
-pwroqoía^ ó^pileblosdq españolas ^n^^stan sus
pueblos iinídosi en pobllácion, sino muy despa^
fSHliados poi' te eaníptiñas én casas solas: de
modo que solo* él párroco cdn. algún herrero,
'tendero ó- tabernero viven Junto\á la capilla ó
iglesia, Apd ouandor al§tto¿s .O|l;ros tengan allí
tsusncasasy se sirven de ellos solo los dioiSifde
grande fiesta. En las cStada» cÍHdades,<háy*ta|
vez tan^tespañoles como en el resto de aqufl
f^f $tt lo quf ibay .no! ^rave pérjuiíciaipiMS
quitan á las campañas los brazos' qué necestlaiÉ
y :qn^ vealflU^UesoaJa yi»rdadofa.ri)[^eza; de
Utíñ puebioré naéÍMi4 Ademas ol habitar. en; I^^
«.ciudades ó en ios campos , ocs^sioáa tam graves
.diferencias entré aquellos españolesi^ ^cotuo que
.creo deber describirlos con separaoioni ; r < ...^
. 3. Como aoailas ; ciudades las . que engen-
drad laicoirupeíon de co^tumbres^'alU es deb-
d^-roioa, ^iitreotí^ pawmflSi fMfiiel ^kwm»
^¡miento ijua los rcmollo^ ó 69paipl« hmMoí
jen América profi^^aa á (edo ewppeo y «m
metrópoli prine¡pa)meiit^{ de nioio ^que és.fre»
^ijeate odiar laiQUger al marído.gTi'^imoal pt-
;£lre. Se distiogiten en /eate odio los^ii^ndw
; de fortuna , los mas inútiles , viciosos^ holf^aot*
|j»es, y los qae habiendo estado en Eiift>pa^. re*
Igresan sin empleo y aibilrridos de Jas sogeoícK
ipes y molestias de los (pretei^dieQtea» Coa pooa
reflexioQ caaoceriaii sds ainoha^ ir^iita|«s seb»
Jos europeos; pues su país les frfttt<|iiea libar*
i^df Igualdad, facilidad de :gaA4r ijíitetó d»
jBuchos modos , y anii (ie oomep tfias| sin tia^
hsQo ni costo ; pues los oomestihl^ sm biiteas»
muy baratos y abundantes. No Jes. dan aujecioii
las leyes sin vigor dictadas de tan lejos » ni iaa
contribuciones » que soq muy poea cosa , m k
|>necisíon de servirse de esclavos y pardos i
que están acostumbrados ; lo úiiíco upe alguna
mx puede incomodarles , es la ^pnioQ ó Impef»
linencia de algún gefe.
4. Apenas nacen^ los^eiitpagan sus padres
^por precisión á n^as 6 pardas» <que k» caídaii
.«eis ó mas años, y después á mnlatillos, á quie*
'Des no verán ni oirán cosa digna de imitarse,
sino aquella rñüsa id^i, de «que el dinero ^esr pa-
-ra gastarlo # y que el ser noÜe y generoso •con-
siste en derrochar*, destroaar y «i do hacer
— *w —
«adaiji'Hic^lBdolos á^ esto iüfimo la natural
JMrcit^ mayor eií América qtie én otras partea.
'GÓDí t^es prÑicipioi» üo «s estráñó qoe dtssde»
fién' 4oda 'safeleloit y trabajo , aun ' le» ' b¡ji3^ de
«n nabiiieix) ú otro artesano » y qué no quieran
-sogutr la ocupación de sus padres. Como ten la
-¿ificultad de poder siobsistir por sí nísroos , to-
mtm mucbos él partido de seguir aquella carre-
ra ú oficio que se les presenta mas facH y espe*
-áita. Mas «o por eso dejan de tener vanidad,
iM *de desear de obtener empleos por mas ^ue
aparentan desde&arios y agradecerlos poco.
5¿ Aunque son indinados al juego (uertCi
la ent/briaguez solo se nota' entre los mas des-
preciables. A mi Ter tienen mucbo despejo, é
fugeoíotan <jaf6 y sutil, que si se dedicasen
cott la apIi<!ácion y propoi'éicmes que los euro-
pees, creo sóbreiÉafNIrían ittiicbb én las artes,
ciencias y literatura. En Btrenos^Alres y la Asun-
ción» ^solo les enseñan gramática latina, teología
* y ti^ de cánones: ademas el ' consallado ha es-
tablecido escuelas de náutica y dé dibujo. No
-faay flbf icas^ y las artes y oficios, que se redu-
cen i' los indispensaliles, 'se ejercen ,por 'algún
«arop(30 que llegó muy pQÍ)ré, ypor Ibs pardos
IndfcMf y negros. Lo géñera,l de otras costum-
bresi de Vestidos, modas y muebles es como en
Espafer; jpfero liay mas lujo y miajores habrtacio-
nes Yibtiebles en Buenos-Aires y Montevideo,
porque son in^rjca^ qa$i las defti9iS' eiodades^
y e^táa en pqertos: da niar* ^Q^^9ral^lente ism
las miíg^eis lipapias y^e.ppupaa ctísieadQ y.jó^
gandp::ea ^\\s casas^perosolo; bUáb lad^ideiJak
ciudad^ ioteripresn eil algodoo? qliia.pBodace>«i
suelo, .Toda^ (as ci|idades tienen I9S calles tira-
das á cordélamenos la.:AsjuncipD: lalarquitecbír
ra no ha hecho progresos^ yes^Tfira lá ca&aqw
tenga aUí).. . . . . * .. r,
! 6.; J^rincipipi tratar de los espai^olc* cwir
pestres^. diciendp que me parecen mas
I y dócilps qqe loa ciudad^no^, y <]U9 qo alimeo*
^ ' tan aquel ódto;terr¡b]e. ¿fue dije CQnt|í;a^ Boro-
^ pa . Sus pasas, . p9^. }o^ g^f^eral* i^QiivUnos^ iranchos
(ó chozas despa/rran^ada^ por los c;impoB'9,;l|ajas
y cubiertas de paj^p co^.]a% parces de palos
vefjticalef .jupióse ^ií?,dos.eá iierr^; y tapados
suS| filavos cpn. j)ft^rpr f^inuis {s^G^n^depiiei^
^JT^W?/4® í3^ ciernan, ««.pie-
les Quaodp Iesiip9p^pd;ai..el2(tre ó el frio.JM^ ca-
pilla que en ca^a ¡distrito lessij^ye ^q piun^Hlpia.
es poi? lo c^omuí;! pQq^p^ay ^lir¡ca()a.coasiosus
cítóa^:^.tp^as Ia^;¿e) JParagwy,, hay «ninaes-
tro quej .eps^jaaep I^or.J esprifcir i io(i QW^ que
yai^ .cada;' ina^^na^ j regr^ap por Ja no«|ie á
8us,ca^s^^(Ús(apl;e$^dQ^^,^ <nQ9tr9 letgqas, avi ha-
ber comido, ^^mp,!^,^
das que Ijieyajrpn. , No hay tales maestros en
la parroquias, del gobierno 4^ . 9iiehos-A¡res,
— 30» —
j por 0810 MB pocos los que aili saben het.'
7. ' Oxno las^ capillas ó parroquias distan al<-
ganas veces^ caatro^ dtet, treinta 6 mas leguas/
rara, vez oyen misa^.y ninobos que van/la oyen
á caballa desdé el canipo^ estando la puerta
abifrta¿ Loa bautismos se dilatab á veces mu-
cbM años; pero jamas omiten' el^ enterrar los
muertos en el cementerio. ' Para ésto si la diá^
tanda nb jpasa de veinte legnas^ visten al dífíiñ-
to, le poneq á caballo- co|i esfribos'i 'útd.; le sise«*
garán alado á dos palos en aspa, j ime lleváií
á la parroquia; pero si iá distancia! ¿é miyoi^'tí.
temen corrupción, dqan' podrir al cadáver -cü**
biefto 'de . rainas ó j^iedras r ó le hacen pedazos
ddM^amando con el cuchillo - la ¡carne/ y ilevaq
loa huesos para que el cara los entiorre/méti^
dos en un saco de cuero. • '<' • i '
. 8* ' Les campestres: tdei gobiet^o dé'Bucfnos
üresy Bo: conocen • mas» medicina ;qii€i afgtib: ' ré^
media, que les .aplica alg nnaf víe|» i) cuin^üiérá
otro; pero en cada éístríto'derParagbaylUáy tin
coru^eto. Este va los díasidefibíta'jls/ párro¿
quia«, y teúlado á la puerta de'lá'fg^jajtfsp^á
que loé .enfermosloienvien^ la qné'Ufa'¿Qatt^sns
agoasiique^ son: unos* Mines en ^'<(afiotóllé dá^
ña« LungOivtevleiimas.gotaBiideiiiAtKs ebIks'iUái
nos lalmiracontralelsoli y>lBs «ítia •lá' tf i^*/ M^
pitiendo lo m¡8ay>'doa>i6' Arcb^téoesi segtfir<1e'j[ia'-2
réee <|kie caen en bóliíais 5.iéa rodo?, dicü <^Ü(^
una de li^ yerban. q^Ae Uava para^iM.lad toftie
el enfermo €a ¡a&bk^.Eétos. camderwiiQtcoH
Qocen otras enfermedadea <pie laa cHadas^ m
TÍsitaa á los. enfecmq^t ni oyeft k rdaduMtiie
aus dolencia^; . fuerof al^no9*ii muji podoa^ fia
han leído i JÜada mai Faugpet ó d reeatadaca-
tadocsip. Sj^nuQ»* dO^vbitaa j riaceiaa Si^Dn
9U corta iateligepcia* Ssta paato ealf «taauikB-^
cuidado en tpdo aquel ipaisy cdno .qna.ec^ftlea:
Bueuoa Air^ .yMoB tevidéor hsajt médko^ «n-
j^npsry boticarioa qué hké \(kf ^QMjtfOfm^jma
la.4^40ucioa olro$;.Efl[ loapÉeUoé dniodioam^
|¡aoQ9> se< (elíje .ceind lóa.abáldeB^ air india' t|iia:
po9 un ano ba de soi^ idédícdy peta !Miq>e;gflla
para avisfMr i^ cinti qimiiaya á eaiiCipa(ÍM|i$»*
terrario. > . - i. . á.
.. % .Lo6 Q9pA3oIeiiCamp08Ímtt8e éMdmíéa
agricultmeajf )pMtoires.á aaítmoierQB.Eslaa 4bcío
i aqci€|])oa que óQUi mentacatóaii puéa a| aé 1»
desenpastoim^iYUiriaÁ.aifii trabajat f ai^i^nh
{¡esidad de comer pasto aánor lea iáitMiHo% poiv-
que a$¡ Hai&an^á h ensalada, 1eg^Qfllbit&'J.faó^
talizas» £n.efeclaéolQiio«l«it)áQ: kttiem ha^ie
no pueden püopercionáffae tiertaa f ganado»
para aer estancieroa.ó na encuaninM» ottania»
da de iriiar* JEb eata caso de ser agvicullaiw^
eatá mas de la mitad de loa españolea del P^<*
raeuay, y los que habitan las oercaniaa áfsü na
~ 508 —
déla Plata y de las ciudades. Estos se distin*.
gDen de los {mstores en que sus casas estski mu-
oto mas. cerca unas de otras, son mas aseadas
y con mas muebles^ y en que sus vestidos son
ál^. diejores. Saben también hacer sus guisa-
dos de cariie y de sus vegetales y coitien tam«
bien ipwap que son cosas poco conocidas en los
paeiores;. .&i el capítulo 6 dije lo que es aque-
lla ajpñcullnray y en mi obra de cuadrúpedos,
esfdiqíió ló qué stfn alli las ocupaciones pasto-
rífife Guídando de diez y ocha mülatíes de ca-
búaasdo ganado vacuno, y tres millones delca->
bailar con bastantes ovejas. A es|o ascienden-
mk oteif>at09de aquellos ganados: la' sésta pai^«
te ed «I gobierno del Paraguay, y ét tm%o en
d^ Buenos Aires. Aunque en éstos com[)ren-'
do' loa||aifaidG0 de los pueblos dé los indios •cilí'^
d<éos p(se estos , úú incluyo en dicho niSmero
dOrfis' Üps^ millones de ganado vacuno silves-'
áie/niÜCteínnumei^ablés yeguadas alzadas ósiti>
doefim- . ; '
'•' t4>.! 5 Es de advertir, qtíe ctíanto^se lia dichos
y4frá de la gente Campesina « no pertenece sola
á la c^^ñbla , pOrqiie es de todas las castas ^e
hoinbfeB. En bs cásas pastoriles es general «i
haber «mas hiuebles que un barril para llevar
iKgoa, nh cuerno para bebería, asadores de ¡ialb
para la carne y una chocolatera para calentaf
ét agiíá del mate. Para baeer caldo á un enfer-
39
I
— 806 —
mo ) lie visto poner f>edacitos de carM en ud
cuerno y rodearle de rescoldo, hasta ^tpé lier*
via. No es comon tener alguna olla y no filito
grande con alguna silla ó banquillo /porqiiB se
sientan sobre sus talones ó sobré ma caiawni
de vaca. Comunmente duermed en el*«iieÍ8í ao*
bre una piel, aunque otros arman -ncanai^ Ipe
se reduce i un bastidor hecho de cuatro patos,
atado á cuatro estacas ó pies con lauípral en-
cima, sin colchón, ni sábanas ni al mobiidatj, pero
en el Paraguay se veo algunas hÉwaéés* No
comen sino carne asada en un pafi>, y patfa.Mto
no suelen esperar. hora# ni unos á otros , m &•
ben hasta haber comido. Entonces no' teaieodo
mesa v maátel ni servilleta , se limpiMí In boca
con el mango del cuchillo , y en seguida' á^éite
y los dedos en las botas. No géstaA^delasaVoi»
y poco de la ternera, iannde Ja vaca apeias
comen sino las costillas, lá entrepfema.yloMiie
llaman mmainbré qae es la carne qué «ttbie. el
vientre ; arrojan el resto , atrayendo á las eeroa-
niás de lá casa muchos pájaros y la grande^ dor-
rdpcion que engendra iuGaitas moscas i eaca*
rabajos y mal olor. £n el Paraguay donde kay
mas eeooomía», aprovechan la caifné c&Mfmoa-
do/a,'que es cortarla á tiras delgadas cotto el
dedo para secarla al sol y al aire; asi las coa*
servan y comen cuando les acomoda. .
11. Los que tienen algunas convenieBctas,
— 507 —
▼Mten regularinaite# pero los jproaleros y cría-
doft suden oo teaer camisas ni calzones , aun-
que no les<a nunca el poncho ^ sombreros*
calzonciUos Uancos y el chirípá , que es un pe-
dazo de gerja atada á los ríñones que les llega
¿ la rodilla. Llevan también botas de medio piC|
sacadas de una pieza de la piel de las piernas
de potros ó temerás « sirviéndoles la corva para
inkoa. Nunca tienen ropa de remuda , y cuan-
do Hueve 9 suelea muchos poner la puesta bajo
de la piel ^1 que van montados , y acabada el
agua se la ponen enjuta. Si llueve y quieren
comer en el campo, entre dos estienden un pon-
<^ y otro hace fuego, y asa la carne debajo.
Llevan la barba bastante larga por que ellos
misólos se afeitan» muchas veces con el cuchi-
lio* Sus raugeres son puercas, y van descalzas
iÍB mas vestido que el tipos ó camisa que dije
délas indias en el capítulo 13 núm. 18. Las
mas no la tienen de remuda, y se la quitan,
*Íft«a y tienden al sol , y enjuta vuelven con
día puesta del rio á su casa. Sus ocupaciones
son por lo común, barrer, hacer fuego para
asar la carne, y calentar el agua para tomar el
mate, sin hilar ni coser.
\% Apenas nace un niño entre los campe&-
tres, le loma su padre ó hermano, y le lleva
delante á caballo por eü campo, hasta que llora
y le vuelven para que le den de mamar» Este
«- sos «-
dura hasta que poedoa dejarle ir aolo ea ub
bailo viejo. Asi se crian» y oomo bo oyto relojí
niveo medida ni regla en nada , wio« liivgoa
rios^ desiertos, y pocos homtoes cuasi desimdoi
corriendo á caballo tras de fieras y tatos, les
imitan sin apetecer la sociedad de ios podilos
ni conocer el pudoc, ni la decencia ni l»s ce?
modídades. Por supuesto, que no tienen otra
instrucción que la de montar á caballo» ni su?*
jecion ni amor patriótico; y como-, se oeopan
desde la infancia en degollar re8es,.no ponen el
reparo que en Europa en haaer lo nusmo con
los hombres, y esto con frialdad y sin eoEndar^
se. Son en general muy robustos : se qmjan
poco ó nada en los mayores dolorea;! aprooían
poco la vida y se embarazan menos por b
muerte. Nadie se mezcla en disputas ngenas
ni pendencias • ni arrestan á ningún deliaeoen^
te. Miran estas cosas (riamente, y aun tienen
por maldad descubrir á los reos, y el no oen^
larlos y favorecerlos. No ponen reparo en aei^
vir en el campo mezclados con indios negras ó
pardos, y aun á la orden de estos; pera aunado
les dá la gana, le dejan sin el menor motivio;
por que no se les nota afición i ailio ni á «noi
m hacen mas que su antojo presente. Son ko^
pitalarios , y al pasagero dan comida y posada
aun sin preguntarle quien es, ni adonde vae
nunca le dicen que se vaya aunque se delMg»
mesf^r y si jnde t^aballo párá. continuar ,:fci fo
dan.- Sin emb^irgo ponooen poco la amistad
particii^r.
. 13. Para Jagár á naipes á qué son muy.afii
4)ionado8, ae sieqtan sobre los talones, pisando
las riendas del caballo para que no se lo roben,
y á veces con el cuchillo ó puñal clavado á sq
lado en tierra; prontos á matar al qne se íign*
^ran ipie lea hace trampas ; sin qne por esto de»
jen elk» de tracerías siempre que pueden*
Aprecian poco él dinevo , y cuando lo han per*
dido todo, mncbas veoes poniéndolo á una sola
carta y se juegan k ropa que llevan puesta,
iíendo fireeuente quedarse en coevos, si el que
ganó no la da algo de la suya , si es peor qué
la del que perdió. Las pulperías ó tabernas, qué
iiay por los campos, son los parajes de reunión
de estfi gente. No beben vino sino aguardiente;
y essa costumbre llenar un vaso grande y con-
vidar á los presentes pasando dé maiío en
ñanOf y repitiendo hasta que finaliza el dinero
del convidante, tomando á desatención el no
beber siendo convidado. En cada pulpería hay
unagqitarra, y el que la toca bebe & foátsí
agena. Cantan YarabU ó Triues que son can«
tares inventados en el Perá# los mas monóto^ (
nos y siempre tristes, tratando de ingratitudes
deamor, y de gentes que lloran desdichas por
ios desrertos.
/O'
— SIO —
14V. Son inclinidos á robar catmllos, y ks
repugna tanto caminar á pie , qae cuasi no lo
saben hacer. Aun para pasar una calle mon-
tan, y cuasi todo lo hacen á caballo. En sm
juntas ó tertulias en el campo, están horas ha-
Uamlo sin apearse. Si necesitan barros por
poco que sea , van y yienen , haciéndolo aoNH*
sar al caballo. Un ejercicio tan conúnnado no
les cansa jamas, y les da una destreza mcrri-
ble en el montar # no obstante que estriban kr*
go y ensanchan mucho los muslos. Bfo raparan
montar á cualquier potro, aun detos-sSfestres^
y seguro está que los derribe» ni que piwdan
el equilibrio \^ no obstante que sus estribos son
triangulares de palo» y tan pequeños, que scrfo
meten la punta del dedo p6lgar. Cuando cae
el caballo , se quedan sin Lesión en pie á mi
lado, con las riendas en la mano, para qoe no
se les escape. Es increíble él conocimiento de
los caballos : basta Ver á doscientos ó' maa por
dos minutos paciendo en el campo , para qne
digan al dia siguiente si fidta uno y de que co*
lor es. No es menos admirable el tino con que
los prácticos Vaquéanos conducen lal panga
que se les pide por terrenos horizontales, sin
caminos, sin árboles, sin señales ni aguja ma-
rítima , aunque .disten cincuenta y mas leguas.
15. Ademas de los dichos hay por aquellos
campos, principalmente por los de Montevideo y
— Sil —
Maldóoado # otra casta de gente, llamados mas
propiamente Gaiicbos ó Gauderios. Todos son
por lo commi escapados de las cárceles de Es-
paña y del Brasil y ó de los que por sos atroei«
dades huyen á los desiertos. Su desnudez , so
barba larga, su cabello nunca peinado, y la
oacoridady porquería de semblante, les hacen
eqHmtosos á la vista. Por nii^in motivo ni in-«
teces quieren servir i. nadie, y sobre ter la-
drones, roban también mugeres^ Las llevan á
los bosqoes, y viven con ellas en .una choza,
aliment^idose. con vacas silvestre». Cniíndo tie-
ne alguna necesidad ó capricho el gancho^
toba algunos caballos ó vacas, las lleva y vende
en el Brasil, de donde trae lo que Je hace falu^
Toreeogi entre otras, á Iña de tales muge^
9ea española; m6 cpntó .que. hacia die£ años
que lá habia rfjb^do un tal Cuenca: que áesta
la habia muerto dUro:; que á este babia muer-^
to na tercero { y ¿ estto .el que la estaba pteé-*
yendo.
16« Añadiré despu^ de haber haUado de
todas aquellas especies de gentes^ que. laáJ go-
bierna un virey, cuya autoridad seieslienda á
muchos mas países de los que he descrito yter-
minaré este capítulo con una breve noticia de
aa comercio* .:^. . .
17. Como aquel pais no produce oro ai pía-
ta^ k despreció el comercio de £spaña^ pero <é«
í
~ III ~
míeod» ^w [br iXii te iaiMüiSBik moigaáérfiál
ifel Pei^ii én pérjbictó^dé te flbbé y ^ecmes^
loj^ó !qiie al iSo de!la Pkiih se leprohibieM to^
da craieroio a^ripn Glatuaroá-loé a|p!atia4tis^
y ea 1602 se lestcoaoedrá^ por seiaaoos/ éstráei*
eá barcos propios y de sü ¿oeoM'doB mil fmáe^
gas de triga ea liaríiia/qaiaieiini^qojdtalésde
eecifia y otrtisi ta«M& de sebd^ róodiNsiéMkito
todo al Brasil y a^Obillfeaj^ Y^mit<mx» pmM mf
y Uevattdo^ rafóratt^áuB fiéíe«ifidiid»t Ftaadé
e6te periafiM,MstylÍckdfMiírM^ Umi^í^iikah
po,' aibpliáa^dlo títf 'lifDiwf «ii to»»^dw^*afieii
los' boquea propiób ó fletado^, y ádbnitt^'iKider^
Icte conducir á £sps(ñti/ ^ oj[MiSlepttd mbclid á
estd los consolados Ú^^iAtíaa y 8idViUa; péripm
% do setieiiibre de t&V&y ^ ddiHiédló por irw
aoós al rio dé la Pl£i(a dte regisirob^«|f«é f|a* pt^
aaiseoido ciea toneládaá ^da- wb« bi^ ciertas
eondíoíoiies* ¥ ^h *qi|e Mdá «é ittMr&áií»iai
el Periíy sfr estáblcfftid adUaná f d >€drddb« ^ def
Tucuman, que cobraba cincuenta por ciento de
lo qée se iitrodujefé, sitf perriniiír séHetas^há-
eia BtiéM^Aire)^ oro di f^Vky tíi »in lú qtio ks
rewbabat de k venta de {nulas. Concluido- el
tiempo de este p6rmisoy ^.otittntié 0I propio eo-
niencio sin limitácíoii de tiempo, por 'orden de
7 de febrero de 1662. Asi siguió el oonercic^
aukpie ana ú otra, tek seipéMiiCíé á digan ba-
tió cai^ado^ hasta qae el 12dé oetobfQ ÁítlS^
— 313 —
^ peniiitlÓ álK todo comertio^ libre, y también
la intelmacipD.
18. En el dia el gobierno del Paraguay so*
lo eéméhcia con Buenos Aíres^ Santa Té y Cor-
ri^btes, y pbdrá formarse idea <Íe sú comercio
por )a táblá siguiente qde formé por el quin-
(|ii6nio dé 178B al de 1792 anibos inclusive.
TMnbibü se formaini juicio del de Buenos Aires
y |demá8 puertos del rio de la Plata, por la ta«-
bla qué- acompaña formada del quiuqüenio des-
de* 1/7&2 al d« 1796 ambos inclusive.
Tabla del eomerelo del Parasnay*
Ssiracüion fata
Terbt
TtrvDtfes TÁras. .
▼igastácfeB.^ ...
Trosos idL . . . .
KnltiiM 4e Pete-
rebl
PÉldé tté irbolt-
dmra
Palos para vergas.
TabloMa de La*
pacho varas. .
Id. de cedn vs. .
Id. de IblUró id.
TaMM deberás id
Atravesaños . . .
Ucasottes pora
Mrcos
Carretas
Matas de carreta.
Epes de carreta. .
Pinos de id. • • •
BavoB de id . . ,
Palmas
Tacoaras
Palos do canoa. «I
Buenos
Air€M.
Sta.
18i.«55 9.789
17.449
1.740
7.096
ao
1
1
187
1.8»
93
37
20
31
9
890
164
29
30
4.187
86*2
2
189
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run-
tes.
3.388
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Jítsti df nlnáo.
Sillas I Uburetcs.
Papelerií
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SÍr«M
Aiücar arrobii.
Miel arrabu. .
Dolcts arrobas.
Almidón arrobas.
Sal arrobas. . . .
Tinajas de barro.
Algodón arrobas.
Caeros al pelo . .
AguardieDle bar-
riles
Cera arrobas. . .
Piedras de afllar>
Tabaco, embases
j Heles- ,
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El 11 por loo de comisión . ■Icabalii , mer-
mas, almaceDea i lairadoEclon de las concbaa
i BneDos-Aires 43.U1 7
Costos del fiage j salario de marinerM in-
Tcctidos en Buenos-Aires 24.000 ffJ.Ht 1
— 318 —
mmm
ui r; r
CAPITULO XIV.
Breve notlela de los paeblos y par-
reqolas e^stentes en el gebleme
del Paragaay.
1. Cuasi se redncirá á una lista y porque en
la tabla que de ellos se pondrá al 6n^ se espre-
sarán los anos de antigüedad, sus . posiciones
geográficas y el numero de almas. Advierto ade-
mas que solo las ciudades y pueblos de indios y
pardos están á manera de pueblos* y las demás
parroquias con las casas desparramadas. El año
de 1793 habia entre todas las poblaciones y
parroquias ciento treinta y cuatro clérigos; cuyas
rentas no pasan» ni apenas llegan á lo necesario
para vivir.
Asanelon.
2. La principió Juan de Ayotas en la oríUa-
oriental del rio Paraguay, y en mil quinientos
cincuenta y cinco le llegó el primer obispo. Fué
capital del imperio español en aquellas partes»
hasta que en 1620 se hizo en Buenos Aires
otro gobierno y obispado. De el l »* malto rcipi^lMí
fundadores de las ciudades llamadas Ciudad •
Reai, Jerez, Santa Cruz de la Sierra, Corrientes»
Concepción del Bermejo, S. Juan» Sjanta Fé de
la Vera Cruz y Buenos Aires, y las villas de On-
liveros, Yiilarica y Talayera. Su piso es incli-
nado y arenisco» las calles son torcidas no igual-
mente anchas, los edificios sin segundo piso, j
las mejores caisas de ladrillo cocido ó piedra,
trabados con barro, tomadas las juntas con mor-
t3ro de cal, y los tejados de teja. Su obispa se
dice tener seis mil duros de renta allí, y le dan
ademas en Potosí mil ochocientos treinta y odia
y dos reales. Su deán tiene ochocientos siete de
dichos duros; las tres dignidades y dos caaóu-
gps setecientos, con un racionero trescientoe.
Tiene conventos de franciscos , mercenarios y
dominicos^ con ciento diez frailes al todo, y nn
colegio donde enseñan hasta filosofia y teología,
con un comisario de la íaquisicion.
iriUarlea del Bspf ritu Santo.
3. Se fundó en la provincia de Guaira dos
leguas al Este del rio Paraná; pero laego se
trasladó mas al Oriente junto al rio. Huibait des-
pués adonde este rio se juntan al Curohatí. £o
1631, cuando los portugueses se llevaron VA
indios de aquel distrito, se incorporó á Villarir
ca la Ciudad Real, y ilotas se fijaren diez le-
guas al Norte de la actual villa de Curuguatí.
pq €i de ,1^4^ se sil^ ^it^ lo» arroyos. 4e-
jaigauani y ^?)MÍm¡r( y hiego, ^on4e eKÍci(fi dicha
CurugoatH pero pftr habejrse U^vado |qs. pprtp-
gaeses todos los indios de los pueblos vecinos en
1676 y transmigró b YiHaifíca tomando asiento
janto á la actual parroquia de los Ajos : desde
allí 86 fijó donde esta hoy, en el año de 1680.
£1 de 1715 parte de sus gentes faadaren la vh
Ha de Gnrffgiíatí, y antes/estando ^i el Guaira»
otra parte formó la segunda chidad llamada J^
rez. Desde sus antiguos tiempos > tuvo y cqnaeiv
va an conventillo con dos ó tres frailes francis-
cos. Sos habitantes* se dedican mucho á benefi*
ciar la yerba del Paraguay.
Curítígumií.
4. Esta villa es cokmia de la precedente;
sus vecinos se dedipan á lo que aqvdlos y 4 la
agricoltupa, no peripitiendoi sa diairito . foimar
estandías de ganados por falta del Berrero cita*
do en el cap. 3, niim. 1 •
* 5. Siguen treinta y cuatro parroquias de
españoles, que no ofrecen que ^ecir sino lo que
se lee en la tabla ál fin del capítulo.
— 318 —
Yta.
6. Se compone de indios gnaranb. Dañados
anttguafnente caríos, y que fueron los primera
de su nación vencidos por Juan de Ayohs.
Yagiiaréii.
7. Sus indios eran también darids, y foeroa
vencidos juntamente con los de Ttá. Vivían en-
tonces en las orillas del arroyo Yaguad i que
vierte en el Tebiouarí: una porción de ellos dio
principio al pueUo de 5. Ignacio-guazii.
Yapané.
8. También tuvo el nombre de Piíun cuando
se fundó en la provincia de Ytatí en el sitio que
le señala la tabla al fin del cap. 12: temiendo á
los albayasy trasmigraron sus indios que eran
guaran», al sitio que ocupan, á fines de noviem-
bre de 1673. Después han padecido mucbo en
los ataques que les ban dado los indios del Chaco
y los payaguas.
Quaramliaré.
9. Tomó el nombre de un cacique. Se (na-
dó no lejos del precedente con indios guaranís
donde dice la misma tabla del cap. 12, y porlos
— 319 —
motiTOft dtádosytransmigró junto con el de Tpa-
né al silio que ocupa.
Aregñm.
10. Se fundó en ]a mbma provincia cuan*
do los dos precedentes, en el sitio llamado boy
Lima á media legua al Norte del rio Jejuí. Sus
indios guaranís transmigraron juntaraenle con
los precedentes y se incorporaron á los del pue-
blo de los Tois.
11. Creo se fundó con los guaranís llama-
dosentonces Mongolas; pero habiéndolos dado en
clase de Yanaconas el yisítador Alfaro al con-
vento de mercenarios de la Asunciotí, y ba-
biéndolos disfrutado los padres cuasi dos siglos,
llegaron á figurarse que eran sus esclavos , has-
ta en 1783 se dedaró formalmente que no le
eran I sino Yanaconas.
\ ;
12. Se llamó también HiánsBÍ y se fundó
donde está. El 7 de noviembre de 1677^ se
le incorporáronlos indios dé Arecayá.|.sietado
iodos guaram's. Este ultimo pneblo se fundó
por los anos de 1632 cerca del rio Curuguatj^
-i- 'Sito «-
«kmde ék»ik tabla tM cá|^Udo 12; peM d
gobernador del Paraguay le «teshiiD «h 1600,
picado de qae le qaÍMeron matar sus indios, j
los repartió por las cá^s cié los españoles. £1
de 1665) se reunió el |>aebló eñ lói 23*11'
i5<< de latitud y Stf» 54< 18" de loogiCbd, (>(««-
mauecíendo ha^ta «nibse al dk U» áltoa.
■
13. Se fundó con guaranís donde dice la
tabla del capítulo 12; pero habiéndole losal-
bayas muerto mucBa gShté , pasó á donde está,
el día líltimo de febrero de 1 699.
14, Habitan lú tierras de este puebld at
giin» p^rotalidadeB de. guarábid qiié fueroh so-
metidas p^ luati Ampias que les forzñóel pue-
blo ({be Rut Dia^ llama muchas veces de Acaai.
Después se dieron sus indios en entomtenda i
los padres dominicos, y habiéndose mezclado
coa sus esclavos, no qtil^en se llame pueblo
de Acaai| ni aun pueblo, sino Estancia de Ta-
bapí. Se compone de trescientos irSiniá y íMho
mestizad iy ihubrtos 13>re8 qtie diisceildientes de
délos indio9'd«I ctiado^tniéblo'de Acaai^ eafcla-»
ae^e de amparados,, calificaban todas sus tier«
tis juntamente con mas de trescienioft esclaTOS
— S*i —
arrendando el resto á doscientos españoles. D\^
cea los padres compraron las tierras en 1 553
y 1555, y qne les dio otra porción Martin Sua-
rez de Toledo en 1573«
Taaxapá.
15. Se encomendó al P. Fr. Lnis Bótanos
en donde hoy está el de Ttapé; cuyo sitio se
llamaba Guaibicá : de allí pasó no se caando
adonde estsL
Yiilf.
16. Varias espediciones españolas forzaron
a estos gnaranis á formar el pueblo á donde
boy está el de San Cosme* y de alli transmigró
al sitio que ocupa en 1673.
Ytopé.'
17. Dos parcialidades guaranis, cuyas dos
terceras partes eran mugeres# que vivían en el
bosque de las cabeceras del rio Tebicuarí pre*
cisadas del hambre^ solicitaron reducirse, y el
gobernador las repartió en los dos pueblos pre-
cedentes; pero siete años después se les formó
el pueblo 4londe está.
4f
18. D. Hernando Coeva y el P. Marcial de
Lorenza , este jesuíta y aqael ciíra de Tagna*
ron I le fundaron con indios escogidos de dicho
Taguaron en el sitio llamado Ttaquí, que está
en 26 ^ 57* 58*^ de latitud y 59^ 20' 49" de Ion-
gitud. Luego se retiró el citado cura» y varios
espedicionarios españoles forzaron á losgoa-
ranís de la comarca á reunirse Con kte ya-
guarones. Diez y ocho años estuvo alli el pue-
blo , y se mudó á donde está hoy la capilla de
San Ángel y distante un cuarto de legua por el
Este doce grados Sur del pueblo actual al cual
sé transfirió cuarenta años después. El de t640
le agregáronlos padres jesuítas como trescíec-
tos indios guaranís , de los que por las costáis
del rio Uruguay huían la persecución de los
portugueses.
SantA Marfa de I^^e.
«
19. £t capitán Juan Caballero Bazan cod
su tropa española formó el año de Í592 en la
provincia de Ttátí tres pueblos de guaranís que
llamó Tarei, Bomboi, y Cáaguazü por los. veinte
y dos grados de latitud ál Este del rio Para-
guay y encargándolos al (*.ura Hernando Cueva.
Ei año de 1632^ temiendo á los portugueses^ so
reunieron los dos primecps tomando el nombre
de San Benito, y se encargaron interinamente
ádio» piidres Jeauiías , qne \m )aiii3»roft Jos
«Mtabkre» llaoaDdo al de Sun BeniLp, Sabia Mt«i
ria de Fee , y d Caaguam ^ San Ignacio, lá»
portugueses los asaltaron en 1 649 matando un
jesuila y llevándote muchos indios. Los i*estan«
les^usiliados. ^e espaooles sq Gjaron ej) la Qrüla
del rio Pírai, hoy Aquidaban, por los 2o^ 9^ 30^'
de laliuid, cuyo.3[lió . se llamaba Aguaranambi.
Pasados siete años volvieron los pueblos á su
mIumíoq primeva: esto es, el de .nanita María
de Fee s^Jos 22^ i^ de latitud, poca al Sur efe
dMde se judia bl rie CorrieAtesó.Appas al del
Pamguay» y di de Sari Ignaxáo ¿álii cenca. El
IM> de 1661, mataron los álhayas muchos jn<>.
dios ddl de Stota María de Fee; U» que escartí
parou Se unieron á los de San. Ignacio y se ^n^!
temaron doce le^^ al Esie por los 22^ 30^ da-
knitud. Fioalmeiilie temiendo Á ios misvios ai-
bay9&» trans[4a|itaron aMthte ppebVo^ los padres
Jesliilas i las C0riC0inias del rio Paraná, donde
están 9 el año de 1^672» Todo ic<»iista .qn ék ar-
diivo de la Asunción. Con parte de los indios
de Santa María de Fee .formaron los padres
Jesuítas el de Santa Rosa el 2 de abril de
— 3t4 —
20. Es el qné acompañó al precedente con
el noitibre de S. Ignacio , que dejé por haber
ya por alH otro coa este nombre. .
Santa V^tm.
21. Es una colonia de Sta. María de Fee.
San CyiMme.
r 1
k
22. Le fundó el P. Jesuíta Fomuno en k
sierra del Tapé, qué hoy pertenece á la cap^
tania portuguesa del Rio grande de S. Pedro.
De allí en 1636, temiendo á los mamalaoos
ó portu^eses, fué a fijarse entre el actaal
pueblo de Candelaria y al arroyo Aguapei: pasó
luego á la orilla septentrional del Paraná ^ para
Tolver á incorporare con el citado Candelaria.
Se separó en 1718, colocándose una legoa al
Este; y en 1740 pesó al Norte- del Paraná, fi-
jándose á tres cuartos de legua al Ifórte del sitio
que ocupa, que tomó en 1769.
ItapuAi
23. Le formalizaron los padres Jesuitas eer^
ca de donde está, trasladándolo en 1703. Le
agregaron los padres 960 almas también guara-
— 318 —
BÚB^desQpaehlode Santa Téresadellgát ó Tacoí,
que fué destrindo por los mamalacos en 25 de
didenlbce de 1637. También le agregaron al^
ganos restos fle la Natividad, fundado en 1624
sobre ei río Acarai y y destruido poco después
por los portugueses* Una parte de este pueblo
pasó á fundar el de Jesús en 1685.
• * •
Candelaria.
21. Le fundaron los padres Jesuítas hacia el
origen del arroyo Pirain , que vierte en el Pi-
ratiní cerca del pueblo de S. Luís; pero teme-
roso de los portugueses # pasó á fijarse cerca
del de Itapua al Norte del Paraná. Volvió á
repasar este rio , situándose cerca de la boca
dd Igarupá poco mas abajo de donde está, fi-
jándose aUi en 1665. Es el pueblo capital de
las Misiones; no porque sea el mayor ni el me-
jor, sino por estar como en el centro á la ori-
lla del Parapá. Sus alrededores son tan malos
para la agricultura» como que ñoh cultivan tier-
ras en la orilla opuesta , teniendo que pasar
el Paraná para hacer sus labores.
Santa Ana.
25. El sitio en qne los padres Jesuítas imi-
daron este pueblo de gnarahis fue al Este del
rio Igay ó Tacuí , que hoy poseen los porto^
— 3S6 —
gneses del Rio grande de na Pediro. Por iiiiedi>
de los mamaliicos en ei ano de* t6S6 se 6¡tii6
no lejos^ del Paraná , como á legaa y media del
lugar que óoapa desde al ano de 1660.
26. Se fundó esle pueblo , el siguiente y
once mas junto alrio.PaiiMiapaiké de la provin-
cia del Guaira. Se repartieron sus ¡odios jgua-
ranís en Encomiendas y pero no habiendo dé-
rigos para doctrinarlos; se encargaron todos i
dos padres Jésuitas por abril de 1611 1 los cua-
les en diciembre de 1631 # salvaron este pue-
blo y el siguiente de los tnamalúcos que se lle-
varon y esclavizaron los once restantes. Hoye-
ron pues dichos dos pueblos fijándose este Ln-
reto á fin de marzo de 1632 sobre el arroyo
Yabebirí en el sitio donde le corta el camioo
que va al de san Ignacio mirí. Luego ^ mudó
un poco mas arriba ; pero volvió doilde antes,
hasta que en 1686 se fijó dónde eátá.
• • i
SSmí Igiiaelo<»iiillrÍ. '
27. Todo como el precedente, y ambos hu-
yendo llegaron juntos ál Tabebiri establecién-
dose este pueblo donde dicho rio Tabclñrí for-
ma una grande vudta. De alU se acercó al
Paraná, y el 11 de junio de 1659 se fijó donde
está.
28. Lo fundaron los padres jesuítas sobre
el arroyo Iniambey al Occidente del Paraná,
donde se le incorporaron como la mitad de los
indios del pueblo de la Natividad que escapa-
ron de la persecución portuguesa, y la otra
miudal deltaptsa. En 1647 pasó el rio Para-
ná situándose como tres cuartos de legua del
lugar que ocupa donde se fijó el 12 de mayo
de 1701.
Vrlnldad.
29. Es colonia del de san Carlos. La esta-
blecieron los padres Jesuítas en 27® 45' 2'* de
latitud y 57® 57' 46^' de longitud ^ pero el año
de 1712 se trasladó adonde está.
Sémiam.
30« Lo fondaron los padres Jesoitaa sobre
el rio Monday cerca del Paraná. lluego trans-
migró al Poniente , y con el auxilio de los in-
dios del pueblo de Ytapua se sitúo cerca de
dicho Monday sobr'e el arroyo Ybaroti. Dé alli
pasó al arroyo Mandizobi y luego al Capibari
hacia el camino que vá hoy al pueblo de Trini-
dad. Últimamente se estableció quinientas varas
al Levante en donde hoy existe.
-- 5M —
San Jl0aq(aÍBi.
31. Se fundó con el nombre del Rosario
del modo dicho en el cap. 13, niims. 3 y 4 en
los 24^ U' 49^* de latitud y 58^ 58* 55" de lon-
gitud: pasó adonde está en 1753 por miedo álos
albayas,
San Estanislae
32. Su fundación está esplicada en e) eapíUH
lo 13^ nüms. 3 y 4'.
Belén.
33. Se fundó idel modo esplicado en dicho
cap. 13y nüm. 5.
Emboseada.
9
»
34. El gobernador don Rafael de la Mone-
da sacó de las casas españolas donde estaban en
amparo una porción de negros y mulatos; con
ellos formó este pueblo para que fuese ante-
mural contra las invasiones de los albayas. *
IVota.
35. En la siguiente tabla, C. significa cia*
dad# Y. villa, P. parroquia, T. pueblos de in-
dios guaranís^ y M. ídem de gente de color.
V^UaelOTMMi «leí golileni* del P«
Ñombft$ d» Uu eiudO'
TilbrÍM<
Canig«ilÍ4
Loqoe.
Froatera.
Ltnbar<<
Limpio.
Coveepcion.
GarimbaUi.
ITuiti.
YaM'-gvuA.
Bobi.
Arroyot.
Aj«n.
Caraiy4
Tbiliairi.
Piaibcbay^
Caacopé.
Sm R(N|iM<
Goarepoü.
Piraid.
Faragoari.
Gapiatt.
Ytaoná.
San Lonozo.-
TUIeta.
RemoIÍQM.
Carapegai;
Qaiindi.
ibieoi.
Qoioquió.
Aeaai.
Gaapneé.
Latitlid
«utral.
C. 1636 35*
V. 15T7 29
V. 1715 2i
P. 1635 35
P. 1718 25
P. 1766 25
P. 1785 35
t. 1773 23
P. 178^24
P. 1760 2b
P. 1773 25
1785 25
1789 26
1781 25
175825
1770^
1783 25
16k0 35
1770 35
1770 25
4783 2i
16' Mr*
48 55
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
P.
1769 25
35
25
25
25
3¿
25
25
26
26
35
36
1775
1640
1728
1775
1714
1777
1725
1733
1766
1776
1783
P.1787
88
15
23
SO
10
23
6
33
44
58
54
S9
86
30
45
87
34
83
23
29
36
21
24
21
30
10
45
58
O
13
54
11
10
30
60
O
85
8
12
85
47
2
46
86
34
27
43
54
21
28
35
19
51
45
44
14
55
O
31
26
54
13
7
21
Longitud O.
de Pañi.
59*
58
58
59
59
59
59
59
59
58
58
58
58
59
58
59
59
59
59
59
59
59
59
59
59
59
59
60
59
59
59
59
59
59
59* 56*
50 55
13
51
54
59
50
35
17
16
SS
51
87
6
48
11
11
33
38
32
32
34
39
50
43
55
55
32
35
33
30
19
27
21
13
59
56
45
O
27
3
8
15
46
11
56
3
58
33
20
17
2
5
45
44
2
56
21
46
52
45
8
46
67
19
»;*
7088
3014
2254
3813
2187
825
1769
1551
949
372
1232
866
427
1227
715
654
620
3595
1066
733
540
23S2
507
5305
2235
1720
3098
453
3346
1894
1500
1136
858
659
Nombra de las eiucto-
ée$, pueblos y par-^
rojftttoi.
Ñembocú.
Laureles.
Tacuaras.
Ytá.
Yagúaron.
Ypaoé
Gorambaré.
Alisa ó lois.
Aregüa.
Altos.
Tohati.
P.
P.
P.
Y.
Y.
Y.
Y.
Y.
Y.
Y.
Y.
Tabapi ó Acaai. M.
Gaazapá. Y.
YulL Y.
Ylapé. Y.
S. ignacio-gaazct. Y.
Sta. M.» de Fee. Y.
Santiago. Y.
Sta. Rosa. Y.
S. Cosme. Y.
Ytapua. Y,
Candelaria. Y.
Sta. Ana. Y.
Loreto. Y.
S. Ignacio*-mÍrf. Y.
Corpus. Y.
Trinidad. Y.
Jesús. Y.
S. Joaquín. Y.
S. Estanislao. Y.
Balen. Y.
Emboscada. M.
~ 530 ~
I
^1
1779
1790
1791
1536
1536
1538
1538
1538
1538
1538
1536
1538
1607
1610
1673
1609
1592
1592
1698
1634
1614
1627
1633
1555
1555
1622
1706
1685
1746
1749
1740
1740
latihd
auitral.
26*
27
26
25
25
25
25
25
25
25
25
25
26
26
25
26
26
27
26
27
27
27
27
27
27
27
27
27
25
24
23
25
52' 24"
13 57
50
30
33
27
29
16
18
16
16
54
11
36
52
54
48
8
53
18
20
26
23
19
14
7
7
2
1
38
26
5i
43
30
20
44
48
45
1
6
16
56
18
56
O
36
12
40
19
55
16
46
45
28
52
23
35
36
LongUud O.
de Partí.
60*
59
60
59
59
59
59
59
59
59
59
59
58
58
58
59
59
59
59
58
58
58
57
57
57
57
58
58
31 ¡58
17,59
56 59
30' 24"
39 30
8 13
43 S8
38 10
52 11
49 19
32 57
45 38
37
27 57
40 14
48 45
35 44
58
3 10
17 50
7
13 37
38 85
11 551049
1514
lUO
1519
6 31
57 91
53 35
54 10
51 27
806
8967
3 551017
24 8 1185
47 58 32 16 854
55 11
.3
;» «
1730
091
590
965
9093
»78
S68
979
900
869
938
«44
674
194
864
1144
a(Hl087
1983
10S6
729
36 56 361
40 14 840
Sama de almas 93.347
Españoles parroquianos de los paeblos de indios
00 comprendidos en sos psdrones 5.533
ToUldela población. . . . 97.480
— 381 —
CAPITULO XVII.
Breve aotieia de los pueblos y par-
roquias eesistentos en el gobierno
de Buenos Aires.
1. G>mo muchos de ellos no ofrecen que
añadir á lo que dice la tabla al fin del capítulo,
.me limitaré á hablar solo de los que lo merez-
can por alguna particularidad. Sucede también
aquí cuasi lo mismo que en el gobierno del Pa*
raguay : esto es que las parroquias tienen las
casas desparramadas por los campos. T es de
tiotar que el número de almas en muchas se
ha puesto á juicio prudente, por no haberse he-
cho hasta hoy listas de su vecindario. En cuan-
to al número de eclesiásticos en este gobierno,
no hay sino los párrocos precisos* y muy po-
cos mas; esceptuando á Buenos Aires que en.
1793 tenia ciento treinta y siete sin coular los
frailes.
Buenos Aires.
2. Se llama ciudad de la Trinidad y puer-
to de Santa María de Buenos Aires. Se princi-
Ji3á
pió so fundación el 2 de febrero del mfemo afip
que se fundó la de Lima, esto es en 1535. Pe^
ro se despobló en el de 1539 y se volvió ápop-
blar en 1580 con sesenta paraguayos, siempre
en el mismo sitio. Estuvo subordinada á la de
la Asunción, hasta que en 1620 se hizo cabe-
za de un nuevo gobierno y obispado. El de 1665
se erigió en ella una real audiencia, que se su-
primió en 1672* y^despues el de 1776 se elevó
á cabeza de un vasto vireinato, dotado coa cua-
renta mU duros anuales. Al mismo tiempo se
erigieron en ella no solo la real audiencia oon
regente, cinco oidores y dos fiscales , dotados
con seis mil duros el primero, y tre^ mil cada
uno de los otros , sino también un tribunal de
puentas, y un enjambre de empleos y emplea-
dos conservando los tres oficiales reales que an-
tes habia iónicamente. La renta de sp. señor obis-
po» se regula en diez y ocho á veinte mil duro^
y su catedral, que acaba de hacerse , tiene los
iQÍsmos prebendados que la del Paraguay, pere
cada uno coa tanta renta como todos aquellos
juntos. Hay en la ciudad cinco parroquias,. coor
vento de monjas capuchinas y catalinas y de
frailes franciscanos, mercenarios , dom¡nic€|$ y
belemnítas. Estos cuidan de un hospital y hay
otro de mugeres coa casas de espósitos y huér-
fanas. Sus puertos son la Ensenada y el Bia^
chuelo citados en el cap. 4, nüms. 24 y 25. Es-
^ sss -*-
tá la poUacíon aobre la barranca aiytnl del
rio de la Plata en suelo ILino, con calles anchas
á cordel y como la mitad de ellas empedradas;
pero todas tienen las aceras enladrilladas pa-
ra la gente de á pie* El virey habita nn fner^
teeillo con cuatro baluartes de ladrillos y ban-
ro , que mira al rio y domina la plaza mayor.
Todos los edificios son de dicho ladrillo coci-
do y barro# y son muy raros los que tienen
segundo piso. £n cuanto á la enseñanza es igual
á la que bny en el Paraguay ^ también en nn
colegio^ y DO le falta un comisario de la inqui*
aidon de lima.
Montevideo.
3. Asi le llaman aunque al fundar esta ciu-
dad le pusietm el de San Felipe. Se dieron las
¿rdenes para kaisreste pueblo el año 17 24; pero
huU el de 1726^ no llegaron los primeros po¿
Uadores llerados de las islas Canarias. Toda la
ciudad está circundada del mar, y de una muy
baja y mala muralla sin foso menos por donde
hay un ifuertecHIo de ladrillo y barro con cua*»
tro bahiartillos ; pero por esta parte se están
t:oii8lrayendo nuevas fortificaciones mas sólidas.
Las calles son anchas y á cordel sin empedrar,
y se hace en ellas muchos barros cuando llueve.
Sus edificios como los de Buenos Aires, tiene
una parroquia y un convento de
Ea ella residen un gobernador militari y el gefe
de la marina del rio de la Plata. '
Maldenado.
i« Se principió al mismo tiempo que Moih
tevídeo^pero adelantó muy poeo, hasta qaepor
los años de 1780 principiaron á fijarse allL mas
gentes, y el de 1786 se erigió en ciudad. Su
asiento es llano y arenisco, las casas y calles como
las de Montevideo ; pero como dista una legua
del puerto desccito en el cap. i, núm. 28, es
de presumir, que la ciudad se trasladará á la
isla de Gorriti ó á la punta del Este del mis»
mo puerto, ó que se formará allí otra.
Colenla del SaeramenUi.
5. El gobernador portugués del rio Janeiro la
fundó en 1679, y el de Buenos üms la deslroyó
el 7 de agosto de 1680; pero el año síguimitese
permiUóinterinamente á los portugueses volver-
la á poblar. £1 año de 17051a tomó s^pmda ves
el gobernador de Buenos Aires, y se devolvió
el de 17 15. 'Otra vez la tomaron los de Buenos
Aires en 1762, y habiéndola restituido se tomó
la cuarta vez, y se demolió en 1777. Pero des-
pués han reedificado algunos españoles bastan-
tes casas, que tienen una indecente capilla* Es-
tá á la orilla septentrional del rio de la PIata#
y de su puerto hablé en el cap. 4, nüm. 26.
— 3S5 —
9iBL. Fee de la ¥era Cnus.
6. Se fondo esta ciudad en el sitio que boy
tiene d pueUo de Caiastá^ y en 1651 # se tras-
ladó á donde está: su asiento llano » las calles
y casas como en Montevideo, y tiene una par-
roquia con tre» conventos de frailes. Yá en de-*
cadencia desde que se ha dado libertad á los
vecinos del Paraguay para introducir su yer-*
ba por Buenos Aires al Perú y Chile, cosa que
liasta entonces no podian hacer sino por San-
ta Fé.
fyorrlentes.
7. Su fundador dio á esta ciudad el nom-
bre de San Juan de Vera de los dele corrieníeSf
situándola sobre la barranca oriental del rio
Paraná. So piso llano y gredoso; las calles de-
rechas y aocbas y los edificios como en Santa
Fe. También tiene tres peqneiíos conventos de
frailes con una sola parroquia.
Ybatl.
»
8. Sugetaron á los^ guaraní» de este pueblo
los españoles de la ciudad precedente , y algún
tiempo después la formaron su pueblo en el si-
úOf llamado entonces Táguarí distante diez le-
guas de la ciudad Paraná arriba. Alli se le in-,
corporaron otros guaranís que vivian cerca; y
— ss« —
pasados mas de cuarenta años , ae trabado el
pueblo á donde está en la orilla austral del
Paraná I aumenlándole con mas guaraní» que
TÍvian en la isla de Apipé. Estos indios arroja-'
ron á sus curas que eran frailes franciscanos , j
llamaron á los padres Jesuitas^ los cuales al ios*
tante le mudaron el nombre en el de Santa
Ana: pero les pusiei^n pleito dichos frailes j se
les destituyó el pueblo eú 1616. Los pn yaguas
f otros indios de Ohttco el año de 1749^ mata-
ron muchos indios de este pueblo y def los dos
siguientes.
9. Lo fundaron los españoles de Corrientes
con los guaranis que babian llef adó del Para-
guay sus encomendadbros el mismo año que al
precedente y cuasi lo destruyeron los payáguas
el de 17i8. Bhtre sus pocos pobladores boy
hay algunos mestizos.
Sta. lüiieia.
ÍO. Lo formáronlos mismos españoles qae
al precedente al Norte y pegado ál rió Santa
Lucia con cuatro parcialidades de iifdios gua- '
rams> los cuales poco á poco han ido deser-
tandO| de modo que no hay hoy ni un deseen-
dieiite de los primeros. Los que le componen
son todos desertoreís de los pud>los jesuíticos y
— 557 —
délos del Paraguay que ea diferenlestiGinpos
se han fijada yolantáriaitíeate alli: siempre ha
estado cuidado por fraile» franciscanos^ En
1748 le inataron muchos indios lo§ del Chaco
y los payaguas.
San JIosé.
11. Lo fundaron los padres Jcfsuitas en
Ttaguatia, qae es un sitio de la sieri^ del Tapé
poseído hoy por los portugueses. Huyendo de
estos, cinco años después, se estableció entre los
pueblos de Corpus y Satí Ignacio mirí ^ hasta
que en 1660 se fijó donde está.
SUn Cario».
t2L Lo principiaí'on en Caapi, como a otros
qoe fueron destruidos por los portugnesesy y*
de los guaranís que los Jesuita» pudieron recO'*
ger y salvar de ellos, formaron este pueblo.
Apóstoles.
13. Lo fundaron los Jesuitas en la sierra
del Tapé llamándole Natividad: cinco anos dea*
pnes huyendo sik guaranís de los portugueses^
se fijó donde está con el nombre que lleva.
íi. Lo fundó, doodeestáy el jesuíta Ro-
que Gowalez el 8 de diciembre de 1 620. £n
4S
él se refugiaron las reHqaias de los Tbittcaii
Gaapi, San Migael» Mártires, Caa2iqpagaazU|
Santa María la Mayor, y el conjunto de que se
formó el de Mártires. Los de Tbíticarai y Caa-
pi se le separaron en 1687 para formar el de
San Luis.
Mártires.
15. Fundaron los padres Jesnitas en Tbi-
ticarai el pueblo de Jesús María, y tres años
después en Caapi , los de San Carlos, San Cm-
tobal , San Joaquín ó San Pedro y San PaMo
todos guaranís ; pero habiéndolos destruido los
portugueses en 1638, reunieron los padres i los
fugitivos con quienes formaron este pueblo
eotre Gmoepcíon y Santa Maria la Mayor,
cerca de este , de donde subió á la lomada en
que está el año de 1704.
Sta. María la mayer.
16. Los padres Jesnitas lo fundaron don-
de se juntan los dos grandísimos ríos Tguazd y
Paraná; de donde temiendo á los portugueses^
ietransplantaron en 1633 á donde se ha dicho
que estuvo primero el de M irtires. De allí
pasó este pueblo guaraní al sitio que ocupa.
San Jlavier.
17« Lo fundaron bs padres Jesuítas con
— 539 —
gawanfo sobre el arroyo Italb poco at Norte
dedoode existe.
18. Los padres Jesuítas lo fundaroa sobre
el arroyo Piratkiimiri, pero huyendo de los
portugueses ó mamalucos pasó el río Uruguay
por enero de 1638, y se estableció sobre el
arroyo Aguarapocat entre los dos pueblos pre-
cedentes. El año de 1650, se unió este pueblo
al de Apóstoles, y en 2 de febrero de 1667 se
separó y fijó dqnde está.
San IaUÍb.
19. Es el mejor pueblo de las Misiones.
Turó él nombre de San Joaquin cuando los pa*
dres Jesuítas lo foudaron sobre el rio Ygai 6
Tacin ; pero huyendo de los portugueses, se
unió en 1 638 al de Concepción, de quien se
apartó el de 1687 para situarse en Gaaz^pá-
mírí en d sitio que antes tuvo el de Candelaria.
De allí pasó á un sitio cercano al qne hoy
tténe agregándosele los indios también guaran»
qne ocuparon de los pueblos siguientes : Jesús
M aria fundado al Este del rio Tacui en Tbiti-
ovai: la Visitación de Caapi; y San Veáto y San
¥Mo d0 Gaaguazii^ Estos tres pueUos (beron
¿estnridoi por ka portsgiseses que vendieron
— S40 —
i Ms indios por esdaTOscomo io bacín coa
cuantos pillaban.
20. Es colonia- del de Santa Mari» la Mayor.
SUnHf^uel.
2t, También lo fandaron Us padres Jesui.
tas en la citada sierra del Tapé; pera huyendo
de los portugueses pasó él rio (Jriigqayí á situar-
se cerca del de Gilncepcion, de donde en 1687
fue a fijarse donde le vemos hqy.
San fljiíian.
22. Es colonia del precedente , y tiene do
particular estar el colegio 6 habitación dé los
padres edificado sobre un montón artificial de
tierra apisonada que domina las cercanias*
Süh Ángel,
23* Es colonia del de Concepción que situa-
ron los padres Jesuítas entre los dos ríos Tivi^
pero pasando después al mayor rio lo fijaron
donde está.
Sto. Tomé.
24. Lo fundaron los padres Jesuítas sobre
el arroyo Tebicuarí cerca del rio Ybiciu ; pero
huyendo úe los portugueses en 1639^ se acercó
— 25A! —
ftl m Uüugaay, y despws Id pasó á temar el é^
tío en que está*
rSiMiIlíMj»t :
25;' Es colonia del precedente.
lia Cms.
26. Los citados padres lo fundaron al Occi*
dente del rio Uruguay, donde este confluye con
^1 arroyo Acaraguá. De allí bajó al rio Albororé:
después ae incorporó al ' pueblo siguiente, sc^-
parándose y fijpindosp . donde ^st^i e] año de
1657.
r
• •
27. Lo fiíndaron los padres mencionados
donde está con loa Indios guaranís de la comar-
ca al Poniente^ pegado al rio. Uruguay. Fue el
mas numeroso, pues le dejaron los Jesuitas con
8.510 almas.
■
San Franetoeo Javier.
28. Una parcialidad de indios mocobis, pi-
dió reducción al comandante de* Santa Fe, 4^en
en 4 de julio de 1743, dio el encargo y Ips^u*
silios á los padres Jesuitas, y estos formaron el
pueblo en el sitio que ocupa el de Giiastá. Pero
ni los padres Jesuítas» ni hasta boy se ha logra-
do* cifUÍEar á un solo indio. Ellos se Tan y.Tuel*
¥611 cuando les dá la gutt, y se dtíúmm p«qiit
se les dá de comer.
San CteréHlno.
29. Es de indios sbipones, y en todo 16 mb-
mo que el precedente.
■jas Qarsas.
30. Una porción de indios del puebloante-
rior que se s^ró, quiso formar ei presenta
que en nada difiere de los dos anteriores.
San Pédm j muí PaMa.
31. Téngase aqui por repetido todo lo dicho
en el nüm. 28.
CalastA.
32. Una tropa espanob que sorprendid nna
porción de indios chamias y minoanes, los es-
patrió y formó con ellos este pueblo , que está
según se dijo en el niim. 28.
■aesqpla 6 Smmnm Waaareí
39^t Lo. forma on Gomandanlo de Santa Fe
á los inctios moGobís^y k^tttrtg^á'clérigos^p»*
ro está como los cinco precedentes.
El Baradera.
3i. No dudo que lo fundaron loe conquii-
tadores con los indios goaranfe llamados albe-
goás; pero como no se le dio el gobierno de
comnnidadi y se abolieron sus encomiendas con
la muerte de sus dos primeros poseedores^ han
obrado con la libdrtad de los españoles; y mez-
clándose con estos, pasan hoy por españoles y
mestizos # habiendo desaparecido so idioma y
B08 costumbres.
35« En el cap. 10, nüm. 146, se habló de
la fundación de este pueblo, cuyos indios se han
españolizado como Im del precíente.
36« En el cap. 10, nám. 27, se esplica la
ínndacion de este paeblo, que fue medía legua
al Occidente de donde está , donde se fijó en
1704. También se ha españolizado como lea dos
anteriores.
Ii#te.
37. La tabla siente no espresa k (unda«
ckm de algunos pueblos ni exactamente el mi*
mero de almas» porque se ignoran, y solo difie-
ra de la del cap. pracedente en que F. significa
Iberte militar.
^ T^A ^
P#blaielMiefl^ del goliÍen# de
nos Aire».
Latitud
LongiUtdO:
¿1
jVpmfrfM.
1531$
auttral.
*
de Parit.
Faenos Aires.
c.
34» 36' 28"
60» 40' 30"
40000
Montevideo.
c.
172*
34 54 36
58 30 42
15945
Maldoaado.
c.
vm
34 63 12
57 7 44
d.2000
Colonia.
V.
1679
34 26 10
60 9 15
d. 300
Santa Pee.
e.
1579
31 40 29
68 12 3ÓJdi4000
Gorrieoteü.
c.
1588
27 27 21
61 6
4500
Yutf.
Y.
1588
27 17
60 31 381' nü
Gnacaria.
Y.
1588
27 27 81
60 55 12
60
Santa Lucia.'
Y.
1588
28 59 30
61 18 3
19i
San José.
Y.
1633
27 45 52
58 8 57
13!3
San Garlos*.
Y.
16U
27 44 36
«8 17 13
1380
Apóstoles.
Y.
1632
27 54 43
58 9 19
1821
Concepción.
Y.
1620
27 56 44
57 57 13
1104
dtártires.
Y.
16S3
27 47 37
57 40 1
937
Sta. M.* la mayor
. Y.
1636
27 53 14
57 46 4
»11
San Javier.
Y.
1629
27 51 8
57 34 4
1379
San Nicolás.
Y.
lesff
28 12
57 39 53
3667
San Luis.
Y.
1632
28 25 6
57 » 14
3900
San Lorenzo.
Y.
1691
28 27 24
57 8 30
1S7S
San MigaeL
Y.
1632
28 32 36
56 59 27
1973
San Juan.
Y.
169S
2» 96 56
56 48 40
2388
San Ángel.
Y.
1707
28 17 19 57 12] 1966
San Tomé;
Y.
1632
28 32 49iS8 17 43
1500
San Borja.
Y.
1690
28 39 5r58 15 58
1800
La Cruz.
Y.
ifm
29 29 1 58 48 2ÍB
2S00
Yapeyó.
S. Francisco Jav.
Y.
1626
29 31 47,58 58 28, SSOO
Y.
17U
30 32 15 62 27 151 IStoB
San Gerónimd.
Y.
1748
29 10 20
91 43 40
«82
Las Garzas.
1770
28 28 49
61 11 40
218
S. Pedro y S. Pa
1^
blo.
Y.
1765
29 57
62 37
643
Caiastá.
Y.
17i9
31 9 20
62 39
«7
Yaispin.
Barsaera^
Y.
1795
29 43 30
62 40 30
•M
Y.
t
1580
33 46 35
52 » 38
*>4m
— :545 —
Nombres.
Qailmes.
Sto. Doiningo
riaño. Y
Magdalena* P
Sao Vicente. P
Morón. P
San Isidro. P
Conchas. P
Lnián. V
Pilar. P
La Crns. P
Areco. V
San Pedro. P
Arrecife. V
Pergamino. V
San Nicolás. V
Chasctmos.
Ranchos. F
Monte. F
Lnjan. F
Salto. F
Bojas. F
Melincné. F
Piedras. P
Canelón. ' V
Saota Lnci». T
Sao José. . V
Colla. P
Real Cárlo^ P
Viveras. P
Espinillo. P
Mercedes. P
Martin Garcia. P
Arroyo de la Chi-
na. V
Gnalegnaichü. V
Gnalegoai. V
Pando. V
Sao Carlos. Y
d.
d.
d.
1677
1650
1730
1730
1730
1730
1769
1730
1772
1772
1730
1780
1730
1780
Í7b9
1780
1778
1781
1781
1780
1680
1780
1780
1791
Latitud
austral.
34* 38' 45'
33
35
35
3»
34
34
34
34
34
34
33
34
33
33
35
85
35
84
34
34
33
34
34
34
34
34
34
33
33
33
34
1780 32
1780 32
1780 33
d. 1782 34
1778 34
23
5
2
40
28
24
36
25
16
14
39
4
53
19
33
30
25
39
18
11
44
45
35
30
22
19
25
56
33
12
11
29
59
8
41
44
Longitud O.
de Paris,
56 60
6l59
20
10
O
56
60
61
60
60
0,61
56'61
22
2
47
10
28
O
40
30
40
80
45
30
30
24
23
35
17
39
8
20
30
30
S
18
15
19
18
61
62
62
62
63
62
60
60
61
62
62
63
64
58
58
58
59
59
60
60
60
60
60
60
60
61
58
60» 36*50"
38 20
55 40
46 30
4 45
49 10
53 30
40 30
33 40
43 30
7
13
3
45
45[57
33
47
48
9
4
10
O
47 10
50
4
22 15
36 14
10 54
4 50
54 40
19 50
O 56
32
34 55
40 41
13 22
41 43
9 56
31 30
32 15
17 40
33 40
55
8
10
4
4
44
■e .
. «
11
d. 800
d.l700
d.3000
1750
d.UOO
2000
2000
1500
2058
1772
2300
d. 600
1728
1200
4220
d.lOOO
d.8000
d. 750
d.2000
d. 750
d. 740
d. 400
d. 800
3500
d. 460
d. 350
d. 300
d. 200
d.l500
d.l300
d. 850
d. 200
d.3600
d.20OO
'^d.1600
d. 300
d. 400
Sta. Tema.
San Míeael.
Helo.
ÍMa. Tecla.
Balobf.
Caacarf.
BurtiCDia.
Aladas.
Sao Roqas.
Bajada.
Noftoia.
CoroDiia.
Rosariu,
Rio Negru.
MaluiaaK.
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auiíral.
Longitud 0.
d, Puril.
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1773
31
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30
30
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50
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1780
28
15
20
60
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SO
d.lKD
1781
28
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33
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57
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1390
1730
31
ki
15
63
i
30
3000
1793
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17
»3
62
24
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d.l5«l
1768
58
47
63
21
SOOO
1730
32
56
i
63
11
20
3500
1781
M
50
64
43
30
d. SOQ
91
32
59
57
30
d, 800
FIN DEL TOMO PEQIERO.
_ 347 —
índice
^«^•^ '^Slbs ^[^'^"Ib'^^sft
AdoerUneia del edüor h
CafUulo L—Del clima y vientos. II
CafUuío 11. — Disposición y calidad del terreno. 1 7
Capiiido líl.—De las sales y minerales. • • • 27
Capitulo IV. — De algums ríos principales , puer^
tos y pescados. 54
Capitulo V. — De los vegetales silvestres. ... 55
Capktuh VI.'^De los vegetales de cultivo. . . 79
CapUuhVIl.—Delosinsectos 88
Capítulo VIlh—De los sapos^ culebras y vivaras. I SO
Capitulo IX.^'De los cuadrúpedos y pájaros. . 131
Capítulo X. — De los indios silvestres. ... 143
Capitulo XL — Algunas reflexiones sobre los tn-
dios silvestres 247
Capitulo XIL — De lo que practicaron los con^
quisladores del Paraguay y delriodela Plata
para sugetar y reducir á los indios^ y del modo
como se les ha gobernado 252
Capitulo XI 11. — De lo practicado por los padres Je-
suitas para regir y gobernar los indios* . . 269
CapUulo XIV.— De los Pardos 291
Capitulo XV.— De los Españoles 298
Capitulo XVI.— Breve noticia de los pueblos ypar^
roquias existentes en el gobierno dd Paraguay. 31 5
Capitulo XVII.— Breve noticia de los puMoe yfor-
roquias existentes en el gobierno de Buenos Aires. 351
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